DESPERTAR AL AMOR

viernes, 23 de noviembre de 2012

23 NOVIEMBRE: No necesito más que llamar y Tú me contestarás.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 327


No necesito más que llamar y Tú me contestarás.


1. No se me pide que acepte la salvación sobre la base de una fe ciega. 2Pues Dios ha prometido que oirá mi llamada y que Él Mismo me contestará. 3Déjame aprender mediante mi experien­cia que esto es verdad, y es indudable que llegaré a tener fe en Él. 4Esa es la fe que no se quebranta y que me llevará cada vez más lejos por la senda que conduce hasta Él. 5Pues así estaré seguro de que Él no me ha abandonado, de que aún me ama y de que sólo espera a que yo lo llame para proporcionarme toda la ayuda que necesite para poder llegar a Él.

2. Padre, te doy las gracias porque sólo con que ponga a prueba Tus promesas jamás tendré la experiencia de que no se cumplen. 2Permíta­seme, por lo tanto, ponerlas a prueba en vez de juzgarlas. 3Tú eres Tu Palabra. 4Tú provees los medios a través de los cuales arriba la convic­ción, haciendo así que por fin estemos seguros de Tu eterno Amor.


TEXTO

 

 

VI. Los votos secretos



1. El que castiga el cuerpo está loco, 2pues ahí es donde ve la diminuta brecha, que, sin embargo, no está ahí. 3El cuerpo no se ha juzgado a sí mismo, ni se ha convertido en lo que no es. 4No procura hacer del dolor un gozo, ni espera encontrar placer dura­dero en lo que no es más que polvo. 5No te dice cuál es su propó­sito, ni tampoco puede él mismo entender para qué es. 6No hace de nadie una víctima porque no tiene una voluntad propia, ni tampoco preferencias o dudas. 7No se pregunta lo que es. 8Por lo tanto, no tiene necesidad de competir. 9Se puede hacer de él una víctima, pero no puede considerarse a sí mismo como tal. 10No acepta ningún papel, sino que hace lo que se le dice sin atacar.

2. Atribuir la responsabilidad de lo que ves a aquello que no puede ver, y culparlo por los sonidos que te disgustan cuando no puede oír, es ciertamente una perspectiva absurda. 2El cuerpo no sufre el castigo que le impones porque no tiene sensaciones. 3Se comporta tal como tú deseas que lo haga, pero nunca toma deci­siones. 4No nace ni muere. 5Lo único que puede hacer es vagar sin rumbo por el camino que se le haya indicado. 6Y si cambias de rumbo, camina con igual facilidad por esa otra dirección. 7No se pone de parte de nada, ni juzga el camino que recorre. 8No per­cibe brecha alguna porque no odia. 9Puede ponerse al servicio del odio, pero no puede por ello convertirse en algo odioso.

3. Lo que odias y temes, deseas y detestas, el cuerpo no lo conoce. 2Lo envías a buscar separación y a que sea algo separado. 3Luego lo odias, no por lo que es, sino por el uso que has hecho de él. 4Te desvinculas de lo que ve y oye, y odias su debilidad y pequeñez. 5Detestas sus actos, pero no los tuyos. 6Mas el cuerpo ve y actúa por ti. 7Él oye tu voz. 8Y es frágil e insignificante porque así lo deseas. 9Parece castigarte, y así, merece que le odies por las limi­taciones que te impone. 10No obstante, eres tú quien lo ha con­vertido en el símbolo de las limitaciones que quieres que tu mente tenga, vea y conserve.

4. El cuerpo representa la brecha que se percibe entre la pequeña porción de mente que consideras tu mente, y el resto de lo que realmente es tuyo. 2Lo odias, sin embargo, crees que es tu ser, el cual perderías sin él. 3Éste es el voto secreto que has hecho con cada hermano que prefiere caminar solo y separado. 4Éste es el juramento secreto que renuevas cada vez que percibes que has sido atacado. 5Nadie puede sufrir a menos que considere que ha sido atacado y que ha perdido como resultado de ello. 6El com­promiso a estar enfermo se encuentra en tu conciencia, aunque sin expresarse ni oírse. 7Sin embargo, es una promesa que le haces a otro de que él te herirá y de que a cambio tú lo atacarás.

