DESPERTAR AL AMOR

viernes, 15 de julio de 2011

15 JULIO: Es únicamente a mí mismo a quien crucifico.

AUDIOLIBRO
EJERCICIOS
LECCIÓN 196
Es únicamente a mí mismo a quien crucifico.
1. Cuando realmente hayas entendido esto, y lo mantengas fir­memente en tu conciencia, ya no intentarás hacerte daño ni hacer de tu cuerpo  un esclavo de la venganza. 2No te atacarás a ti mismo, y te darás cuenta de que atacar a otro es atacarte a ti mismo. 3Te liberarás de la demente creencia de que atacando a tu hermano te salvas tú. 4Y comprenderás que su seguridad es la tuya, y que al sanar él, tú quedas sanado.
2. Tal vez no entiendas en un principio cómo es posible que la misericordia, que es ilimitada y envuelve todas las cosas en su segura protección, pueda hallarse en la idea que hoy practica­mos. 2De hecho, esta idea puede parecerte como una señal de que es imposible eludir el castigo, ya que el ego, ante lo que considera una amenaza, no vacila en citar la verdad para salvaguardar sus mentiras. 3Es incapaz, no obstante, de entender la verdad que usa de tal manera. 4Mas tú puedes aprender a detectar estas necias maniobras y negar el significado que parecen tener.
3. De esta manera le enseñas también a tu mente que no eres un ego. 2Pues las formas con las que el ego procura distorsionar la verdad ya no te seguirán engañando. 3No creerás que eres un cuerpo que tiene que ser crucificado. 4Y verás en la idea de hoy la luz de la resurrección, refulgiendo más allá de todos los pensa­mientos de crucifixión y muerte hasta los de liberación y vida.
4. La idea de hoy es un paso que nos conduce desde el cautiverio al estado de perfecta libertad. 2Demos este paso hoy, para poder recorrer rápidamente el camino que nos muestra la salvación, dando cada paso en la secuencia señalada, a medida que la mente se va desprendiendo de sus lastres uno por uno. 3No necesitamos tiempo para esto, 4sino únicamente estar dispuestos. 5Pues lo que parece requerir cientos de años puede lograrse fácilmente -por la gracia de Dios- en un solo instante.
5. El pensamiento desesperante y deprimente de que puedes ata­car a otros sin que ello te afecte te ha clavado a la cruz. 2Tal vez pensaste que era tu salvación. 3Mas sólo representaba la creencia de que el temor a Dios era real. 4¿Y qué es esto sino el infierno? 5¿Quién que en su corazón no tuviese miedo del infierno podría creer que su Padre es su enemigo mortal, que se encuentra sepa­rado de él y a la espera de destruir su vida y obliterarlo del uni­verso?
6. Tal es la forma de locura en la que crees, si aceptas el temible pensamiento de que puedes atacar a otro y quedar tú libre. 2Hasta que esta forma de locura no cambie, no habrá esperanzas. 3Hasta que no te des cuenta de que, al menos esto, tiene que ser comple­tamente imposible, ¿cómo podría haber escapatoria? 4El temor a Dios es real para todo aquel que piensa que ese pensamiento es verdad. 5Y no percibirá su insensatez, y ni siquiera se dará cuenta de que lo abriga, lo cual le permitiría cuestionarlo.
7. Pero incluso para cuestionarlo, su forma tiene primero que cambiar lo suficiente como para que el miedo a las represalias disminuya y la responsabilidad vuelva en cierta medida a recaer sobre ti. 2Desde ahí podrás cuando menos considerar si quieres o no seguir adelante por ese doloroso sendero, mientras este cam­bio no tenga lugar, no podrás percibir que son únicamente tus pensamientos los que te hacen caer, presa del miedo, y que tu liberación depende de ti.
8. Si das este paso hoy, los que siguen te resultarán más fáciles. 2A partir de aquí avanzaremos rápidamente, 3pues una vez que entiendas que nada, salvo tus propios pensamientos, te puede hacer daño, el temor a Dios no podrá sino desaparecer. 4No podrás seguir creyendo entonces que la causa del miedo se encuentra fuera de ti. 5Y a Dios, a Quien habías pensado deste­rrar, se le podrá acoger de nuevo en la santa mente que Él nunca abandonó.
