DESPERTAR AL AMOR

viernes, 31 de agosto de 2012

31 AGOSTO: Hoy no juzgaré nada de lo que ocurra.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

LECCIÓN 243

Hoy no juzgaré nada de lo que ocurra.

1. Hoy seré honesto conmigo mismo. 2No pensaré que ya sé lo que no puede sino estar más allá de mi presente entendimiento. 3No pensaré que entiendo la totalidad basándome en unos cuan­tos fragmentos de mi percepción, que es lo único que puedo ver. 4Hoy reconozco esto. 5Y así quedo eximido de tener que emitir juicios que en realidad no puedo hacer. 6De esta manera, me libero a mí mismo y a todo lo que veo, de modo que pueda estar en paz tal como Dios nos creó.

2. Padre, hoy dejo que la creación sea lo que es. 2Honro todos sus aspec­tos, entre los que me cuento. 3Somos uno porque cada aspecto alberga Tu recuerdo, y la verdad sólo puede derramar su luz sobre todos nosotros cual uno solo.



TEXTO

Capítulo 21

RAZÓN Y PERCEPCIÓN

Introducción

1. La proyección da lugar a la percepción. 2El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. aNada más. 3Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. 4Por lo tanto, es importante para ti. 5Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. 6Tal como el hombre piense, así percibirá. 7No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. 8La percepción es un resultado, no una causa. 9Por eso es por lo que el concepto de grados de dificultad en los milagros no tiene sentido. 10Todo lo que se contempla a través de la visión es sano y santo. 11Nada que se perciba sin ella tiene significado. 12Y donde no hay significado, hay caos.

2. La condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que proyectas sobre el mundo. 2Si lo ves como algo condenado, lo único que verás es lo que tú has hecho para herir al Hijo de Dios. 3Si contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. 4Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de Dios para liberarlo. 5Estas son las únicas alternativas que tienes ante ti. 6Y lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá reconocer cuál de ellas elegiste. 7El mundo que ves tan sólo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. 8Y si ése es su significado, el poder de dar dicha tiene entonces que encontrarse en ti.


I. La canción olvidada

 

1. No te olvides nunca de que el mundo que "ven" los ciegos tiene que ser imaginario, pues desconocen el verdadero aspecto del mundo. 2Tienen que inferir lo que se puede ver basándose en datos que son siempre indirectos y reformular sus deducciones según tropiezan y se caen debido a lo que no reconocieron, o bien pasar sin sufrir daño alguno a través de puertas abiertas que ellos creían cerradas. 3Y lo mismo ocurre contigo. 4Tú no ves. 5Las indicaciones en las que te basas para llegar a tus conclusiones son erróneas, y por eso tropiezas y te caes encima de las piedras que no viste, sin darte cuenta de que puedes atravesar las puertas que, aunque creías que estaban cerradas, se encuentran abiertas para los ojos que no ven, esperando a darte la bienvenida.

2. ¡Qué descabellado es tratar de juzgar aquello que simplemente se podría ver! 2No es necesario imaginar qué aspecto debe tener el mundo. 3Antes de que lo puedas reconocer como lo que es, tienes que verlo. 4Se te puede mostrar qué puertas están abiertas, para que así puedas ver dónde radica la seguridad, qué camino conduce a las tinieblas y cuál a la luz. 5Los juicios siempre te darán indicaciones falsas, pero la visión te muestra por dónde ir. 6¿Por qué tratar de adivinarlo?

3. No hay que sufrir para aprender. 2Las lecciones benévolas se asimilan con júbilo y se recuerdan felizmente. 3Deseas aprender lo que te hace feliz y no olvidarte de ello. 4No es esto lo que niegas. 5Lo que te preguntas es si los medios a través de los cuales se aprende este curso conducen a la felicidad que promete o no. 6Si creyeses que sí, no tendrías dificultad alguna para aprender el curso. 7Todavía no eres un estudiante feliz porque aún no estás seguro de que la visión pueda aportarte más de lo que los juicios te ofrecen, y has aprendido que no puedes tener ambas cosas.

4. Los ciegos se acostumbran a su mundo adaptándose a él. 2Creen saber cómo desenvolverse en él. 3Han aprendido a hacerlo, pero no a través de lecciones gozosas, sino a través de la dura necesidad impuesta por las limitaciones que no creían poder superar. 4Y como todavía lo siguen creyendo, tienen en gran estima a esas lecciones y se aferran a ellas porque no pueden ver. 5No entienden que son las lecciones en sí las que los mantienen ciegos. 6Eso no lo creen. 7Y así, conservan el mundo que apren­dieron a "ver" en su imaginación, creyendo que sólo pueden ele­gir entre eso o nada. 8Odian el mundo que aprendieron a conocer mediante el dolor. 9Y todo lo que creen que habita en él sólo sirve para recordarles que están incompletos y que se les ha privado injustamente de algo.

5. Por lo tanto, definen su vida y donde viven, y se adaptan a ello tal como, creen que deben hacerlo, temerosos de perder lo poco que tienen. 2Y lo mismo ocurre con todos aquellos que consideran que lo único que tanto ellos como sus hermanos tienen es el cuerpo. 3Tratan de comunicarse entre sí, y fracasan una y otra vez. 4Y se adaptan a la soledad, pues creen que conservar el cuerpo es proteger lo poco que tienen. 5Presta atención, y mira a ver si te puedes acordar de lo que vamos a hablar ahora.

6. Escucha ... tal vez puedas captar un leve atisbo de un estado inmemorial que no has olvidado del todo; tal vez sea un poco nebuloso, mas no te es totalmente desconocido: como una can­ción cuyo título olvidaste hace mucho tiempo, así como las cir­cunstancias en las que la oíste. 2No puedes acordarte de toda la canción, sino sólo de algunas notas de la melodía, y no puedes asociarla con ninguna persona o lugar, ni con nada en particular. 3Pero esas pocas notas te bastan para recordar cuán bella era la canción, cuán maravilloso el paraje donde la escuchaste y cuánto amor sentiste por los que allí estaban escuchándola contigo.

