DESPERTAR AL AMOR

viernes, 4 de noviembre de 2011

4 NOVIEMBRE: Este instante es el único tiempo que existe.

AUDIOLIBRO 


EJERCICIOS

LECCIÓN 308

Este instante es el único tiempo que existe.

1. El concepto que yo he forjado del tiempo impide el logro de mi objetivo. 2Si elijo ir más allá del tiempo hasta la intemporalidad, tengo que cambiar mi percepción acerca del propósito del tiempo. 3Pues su propósito no puede ser que el pasado y el futuro sean uno. 4El único intervalo en el que puedo librarme del tiempo es ahora mismo. 5Pues en este instante el perdón ha venido a libe­rarme. 6Cristo nace en el ahora, sin pasado ni futuro. 7Él ha venido a dar la bendición del presente al mundo, restaurándolo a la intemporalidad y al amor. 8Y el amor está siempre presente, aquí y ahora.

2. Gracias por este instante, Padre. 2Ahora es cuando soy redimido. 3Este instante es el momento que señalaste para la liberación de Tu Hijo y para la salvación del mundo en él.


TEXTO

II. El temor a sanar


1. ¿Es atemorizante sanar? 2Sí, para muchos lo es. 3Pues la acusa­ción es un obstáculo para el amor, y los cuerpos enfermos son ciertamente acusadores. 4Obstruyen completamente el camino de la confianza y de la paz, proclamando que los débiles no pueden tener confianza y que los lesionados no tienen motivos para gozar de paz. 5¿Quién que haya sido herido por su hermano podría amarlo aún y confiar en él? 6Pues su hermano lo atacó y lo volverá a hacer. 7No lo protejas, ya que tu cuerpo lesionado demuestra que es a ti a quien se debe proteger de él. 8Tal vez perdonarlo sea un acto de caridad, pero no es algo que él se merezca. 9Se le puede compadecer por su culpabilidad, pero no puede ser eximido. 10Y si le perdonas sus transgresiones, no haces sino añadir otro fardo más a la culpabilidad que realmente ya ha acumulado.

2. Los que no han sanado no pueden perdonar. 2Pues son los tes­tigos de que el perdón es injusto. 3Prefieren conservar las conse­cuencias de la culpabilidad que no reconocen. 4No obstante, nadie puede perdonar un pecado que considere real. 5Y lo que tiene consecuencias tiene que ser real porque lo que ha hecho está ahí a la vista. 6El perdón no es piedad, la cual no hace sino tratar de perdonar lo que cree que es verdad. 7No se puede devolver bondad por maldad, pues el perdón no establece primero que el pecado sea real para luego perdonarlo. 8Nadie que esté hablando en serio diría: "Hermano, me has herido. aSin embargo, puesto que de los dos yo soy el mejor, te perdono por el dolor que me has ocasionado". 9Perdonarle y seguir sintiendo dolor es imposi­ble, pues ambas cosas no pueden coexistir. 10Una niega a la otra y hace que sea falsa.

3. Ser testigo del pecado y, al mismo tiempo, perdonarlo es una paradoja que la razón no puede concebir. 2Pues afirma que lo que se te ha hecho no merece perdón. 3Y si lo concedes, eres clemente con tu hermano, pero conservas la prueba de que él no es real­mente inocente. 4Los enfermos siguen siendo acusadores. 5No pueden perdonar a sus hermanos, ni perdonarse a sí mismos. 6Nadie sobre quien el verdadero perdón descanse puede sufrir, 7pues ya no exhibe la prueba del pecado ante los ojos de su her­mano. 8Por lo tanto, debe haberlo pasado por alto y haberlo eli­minado de su propia vista. 9El perdón no puede ser para uno y no para el otro. 10El que perdona se cura. 11Y en su curación radica la prueba de que ha perdonado verdaderamente y de que no guarda traza alguna de condenación que todavía pudiese uti­lizar contra sí mismo o contra cualquier cosa viviente.

4. El perdón no es real a menos que os brinde curación a tu her­mano y a ti. 2Debes dar testimonio de que sus pecados no tienen efecto alguno sobre ti, y demostrar así que no son reales. 3¿De qué otra manera podría ser él inocente? 4¿Y cómo podría estar justificada su inocencia a menos que sus pecados careciesen de los efectos que confirmarían su culpabilidad? 5Los pecados están más allá del perdón simplemente porque entrañarían efectos que no podrían cancelarse ni pasarse por alto completamente. 6En el hecho de que puedan cancelarse radica la prueba de que son sim­plemente errores. 7Permite ser curado para que de este modo puedas perdonar y ofrecer salvación a tu hermano y a ti.

