DESPERTAR AL AMOR

jueves, 9 de junio de 2011

9 JUNIO: Yo estoy en mi hogar. El miedo es el que es un extraño aquí.



AUDIOLIBRO




EJERCICIOS



Yo estoy en mi hogar. El miedo es el que es un extraño aquí.

1. El miedo es un extraño en los caminos del amor. 2Identifícate con el miedo, y te vuelves un extraño ante tus propios ojos. 3Y de este modo, no te conocerás a ti mismo. 4Lo que tu Ser es sigue siendo algo ajeno para la parte de ti que cree que es real, aunque diferente de ti: 5¿Quién podría estar en su sano juicio en tales circunstancias? 6¿Quién sino un loco podría creer que él es lo que no es, y juzgar en contra de sí mismo?

2. Hay un extraño entre nosotros que procede de una idea tan ajena a la verdad que habla un idioma distinto, percibe un mundo que la verdad desconoce y entiende aquello que la ver­dad juzga como carente de sentido. 2Pero aún más extraño es el hecho de que no reconoce a aquel a quien visita, y sin embargo, sostiene que el hogar de éste es suyo, mientras que el que está en su hogar es el que es el extraño. 3No obstante, qué fácil sería decir: "Este es mi hogar. 4Aquí es donde me corresponde estar y no me iré porque un loco me diga que tengo que hacerlo".

3. ¿Qué razón hay para no decir esto? 2¿Cuál podría ser la razón sino que has invitado a ese extraño a ocupar tu lugar, y has per­mitido convertirte en un extraño ante tus propios ojos? 3Nadie se dejaría desahuciar tan innecesariamente a no ser que pensase que hay otro hogar que está más de acuerdo con sus gustos.

4. ¿Quién es el extraño? 2¿A quién no le corresponde estar en el hogar que Dios proveyó para Su Hijo, a ti o al miedo? 3¿Es acaso el miedo obra Suya, creado a Su semejanza? 4¿Es acaso el miedo lo que el amor completa y mediante lo cual se completa a sí mismo? 5No hay hogar que pueda darle cobijo al amor y al miedo, 6pues no pueden coexistir. 7Si tú eres real, el miedo no puede sino ser una ilusión. 8Mas si el miedo es real, entonces eres tú el que no existe.

5. ¡Qué fácilmente se puede resolver este dilema! 2Todo aquel que teme no ha hecho sino negar su verdadera identidad y decir: "Yo soy el extraño aquí. 3De modo que le cedo mi hogar a uno que es más como yo que yo mismo, y le doy todo cuanto pensé que era mío". 4Ahora se ha exilado por fuerza, sin saber quién es, inseguro de todo, menos de esto: que él no es él mismo, y que se le ha negado su hogar.

6. ¿En pos de qué va a ir ahora? 2¿Qué podría encontrar? 3Alguien que se ha convertido en un extraño ante sus propios ojos no puede encontrar un hogar no importa dónde lo busque, pues él mismo ha imposibilitado su regreso. 4Está perdido a menos que un milagro venga y le muestre que ya no es un extraño. 5El mila­gro vendrá. 6Pues su Ser sigue morando en su hogar. 7Y su Ser no ha invitado a ningún extraño ni se ha confundido a Sí Mismo con ningún pensamiento ajeno a Él. 8E invocará a lo que es Suyo a Sí Mismo en reconocimiento de lo que es Suyo.

7. ¿Quién es el extraño?. 2¿No es acaso aquel a quien tu Ser no invoca? 3Ahora eres incapaz de reconocer a ese extraño que mero­dea entre vosotros, pues le has cedido tu legítimo lugar. 4No obs­tante, tu Ser está tan seguro de lo que es Suyo como Dios lo está de Su Hijo. 5Dios no está confundido con respecto a la creación. 6Está seguro de lo que es Suyo. 7Ningún extraño se puede interpo­ner entre Su conocimiento y la realidad de Su Hijo. 8Él no sabe de extraños. 9Él está seguro de Su Hijo.

