DESPERTAR AL AMOR

martes, 7 de junio de 2011

7 JUNIO: Hoy aprendo a dar tal como recibo.



AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


Hoy aprendo a dar tal como recibo.

1. ¿Qué se te ha dado? 2Se te ha dado el conocimiento de que eres una mente, de que te encuentras en una Mente y de que no eres sino mente, por siempre libre de pecado y totalmente exento de miedo al haber sido creado del Amor. 3No has abandonado tu Fuente, por lo tanto, sigues siendo tal como fuiste creado. 4Esto se te dio en forma de un conocimiento que no puedes perder. 5Ese conocimiento se le dio asimismo a todas las cosas vivientes, pues sólo mediante él viven.

2. Has recibido todo esto. 2No hay nadie en este mundo que no lo haya recibido. 3No es éste el conocimiento que tú transmites a otros, pues ése es el conocimiento que la creación dio. 4Nada de esto se puede aprender. 5¿Qué es, pues, lo que vas a aprender a dar hoy? 6Nuestra lección de ayer evocó un tema que se expone al principio del texto. 7La experiencia, a diferencia de la visión, no se puede compartir de manera directa. 8La revelación de que el Padre y el Hijo son uno alboreará en toda mente a su debido tiempo. 9Sin embargo, ese momento lo determina la mente misma, pues es algo que no se puede enseñar.

3. Ese momento ya ha sido fijado. 2Esto parece ser bastante arbi­trario. 3No obstante, no hay nadie que dé ni un solo paso al azar a lo largo del camino. 4Todos lo han dado ya, aunque todavía no hayan emprendido la jornada. 5Pues el tiempo tan sólo da la impresión de que se mueve en una sola dirección. 6No hacemos sino emprender una jornada que ya terminó. 7No obstante, parece como si tuviera un futuro que todavía nos es desconocido.

4. El tiempo es un truco, un juego de manos, una gigantesca ilu­sión en la que las figuras parecen ir y venir como por arte de magia. 2No obstante, tras las apariencias hay un plan que no cam­bia. 3El guión ya está escrito. 4El momento en el que ha de llegar la experiencia que pone fin a todas tus dudas ya se ha fijado. 5Pues la jornada sólo se puede ver desde el punto donde termina, desde donde la podemos ver en retrospectiva, imaginarnos que la emprendemos otra vez y repasar mentalmente lo ocurrido.

5. Un maestro no puede dar su experiencia, pues no es algo que él haya aprendido. 2Ésta se reveló a sí misma a él en el momento señalado. 3La visión, no obstante, es su regalo. 4Esto él lo puede dar directamente, pues el conocimiento de Cristo no se ha per­dido, toda vez que Él tiene una visión que puede otorgar a cual­quiera que la solicite. 5La Voluntad del Padre y la Suya están unidas en el conocimiento. 6No obstante, hay una visión que el Espíritu Santo ve porque la mente de Cristo también la contem­pla.

6. Aquí el mundo de las dudas y de las sombras se une con lo intangible. 2He aquí un lugar tranquilo en el mundo que ha sido santificado por el perdón y el amor. 3Aquí se reconcilian todas las contradicciones, pues aquí termina la jornada. 4La experiencia ­que no se puede aprender, enseñar o ver simplemente se encuen­tra ahí. 5Esto es algo que está más allá de nuestro objetivo; pues trasciende lo que es necesario lograr. 6Lo que nos interesa es la visión de Cristo. 7Esto sí que lo podemos alcanzar.

7. La visión de Cristo está regida por una sola ley. 2No ve el cuerpo, ni lo confunde con el Hijo que Dios creó. 3Contempla una luz que se encuentra más allá del cuerpo; una idea que yace más allá de lo que puede ser palpado; una pureza que no se ve men­guada por errores, por lamentables equivocaciones, o por los ate­rrantes pensamientos de culpabilidad nacidos de los sueños de pecado. 4No ve separación. 5Y contempla a todo el mundo, y todas las circunstancias, eventos o sucesos, sin que la luz que ve se atenúe en lo más mínimo.

8. Esto se puede enseñar, y todo aquel que quiera alcanzarlo tiene que enseñarlo. 2Lo único que es necesario es el reconocimiento de que el mundo no puede dar nada cuyo valor pueda ni remota­mente compararse con esto; ni fijar un objetivo que no desapa­rezca una vez que se haya percibido esto. 3Y esto es lo que vas a dar hoy: no ver a nadie como un cuerpo 4y saludar a todo el mundo como el Hijo de Dios que es, reconociendo que es uno contigo en santidad.

9. Así es como sus pecados le son perdonados, pues la visión de Cristo tiene el poder de pasarlos a todos por alto. 2En Su perdón se desvanecen. 3Al ser imperceptibles para el Uno, simplemente desaparecen, pues la visión de la santidad que se halla más allá de ellos viene a ocupar su lugar. 4No importa en qué forma se manifestaban, cuán enormes parecían ser ni quién pareció sufrir sus consecuencias. 5Ya no están ahí. 6Y todos los efectos que pare­cían tener desaparecieron junto con ellos, al haber sido erradicados para ya nunca más volver.

