DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 15 de agosto de 2012

15 AGOSTO: Éste es el instante santo de mi liberación.

AUDIOLIBRO

EJERCICIOS

 LECCIÓN 227

Éste es el instante santo de mi liberación.

1. Padre, hoy es el día en que me libero porque mi voluntad es la Tuya. 2Pensé hacer otra voluntad. 3Sin embargo, nada de lo que pensé aparte de Ti existe. 4Y soy libre porque estaba equivocado y las ilusiones que abri­gaba no afectaron en modo alguno mi realidad. 5Ahora renuncio a ellas y las pongo a los pies de la verdad, a fin de que sean para siempre borradas de mi mente. 6Éste es el instante santo de mi liberación. 7Padre, sé que mi voluntad es una con la Tuya.

2. Y de esta manera, nos encontramos felizmente de vuelta en el Cielo, del cual realmente jamás nos ausentamos. 2En este día el Hijo de Dios abandona sus sueños. 3En este día el Hijo de Dios regresa de nuevo a su hogar, liberado del pecado y revestido de santidad, habiéndosele restituido finalmente su mente recta.



TEXTO

i. La atracción del dolor

9. Tu pequeño papel consiste únicamente en entregarle al Espíritu Santo la idea del sacrificio en su totalidad 2y aceptar la paz que Él te ofrece a cambio sin imponer ningún límite que impida su exten­sión, lo cual limitaría tu conciencia de ella. 3Pues lo que Él otorga tiene que extenderse si quieres disponer de su poder ilimitado y utilizarlo para liberar al Hijo de Dios. 4No es de este poder de lo que quieres deshacerte, y, puesto que ya dispones de él, no puedes limitarlo. 5Si la paz no tiene hogar, tampoco lo tenemos ni tú ni yo. 6Y Aquel que es nuestro hogar se queda sin hogar junto con noso­tros. 7¿Es eso lo que quieres? 8¿Deseas ser un eterno vagabundo en busca de paz? 9¿Pondrías tus esperanzas de paz y felicidad en lo que no puede sino fracasar?

10. Tener fe en lo eterno está siempre justificado, pues lo eterno es siempre benévolo, infinitamente paciente y totalmente amoroso. 2Te aceptará totalmente y te colmará de paz. 3Pero sólo se puede unir a lo que ya está en paz dentro de ti, lo cual es tan inmortal como lo es lo eterno. 4El cuerpo no puede proporcionarte ni paz ni desasosiego, ni alegría ni dolor. 5Es un medio, no un fin. 6De por sí no tiene ningún propósito, sino sólo el que se le atribuye. 7El cuerpo parecerá ser aquello que constituya el medio para alcanzar el objetivo que tú le asignes. 8Sólo la mente puede fijar propósitos, y sólo la mente puede discernir los medios necesarios para su logro, así como justificar su uso. 9Tanto la paz como la culpabilidad son estados mentales que se pueden alcanzar. 10Y esos estados son el hogar de la emoción que los suscita, que, por consiguiente, es compatible con ellos.

11. Examina, entonces, qué es lo que es compatible contigo. 2Ésta es la elección que tienes ante ti, y es una elección libre. 3Mas todo lo que radica en ella vendrá con ella, y lo que crees ser jamás puede estar separado de ella. 4El cuerpo aparenta ser el gran trai­dor de la fe. 5En él residen la desilusión y las semillas de la falta de fe, mas sólo si le pides lo que no puede dar. 6¿Puede ser tu error causa razonable para la depresión, la desilusión y el ataque de represalia contra lo que crees que te ha fallado? 7No uses tu error para justificar tu falta de fe. 8No has pecado, pero te has equivocado con respecto a lo que significa tener fe. 9Mas la corrección de tu error te dará motivos para tener fe.