8. La certeza de Dios es suficiente. 2A aquel a quien Él reconoce como Su Hijo le corresponde estar allí donde Él estableció a Su Hijo para siempre. 3Él ha contestado tu pregunta: "¿Quién es el extraño?" 4Oye Su Voz asegurarte, con serenidad y certeza, que tú no eres un extraño  para tu Padre ni tu Creador se ha vuelto un extraño para ti. 5Aquel a quien Dios se ha unido es eternamente uno, pues está en su hogar en Él, y no es un extraño para Sí Mismo.

9. Hoy damos gracias de que Cristo haya venido a buscar en el mundo lo que es Suyo. 2Su visión no ve extraños, sino que con­templa a los Suyos y se une a ellos jubilosamente. 3Ellos lo ven como un extraño, pues no se reconocen a sí mismos. 4No obstante, a medida que le den la bienvenida, lo recordarán. 5Y Él los condu­cirá dulcemente de regreso a su hogar, donde les corresponde estar.

10. Cristo no se olvida de nadie. 2No deja de darte ni uno solo de tus hermanos para que los recuerdes a todos, de manera que tu hogar pueda ser pleno y perfecto, tal como fue instituido. 3Él no se ha olvidado de ti. 4Mas tú no lo podrás recordar a Él hasta que contemples todo tal como Él lo hace. 5El que niega a su hermano lo está negando a Él, y, por lo tanto, se está negando a aceptar el don de la visión mediante el cual puede reconocer a su Ser claramente, recordar su hogar y alcanzar la salvación.


TEXTO

VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo


1. ¿Qué deseas? 2Pues en tus manos está poder disponer de la luz o de la oscuridad, del conocimiento o de la ignorancia, pero no de ambas alternativas a la vez. 3Los opuestos deben ponerse uno al lado del otro en vez de mantenerse separados. 4Pues su separa­ción sólo existe en tu mente, y, al igual que tú, se reconcilian al unirse. 5En la unión todo lo que no es real inevitablemente desa­parece, pues la verdad es unión. 6De la misma manera en que la oscuridad desaparece ante la luz, de igual modo la ignorancia se desvanece cuando alborea el conocimiento. 7La percepción es el medio a través del cual se lleva la ignorancia ante el conoci­miento. 8La percepción, no obstante, tiene que estar desprovista de engaño, pues de otra manera se convierte en el mensajero de la ignorancia en vez de en un ayudante en la búsqueda de la verdad.

2. La búsqueda de la verdad no es más que un honesto examen de todo lo que la obstaculiza. 2La verdad simplemente es. 3No se puede perder, buscar ni encontrar. 4Está dondequiera que estés, pues está en tu interior. 5Aun así, puedes reconocerla o pasarla por alto, o bien puede ser real o falsa para ti. 6Si la ocultas, se vuelve irreal para ti por haberla ocultado y haberla revestido de miedo. 7La verdad yace oculta bajo cada piedra angular de miedo sobre la que has erigido tu demente sistema de creencias. 8Pero no puedes saber esto, pues al ocultar la verdad en el miedo, no ves razón alguna para creer que mientras más mires de frente al miedo menos lo verás y más claro se hará lo que oculta.

3. Es imposible convencer a los que no saben de que saben. 2Desde su punto de vista no es verdad que sepan. 3Pero como Dios lo sabe, es verdad. 4Éstos son puntos de vista claramente opuestos acerca de la realidad de los que "no saben". 5Para Dios, no saber es algo imposible. 6No saber, por lo tanto, no es un punto de vista, sino simplemente una creencia en algo que no existe. 7Lo único que les ocurre a los que no saben es que abrigan esa creen­cia, y debido a ello, se equivocan con respecto a sí mismos. 8Se han definido a sí mismos de manera diferente de como fueron crea­dos. 9Su creación no fue un punto de vista, sino una certeza. 10Cuando la incertidumbre se lleva ante la certeza, se abandona toda convicción de que sea real.