10. Así es como aprendes a dar tal como recibes. 2Y así es como la visión de Cristo te contempla a ti también. 3Esta lección no es difícil de aprender si recuerdas que en tu hermano te ves a ti mismo. 4Si él se encuentra inmerso en el pecado, tú también lo estás; si ves luz en él, es que te has perdonado a ti mismo tus pecados. 5Cada hermano con quien hoy te encuentres te brinda una nueva oportunidad para dejar que la visión de Cristo brille sobre ti y te ofrezca la paz de Dios.

11. Cuándo ha de llegar esta revelación es irrelevante, pues no tiene nada que ver con el tiempo. 2No obstante, el tiempo aún nos tiene reservado un regalo, en el que el verdadero conocimiento se refleja de manera tan precisa que su imagen comparte su invisi­ble santidad y su semejanza resplandece con su amor inmortal. 3Nuestra práctica de hoy consiste en ver todo con los ojos de Cristo. 4Y mediante los santos regalos que damos, la visión de Cristo nos contempla a nosotros también.



TEXTO

V. El círculo de la Expiación


1. La única parte de tu mente que es real es la parte que aún te vincula con Dios. 2¿Te gustaría que toda ella fuese transformada en un radiante mensaje del Amor de Dios para ser compartido con todos los que se sienten solos por haber negado a Dios? 3Dios hace que esto sea posible. 4¿Cómo ibas a negarle Su anhelo de que se le conozca? 5Tú anhelas estar con Él, tal como Él anhela estar contigo. 6Esto es eternamente inalterable. 7Acepta, pues, lo inmutable. 8Deja el mundo de la muerte atrás, y regresa al Cielo en paz. 9Aquí no hay nada que tenga valor; todo lo que tiene valor se encuentra en el Cielo. 10Escucha al Espíritu Santo, y a Dios a través de Él. 11Él te habla de ti., 12No hay culpabilidad en ti, pues Dios se encuentra bendecido en Su Hijo, tal como el Hijo se encuentra bendecido en el Padre.

2. Todo el mundo tiene un papel especial en la Expiación, pero el mensaje que se le da a cada uno de ellos es siempre el mismo: El Hijo de Dios es inocente. 2Cada uno enseña este mensaje de modo diferente, y lo aprende de modo diferente. 3Pero hasta que no lo enseñe y lo aprenda, tendrá la vaga conciencia de que no está llevando a cabo su verdadera función, y no podrá por menos que sufrir por ello. 4La carga de la culpabilidad es pesada, pero Dios no quiere que sigas atado a ella. Su plan para tu despertar es tan perfecto como el tuyo es falible 6 no sabes lo que haces, pero Aquel que sabe está contigo. 7Tuya es Su dulzura, y todo el amor que compartes con Dios Él lo ha salvaguardado para ti. 8Él sólo quiere enseñarte a ser feliz.

3 ¡Bendito Hijo de un Padre que bendice sin reservas, el júbilo fue creado para ti! 2¿Quién puede condenar a quien Dios ha ben­decido? 3No hay nada en la Mente de Dios que no comparta Su radiante inocencia. 4La creación es la extensión natural de la per­fecta pureza. 5Tu única misión aquí es dedicarte plenamente, y de buena voluntad, a la negación de todas las manifestaciones de la culpabilidad. 6Acusar es no entender. 7Los felices aprendices de la Expiación se convierten en los maestros de la inocencia, la cual es el derecho de todo lo que Dios creó. 8No les niegues lo que les corresponde, pues no se lo estarías negando sólo a ellos.

4. El Hijo de Dios tiene derecho a heredar el Reino, el cual se le dio en su creación. 2No trates de robárselo, pues estarás buscán­dote culpabilidad y no podrás sino experimentarla. 3Protege su pureza contra cada pensamiento que quisiera robársela y ocul­tarla de sus ojos. 4Lleva la inocencia a la luz, en respuesta a la llamada de la Expiación. 5Nunca permitas que la pureza perma­nezca oculta, sino que, por el contrario, descorre con tu luz los pesados velos de culpabilidad tras los cuales el Hijo de Dios se ha ocultado a sí mismo de sus propios ojos.

5. Aquí todos estamos unidos en la Expiación, y no hay nada más en este mundo que pueda unirnos. 2Así es como desaparecerá el mundo de la separación, y como se restablecerá la plena comunicación entre Padre e Hijo. 3El milagro reconoce la inocencia que tiene que haberse negado para que se haya producido la necesidad de curación. 4No niegues este jubiloso reconocimiento, pues toda esperanza de felicidad y de liberación de cualquier tipo de sufrimiento reside en él. 5¿Hay alguien que no desee liberarse del dolor? 6Tal vez no haya aprendido todavía cómo intercambiar- la culpabilidad por la inocencia, ni se haya dado cuenta de que sólo mediante este intercambio se puede liberar del dolor. 7Aun así, aquellos que no han aprendido necesitan que se les enseñe, no que se les ataque. 8Atacar a los que necesitan que se les enseñe es perder la oportunidad de poder aprender de ellos.

