DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 15 de junio de 2011

15 JUNIO: Se me han confiado los dones de Dios.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS




Se me han confiado los dones de Dios.

1. Se te ha dado todo. 2La confianza que Dios tiene en ti es infi­nita. 3Él conoce a Su Hijo. 4Él da sin hacer excepciones y sin reser­varse nada que pudiera contribuir a tu felicidad. 5Sin embargo, a menos que tu voluntad sea una con la Suya, no podrás recibir Sus dones. 6Mas ¿qué podría hacerte pensar que hay otra voluntad aparte de la Suya?

2. He aquí la paradoja que sirve de fundamento a la fabricación de este mundo. 2Este mundo no es la Voluntad de Dios, por lo tanto, no es real. 3No obstante, aquellos que creen que lo es no pueden sino creer que hay otra voluntad, la cual produce efectos opuestos a los que Él dispone. 4Esto es claramente imposible, mas la mente de aquel que contempla el mundo y lo juzga como real, sólido, digno de confianza y verdadero cree en dos creadores, o mejor dicho en uno: él mismo. 5Mas nunca en un solo Dios.

3. Todo aquel que alberga creencias tan extrañas como éstas no puede aceptar los dones de Dios, 2pues se ve obligado a creer que aceptarlos, por muy evidentes que se vuelvan, por muy grande que sea la urgencia con la que se le exhorta a reclamarlos como propios, es verse presionado a traicionarse a sí mismo. 3Por lo tanto, tiene que negar la existencia de dichos dones, contradecir la verdad y sufrir para preservar el mundo que él mismo construyó.

4. He aquí el único hogar que cree conocer. 2He aquí la única seguridad que cree poder encontrar. 3Sin ese mundo que él mismo construyó se siente como un paria, sin hogar y preso del miedo. 4No se da cuenta de que en ese mundo es donde en verdad es presa del miedo y donde no tiene un hogar; donde es un paria que en su vagar se ha alejado tanto de su hogar, y por tanto tiempo, que no se da cuenta de que se ha olvidado de dónde vino, adónde va, e incluso de quién es en realidad.

5. No obstante, los dones de Dios lo acompañan en su solitario e insensato vagar, aunque él no se dé cuenta. 2No puede perderlos. 3Pero no ve lo que se le ha dado. 4Continúa errante, consciente de la futilidad que le rodea por todas partes, viendo cómo lo poco que tiene no hace sino menguar, conforme él sigue adelante sin ir a ninguna parte. 5Pero aun así, continúa deambulando en la miseria y en la pobreza, solo, aunque Dios está con él, y en posesión de un tesoro tan grande que, ante su magnitud, todo lo que el mundo ofrece no tiene ningún valor.

6. Su aspecto da lástima, está cansado y rendido, viene hara­piento, y los pies están ensangrentados por los abrojos del camino que ha venido recorriendo. 2No hay nadie que no se haya identifi­cado con él, pues todo el que viene aquí ha seguido la misma senda que él recorre, y se ha sentido derrotado y desesperanzado tal como él se siente ahora. 3Mas, ¿es su situación realmente trá­gica, si te percatas de que está recorriendo el camino que él mismo eligió, y que no tiene más que darse cuenta de Quién camina a su lado y abrir sus tesoros para ser libre?

7. Este es el ser que has elegido, el que forjaste para reemplazar a la realidad. 2Éste es el ser que defiendes ferozmente contra toda muestra de razón, toda prueba, así como contra todos los testigos que te pueden demostrar que eso no es lo que tú eres. 3No les haces caso. 4Sigues el camino que te has trazado, cabizbajo, no vaya a ser que captes un atisbo de la verdad, te libres del auto­engaño y quedes en libertad.

8. Te retraes temerosamente no vaya a ser que sientas el toque de Cristo sobre tu hombro y percibas Su amorosa mano apuntando hacia tus dones. 2¿Cómo podrías decir entonces que la pobreza te acompaña en el exilio? 3Él te haría reír de semejante percepción de ti mismo. 4¿Cómo podrías entonces seguir teniendo lástima de ti mismo? 5¿Y qué pasaría entonces con toda la tragedia que pro­curaste para aquel que Dios dispuso que gozase únicamente de dicha?

9. Tu miedo ancestral te ha salido al encuentro ahora, y por fin la justicia ha dado contigo. 2Cristo ha puesto Su mano sobre tu hom­bro, y ya no te sientes solo. 3Piensas incluso que el miserable yo que creíste ser tal vez no sea tu verdadera Identidad. 4Tal vez la Palabra de Dios sea más cierta que la tuya. 5Tal vez los dones que Él te ha dado son reales. 6Tal vez tu plan de mantener a Su Hijo sepultado en el olvido y de seguir por el camino que elegiste reco­rrer separado de tu Ser no lo ha engañado del todo.