9. El himno de la salvación puede ciertamente oírse en la idea que hoy practicamos. 2Si es únicamente a ti mismo a quien crucificas, no le has hecho nada al mundo y no tienes que temer su venganza ni su persecución. 3Tampoco es necesario que te escondas lleno de terror del miedo mortal a Dios que la proyección oculta tras de sí. 4Lo que más pavor te da es la salvación. 5Eres fuerte, y es fortaleza lo que deseas. 6Eres libre, y te regocijas de ello. 7Has procurado ser débil y estar cautivo porque tenías miedo de tu fortaleza y de tu libertad. 8Sin embargo, tu salvación radica en ellas.
10. Hay un instante en que el terror parece apoderarse de tu mente de tal manera que no parece haber la más mínima espe­ranza de escape. 2Cuando te das cuenta, de una vez por todas, de que es a ti mismo a quien temes, la mente se percibe a sí misma dividida. 3Esto se había mantenido oculto mientras creías que el ataque podía lanzarse fuera de ti y que éste podía devolvérsete desde afuera. 4Parecía ser un enemigo externo al que tenías que temer. 5Y de esta manera, un dios externo a ti se convirtió en tu enemigo mortal y en la fuente del miedo.
11. Y ahora, por un instante, percibes dentro de ti a un asesino que ansía tu muerte y que está comprometido a maquinar castigos contra ti hasta el momento en que por fin pueda acabar contigo. 2No obstante, en ese mismo instante es el momento en que llega la salvación. 3Pues el temor a Dios ha desaparecido. 4Y puedes apelar a Él para que te salve de las ilusiones por medio de Su Amor, llamándolo Padre y, a ti mismo, Su Hijo. 5Reza para que este instante llegue pronto, hoy mismo. 6Aléjate del miedo y dirí­gete al amor.
12. No hay un solo Pensamiento de Dios que no vaya contigo para ayudarte a alcanzar ese instante e ir más allá de él prontamente, con certeza y para siempre. 2Cuando el temor a Dios desaparece, no queda obstáculo alguno entre la santa paz de Dios y tú. 3¡Cuán benévola y misericordiosa es la idea que hoy practicamos! 4Acó­gela gustosamente, como debieras, pues es tu liberación. 5Es a ti a quien tu mente trata de crucificar. 6Mas tu redención también pro­cederá de ti.
TEXTO
IV. Los dos cuadros
1. Dios estableció Su relación contigo para hacerte feliz, y nin­guna cosa que hagas que no comparta Su propósito puede ser real. 2El propósito que Dios adscribió a cada cosa es la única fun­ción que tiene. 3Debido a la razón que Él tuvo para crear Su rela­ción contigo, la función de las relaciones se convirtió para siempre en "hacer feliz". 4Eso es todo. 5Para satisfacer esta función te relacionas con tus creaciones del mismo modo en que Dios se relaciona con las Suyas. 6Pues nada que Dios haya creado puede estar excluido de la felicidad, y nada que Él creó desea otra cosa que extender felicidad tal como su Creador lo hizo. 7 Lo que no satisface esta función no puede ser real.
2. En este mundo es imposible crear. 2Pero sí es posible hacer feliz. 3He dicho repetidamente que el Espíritu Santo no quiere privarte de tus relaciones especiales, sino transformarlas. 4Y lo único que esto significa es que Él reinstaurará en ellas la función que Dios les asignó. 5La función que tú les has asignado es claramente que no sean fuentes de felicidad. 6Pero la relación santa comparte el propósito de Dios, en lugar de tratar de inventar otro para que lo substituya. 7Cada relación especial que has entablado es un subs­tituto de la Voluntad de Dios y glorifica tu voluntad en vez de la Suya debido a la ilusión de que son diferentes.
3. Has entablado relaciones muy reales incluso en este mundo. 2Sin embargo, no las reconoces porque has hecho que sus substitutos predominen de tal manera que, cuando la verdad te llama -como constantemente lo hace- contestas con un substi­tuto. 3El propósito fundamental de cada relación especial que has entablado es mantener a tu mente tan ocupada que no puedas oír la llamada de la verdad.