6. Los maestros de la inocencia, cada uno a su manera, se han unido para desempeñar el papel que les corresponde en el pro­grama de estudios unificado de la Expiación. 2Aparte de este programa, no hay nada más que tenga un objetivo de enseñanza unificado. 3En este programa de estudios no hay conflictos, pues sólo tiene un objetivo, no importa cómo se enseñe. 4Todo esfuerzo que se haga en su favor se le ofrece a la eterna gloria de Dios y de Su creación con el solo propósito de liberar de la culpabilidad. 5Y cada enseñanza que apunte en esa dirección apunta directamente al Cielo y a la paz de Dios. 6No hay dolor, pruebas o miedo que esta enseñanza no pueda vencer. 7El poder de Dios Mismo la apoya y garantiza sus resultados ilimitados.

7. Une tus esfuerzos al poder que no puede fracasar y sólo puede conducir a la paz. 2No hay nadie a quien una enseñanza como ésta no le conmueva. 3No te sentirás excluido del poder de Dios si te dedicas a enseñar sólo esto. 4No estarás exento de los efectos de esta santísima lección, que sólo se propone restablecer lo que constituye el derecho de la creación de Dios. 5Todo aquel a quien liberes de la culpabilidad te mostrará tu inocencia. 6El círculo de la Expiación es infinito. 7Y con cada hermano que incluyas dentro de los confines de seguridad y perfecta paz de dicho círculo, tu confianza de que estás incluido y a salvo dentro del mismo aumentará.

8. ¡Que la paz sea, pues, con todos los que se convierten en maestros de paz! 2Pues la paz es el reconocimiento de la pureza per­fecta, de la que nadie está excluido. 3Dentro de su santo círculo se encuentran todos los que Dios creó como Su Hijo. 4El júbilo es su atributo unificador, y no deja a nadie afuera solo, sufriendo el dolor de la culpabilidad. 5El poder de Dios atrae a todos hacia la seguridad que ofrece su regazo de amor y unión. 60cupa queda­mente tu puesto dentro del círculo, y atrae a todas las mentes torturadas para que se unan a ti en la seguridad de su paz y de su santidad. 7Mora a mi lado dentro de él, como maestro de la Expia­ción y no de la culpabilidad.

9. Bendito seas tú que enseñas esto conmigo. 2Nuestro poder no emana de nosotros, sino de nuestro Padre. 3En nuestra inocencia lo conocemos a Él, tal como Él sabe que somos inocentes. 4Yo estoy dentro del círculo, llamándote a que vengas a la paz. 5Enseña paz conmigo, y álzate conmigo en tierra santa. 6Recuerda por todos el poder que tu Padre les ha otorgado. 7No pienses que no puedes enseñar Su perfecta paz. 8No permanezcas afuera, sino únete a mí adentro. 9No dejes de cumplir el único propósito al que mi enseñanza te exhorta. 10Devuélvele a Dios Su Hijo tal como Él lo creó, enseñándole que es inocente.

10. La crucifixión no jugó ningún papel en la Expiación. 2Sólo la resurrección lo hizo y esa fue mi contribución. 3La resurrección es el símbolo de la liberación de la culpabilidad por medio de la inocencia. 4Tú crucificarías a todo aquel a quien percibes como culpable. 5Mas le devuelves la inocencia a todo aquel a quien consideras inocente. 6La crucifixión es siempre la meta del ego, 7que considera a todo el mundo culpable, y mediante su conde­nación procura matar. 8El Espíritu Santo sólo ve inocencia, y mediante Su dulzura Él desea liberarte del miedo y re-establecer el reino del amor. 9El poder del amor reside en Su dulzura, que es de Dios y, por lo tanto, no puede crucificar ni ser crucificada. 10El templo que restauras se convierte en tu altar, pues fue recons­truido a través de ti. 11Todo lo que le das a Dios es tuyo. 12Así es como Él crea, y así es como tú debes restaurar.

11. A todo aquel que ves, o bien lo ubicas dentro del santo círculo de la Expiación o bien lo dejas afuera, juzgándolo como que merece ser crucificado o redimido. 2Si lo incluyes dentro del cír­culo de pureza, descansarás allí con él. 3Si lo excluyes, te quedas afuera con él. 4No juzgues, excepto desde una quietud que no emana de ti. 5Niégate a aceptar que alguien pueda estar exento de la bendición de la Expiación y condúcelo a ésta bendiciéndolo. 6La santidad tiene que ser compartida, pues en ello radica todo lo que la hace santa. 7Ven gustosamente al santo círculo y-contempla en paz a todos los que creen estar excluidos. 8No excluyas a nadie del círculo porque en él se encuentra lo que tu hermano y tú estáis buscando. 9Ven, unámonos a él en el santo lugar de paz en el que nos corresponde estar a todos, unidos cual uno solo dentro de la Causa de la paz.




No hay comentarios:

Publicar un comentario