5. Un cuerpo enfermo demuestra que la mente no ha sanado. 2Un milagro de curación prueba que la separación no tiene efectos. 3Creerás en aquello que le quieras probar a tu hermano. 4El poder de tu testimonio procede de tus creencias. 5Y todo lo que dices, haces o piensas no hace sino dar testimonio de lo que le enseñas a él. 6Tu cuerpo puede ser el medio para demostrar que nunca ha sufrido por causa de él. 7Y al sanar puede ofrecerle un mudo testimonio de su inocencia. 8Este testimonio es el que puede hablar con más elocuencia que mil lenguas juntas, 9pues le prueba que ha sido perdonado.

6. Un milagro no le puede ofrecer menos a él de lo que te ha dado a ti. 2De esta manera, tu curación demuestra que tu mente ha sanado y que ha perdonado lo que tu hermano no hizo. 3Y así, él se convence de que jamás perdió su inocencia y sana junto con­tigo. 4El milagro deshace de este modo todas las cosas que, según el mundo, jamás podrían deshacerse. 5Y la desesperanza y la muerte no pueden sino desaparecer ante el ancestral clarín que llama a la vida. 6Esta llamada es mucho más poderosa que las débiles y miserables súplicas de la muerte y la culpabilidad. 7La ancestral llamada que el Padre le hace a Su Hijo, y el Hijo a los suyos, será la última trompeta que el mundo jamás oirá. 8Hermano, la muerte no existe. 9Y aprenderás esto cuando tu único deseo sea mostrarle a tu hermano que él jamás te hirió. 10Él cree que tiene las manos manchadas de tu sangre, y, por lo tanto, que está condenado. 11Mas se te ha concedido poder mostrarle, mediante tu curación, que su culpabilidad no es sino la trama de un sueño absurdo.

7. ¡Cuán justos son los milagros! 2Pues os otorgan a ti y a tu her­mano el mismo regalo de absoluta liberación de la culpabilidad. 3Tu curación os evita dolor a ti y a él, y sanas porque le deseaste el bien. 4Ésta es la ley que el milagro obedece: la curación no ve diferencias en absoluto. 5No procede de la compasión, sino del amor. 6Y el amor quiere probar que todo sufrimiento no es sino una vana imaginación, un absurdo deseo sin consecuencia alguna. 7Tu salud es uno de los resultados de tu deseo de no ver a tu hermano con las manos manchadas de sangre, ni de ver culpabilidad en su corazón apesadumbrado por la prueba del pecado. 8Y lo que deseas se te concede para que lo puedas ver.

8. El "costo" de tu serenidad es la suya. 2Este es el "precio" que el Espíritu Santo y el mundo interpretan de manera diferente. 3El mundo lo percibe como una afirmación del "hecho" de que con tu salvación se sacrifica la suya. 4El Espíritu Santo sabe que tu curación da testimonio de la suya y de que no puede hallarse aparte de ella en absoluto. 5Mientras tu hermano consienta sufrir, tú no podrás sanar. 6Mas tú le puedes mostrar que su sufrimiento no tiene ningún propósito ni causa alguna. 7Muéstrale que has sanado, y él no consentirá sufrir por más tiempo. 8Pues su inocencia habrá quedado clara ante sus propios ojos y ante los tuyos. 9Y la risa reemplazará a vuestros lamentos, pues el Hijo de Dios habrá recordado que él es el Hijo de Dios.

9. ¿Quién tiene, entonces, miedo de sanar? 2Sólo aquellos para quienes el sacrificio y el dolor de su hermano representan su pro­pia serenidad. 3Su propia impotencia y debilidad sirven de base para justificar el dolor de su hermano. 4El constante aguijón de culpabilidad que su hermano experimenta sirve para probar que él es un esclavo, pero que ellos son libres. 5El constante dolor que sufren es la prueba de que ellos son libres porque pueden mantener cautivo a su hermano. 6Y desean la enfermedad para evitar que la balanza del sacrificio se incline a favor de aquél. 7¿Cómo se podría persuadir al Espíritu Santo para que se detuviese por un instante, o incluso menos, a razonar con semejantes argumentos en favor de la enfermedad? 8¿Y es acaso menester demorar tu curación porque te detengas a escuchar a la demencia?

No hay comentarios:

Publicar un comentario