DESPERTAR AL AMOR

lunes, 12 de noviembre de 2012

12 NOVIEMBRE: Todos los regalos que les hago a mis hermanos me pertenecen.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

 

 

LECCIÓN 316



Todos los regalos que les hago a mis hermanos me pertenecen.


1. Del mismo modo en que cada uno de los regalos que mis her­manos hacen me pertenece, así también cada regalo que yo hago me pertenece a mí. 2Cada uno de ellos permite que un error pasado desaparezca sin dejar sombra alguna en la santa mente que mi Padre ama. 3Su gracia se me concede con cada regalo que cualquier hermano haya recibido desde los orígenes del tiempo, y más allá del tiempo también. 4Mis arcas están llenas, y los ánge­les vigilan sus puertas abiertas para que ni un solo regalo se pierda, y sólo se puedan añadir más. 5Déjame llegar allí donde se encuentran mis tesoros, y entrar a donde en verdad soy bienve­nido y donde estoy en mi casa, rodeado de los regalos que Dios me ha dado.

2. Padre, hoy quiero aceptar Tus regalos. 2No los reconozco. 3Mas confío en que Tú que me los diste, me proporcionarás los medios para poder contemplarlos, ver su valor y estimarlos como lo único que deseo.


TEXTO



VII. El soñador del sueño


1. Sufrir es poner énfasis en todo lo que el mundo ha hecho para hacerte daño. 2En esto puede verse claramente la versión desca­bellada que el mundo tiene de la salvación. 3Al igual que en un sueño de castigo en el que el soñador no es consciente de lo que provocó el ataque contra él, éste se ve a sí mismo atacado injusta­mente, y por algo que no es él. 4Él es la víctima de ese "algo", una cosa externa a él, por la que no tiene por qué sentirse responsable en absoluto. 5Él debe ser inocente porque no sabe lo que hace, sino sólo lo que le hacen a él. 6Su ataque contra sí mismo, no obstante, aún es evidente, pues es él quien sufre. 7Y no puede escapar porque ve la causa de su sufrimiento fuera de sí mismo.

2. Ahora se te está mostrando que sí puedes escapar. 2Lo único que necesitas hacer es ver el problema tal como es, y no de la manera en que lo has urdido. 3¿Qué otra manera podría haber de resolver un problema que en realidad es muy simple, pero que se ha envuelto en densas nubes de complicación, concebidas para que el problema siguiera sin resolverse? 4Sin las nubes, el pro­blema se vería en toda su elemental simplicidad. 5La elección, entonces, no sería difícil porque una vez que el problema se ve claramente, resulta obvio que es absurdo. 6Nadie tiene dificultad alguna en dejar que un problema sencillo sea resuelto si ve que le está haciendo daño y que se puede resolver fácilmente.

3. El "razonamiento" que da lugar al mundo, sobre el que des­cansa y mediante el cual se mantiene vigente, es simplemente éste: "Tú eres la causa de lo que yo hago. 2Tu sola presencia justifica mi ira, y existes y piensas aparte de mí. 3Yo debo ser el inocente, ya que eres tú el que ataca. 4Y lo que me hace sufrir son tus ataques". 5Todo el que examina este "razonamiento" exactamente como es se da cuenta de que es incongruente y de que no tiene sentido. 6Sin embargo, da la impresión de ser razonable, ya que cierta­mente parece como si el mundo te estuviese hiriendo. 7Y así, no parece necesario buscar la causa más allá de lo obvio.

4. Pero ciertamente hay necesidad de ello. 2La necesidad de libe­rar al mundo de la condenación en la que se halla inmerso es algo que todos los que habitan en él comparten. 3Sin embargo, no reco­nocen esta necesidad común. 4Pues cada uno piensa que si de­sempeña su papel, la condenación del mundo recaerá sobre él. 5Y esto es lo que percibe debe ser su papel en la liberación del mundo. 6La venganza tiene que tener un blanco. 7De lo contrario, el cuchillo del vengador se encontraría en sus propias manos, apuntando hacia sí mismo. 8Pues para poder ser la víctima de un ataque que él no eligió, tiene que ver el arma en las manos de otro. 9Y así, sufre por razón de las heridas que le infligió un cuchillo que él no estaba empuñando.

5. Ése es el propósito del mundo que él ve. 2Y desde este punto de vista, el mundo provee los medios por los que dicho propósito parece alcanzarse. 3Los medios dan testimonio del propósito, pero no son de por sí la causa. 4Ni la causa puede cambiar porque se la vea separada de sus efectos. 5La causa produce los efectos, los cuales dan luego testimonio de ella, no de sí mismos. 6Mira, pues, más allá de los efectos. 7No es en ellos donde radica la causa del sufrimiento y del pecado. 8No centres tu atención en el sufrimiento ni en el pecado, ya que no son sino reflejos de lo que los causa.

6. El papel que juegas en el proceso de salvar al mundo de la condenación es la manera en que te escapas tú. 2Recuerda que el testigo del mundo del mal sólo puede hablar en favor de aquello que vio la necesidad del mal en el mundo. 3Y ahí es donde con­templaste tu culpabilidad por primera vez. 4El primer ataque contra ti mismo tuvo lugar cuando te separaste de tu hermano. 5Y de esto es de lo que el mundo da testimonio. 6No busques otra causa, ni recurras a las poderosas legiones de sus testigos para deshacerla. 7Ellos apoyan la fidelidad que la separación te exige. 8Y a lo que oculta la verdad no es adonde debes dirigirte a fin de encontrar la verdad.

7. Los testigos del pecado ocupan un reducido espacio. 2Y es ahí donde encuentras la causa de la perspectiva que tienes acerca del mundo. 3Hubo un tiempo en que no eras consciente de cuál era la causa de todo lo que el mundo parecía hacerte sin tú haberlo pedido o provocado. 4De lo único que estabas seguro era de que entre las numerosas causas que percibías como responsables de tu dolor y sufrimiento, tu culpabilidad no era una de ellas. 5Ni tampoco eran el dolor y el sufrimiento algo que tú mismo hubie­ses pedido en modo alguno. 6Así es como surgieron todas las ilusiones. 7El que las teje no se da cuenta de que es él mismo quien las urde ni cree que la realidad de éstas dependa de él. 8Cualquiera que sea su causa, es algo completamente ajeno a él, y su mente no tiene nada que ver con lo que él percibe. 9No puede dudar de la realidad de sus sueños porque no se da cuenta del papel que él mismo juega en su fabricación y en hacer que parez­can reales.


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