10. La Voluntad de Dios no se opone a nada. 2Simplemente es. 3No es a Dios a Quien has aprisionado con tu plan de querer perder tu Ser. 4Él no sabe nada de un plan tan ajeno a Su Voluntad. 5Hubo una necesidad que Él no entendió, y Él simplemente dio una Res­puesta. 6Eso es todo. 7Y tú, a quien se le ha dado esa Respuesta, no tienes necesidad de nada más.

11. Ahora vivimos, pues ahora no podemos morir. 2El deseo de morir ha recibido respuesta, y la vista mediante la cual se contem­plaba a la muerte ha sido sustituida por una visión que percibe que tú no eres lo que pretendes ser. 3Uno que marcha a tu lado le ofrece a cada uno de tus temores esta piadosa respuesta: "Eso no es cierto". 4Cada vez que el pensamiento de pobreza te oprime, Él te recuerda todos los dones que posees, y cuando te percibes solo y atemorizado, te recuerda que Él siempre está a tu lado.

12. Y te recuerda también algo más que tú habías olvidado. 2Pues al tocarte ha hecho que seas igual que Él. 3Los dones que posees no son sólo para ti. 4Ahora tienes que aprender a dar lo que Él vino a ofrecerte. 5Esta es la lección que está implícita en lo que Él da, pues Él te ha salvado de la soledad que quisiste forjar para ocul­tarte de Dios. 6Él te ha recordado todos los dones con los que Dios te bendijo. 7Te habla asimismo de aquello en lo que se ha de con­vertir tu voluntad cuando los aceptes y reconozcas que son tuyos.

13. Los dones de Dios te pertenecen, y se te han confiado para que se los des a todos aquellos que eligen recorrer el solitario camino del que tú te has escapado. 2Ellos no entienden que lo único que están haciendo es ir en pos de sus deseos. 3Ahora eres tú quien les tiene que enseñar. 4Pues has aprendido de Cristo que hay otro camino que pueden recorrer. 5Les puedes enseñar esto demos­trándoles la felicidad que colma a aquellos que sienten el toque de Cristo y que reconocen los dones de Dios. 6No permitas que tus pesares te tienten a no ser fiel a tu cometido.

14. Tus suspiros no harían ahora sino truncar las esperanzas de aquellos que cuentan contigo para su liberación. 2Tus lágrimas son las suyas. 3Si enfermas, no haces sino impedir su curación. 4Tus temores no hacen sino enseñarles que los suyos están justifi­cados. 5Tu mano se convierte en la que otorga el toque de Cristo; tu cambio de mentalidad se convierte en la prueba de que quien acepta los dones de Dios jamás puede sufrir por nada. 6Se te ha encomendado liberar al mundo de su dolor.

15. No lo defraudes. 2Conviértete en la prueba viviente de lo que el toque de Cristo puede ofrecerle a todo el mundo. 3Dios te ha confiado Sus dones. 4¡Que tu felicidad dé testimonio de la gran transformación que experimenta la mente que elige aceptarlos y sentir el toque de Cristo! 5Ésa es tu misión ahora. 6Pues Dios les ha encomendado a todos los que reciben Sus dones que a su vez los den. 7Él ha compartido Su gozo contigo. 8Áhora tú vas a com­partirlo con el mundo.



TEXTO

XI. La prueba de la verdad


1. Lo esencial, sin embargo, es que reconozcas que no sabes nada. 2El conocimiento es poder y todo poder es de Dios. 3Tú que has tratado de quedarte con el poder para ti sólo lo has "perdido". 4Todavía lo tienes, pero has interpuesto tantos obstáculos entre él y tu conciencia de él que no puedes utilizarlo. 5Todo lo que te has enseñado a ti mismo, ha hecho que seas cada vez menos cons­ciente de tu poder. 6No sabes lo que es ni dónde se encuentra. 7Has hecho un alarde de fuerza y de poder tan lamentable que no ha podido sino fallarte. 8Pues el poder no es una apariencia de fuerza, y la verdad está más allá de toda apariencia. 9Aun así, lo único que se interpone entre ti y el poder de Dios que hay en ti, es tu falso aprendizaje, así como todos tus vanos intentos de que­rer deshacer lo verdadero.

2. Procura estar dispuesto, pues, a que todo esto sea des-hecho y a sentirte feliz de no ser un prisionero de ello eternamente. 2Pues te has enseñado a ti mismo a aprisionar al Hijo de Dios, lo cual es una lección tan descabellada que sólo un loco, en su delirio más profundo, podía haberla soñado. 3¿Cómo iba a poder Dios apren­der a no ser Dios? 4¿Y sería posible que Su Hijo, a quien Él ha dado todo poder, pudiese aprender a ser impotente? 5¿Hay algo de lo que te has enseñado a ti mismo que aún prefirieses conser­var en lugar de lo que tienes y eres?
3. La Expiación te enseña cómo escapar para siempre de todo lo que te has enseñado a ti mismo en el pasado, al mostrarte única­mente lo que eres ahora. 2El aprendizaje, tiene lugar antes de que sus efectos supongan de manifiesto. 3El aprendizaje, por lo tanto, es algo propio del pasado, pero su influencia determina el pre­sente al darle a éste el significado que tiene para ti. 4Tu aprendi­zaje no le aporta al presente significado alguno. 5Nada que jamás aprendiste te puede ayudar a entender el presente, o enseñarte a deshacer el pasado. 6Tu pasado es lo que tú te has enseñado a ti mismo. 7Renuncia a él completamente. 8No trates de entender nin­gún acontecimiento, ningún hermano ni ninguna cosa bajo su luz, pues la oscuridad en la que tratarías de ver tan sólo empañaría lo que vieses. 9No confíes en que la oscuridad pueda jamás ilumi­nar tu entendimiento, pues si lo haces estarás contradiciendo la luz, y, por lo tanto, creerás que puedes ver la oscuridad. 10La oscuridad, no obstante, no se puede ver, pues no es más que una condición en la que es imposible ver.

4. Tú que aún no has llevado ante la luz que mora en ti toda la tenebrosidad que te has enseñado a ti mismo, difícilmente puedes juzgar la verdad o el valor de este curso. 2Pero Dios no te aban­donó. 3Y así, dispones de otra lección que Él te envía, la cual Aquel a Quien Él se la confió aprendió ya por cada criatura de la luz. 4Esta lección refulge con la gloria de Dios, pues en ella reside Su poder, que Él gustosamente comparte con Su Hijo. 5Aprende lo que es Su felicidad, la cual es también la tuya. 6Mas para alcanzar esto tienes primero que estar dispuesto a llevar todas las lecciones tenebrosas que has aprendido ante la verdad, y depositarlas de buen grado con manos que estén abiertas listas para recibir, y no cerradas para agarrar. 7Toda lección tenebrosa que lleves ante Aquel que enseña lo que es la luz, Él la aceptará, puesto que tú ya no la deseas. 8E intercambiará gustosamente cada una de ellas por la luminosa lección que Él ya aprendió por ti. 9Jamás creas que cualquier lección que hayas aprendido separado de Él tiene signi­ficado alguno.

5. Existe una sola prueba -tan infalible como Dios- con la que puedes reconocer si lo que has aprendido es verdad. 2Si en reali­dad no tienes miedo de nada, y todos aquellos con los que estás, o todos aquellos que simplemente piensen en ti comparten tu perfecta paz, entonces puedes estar seguro de que has aprendido la lección de Dios, y no la tuya. 3A menos que sea así, es que todavía quedan lecciones tenebrosas en tu mente que te hieren y te limitan, y que hieren y limitan a todos los que te rodean. 4La ausencia de una paz perfecta sólo significa una cosa: crees que no quieres para el Hijo de Dios lo que su Padre dispuso para él. 5Toda lección tenebrosa enseña esto en una u otra forma. 6Y cada lección de luz con la que el Espíritu Santo reemplazará las leccio­nes tenebrosas que tú  no aceptes, te enseñará que tu voluntad dispone lo mismo que la del Padre y la del Hijo.

6. No te preocupes por cómo vas a aprender una lección tan dia­metralmente opuesta a todo lo que te has enseñado a ti mismo. 2¿Cómo ibas a poder saberlo? 3Tu papel es muy simple. 4Sólo tie­nes que reconocer que ya no deseas lo que has aprendido. 5Pide nuevas enseñanzas, y no te valgas de tus experiencias para confirmar lo que has aprendido. 6Cuando de alguna manera tu paz se vea amenazada o perturbada, afirma lo siguiente:

7No conozco el significado de nada, incluido esto.
8No sé, por lo tanto, cómo responder a ello.
9No me valdré de lo que he aprendido en el pasado para que me sirva de guía ahora.

10Cuando de este modo te niegues a tratar de enseñarte a ti mismo lo que no sabes, el Guía que Dios te ha dado te hablará. 11Ocupará el lugar que le corresponde en tu conciencia en el momento en que tú lo desocupes y se lo ofrezcas a Él.

7. Tú no puedes ser tu propio guía hacia los milagros, pues fuiste tú el que hizo que fuesen necesarios. 2Y debido a ello, se te prove­yeron los medios con los que puedes contar para que se produz­can los milagros. 3El Hijo de Dios no puede inventar necesidades que Su Padre no pueda satisfacer sólo con que se dirija a Él leve­mente. 4Mas Él no puede forzar a Su Hijo a que se dirija a Él y seguir siendo Él Mismo. 5Es imposible que Dios pueda perder Su Identidad, ya que si la perdiese, tú perderías la tuya. 6Y dado que Su Identidad es la tuya, Él no puede cambiar lo que Él es, pues tu Identidad es inmutable. 7El milagro reconoce la inmutabilidad de Dios al ver a Su Hijo, como siempre ha sido, y no como lo que él quiere hacer de sí mismo. 8El milagro produce efectos que sólo la inocencia puede producir, y así, establece el hecho de que la inocencia es real.


No hay comentarios:

Publicar un comentario