4. Hemos estado haciendo hincapié en el hecho de que lo indesea­ble debe llevarse ante lo deseable, y lo que no se desea ante lo que se desea. 2Te darás cuenta de que ésta es la manera de alcanzar la salvación si te detienes a considerar lo que es la disociación. 3La disociación es un proceso de pensamiento distorsionado, en el que se abrigan dos sistemas de creencias que no pueden coexistir. 4Si se pone uno al lado del otro, resulta imposible aceptarlos a los dos. 5Pero si uno de ellos se mantiene oculto del otro, su separa­ción parece mantenerlos vigentes a los dos y hace que parezcan ser igualmente reales. 6Poner uno al lado del otro, por lo tanto, se convierte en motivo de miedo, pues si haces eso, no podrás por menos que dejar de aceptar uno de ellos. 7No puedes quedarte con los dos, pues cada uno supone la negación del otro. 8Si se mantienen separados, este hecho se pierde de vista, pues al estar entonces en lugares diferentes es posible creer firmemente en los dos. 9Ponlos uno al lado del otro, y su absoluta incompatibilidad resultará evidente de inmediato. 10Uno de ellos tiene que desapa­recer porque el otro se ve en el mismo lugar.

5. Cuando una mente cree en la oscuridad y se niega a abando­narla, la luz no puede entrar. 2La verdad no lucha contra la igno­rancia, ni el amor ataca al miedo. 3Lo que no necesita protección no tiene necesidad de defenderse a sí mismo. 4Las defensas son invenciones tuyas. 5Dios las desconoce. 6El Espíritu Santo las usa en favor de la verdad sólo porque tú las inventaste contra ella. 7La percepción que de acuerdo con Sus propósitos Él tiene de ellas, simplemente las transforma en una llamada a lo que has atacado con ellas. 8Las defensas, al igual que todo lo demás que has inventado, tienen que ser transformadas dulcemente en algo beneficioso para ti y ser reinterpretadas por el Espíritu Santo de medios de auto-destrucción a medios de conservación y libera­ción. 9La tarea del Espíritu Santo es imponente, pero el poder de Dios está con Él. 10Llevar a cabo esa tarea, por lo tanto, es algo tan fácil para Él, que se logró en el mismo instante en que se le dio para ti. 11No demores tu retorno a la paz preguntándote cómo va a poder Él llevar a cabo lo que Dios le encomendó. 12Deja eso en manos de Uno que sabe. 13No se te pide que lleves a cabo tareas de tal magnitud. 14Se te pide únicamente que hagas lo poco que Él sugiere, confiando tan sólo en que, si Él te lo pide, tú lo puedes hacer. 15Verás cuán fácilmente puedes llevar a cabo todo lo que Él te pida.

6. El Espíritu Santo sólo te pide esto: que lleves ante Él todos los secretos que le hayas ocultado. 2Ábrele todas las puertas y pídele que entre en la oscuridad y la desvanezca con Su luz. 3Si lo invitas, Él entrará gustosamente. 4Y llevará la luz a la oscuridad si le franqueas la entrada a ella. 5Pero Él no puede ver lo que mantienes oculto. 6Él ve por ti, pero a menos que tú mires con Él, Él no puede ver. 7La visión de Cristo no es sólo para Él, sino para ti y para Él. 8Llévale, por lo tanto, todos tus pensamientos tene­brosos y secretos, y contémplalos con Él. 9Él abriga la luz y tú la oscuridad. 10Ambas cosas no pueden coexistir cuando las contempláis juntos. 11Su juicio prevalecerá, y Él te lo ofrecerá cuando unas tu percepción a la Suya.

7. Uniéndote a Su manera de ver es como aprendes a compartir con Él la interpretación de la percepción que conduce al conoci­miento. 2Por tu cuenta no puedes ver. 3Compartir la percepción con Aquel que Dios te ha dado te enseña a reconocer lo que ves. 4Es el reconocimiento de que ninguna cosa que ves significa nada por sí sola. 5Ver con Él te mostrará que todo significado, inclu­yendo el tuyo, no procede de una visión doble, sino de la dulce fusión de todas las cosas en un solo significado, una sola emoción y un solo propósito 6Dios tiene un solo Propósito, y lo comparte contigo. 7La única visión que el Espíritu Santo te ofrece brindará esta unicidad a tu mente con una claridad y una luminosidad tan intensas que por nada del mundo dejarías de aceptar lo que Dios quiere que tengas. 8Contempla tu voluntad, y acepta que es la Suya, y que todo Su Amor es tuyo. 9¡Que todo honor se te rinda a ti a través del Espíritu Santo, y, a través de Él, a Dios!



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