DESPERTAR AL AMOR

jueves, 28 de noviembre de 2013

28 NOVIEMBRE: El miedo aprisiona al mundo. El perdón lo libera.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 332


El miedo aprisiona al mundo. El perdón lo libera.


1. El ego forja ilusiones. 2La verdad desvanece sus sueños malva­dos con el brillo de su fulgor. 3La verdad nunca ataca. 4Sencilla­mente es. 5Y por medio de su presencia se retira a la mente de las fantasías, y así ésta despierta a lo real. 6El perdón invita a esta presencia a que entre, y a que ocupe el lugar que le corresponde en la mente. 7Sin el perdón, la mente se encuentra encadenada, creyendo en su propia futilidad. 8Mas con el perdón, la luz brilla a través del sueño de tinieblas, ofreciéndole esperanzas y propor­cionándole los medios para que tome conciencia de la libertad que es su herencia.

2. Hoy no queremos volver a aprisionar al mundo. 2El miedo lo man­tiene aprisionado. 3Mas Tu Amor nos ha proporcionado los medios para liberarlo. 4Padre, queremos liberarlo ahora. 5Pues cuando ofrecemos libertad se nos concede a nosotros. 6Y no queremos seguir presos cuando Tú nos ofreces la libertad.




TEXTO

 

 

II. La llegada del Invitado



1. ¿Cómo no ibas a percibir como liberación del sufrimiento el darte cuenta de que eres libre? 2¿Por qué no habrías de aclamar a la verdad en vez de considerarla un enemigo? 3¿Por qué razón te parece arduo, escabroso y demasiado difícil de seguir una senda que es fácil y que está tan claramente marcada que es imposible perderse? 4¿No será acaso porque consideras que es el camino al infierno en vez de una manera sencilla de encontrarte en el Cielo y en Dios que no exige ni sacrificios ni pérdidas? 5Mientras no te des cuenta de que no renuncias a nada y de que es imposible perder, habrá veces en que te arrepentirás de haber elegido este camino. 6Y no verás los muchos beneficios que tu decisión te ha aportado. 7No obstante, aunque tú no los veas, están ahí. 8Su causa ya los produjo, y los efectos tienen que estar allí donde su causa ha hecho acto de presencia.

2. Has aceptado la causa de la curación. aPor lo tanto, debes haber sanado. 2Y al haber sanado, debes ahora también poseer el poder de sanar. 3El milagro no es un incidente aislado que ocurre de repente como si se tratase de un efecto sin causa. 4Ni tampoco es en sí una causa. 5Pero allí donde está su causa, allí tiene que estar el milagro. 6Ahora ha sido causado, aunque aún no se perciba. 7Y sus efectos se encuentran ahí, aunque aún no se vean. 8Mira den­tro de ti ahora, y no verás motivo alguno para estar arrepentido, sino razones para sentir un gran regocijo y para abrigar esperan­zas de paz.

3. Todo esfuerzo de encontrar esperanzas de paz en un campo de batalla ha sido en vano. 2Ha sido fútil pedirle a lo que se concibió precisamente para que perpetuase el pecado y el dolor que te ayude a escapar de ellos. 3Pues el dolor y el pecado son la misma ilusión, tal como el odio y el miedo, y el ataque y la culpabilidad son uno. 4Allí donde no tienen causa, sus efectos desaparecen, y el amor llega dondequiera que ellos no estén. 5¿Por qué no estás contento? 6Te has librado del dolor y de la enfermedad, de la aflicción y de la pérdida, así como de todos los efectos del odio y del ataque. 7El dolor ya no es tu amigo ni la culpabilidad tu dios. aPor lo tanto, dale la bienvenida a los efectos del amor.

4. Tu Invitado ha llegado. 2lo invitaste y Él vino. 3No lo oíste entrar porque la bienvenida que le diste no fue total. 4Sus dones, no obstante, llegaron con Él. 5Él los ha depositado a tus pies, y ahora te pide que los contemples y los consideres tuyos. 6Él nece­sita tu ayuda para dárselos a todos los que caminan por su cuenta, creyendo estar solos y separados. 7Ellos sanarán cuando tú acep­tes tus dones, pues tu Invitado le dará la bienvenida a todo aquel cuyos pies hayan tocado la tierra santa que tú pisas y donde Él ha puesto Sus dones a su disposición.