5. La enfermedad no es sino la ira que se ha descargado contra el cuerpo para que sufra. 2Es la consecuencia natural de lo que se hizo en secreto, en conformidad con el deseo secreto de otro de estar separado de ti, tal como el tuyo es estar separado de él. 3A menos que ambos estéis de acuerdo en que ése es vuestro deseo, éste no podría tener efectos. 4Todo aquel que dice: "Entre tu mente y la mía no hay separación" es fiel a la promesa que le hizo a Dios y no al miserable voto de serle eternamente fiel a la muerte. 5Y al él sanar, su hermano sana también.

6. Que éste sea el acuerdo que tengas con cada uno de tus herma­nos: que estarás unido a él y no separado. 2Y él será fiel a la promesa que le hagas porque es la misma que él le hizo a Dios y que Dios le hizo a él. 3Dios cumple Sus promesas; Su Hijo cumple las suyas. 4Esto fue lo que Su Padre le dijo al crearlo: "Te amaré eternamente, como tú a Mí. 5Sé tan perfecto como Yo, pues nunca podrás estar separado de Mí". 6Su Hijo no recuerda que le con­testó: "Sí, Padre", si bien nació como resultado de esa promesa. 7Con todo, Dios se la recuerda cada vez que él se niega a mante­ner la promesa de estar enfermo, y permite, en cambio, que su mente sea sanada y unificada. 8Sus votos secretos son impotentes ante la Voluntad de Dios, Cuyas promesas él comparte. 9Y lo que ha usado como sustituto de éstas no es su voluntad, pues él se comprometió a sí mismo a Dios.

 

 

 

VII. El arca de seguridad



1. Dios no pide nada, y Su Hijo, al igual que Él, no necesita pedir nada, 2pues no le falta nada. 3Un espacio vacío, o una diminuta brecha, sería una insuficiencia. 4Y sólo ahí podría él querer tener algo que no tiene. 5Un espacio donde Dios no se encuentra o una brecha entre Padre e Hijo no es la Voluntad de ninguno de los dos, que prometieron ser uno solo. 6La promesa de Dios es una promesa que Él se hizo a Sí Mismo, y no hay nadie que pudiese ser desleal a lo que Su Voluntad dispone como parte de lo que Él es. 7 La promesa de que no puede haber brecha alguna entre Él y lo que Él es no puede ser falsa. 8¿Qué otra voluntad podría inter­ponerse entre lo que no puede sino ser uno solo y en Cuya Pleni­tud no puede haber brecha alguna?

2. La hermosa relación que tienes con todos tus hermanos es parte de ti porque es parte de Dios Mismo. 2¿Cómo no ibas a enfermar si te niegas a ti mismo tu plenitud, tu salud, tu Fuente de ayuda, la Llamada a impartir curación y la Llamada a curar? 3Tu salvador espera la curación y el mundo espera con él. 4Y tú no estás excluido, 5pues la curación o bien será una sola o bien no tendrá lugar en absoluto, ya que en el hecho de que es una radica la curación. 6¿Qué podría corregir a la separación sino su opuesto? 7No hay términos medios en ningún aspecto de la sal­vación. 8O bien la aceptas completamente o bien no la aceptas en absoluto. 9Lo que no está separado tiene que estar unido. 10Y lo que está unido no puede estar separado.