12. Es imposible tratar de obtener placer a través del cuerpo y no hallar dolor. 2Es esencial que esta relación se entienda, ya que el ego la considera la prueba del pecado. 3En realidad no es puni­tiva en absoluto. 4Pero sí es el resultado inevitable de equipararte con el cuerpo, lo cual es la invitación al dolor. 5Pues ello le abre las puertas al miedo, haciendo que se convierta en tu propósito. 6La atracción de la culpabilidad no puede sino entrar con él, y cual­quier cosa que el miedo le ordene hacer al cuerpo es, por lo tanto, dolorosa. 7Este compartirá el dolor de todas las ilusiones, y la ilusión de placer se experimentará como dolor.

13. ¿No es acaso esto inevitable? 2El cuerpo, a las órdenes del miedo, irá en busca de culpabilidad y servirá a su amo, cuya atracción por la culpabilidad mantiene intacta toda la ilusión de su existencia. 3En esto consiste, pues, la atracción del dolor. 4Regido por esta percepción, el cuerpo se convierte en el siervo del dolor, lo persigue con un gran sentido del deber y acata la idea de que el dolor es placer. 5Ésta es la idea que subyace a la excesiva importancia que el ego le atribuye al cuerpo. 6Y man­tiene oculta esta relación demente, si bien, se nutre de ella. 7A ti te enseña que el placer corporal es felicidad. 8Mas a sí mismo se susurra: "Es la muerte".

14. ¿Por qué razón es el cuerpo tan importante para ti? 2Aquello de lo que se compone ciertamente no es valioso. 3Y es igualmente cierto que no puede sentir nada. 4Te transmite las sensaciones que tú deseas. 5Pues el cuerpo, al igual que cualquier otro medio de comunicación, recibe y transmite los mensajes que se le dan. 6Pero éstos le son completamente indiferentes. 7Todos los senti­mientos con los que se revisten dichos mensajes los proporcionan el emisor y el receptor. 8Tanto el ego como el Espíritu Santo reco­nocen esto, y ambos reconocen también que aquí el emisor y el receptor son uno y lo mismo. 9El Espíritu Santo te dice esto con alegría. 10El ego te lo oculta, pues no quiere que seas consciente de ello. 11¿Quién transmitiría mensajes de odio y de ataque si entendiese que se los está enviando a sí mismo? 12¿Quién se acu­saría, se declararía culpable y se condenaría a sí mismo?

15. El ego siempre proyecta sus mensajes fuera de ti, al creer que es otro y no tú el que ha de sufrir por tus mensajes de ataque y culpabilidad. 2E incluso si tú sufres, el otro ha de sufrir aún más. 3El supremo engañador reconoce que esto no es verdad, pero como "enemigo" de la paz que es, te incita a que proyectes todos tus mensajes de odio y así te liberes a ti mismo. 4Y para conven­certe de que esto es posible, le ordena al cuerpo a que busque dolor en el ataque contra otro, lo llame placer y te lo ofrezca como tu liberación del ataque.

16. No hagas caso de su locura, ni creas que lo imposible es ver­dad. 2No olvides que el ego ha consagrado el cuerpo al objetivo del pecado y que tiene absoluta fe de que el cuerpo puede lograrlo. 3Sus sombríos discípulos entonan incesantemente ala­banzas al cuerpo, en solemne celebración del poderío del ego. 4No hay ni uno solo que no crea que sucumbir a la atracción de la culpabilidad es la manera de escaparse del dolor. 5Ni uno solo de ellos puede dejar de identificarse a sí mismo con su propio cuerpo, sin el cual moriría, pero dentro del cual, su muerte es igualmente inevitable.

17. Los discípulos del ego no se dan cuenta de que se han consa­grado a sí mismos a la muerte. 2Se les ha ofrecido la libertad pero no la han aceptado, y lo que se ofrece se tiene también que acep­tar para que sea verdaderamente dado. 3Pues el Espíritu Santo es también un medio de comunicación, que recibe los mensajes del Padre y se los ofrece al Hijo. 4Al igual que el ego, el Espíritu Santo es a la vez emisor y receptor. 5Pues lo que se envía a través de Él retorna a Él, buscándose a sí mismo en el trayecto y encontrando lo que busca. 6De igual manera, el ego encuentra la muerte que busca, y te la devuelve a ti.



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