5. No te das cuenta de cuánto puedes dar ahora como resultado de todo lo que has recibido. 2No obstante, Aquel que vino sólo está a la espera de que vayas allí adonde lo invitaste. 3No hay ningún otro lugar donde Él pueda encontrarse con Su anfitrión o Su anfitrión con Él. 4Ni tampoco hay ningún otro lugar donde se puedan obtener Sus dones de paz y dicha, así como toda la felici­dad que brinda Su Presencia. 5Pues Sus dones se hallan allí donde se encuentra Aquel que los trajo Consigo para dártelos. 6No pue­des ver a tu Invitado, pero puedes ver los dones que trajo. 7Y cuando los contemples, aceptarás que Él debe estar ahí. 8Pues lo que ahora puedes hacer no podrías haberlo hecho sin el amor y la gracia que emanan de Su Presencia.

6. Ésta es la promesa del Dios viviente: que Su Hijo viva, que toda criatura viviente forme parte de él y que nada más viva. 2Aquello a lo que tú has dado "vida" no está vivo, y sólo simbo­liza tu deseo de vivir separado de la vida, de estar. vivo en la muerte, y de percibir a ésta como si fuese la vida, y al vivir, como la muerte. 3Aquí las confusiones se suceden una tras otra, pues este mundo se basa en la confusión y en nada más. 4Su base es inmutable, si bien parece estar cambiando continuamente. 5Mas ¿qué podría ser eso, sino lo que realmente significa el estado de confusión? 6Para los que están confundidos la estabilidad no tiene sentido, y la variación y el cambio se convierten en la ley por la que rigen sus vidas.

7. El cuerpo no cambia. 2Representa el sueño más amplio de que el cambio es posible. 3Cambiar es alcanzar un estado distinto de aquel en el que antes te encontrabas. 4En la inmortalidad no hay cambios, y en el Cielo se desconocen. 5Aquí en la tierra, no obs­tante, los cambios tienen un doble propósito, pues se pueden uti­lizar para enseñar cosas contradictorias. 6Y esas cosas son un reflejo del maestro que las enseña. 7El cuerpo puede parecer cam­biar con el tiempo, debido a las enfermedades o al estado de salud, o a eventos que parecen alterarlo. 8Mas esto sólo significa que la mente aún no ha cambiado de parecer con respecto a cuál es el propósito del cuerpo.

8. La enfermedad es la exigencia de que el cuerpo sea lo que no es. 2Su insustancialidad, no obstante, garantiza que no puede enfer­mar. 3En tu exigencia de que sea más de lo que es radica la idea de la enfermedad. 4Pues dicha exigencia requiere que Dios sea menos de lo que realmente es. 5¿Qué va a ser de ti, entonces, si es a ti a quien se le exige el sacrificio? 6Pues a Dios se le informa que parte de Él ya no le pertenece. 7Y a Él no le queda otro remedio ahora que sacrificar tu ser y, como resultado de Su sacrificio, tú te engrandeces y Él se empequeñece al perderte a ti. 8Y lo que ya no le pertenece, se convierte en tu dios y te impide ser parte de Él.

9. El cuerpo al que se le pide ser un dios es vulnerable al ataque, ya que su insustancialidad no se reconoce. 2Y así, parece ser algo con poder propio. 3Al ser algo, se puede percibir, y también se puede pensar que siente y actúa, y que te tiene prisionero en su puño. 4Y puede que no llegue a ser lo que le exigiste que fuese. 5Y lo odiarás por su insignificancia, sin darte cuenta de que el fracaso no se debe a que sea menos de lo que tú crees que debe ser, sino sólo a que no te has dado cuenta de que no es nada. 6No obstante, en el hecho mismo de que no es nada reside tu salva­ción, de la cual quieres huir.

10. En cuanto que "algo", se le pide al cuerpo que sea el enemigo de Dios, y que reemplace lo que Dios es con pequeñez, limitacio­nes y desesperanza. 2Es Su pérdida lo que celebras cuando consi­deras al cuerpo algo que amas o algo que odias. 3Pues si Dios es la Suma de todo, entonces lo que no está en Él no existe, y en Su compleción radica la insustancialidad del cuerpo. 4Tu salvador no ha muerto ni tampoco mora en lo que se edificó para ser un templo a la muerte. 5Él vive en Dios, y esto, y sólo esto, es lo que lo convierte en tu salvador. 6La insustancialidad de su cuerpo libera al tuyo de la enfermedad y de la muerte. 7Pues lo que te pertenece a ti no puede ser ni más ni menos que lo que le pertenece a él.

 

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