3. O bien hay una brecha entre tu hermano y tú, o bien sois uno y lo mismo. 2No hay nada entremedias, ninguna otra opción, ni ninguna lealtad que se pueda dividir entre esas dos posibilida­des. 3Una lealtad dividida significa que le eres infiel a ambas posibilidades, lo cual no hace sino ponerte a dar tumbos, sin que te quede otro remedio que agarrarte a cualquier brizna de paja que parezca ofrecerte apoyo. 4Mas ¿quién puede edificar su hogar sobre pajas y esperar que le proteja del viento? 5Ése es el tipo de hogar que se puede hacer del cuerpo porque no está cimentado en la verdad. 6Sin embargo, por esa misma razón puede verse que no es tu hogar, sino simplemente un medio para ayudarte a llegar al Hogar donde Dios mora.

4. Cuando ése se vuelve tu propósito, el cuerpo se cura, pues no se le utiliza para dar testimonio del sueño de separación y enfer­medad. 2Tampoco se le culpa fútilmente por lo que no hizo. 3Su propósito es ayudar a que el Hijo de Dios sane, y, debido a ello, no puede enfermar. 4No se une a ningún propósito que tú no hayas aceptado, y tú has elegido que no esté enfermo. 5Todos los milagros se basan en esta decisión, y se te conceden en el mismo instante en que la tomas. 6Ninguna forma de enfermedad está excluida de dicha decisión porque la decisión no puede tomarse en función de la forma. 7La decisión de estar enfermo parece ser una decisión entre diferentes formas de enfermedad. 8Sin em­bargo, la enfermedad es una sola, al igual que su opuesto. 9Por consiguiente, o estás enfermo o estás sano.

5. Pero nunca tú solo. 2Este mundo no es más que el sueño de que puedes estar solo y de que puedes pensar sin que ello afecte a los que están separados de ti. 3Estar solo significa que estás separado, y si lo estás, no puedes sino estar enfermo. 4Esto parece probar que definitivamente estás separado. 5No obstante, lo único que significa es que has tratado de mantener la promesa de serle fiel a la infidelidad. 6Mas la infidelidad. significa enfermedad. 7Es como la casa edificada sobre pajas. 8De por sí parece ser muy sólida y real. 9Su estabilidad, no obstante, no se puede juzgar sin tomar en consideración sus cimientos. 10Si descansa sobre pajas, de nada sirve atrancar las puertas, cerrar las ventanas o correr los cerrojos. 11El viento la derrumbará, y las lluvias la azotarán y la arrastrarán al olvido.

6. ¿Qué sentido tiene buscar refugio en lo que se construyó preci­samente para fomentar el peligro y el miedo? 2¿Por qué recar­garlo con más cerraduras, cadenas o pesadas anclas, cuando su debilidad no reside en ello mismo, sino en la fragilidad de la brecha insustancial sobre la que se erige? 3¿Qué seguridad te puede ofrecer algo que descansa sobre una sombra? 4¿Edificarías tu casa sobre algo que pudiera derrumbarse con el peso de una pluma?

7. Tu hogar está edificado sobre la salud de tu hermano, sobre su felicidad e impecabilidad*, así como sobre todo lo que su Padre le prometió. 2Ningún pacto secreto que hayas hecho en lugar de eso ha estremecido en lo más mínimo los Cimientos de este hogar. 3El viento podrá soplar sobre él y la lluvia azotarlo, pero sin conse­cuencia alguna. 4El mundo será arrastrado, pero este hogar per­manecerá en pie para siempre, pues su fuerza no reside sólo en él. 5Es un arca de seguridad, que descansa sobre la promesa que Dios le hizo a Su Hijo de que él siempre moraría a salvo en Él. 6¿Qué brecha podría interponerse entre la seguridad de este refugio y su Fuente? 7Desde aquí se puede ver al cuerpo como lo que es, sin atribuirle más o menos valor del que tiene como medio para libe­rar al Hijo de Dios a fin de que pueda regresar a su hogar. 8Y con este santo propósito se convierte por un tiempo en un hogar de santidad, ya que comparte la Voluntad de tu Padre contigo.


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