7. Las notas no son nada. 2Sin embargo, las has conservado, no por ellas mismas, sino con un dulce recordatorio de lo que te haría llorar si recordases cuán querido era para ti. 3Podrías acor­darte, pero tienes miedo, pues crees que perderías el mundo que desde entonces has aprendido a conocer. 4Sin embargo, sabes que nada en este mundo es ni la sombra de aquello que tanto amaste. 5Escucha y mira a ver si te acuerdas de una canción muy vieja que sabías hace mucho tiempo y que te era más preciada que cualquier otra melodía que te hayas enseñado a ti mismo desde entonces. 

8. Más allá del cuerpo, del sol y de las estrellas, más allá de todo lo que ves, y, sin embargo, en cierta forma familiar para ti, hay un arco de luz dorada que al contemplarlo se extiende hasta vol­verse un círculo enorme y luminoso. 2El círculo se llena de luz ante tus ojos. 3Sus bordes desaparecen, y lo que había dentro deja de estar contenido. 4La luz se expande y envuelve todo, exten­diéndose hasta el infinito y brillando eternamente sin interrupciones ni límites de ninguna clase. 5Dentro de ella todo está unido en una continuidad perfecta. 6Es imposible imaginar que pueda haber algo que no esté dentro de ella, pues no hay lugar del que esta luz esté ausente.

9. Ésta es la visión del Hijo de Dios, a quien conoces bien. 2He aquí lo que ve el que conoce a su Padre. 3He aquí el recuerdo de lo que eres: una parte de ello que contiene todo ello dentro de sí, y que está tan inequívocamente unida a todo como todo está unido en ti. 4Acepta la visión que te puede mostrar esto y no el cuerpo. 5Te sabes esa vieja canción, y te la sabes muy bien. 6Nada te será jamás tan querido como este himno inmemorial de amor que el Hijo de Dios todavía le canta a su Padre.

10. Y ahora los ciegos pueden ver, pues esa misma canción que entonan en honor de su Creador los alaba a ellos también. 2La ceguera que inventaron no podrá resistir el vibrante recuerdo de esta canción. 3Y contemplarán la visión del Hijo de Dios, al recor­dar quién es aquel al que cantan. 4¿Qué es un milagro, sino este recordar?, 5¿Y hay alguien en quien no se encuentre esta memo­ria? 6La luz en uno despierta la luz en los demás. 7Y cuando la ves en tu hermano, la recuerdas por todos.

jueves, 30 de agosto de 2012

30 AGOSTO: Este día se lo dedico a Dios. Es el regalo que le hago.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

LECCIÓN 242

Este día se lo dedico a Dios. Es el regalo que le hago.

1. Hoy no dirigiré mi vida por mi cuenta. 2No entiendo el mundo, por lo tanto, tratar de dirigir mi vida por mi cuenta es una locura. 3Mas hay Alguien que sabe qué es lo que más me conviene. 4Y Él se alegra de tomar por mí únicamente aquellas decisiones que me conducen a Dios. 5Pongo este día en Sus manos, pues no quiero demorar mi regreso al hogar, y es Él el que conoce el camino que me conduce a Dios.

2. Y así, ponemos este día en Tus Manos. 2Venimos con mentes comple­tamente receptivas. 3No pedimos nada que creamos desear. 4Concédenos tan sólo lo que Tú deseas que recibamos. 5Tú conoces nuestros deseos y necesidades. 6Y nos concederás todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva hasta Ti.



TEXTO

VIII. La visión de la impecabilidad

1. Al principio, la visión te llegará en forma de atisbos, pero eso bastará para mostrarte lo que se te concede a ti que ves a tu her­mano libre de pecado. 2La verdad se restituye en ti al tú desearla, tal como la perdiste al desear otra cosa. 3Abre las puertas del santo lugar que cerraste al haber valorado ésa "otra cosa", y lo que nunca estuvo perdido regresará calladamente. 4Ha sido sal­vaguardado para ti. 5La visión no sería necesaria si no se hubiese concebido la idea de juzgar. 6Desea ahora que ésta sea eliminada completamente y así se hará.

2. ¿Deseas conocer tu Identidad? 2¿No intercambiarías gustosa­mente tus dudas por la certeza? 3¿No estarías dispuesto a estar libre de toda aflicción y aprender de nuevo lo que es la dicha? 4Tu relación santa te ofrece todo esto. 5Tal como se te dio, así también se te darán sus efectos. 6Y del mismo modo en que no fuiste tú quien concibió su santo propósito, tampoco fuiste tú quien concibió los medios para lograr su feliz desenlace. 7Regocíjate de poder disponer de lo que es tuyo sólo con pedirlo, y no pienses que tienes que ser tú quien debe concebir los medios o el fin. 8Todo ello se te da a ti que quieres ver a tu hermano libre de pecado. 9Todo ello se te da, y sólo espera a que desees recibirlo. 10La visión se le otorga libremente a todo aquel que pide ver.

3. La impecabilidad de tu hermano se te muestra en una luz bri­llante, para que la veas con la visión del Espíritu Santo y para que te regocijes con ella junto con Él. 2Pues la paz vendrá a todos aquellos que la pidan de todo corazón y sean sinceros en cuanto al propósito que comparten con el Espíritu Santo, y de un mismo sentir con Él con respecto a lo que es la salvación. 3Estáte dis­puesto, pues, a ver a tu hermano libre de pecado, para que Cristo pueda aparecer ante tu vista y colmarte de felicidad. 4Y no le otorgues ningún valor al cuerpo de tu hermano, el cual no hace sino condenarlo a fantasías de lo que él es. 5Él desea ver su impe­cabilidad, tal como tú deseas ver la tuya. 6Bendice al Hijo de Dios en tu relación, y no veas en él lo que tú has hecho de él.

4. El Espíritu Santo garantiza que lo que Dios dispuso para ti y te concedió, será tuyo. 2Este es tu propósito ahora, y la visión que hace que sea posible sólo espera a que la recibas. 3Ya dispones de la visión que te permite no ver el cuerpo. 4Y al contemplar a tu hermano verás en él un altar a tu Padre tan santo como el Cielo, refulgiendo con radiante pureza y con el destello de las deslum­brantes azucenas que allí depositaste. 5¿Qué otra cosa podría tener más valor para ti? 6¿Por qué piensas que el cuerpo es un mejor hogar, un albergue más seguro para el Hijo de Dios? 7¿Por qué preferirías ver el cuerpo en vez de la verdad? 8¿Cómo es posible que esa máquina de destrucción sea lo que prefieres y lo que eliges para reemplazar el santo hogar que te ofrece el Espí­ritu Santo, y donde Él morará contigo?

5. El cuerpo es el signo de la debilidad, de la vulnerabilidad y de la pérdida de poder. 2¿Qué ayuda te puede prestar un salvador así? 3¿Le pedirías ayuda a un desvalido en momentos de angustia y de necesidad? 4¿Es lo infinitamente pequeño la mejor alterna­tiva a la que recurrir en busca de fortaleza? 5Tus juicios parecerán debilitar a tu salvador. 6Mas eres tú quien tiene necesidad de su fortaleza. 7No hay problema, acontecimiento, situación o perple­jidad que la visión no pueda resolver. 8Todo queda redimido cuando se ve a través de la visión. 9Pues no es tu visión, y trae consigo las amadas leyes de Aquel Cuya visión es.

6. Todo lo que se contempla a través de la visión cae suavemente en su sitio, de acuerdo con las leyes que Su serena y certera mirada le brinda. 2La finalidad de todo lo que Él contempla es siempre indudable: 3Pues servirá a Su propósito, que se verá sin ajuste alguno y perfectamente adaptado al mismo: 4Bajo Su bon­dadosa mirada, lo destructivo se vuelve benigno y el pecado se convierte en una bendición. 5¿Qué poder tienen los ojos del cuerpo para corregir lo que perciben? 6Los ojos del cuerpo se ajustan al pecado, pues son incapaces de pasarlo por alto en nin­guna de sus formas, al verlo por todas partes y en todas las cosas. 7Mira a través de sus ojos, y todo quedará condenado ante ti. 8Y jamás podrás ver todo lo que te podría salvar. 9Tu santa relación, la fuente de tu salvación, queda desprovista de todo significado, y su más santo propósito desposeído de los medios para su con­secución.

7. Los juicios no son sino juguetes, caprichos, instrumentos insen­satos para jugar al juego fútil de la muerte en tu imaginación: 2La visión, en cambio, enmienda todas las cosas y las pone dulce­mente bajo el tierno dominio de las leyes del Cielo. 3¿Qué pasaría si reconocieses que este mundo es tan sólo una alucinación? 4¿O si realmente entendieses que fuiste tú quien lo inventó? 5¿Y qué pasaría si te dieses cuenta de que los que parecen deambular por él, para pecar y morir, atacar, asesinar y destruirse a sí mismos son totalmente irreales? 6¿Podrías tener fe en lo que ves si acepta­ses esto? 7¿Y lo verías?

8. Las alucinaciones desaparecen cuando se reconocen como lo que son. 2Ésa es la cura y el remedio: 3No creas en ellas, y desapa­recen. 4Lo único que necesitas reconocer es que todo ello es tu propia fabricación. 5Una vez que aceptas este simple hecho y recuperas el poder que les habías otorgado, te liberas de ellas. 6Pero de esto no hay duda: las alucinaciones tienen un propósito, y cuando dejan de tenerlo, desaparecen: 7La pregunta, por lo tanto, no es nunca si las deseas o no, sino si deseas el propósito que apoyan. 8Este mundo parece tener muchos propósitos, todos ellos diferentes entre sí y con diferentes valores. 9Sin embargo, son todos el mismo. 10Una vez más, no hay grados, sino sólo una aparente jerarquía de valores.

9. Sólo dos propósitos son posibles: 2el pecado y la santidad. 3No existe nada entremedias, y el que elijas determinará lo que veas. 4Pues lo que ves simplemente demuestra cómo has elegido alcan­zar tu objetivo. 5Las alucinaciones sirven para alcanzar el objetivo de la locura. 6Son el medio a través del cual el mundo externo, proyectado desde adentro, se ajusta al pecado y parece dar fe de su realidad. 7Aún sigue siendo cierto, no obstante, que no hay nada afuera. 8Sin embargo, es sobre esta nada donde se lanzan todas las proyecciones. 9Pues es la proyección la que le confiere a la "nada" todo el significado que parece tener.

10. Lo que carece de significado no puede ser percibido. 2Y el sig­nificado siempre busca dentro de sí para encontrar significado, y luego mira hacia afuera. 3Todo el significado que tú le confieres al mundo externo tiene que reflejar, por lo tanto, lo que viste dentro de ti, o mejor dicho, si es que realmente viste o simplemente emi­tiste un juicio en contra de lo que viste. 4La visión es el medio a través del cual el Espíritu Santo transforma tus pesadillas en sue­ños felices y reemplaza tus dementes alucinaciones -que te muestran las terribles consecuencias de pecados imaginarios- ­por plácidos y reconfortantes paisajes. 5Estos plácidos paisajes y sonidos se ven con agrado y se oyen con alegría. 6Son Sus susti­tutos para todos los aterradores panoramas y pavorosos sonidos que el propósito del ego le trajo a tu horrorizada conciencia. 7Ellos te alejan del pecado y te recuerdan que no es la realidad lo que te asusta, y que los errores que cometiste se pueden corregir.

11. Cuando hayas contemplado lo que parecía infundir terror y lo hayas visto transformarse en paisajes de paz y hermosura, cuando hayas presenciado escenas de violencia y de muerte y las hayas visto convertirse en serenos panoramas de jardines bajo cielos despejados, con aguas diáfanas, portadoras de vida, que corren felizmente por ellos en arroyuelos danzantes que nunca se secan, ¿qué necesidad habrá de persuadirte para que aceptes el don de la visión? 2Y una vez que la visión se haya alcanzado, ¿quién podría rehusar lo que necesariamente ha de venir des­pués? 3Piensa sólo en esto por un instante: puedes contemplar la santidad que Dios le dio a Su Hijo. 4Y nunca jamás tendrás que pensar que hay algo más que puedas ver.


miércoles, 29 de agosto de 2012

29 AGOSTO: En este instante santo llega la salvación.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

3. ¿Qué es el mundo?

1. El mundo es una percepción falsa. 2Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. 3Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. 4Cuando el pensamiento de separa­ción haya sido sustituido por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera. que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos sus errores. 5Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus efectos.

2. El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. 2Es el símbolo del miedo. 3Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? 4El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. 5Esa fue la cuna de la percep­ción, pues el conocimiento no podría haber sido la causa de pen­samientos tan descabellados. 6Mas los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades. 7Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza.

3. Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, 2que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado buscar. 3Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. 4Dichos meca­nismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la ver­dad y donde se mantiene aparte de las mentiras. 5No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad.

4. Del mismo modo en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. 2Todo sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó como el Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo propósito. 3Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. 4Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. 5Y deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él.

5. No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. 2No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. 3Y no intentemos cambiar nuestra función. 4Tenemos que salvar al mundo. 5Pues nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese pueda ser restituido a la vida eterna.


AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

LECCIÓN 241

En este instante santo llega la salvación.

1. ¡Qué alegría tan grande la de hoy! 2Éste es un día de una cele­bración especial. 3Pues este día le ofrece al mundo de tinieblas el instante que se fijó para su liberación. 4Ha llegado el día en que todos los pesares se dejan atrás y el dolor desaparece. 5La gloria de la salvación alborea hoy sobre un mundo que ha sido libe­rado. 6Éste es un tiempo de esperanza para millones de seres. 7Ahora ellos se unirán conforme tú los perdones a todos. 8Pues hoy tú me perdonarás a mí.       

2. Ahora nos hemos perdonado los unos a los otros, y así podemos por fin regresar a Ti. 2Padre, Tu Hijo, que en realidad jamás se ausentó, retorna al Cielo y a su hogar. 3iQué contentos estamos de que se nos haya restituido la cordura y de poder recordar que todos somos uno!


TEXTO

VII. La correspondencia entre medios y fin

1. Hemos hablado mucho acerca de las discrepancias que puede haber entre los medios y el fin, y de la necesidad de que éstos concuerden antes de que tu relación santa pueda brindarte únicamente dicha. 2Pero hemos dicho también que los medios para alcanzar el objetivo del  Espíritu Santo emanarán de la misma Fuente de donde procede Su propósito. 3En vista de lo simple y directo que es este curso, no hay nada en él que no sea consis­tente. 4Las aparentes inconsistencias, o las partes que te resultan más difíciles de entender, apuntan meramente a aquellas áreas donde todavía hay discrepancias entre los medios y el fin. 5Y esto produce un gran desasosiego. 6Mas esto no tiene porqué ser así. 7Este curso apenas requiere nada de ti. 8Es imposible imaginarse algo que pida tan poco o que pueda ofrecer más.

2. El período de desasosiego que sigue al cambio súbito que se produce en una relación cuando su propósito pasa a ser la santidad en lugar del pecado, tal vez esté llegando a su fin. 2En la medida en que todavía experimentes desasosiego, en esa misma medida estarás negándote a poner los medios en manos de Aquel que cambió el propósito de la relación. 3Reconoces que deseas alcanzar el objetivo. 4¿Cómo no ibas a estar entonces igualmente dispuesto a aceptar los medios? 5Si no lo estás, admitamos que eres tú el que no es consistente. 6Todo objetivo se logra a través de ciertos medios, y si deseas lograr un objetivo tienes que estar igualmente dispuesto a desear los medios. 7¿Cómo podría uno ser sincero y decir: "Deseo esto por encima de todo lo demás, pero no quiero aprender cuáles son los medios necesarios para lograrlo?"

3. Para alcanzar el objetivo, el Espíritu Santo pide en verdad muy poco. 2Y pide igualmente poco para proporcionar los medios. 3Los medios son secundarios con respecto al objetivo. 4Cuando dudas, es porque el propósito te atemoriza, no los medios. 5Recuerda esto, pues, de lo contrario, cometerás el error de creer que los medios son difíciles. 6Sin embargo, ¿cómo van a ser difíciles cuan­do son algo que simplemente se te proporciona? 7Los medios ga­rantizan el objetivo y concuerdan perfectamente con él. 8Antes de que los examinemos más detenidamente, recuerda que si piensas que son imposibles, tu deseo de lograr el objetivo se ve menosca­bado. 9Pues si es posible alcanzar un objetivo, los medios para lograrlo tienen que ser posibles también.

4. Es imposible ver a tu hermano libre de pecado y al mismo tiempo verlo como si fuese un cuerpo. 2¿No es esto perfectamente consistente con el objetivo de la santidad? 3Pues la santidad es simplemente el resultado de dejar que se nos libere de todos los efectos del pecado, de modo que podamos reconocer lo que siem­pre ha sido verdad. 4Es imposible ver un cuerpo libre de pecado, pues la santidad es algo positivo y el cuerpo es simplemente neu­tral. 5No es pecaminoso, pero tampoco es impecable *. 6Y como realmente no es nada, no se le puede revestir significativamente con los atributos de Cristo o del ego. 7Tanto una cosa como la otra sería un error, pues en, ambos casos se le estarían adjudicando atributos a algo que no los puede poseer. 8Y ambos errores ten­drían que ser corregidos en aras de la verdad.

5. El cuerpo es el medio a través del cual el ego trata de hacer que la relación no santa parezca real. 2El instante no santo es el tiempo de los cuerpos. 3Y su propósito aquí es el pecado. 4Mas éste no se puede alcanzar salvo en fantasías, y, por lo tanto, la ilusión de que un hermano es un cuerpo está en perfecta consonancia con el propósito de lo que no es santo. 5Debido a esta correspon­dencia, los medios no se ponen en duda mientras se siga atribuyendo valor a la finalidad. 6La visión se amolda a lo que se desea, pues la visión siempre sigue al deseo. 7Y si lo que ves es el cuerpo, es que has optado por los juicios en vez de por la visión. 8Pues la visión, al igual que las relaciones, no admite grados. 9O ves o no, ves.

6. Todo aquel que ve el cuerpo de un hermano ha juzgado a su hermano y no lo ve. 2No es que realmente lo vea como un peca­dor, es que sencillamente no lo ve. 3En la penumbra del pecado su hermano es invisible. 4Ahí sólo puede ser imaginado, y es ahí donde las fantasías que tienes acerca de él no se comparan con su realidad. 5Ahí es donde las ilusiones se mantienen separadas de la realidad. 6Ahí las ilusiones nunca se llevan ante la verdad y siempre se mantienen ocultas de ella. 7Y ahí, en la oscuridad, es donde te imaginas que la realidad de tu hermano es un cuerpo, el cual ha entablado relaciones no santas con otros cuerpos y sirve a la causa del pecado por un instante antes de morir.

7. Existe ciertamente una clara diferencia entre este vano imagi­nar y la visión. 2La diferencia no estriba en ellos, sino en su pro­pósito. 3Ambos son únicamente medios, y cada uno de ellos es adecuado para el fin para el que se emplea. 4Ninguno de los dos puede servir para el propósito del otro, pues cada uno de ellos es en sí la elección de un propósito, empleado para propiciarlo. 5Cada uno de ellos carece de sentido, sin el fin para el que fue concebido, y, aparte de su propósito, no tiene valor propio. 6Los medios parecen reales debido al valor que se le adjudica al obje­tivo. 7Y los juicios carecen de valor a menos que el objetivo sea el pecado.

8. El cuerpo no se puede ver, excepto a través de juicios. 2Ver el cuerpo es señal de que te falta visión y de que has negado los medios que el Espíritu Santo te ofrece para que sirvas a Su pro­pósito. 3¿Cómo podría lograr su objetivo una relación santa si se vale de los medios del pecado? 4Tú te enseñaste a ti mismo a juzgar; mas tener visión es algo que se aprende de Aquel que quiere anular lo que has aprendido. 5Su visión no puede ver el cuerpo porque no puede ver el pecado. 6Y de esta manera, te conduce a la realidad. 7Tu santo hermano -a quien verlo de este modo supone tu liberación- no es una ilusión. 8No intentes verlo en la oscuridad, pues lo que te imagines acerca de él parecerá real en ella. 9Cerraste los ojos para excluirlo. 10Tal fue tu propó­sito, y mientras ese propósito parezca tener sentido, los medios para su consecución se considerarán dignos de ser vistos, y, por lo tanto, no verás.

9. Tu pregunta no debería ser: "¿Cómo puedo ver a mi hermano sin su cuerpo?" 2sino, "¿Deseo realmente verlo como alguien incapaz de pecar?" 3Y al preguntar esto, no te olvides de que en el hecho de que él es incapaz de pecar radica tu liberación del miedo. 4La salvación es la meta del Espíritu Santo. 5El medio es la visión. 6Pues lo que contemplan los que ven está libre de pecado. 7Nadie que ama puede juzgar, y, por lo tanto, lo que ve está libre de toda condena. 8Y lo que él ve no es obra suya, sino que le fue dado para que lo viese, tal como se le dio la visión que le permi­tió ver.

martes, 28 de agosto de 2012

28 AGOSTO: El miedo, de la clase que sea, no está justificado.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

LECCIÓN 240

El miedo, de la clase que sea, no está justificado.

1. El miedo es un engaño. 2Da testimonio de que te has visto a ti mismo como nunca podrías ser y, por lo tanto, contemplas un mundo que no puede ser real. 3Ni una sola cosa en ese mundo es verdad. 4Sea cual sea la forma en que se manifieste, 5sólo da fe de tus ilusiones acerca de ti mismo. 6No nos dejemos engañar hoy. 7Somos los Hijos de Dios. 8El miedo no tiene cabida en nosotros, pues cada uno de nosotros es parte del Amor Mismo.

2. ¡Cuán infundados son nuestros miedos! 2¿Ibas acaso a permitir que Tu Hijo sufriese? 3Danos fe hoy para reconocer a Tu Hijo y liberarlo. 4Perdonémosle hoy en Tu Nombre, para poder entender su santidad y sentir por él el amor que Tú también sientes por él.


TEXTO

VI. El templo del Espíritu Santo

1. El significado del Hijo de Dios reside exclusivamente en la rela­ción que tiene con su Creador. 2Si residiese en cualquier otra cosa estaría basado en lo contingente, pero no hay nada más. 3Y este hecho es totalmente amoroso y eterno. 4El Hijo de Dios, no obs­tante, ha inventado una relación no santa entre él y su Padre. 5Su verdadera relación es una de perfecta unión e ininterrumpida continuidad. 6La relación que él inventó es parcial, egoísta, fragmentada y llena de temor. 7La que su Padre creó se abarca y se extiende totalmente a sí misma. 8La que él inventó es totalmente auto-destructiva y se limita a sí misma.

2. Nada puede mostrar mejor este contraste que la experiencia de ambas clases de relación, la santa y la no santa. 2La primera se basa en el amor, y descansa sobre él serena e imperturbada. 3El cuerpo no se inmiscuye en ella en absoluto. 4Ninguna relación de la que el cuerpo forma parte está basada en el amor, sino en la idolatría. 5El amor desea ser conocido, y completamente compren­dido y compartido. 6No guarda secretos ni hay nada que desee mantener aparte y oculto. 7Camina en la luz, sereno y con los ojos abiertos, y acoge todo con una sonrisa en sus labios y con una sinceridad tan pura y tan obvia que no podría interpretarse erró­neamente.

3. Mas los ídolos no comparten. 2Aceptan, pero lo que aceptan no es correspondido. 3Se les puede amar, pero ellos no pueden amar. 4No entienden lo que se les ofrece, y cualquier relación en la que entran a formar deja de tener significado. 5El amor que se les tiene ha hecho que el amor no tenga significado. 6Viven en secreto, detestando la luz del sol, felices, no obstante, en la penumbra del cuerpo, donde pueden ocultarse y mantener sus secretos ocultos junto con ellos mismos. 7Y no tienen relaciones, pues allí no se le da la bienvenida a nadie. 8No le sonríen a nadie, ni ven a los que les sonríen a ellos.

4. la oscuridad, ocultos de la luz del sol. 2No va en busca de poder, sino de relaciones. 3Elcuerpo es el arma predilecta del ego para obtener poder mediante las relaciones que entabla. 4Y sus relaciones sólo pueden ser profanas, pues lo que verdaderamente son, él ni siquiera lo ve. 5Las desea exclusivamente como ofren­das con las que sus ídolos medran. 6Todo lo demás simplemente lo desecha, pues lo que ello podría ofrecerle él no le otorga ningún valor. 7Al estar desamparado, el ego trata de acumular tantos cuerpos como pueda para que sirvan de altares para sus ídolos y así convertirlos en templos consagrados a sí mismo.

5. El templo del Espíritu Santo no es un cuerpo, sino una relación. 2El cuerpo es una aislada mota de oscuridad; una alcoba secreta y oculta; una diminuta mancha de misterio que no tiene sentido, un recinto celosamente protegido, pero que aun así no oculta nada. 3Aquí es donde la relación no santa se escapa de la realidad, y donde va en busca de migajas para sobrevivir. 4Ahí quiere arrastrar a sus hermanos, a fin de mantenerlos atrapados en la idolatría. 5Ahí  se siente a salvo, pues el amor no puede entrar. 6El Espíritu Santo no edifica Sus templos allí donde el amor jamás podría estar. 7¿Escogería Aquel que ve la faz de­ Cristo como Su hogar el único lugar en el universo donde ésta no se puede ver?

6. Tú no puedes hacer del cuerpo el templo del Espíritu Santo, y el cuerpo nunca podrá ser la sede del amor. 2Es la morada del idólatra, y de lo que condena al amor. 3Pues ahí el amor se vuelve algo, temible y se pierde toda esperanza. 4Aun los ídolos que ahí son adorados están revestidos de misterio y se les mantiene aparte de aquellos que les rinden culto. 5Éste es el templo consa­grado a la negación de las relaciones y de la reciprocidad. 6Ahí se percibe con asombro el "misterio" de la separación y se le con­templa con reverencia. 7Lo que Dios no dispuso que fuese se mantiene ahí "a salvo" ;de Él. 8Pero de lo que no te das cuenta es de que aquello que temes en tu hermano y te niegas a ver en él, es lo que hace que Dios te parezca temible y que no lo conozcas.

7. Los idólatras siempre tendrán miedo del amor, pues nada los amenaza tanto como su proximidad. 2Deja que el amor se les acer­que y pase por alto el cuerpo, como sin duda hará, y corren despa­voridos, sintiendo cómo empiezan a estremecerse y a tambalearse los cimientos aparentemente sólidos de su templo. 3Hermano, tú tiemblas con ellos. 4Sin embargo, de lo que tienes miedo es del heraldo de la libertad. 5Ese lugar de sombras no es tu hogar. 6Tu templo no está en peligro. 7Ya no eres un idólatra. 8El propósito del Espíritu Santo está a salvo en tu relación y no en tu cuerpo. 9Te has escapado del cuerpo. 10EI cuerpo no puede entrar allí donde tú estás, pues ahí es donde el Espíritu Santo ha establecido Su templo.

8. Las relaciones no admiten grados. 2O son o no son. 3Una rela­ción no santa no es una relación. 4Es un estado de aislamiento que aparenta ser lo que no es. 5Eso es todo. 6En el instante en que la idea descabellada de hacer que tu relación con Dios fuese pro­fana pareció posible, todas tus relaciones dejaron de tener signifi­cado. 7En ese instante profano nació el tiempo, y se concibieron los cuerpos para albergar esa idea descabellada y conferirle la ilusión de realidad. 8Y así, pareció tener un hogar que duraba por un cierto período de tiempo, para luego desaparecer del todo. 9Pues ¿qué otra cosa sino un fugaz instante podría dar albergue a esa loca idea que se opone a la realidad?

9. Los ídolos desaparecerán y no dejarán rastro alguno con su partida. 2El instante profano de su aparente poder es tan frágil como un copo de nieve, pero sin su belleza. 3¿Es éste el sustituto que deseas en lugar de la eterna bendición del instante santo y su ilimitada beneficencia? 4¿Es la malevolencia de la relación no santa, tan aparentemente poderosa, tan mal comprendida y tan revestida de una falsa atracción lo que prefieres en lugar del ins­tante santo, que te ofrece entendimiento y paz? 5Deja a un lado el cuerpo entonces, y elevándote al encuentro de lo que realmente deseas, transciéndelo serenamente. 6Y desde Su templo santo, no mires atrás a aquello de lo que has despertado. 7Pues no hay ilusiones que puedan resultarle atractivas a la mente que las ha transcendido y dejado atrás.

10. La relación santa refleja la verdadera relación que el Hijo de Dios tiene con su Padre en la realidad. 2El Espíritu Santo mora dentro de ella con la certeza de que es eterna. 3Sus firmes cimien­tos están eternamente sostenidos por la verdad, y el amor brilla sobre ella con la dulce sonrisa y tierna bendición que le ofrece a lo que es suyo. 4Aquí el instante no santo se intercambia gustosa­mente por uno santo y de absoluta reciprocidad. 5He aquí tierna­mente despejado el camino que conduce a las verdaderas relaciones, por el que tú y tu hermano camináis juntos dejando atrás el cuerpo felizmente para descansar en los Eternos Brazos de Dios. 6Los Brazos del Amor están abiertos para recibirte y brin­darte paz eterna.

11. El cuerpo es el ídolo del ego, la creencia en el pecado hecha carne y luego proyectada afuera. 2Esto produce lo que parece ser una muralla de carne alrededor de la mente, que la mantiene prisionera en un diminuto confín de espacio y tiempo hasta que llegue la muerte, y disponiendo de un solo instante en el que suspirar, sufrir y morir en honor de su amo. 3Y este instante no santo es lo que parece ser la vida: un instante de desesperación, un pequeño islote de arena seca, desprovisto de agua y sepultado en el olvido. 4Aquí se detiene brevemente el Hijo de Dios para hacer su ofrenda a los ídolos de la muerte y luego fallecer. 5Sin embargo, aquí está más muerto que vivo. 6No obstante, es aquí también donde vuelve a elegir entre la idolatría y el amor. 7Aquí se le da a escoger entre pasar dicho instante rindiéndole culto al cuerpo, o permitir que se le libere de él. 8Aquí puede aceptar el instante santo que se le ofrece como sustituto del instante no santo que antes había elegido. 9Y aquí puede finalmente darse cuenta de que las relaciones son su salvación y no su ruina.

12. Tú que estás aprendiendo esto puede que aún tengas miedo, pero no estás inmovilizado. 2El instante santo tiene ahora para ti mucho más valor que su aparente contrapartida, y te has dado cuenta de que realmente sólo deseas uno de ellos. 3Este no es un período de tristeza. 4Tal vez de confusión, pero no de desaliento. 5Tienes una verdadera relación, la cual tiene significado. 6Es tan similar a tu verdadera relación con Dios, como lo son entre sí todas las cosas que gozan de igualdad. 7La idolatría pertenece al pasado y no tiene significado. 8Quizá aún le tienes un poco de miedo a tu hermano; quizá te acompaña todavía una sombra del temor a Dios. 9Mas ¿qué importancia tiene eso para aquellos a quienes se les ha concedido tener una verdadera relación que transciende el cuerpo? 10¿Y se les podría privar por mucho más tiempo de contemplar la faz de Cristo? 11¿Y podrían ellos seguir privándose a sí mismos por mucho más tiempo del recuerdo de la relación que tienen con su Padre y mantener la memoria de Su Amor fuera de su conciencia?

lunes, 27 de agosto de 2012

27 AGOSTO: Mía es la gloria de mi Padre.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

LECCIÓN 239

Mía es la gloria de mi Padre.

1. No permitamos hoy que la verdad acerca de nosotros se oculte tras una falsa humildad. 2Por el contrario, sintámonos agradeci­dos por los regalos que nuestro Padre nos ha hecho. 3¿Sería posi­ble acaso que pudiéramos advertir algún vestigio de pecado o de culpa en aquellos con quienes Él comparte Su gloria? 4¿Y cómo podría ser que no nos contásemos entre ellos, cuando Él ama a Su Hijo para siempre y con perfecta constancia, sabiendo que es tal como Él lo creó?

2. Te damos gracias, Padre, por la luz que refulge por siempre en no­sotros. 2Y la honramos porque Tú la compartes con nosotros. 3Somos uno, unidos en esa luz y uno Contigo, en paz con toda la creación y con nosotros mismos.


TEXTO

V. Los heraldos de la eternidad

1. En este mundo, el Hijo de Dios se acerca al máximo a sí mismo en una relación santa. 2 Ahí comienza a encontrar la confianza que su Padre tiene en él. 3Y ahí encuentra su función de restituir las leyes de su Padre a lo que no está operando bajo ellas y de encontrar lo que se había perdido. 4Sólo en el tiempo se puede perder algo, pero nunca para siempre. 5Así pues, las partes sepa­radas del Hijo de Dios se unen gradualmente en el tiempo, y con cada unión el final del tiempo se aproxima aún más. 6Cada mila­gro de unión es un poderoso heraldo de la eternidad. 7Nadie que tenga un solo propósito, unificado y seguro, puede sentir miedo. 8Nadie que comparta con él ese mismo propósito podría dejar de ser uno con él.

2. Cada heraldo de la eternidad anuncia el fin del pecado y del miedo. 2Cada uno de ellos habla en el tiempo de lo que se encuen­tra mucho más allá de éste. 3Dos voces que se alzan juntas hacen un llamamiento al corazón de todos para que se hagan de un solo latir. 4Y en ese latir se proclama la unidad del amor y se le da la bienvenida. 5¡Que la paz sea con vuestra relación santa, la cual tiene el poder de conservar intacta la unidad del Hijo de Dios! 6Lo que le das a tu hermano es para el bien de todos, y todo el mundo se regocija gracias a tu regalo. 7No te olvides de Aquel que te dio los regalos que das, y al no olvidarte de Él, recordarás a Aquel que le dio los regalos para que Él te los diera a ti.

3. Es imposible sobrestimar la valía de tu hermano. 2Sólo el ego hace eso, pero ello sólo quiere decir que desea al otro para sí mismo, y, por lo tanto, que lo valora demasiado poco. 3Lo que goza de incalculable valor obviamente no puede ser evaluado. 4¿Eres consciente del miedo que se produce al intentar juzgar lo que se encuentra tan fuera del alcance de tu juicio que ni siquiera lo puedes ver? 5No juzgues lo que es invisible para ti, o, de lo contrario, nunca lo podrás ver. 6Más bien, aguarda con paciencia su llegada 6Se te concederá poder ver la valía de tu hermano cuando lo único que le desees sea la paz. 7Y lo que le desees a él será lo que recibirás.

4. ¿Cómo podrías estimar la valía de aquel que te ofrece paz? 2¿Qué otra cosa podrías desear, salvo lo que te ofrece? 3Su valía fue establecida por su Padre, y tú te volverás consciente de ella cuando recibas el regalo que tu Padre te hace a través de él. 4Lo que se encuentra en él brillará con tal fulgor en tu agradecida visión, que simplemente lo amarás y te regocijarás. 5No se te ocu­rrirá juzgarlo, pues, ¿quién puede ver la faz de Cristo y aun así insistir en que juzgar tiene sentido? 6Pues esa insistencia es pro­pia de aquellos que no ven. 7Puedes elegir ver o juzgar, pero nunca ambas cosas.

5. El cuerpo de tu hermano tiene tan poca utilidad para ti como para él. 2Cuando se usa únicamente de acuerdo con las enseñan­zas del Espíritu Santo, no tiene función alguna. 3Pues las mentes no necesitan el cuerpo para comunicarse. 4La visión que ve al cuerpo no le es útil al propósito de la relación santa. 5Y mientras sigas viendo a tu hermano como un cuerpo, los medios y el fin no estarán en armonía. 6¿Por qué se han de necesitar tantos instantes santos para alcanzar una relación santa, cuando con uno solo bastaría? 7No hay más que uno. 8El pequeño aliento de eternidad que atraviesa el tiempo como una luz dorada es sólo uno: no ha habido nada antes ni nada después.

6. Ves cada instante santo como un punto diferente en el tiempo. 2Mas es siempre el mismo instante. 3Todo lo que jamás hubo o habrá en él se encuentra aquí ahora mismo. 4El pasado no le resta nada, y el futuro no le añadirá nada más. 5En el instante santo, entonces, se encuentra todo. 6En él se encuentra la belleza de tu relación, con los medios y el fin perfectamente armonizados ya. 7En él se te ha ofrecido ya la perfecta fe que algún día habrás de ofrecerle a tu hermano; en él se ha concedido ya el ilimitado per­dón que le concederás; y en él es visible ya la faz de Cristo que algún día habrás de contemplar.

7. ¿Cómo ibas a poder calcular la valía de quien te ofrece seme­jante regalo? 2¿Cambiarías ese regalo por otro? 3Ese regalo resti­tuye las leyes de Dios nuevamente a tu memoria. 4Y sólo por recordarlas, te olvidas de las leyes que te mantenían prisionero del dolor y de la muerte. 5No es éste un regalo que el cuerpo de tu hermano te pueda ofrecer. 6El velo que oculta el regalo, tam­bién lo oculta a él. 7Él es el regalo, sin embargo, no lo sabe. 8Tú tampoco lo sabes. 9Pero ten fe en que Aquel que ve el regalo en ti y en tu hermano lo ofrecerá y lo recibirá por vosotros dos. 10Y a través de Su visión lo verás, y a través de Su entendimiento lo reconocerás y lo amarás como tuyo propio.

8. Consuélate, y siente cómo el Espíritu Santo cuida de ti con amor y con perfecta confianza en lo que ve. 2Él conoce al Hijo de Dios y comparte la certeza de su Padre de que el universo des­cansa a salvo y en paz en sus tiernas manos. 3Consideremos ahora lo que tiene que aprender a fin de poder compartir la confianza que su Padre tiene en él. 4¿Quién es él, para que el Creador del universo ponga a éste en sus manos, sabiendo que en ellas está a salvo? 5Él no se ve a sí mismo tal como su Padre lo conoce. 6Sin embargo, es imposible que Dios se equivoque con respecto a dónde deposita Su confianza.

domingo, 26 de agosto de 2012

26 AGOSTO: La salvación depende de mi decisión.

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 238

La salvación depende de mi decisión.

1. Padre, Tu confianza en mí ha sido tan grande que debo ser digno de ella. 2Tú me creaste y me conoces tal como soy. 3Y aun así, pusiste en mis manos la salvación de Tu Hijo y dejaste que dependiera de mi deci­sión. 4¡Cuán grande debe ser Tu amor por mí! 5Y mi santidad debe ser asimismo inexpugnable para que hayas puesto a Tu Hijo en mis manos con la certeza de que Aquel que es parte de Ti, y también de mí, puesto que es mi Ser, está a salvo.

2. Y así, hoy volvemos a hacer otra pausa para pensar en lo mucho que nos ama nuestro Padre. 2Y cuán querido sigue siendo para Él Su Hijo, quien fue creado por Su Amor y en quien el Amor de Su Padre alcanza su plenitud.