4. En cierto sentido, la relación especial fue la respuesta del ego a la creación del Espíritu Santo, Quien a Su vez fue la Respuesta de Dios a la separación. 2Pues aunque el ego no entendía lo que había sido creado, era consciente de una amenaza. 3Todo el sis­tema defensivo que el ego desarrolló para proteger la separación de los avances del Espíritu Santo, fue en respuesta al regalo con el que Dios la bendijo, Quien, mediante Su bendición, permitió que se subsanase. 4Esta bendición encierra dentro de sí la verdad de todo. 5Y la verdad es que el Espíritu Santo mantiene una estre­cha relación contigo porque en Él tu relación con Dios queda restaurada. 6Tu relación con Él jamás se ha roto porque desde que se produjo la separación el Espíritu Santo no ha estado separado de nadie. 7Y gracias a Él todas tus relaciones santas han sido cuidadosamente preservadas para que sirvan el propósito que Dios te dio.
5. El ego siempre se mantiene alerta por si surge cualquier ame­naza, y la parte de tu mente en la que el ego fue aceptado está ansiosa por conservar su propia razón, tal como la entiende. 2No se da cuenta de que es completamente demente. 3Mas tú tienes que darte cuenta exactamente de lo que esto significa si quieres que se te restituya la cordura. 4Los dementes protegen sus siste­mas de pensamiento, pero lo hacen de manera demente. 5Y todas sus defensas son tan dementes como lo que supuestamente tie­nen que proteger. 6No hay nada en la separación, ni "razón", ni atributo, ni ningún aspecto que no sea demente. 7Y su "protec­ción", que es parte de ella, es tan demente como toda ella. 8Por lo tanto, la relación especial, su principal defensa, no puede sino ser demente.
6. No tendrás mucha dificultad ahora en darte cuenta de que el sistema de pensamiento que la relación especial protege no es más que un sistema ilusorio. 2Reconoces, al menos en términos genera­les, que el ego es demente. 3No obstante, todavía te parece que la relación especial es en cierto modo "diferente". 4Sin embargo, la hemos examinado con mucho más detenimiento que muchos de los otros aspectos del sistema de pensamiento del ego que has estado más dispuesto a abandonar. 5Mientras este aspecto conti­núe vigente, no obstante, no podrás abandonar los demás. 6Pues este aspecto no es diferente. 7Si lo conservas, habrás conservado todos los demás.
7. Es esencial darse cuenta de que todas las defensas dan lugar a lo que quieren defender. 2La base subyacente de su eficacia es que ofrecen lo que defienden. 3Lo que defienden se ha deposi­tado en ellas para mantenerlo a salvo, y conforme operan te lo brindan a ti. 4Toda defensa opera dando regalos, y los regalos son siempre una miniatura -montada en marco de oro- del sistema de pensamiento que la defensa protege. 5Se trata de un marco muy elaborado, repleto de gemas, y profusamente tallado y pulido. 6Su propósito es ser valioso en mismo, y desviar tu aten­ción de lo que encierra. 7Mas no puedes tener el marco sin el cuadro. 8Las defensas operan para hacerte creer que sí puedes.
8. La relación especial te ofrece el marco más imponente y falaz de todas las defensas de
las que el ego se vale. 2Su sistema de pensamiento se ofrece aquí, rodeado por un marco tan recargado y elaborado, que el cuadro casi desaparece debido a la imponente estructura del marco. 3En el marco van entretejidas toda suerte de fantasías de amor quiméricas y fragmentadas, engarzadas con sueños de sacrificio y vanagloria, y entrelazadas con hilos dora­dos de auto-destrucción. 4El brillo de la sangre resplandece como si de rubíes se tratase, y las lágrimas van talladas cual diamantes que refulgen tenuemente a la luz mortecina en que se hace el ofrecimiento.
9. Examina el cuadro. 2No dejes que el marco te distraiga. 3Este cuadro se te ofrece para que te condenes, y si lo aceptas creerás estar condenado. 4No puedes conservar el marco sin el cuadro. 5Lo que valoras es el marco, pues en él no ves conflicto. 6No obs­tante, el marco no es más que la envoltura del regalo de conflicto. 7El marco no es el regalo. 8No te dejes engañar por los aspectos más superficiales de este sistema de pensamiento, pues en ellos se encierra todo el sistema en sí, sin excluir ningún aspecto. 9En este regalo rutilante habita la muerte. 10No permitas que tu mirada se pose en los destellos hipnóticos del marco. 11Mira el cuadro y date cuenta de que lo que te ofrece es la muerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario