DESPERTAR AL AMOR

sábado, 7 de febrero de 2015

7 FEBRERO: No hay nada que mi santidad no pueda hacer.

AUDIOLIBRO



EJERCICIO


LECCION 38


No hay nada que mi santidad no pueda hacer.


1. Tu santidad invierte todas las leyes del mundo. 2Está más allá de cualquier restricción de tiempo, espacio, distancia, así como de cualquier clase de límite. 3El poder de tu santidad es ilimitado porque te establece a ti como Hijo de Dios, en unión con la Mente de su Creador
.
2. Mediante tu santidad el poder de Dios se pone de manifiesto. 2Mediante tu santidad el poder de Dios se vuelve accesible. 3Y no hay nada que el poder de Dios no pueda hacer. 4Tu santidad, por lo tanto, puede eliminar todo dolor, acabar con todo pesar y resol­ver todo problema. 5Puede hacer eso en conexión contigo o con cualquier otra persona. 6Tiene el mismo poder para ayudar a cual­quiera porque su poder para salvar a cualquiera es el mismo.

3. Si tú eres santo, también lo es todo lo que Dios creó. 2eres santo porque todas las cosas que Él creó son santas. 3Y todas las cosas que Él creó son santas porque tú eres santo. 4En los ejercicios de hoy vamos a aplicar el poder de tu santidad a cualquier clase de problema, dificultad o sufrimiento que te venga a la mente tanto si tiene que ver contigo como con otro. 5No haremos distin­ciones porque no hay distinciones.

4. En las cuatro sesiones de práctica más largas, que preferible­mente han de tener una duración de cinco minutos completos cada una, repite la idea de hoy, cierra los ojos, y luego escudriña tu mente en busca de cualquier sensación de pérdida o de cual­quier clase de infelicidad tal como la percibas. 2Trata, en la medida de lo posible, de no hacer distinciones entre las situaciones que son difíciles para ti y las que son difíciles para otro. 3Identifica la situación específicamente, así como el nombre de la persona en cuestión. 4Usa el siguiente modelo al aplicar la idea de hoy:

5En esta situación con respecto a _____ en la que me veo envuelto, no hay nada que mi santidad no pueda hacer.
6En esta situación con respecto a _____ en la que se ve envuelto, no hay nada que mi santidad no pueda hacer.

5. De vez en cuando puedes variar este procedimiento si así lo deseas y añadir algunos de tus propios pensamientos que vengan al caso. 2Podrías, por ejemplo, incluir pensamientos tales como:

3No hay nada que mi santidad no pueda hacer porque el poder de Dios reside en ella.

4Introduce cualquier variación que quieras, pero mantén los ejer­cicios centrados en el tema: "No hay nada que mi santidad no pueda hacer”. 5El propósito de los ejercicios de hoy es comenzar a inculcarte la sensación de que tienes dominio sobre todas las cosas por ser quien eres.

6. En las aplicaciones cortas y más frecuentes, aplica la idea en su forma original, a no ser que surja o te venga a la mente algún problema en particular que tenga que ver contigo o con otra per­sona. 2En ese caso, usa la forma más específica.




Instrucciones para la práctica

Propósito: “Comenzar a inculcarte la sensación de que tienes dominio sobre todas las cosas por ser quien eres” (5:5).

Ejercicios más largos: 4 veces, preferentemente de cinco minutos completos. 

  • Repite la idea, luego cierra los ojos. 
  • Busca en tu mente cualquier sufrimiento o dificultad, ya sea en tu vida o en la vida de alguien. Haz lo más que puedas para considerar a estas dos como lo mismo. Para tus problemas, di: “En esta situación con respecto a ____ en la que me veo envuelto, no hay nada que mi santidad no pueda hacer”. Para los problemas de otros, di: “En esta situación con respecto a ____ en la que ____ se ve envuelto, no hay nada que mi santidad no pueda hacer”.


Recordatorios frecuentes: Muy a menudo.
Repite la idea.

Respuesta a la tentación: Siempre que un problema concreto, sea tuyo o de alguien, surja o te venga a la mente, usa la forma concreta del periodo de práctica más largo.

Comentario

Al final de la lección está esta línea informativa: “El propósito de los ejercicios de hoy es comenzar a inculcarte la sensación de que tienes dominio sobre todas las cosas por ser quien eres” (5:5). Una lección posterior (190) repite la misma idea:

No hay nada en el mundo capaz de hacerte enfermar, de entristecerte o de debilitarte. Eres tú el que tiene el poder de dominar todas las cosas que ves reconociendo simplemente lo que eres. (L.190.5:5-6)

Ahora bien, si te pareces a mí, probablemente no te sientes como si tuvieras el poder de dominar todas las cosas o de que “tu poder es ilimitado”. Probablemente no sientes que el poder de Dios se manifiesta a través de tu santidad, que por razón de lo que eres puedes “eliminar todo dolor, acabar con todo pesar y resolver todo problema” (2:4). Si lo sintieras así, si en alguna parte de tu mente no sintieras que sufres delirios de grandeza.
Por eso es por lo que necesitamos este tipo de lección. Lo que nosotros somos, en la realidad, está tan por encima de lo que normalmente pensamos que somos que cuando oímos palabras como las de esta lección hay una parte de nosotros que susurra: “esto se está poniendo un poco raro”. No tenemos ni idea del poder de nuestra mente, que fue creada por Dios y con el mismo poder creativo que el Suyo. Cuando nos llegan indicios de lo poderosos que somos nos asusta, e intentamos olvidarlo.

Lo que somos está “más allá de toda limitación de tiempo, espacio, distancia y de cualquier clase de límite” (1:2). Realmente tenemos el poder de solucionar todos los problemas, los nuestros y los de los demás. Si practicar la lección de hoy empieza a hacernos sentir esta sensación, la lección ha tenido éxito.

Cuando me enfrento a una situación que me está preocupando y repito: “En esta situación no hay nada que mi santidad no pueda hacer”, incluso si el 90 por cien de mi mente protesta en contra de la idea, algo cambia dentro de mí. Se produce un poco de fe. Quizá el porcentaje cambia de un 10 por cien de creerlo a un 11 por cien. Y cuando la repito de nuevo, cambia al 12 por cien. Todos hemos leído historias de personas que superaron cosas increíbles sólo porque creyeron en sí mismos; eso sólo da una ligera idea de lo que el Curso está hablando, pero demuestra el principio.

El Curso habla del poder de la creencia, pero también de mucho más; está hablando del poder de lo que nosotros somos, tal como Dios manda. Y está hablando del poder de nuestra santidad, no sólo de la creencia. Tú y yo estamos hechos de la Misma Esencia de Dios. Cuando entendamos eso de verdad, podremos cambiar el mundo.

El verdadero aprendizaje es constante y tan vital en su poder de producir cambios que un Hijo de Dios puede reconocer su propio poder en un instante y cambiar el mundo en el siguiente.( T.7.V.7:5).






TEXTO


VI. Las recompensas de Dios



1. El ego no reconoce el verdadero origen de la "amenaza", y si tú te identificas con el ego, no entenderás la situación tal como es. 2Lo único que le confiere al ego poder sobre ti es la lealtad que le guardas. 3Me he referido al ego como si fuera una entidad sepa­rada que actúa por su cuenta. 4Esto ha sido necesario para persuadirte de que no puedes descartarlo a la ligera y de que tienes que darte cuenta de cuán extensa es la parte de tu pensamiento que él controla. 5Sin embargo, no nos podemos detener ahí, pues, de lo contrario, no podrías sino pensar que mientras estés aquí, o mientras creas estar aquí, estarás en conflicto. 6El ego no es más que una parte de lo que crees acerca de ti. 7Tu otra vida ha conti­nuado sin ninguna interrupción, y ha sido, y será siempre, com­pletamente inmune a tus intentos de disociarte de ella.

2. En el proceso de aprender a escapar de las ilusiones, es impres­cindible que nunca te olvides de la deuda que tienes con tu her­mano. Es la misma deuda que tienes conmigo. Cuando actúas egoístamente con otro, repudias la gracia que esta deuda te ofrece y la percepción santa que produciría. 4La palabra "santa" puede usarse aquí porque a medida que aprendes cuán endeudado estás con toda la Filiación, la cual me incluye a mí, te aproximas tanto al conocimiento como la percepción lo permite. 5La brecha que entonces queda es tan diminuta que el conocimiento puede sal­varla y eliminarla para siempre.

3. Todavía tienes muy poca confianza en mí, pero ésta aumentará a medida que recurras más y más a mí -en vez de a tu ego- en busca de consejo. 2Los resultados te irán convenciendo cada vez más de que ésta es la única elección cuerda que puedes hacer. 3Nadie que aprenda por experiencia propia que cierta elección le brinda paz y alegría, mientras que otra le precipita al caos y al desastre tiene más necesidad de persuasión. 4Es más eficaz apren­der a base de recompensas que a base de dolor porque el dolor es una ilusión del ego y no puede producir más que un efecto tem­poral. 5Las recompensas de Dios, en cambio, se reconocen inmediatamente como eternas. 6Puesto que este reconocimiento lo haces tú y no el ego, el reconocimiento mismo establece que tú y el ego no podéis ser lo mismo. 7Tal vez creas que ya has aceptado esto, pero aún no estás convencido de ello en absoluto. 8Prueba de ello es el hecho de que crees que debes escaparte del ego. 9Sin embargo, no puedes escaparte de él humillándolo; controlándolo o castigándolo.

4. El ego y el espíritu no se conocen. 2Sólo mediante la disociación puede la mente separada mantener vigente la separación. 3Una vez que ha hecho esto, niega todos los impulsos verdadera­mente naturales, no porque el ego sea una cosa separada, sino porque quieres creer que tú lo eres. 4El ego es un mecanismo para seguir albergando esta creencia, pero sigue siendo únicamente tu decisión de usar tal mecanismo lo que lo perpetúa.

5. ¿Cómo puedes enseñarle a alguien el valor de algo que él mismo ha desechado deliberadamente? 2Tiene que haberlo dese­chado porque no le atribuyó ningún valor. 3Lo único que puedes hacer es mostrarle cuánta infelicidad le causa su ausencia e írselo acercando lentamente para que pueda ver cómo mengua su infor­tunio según él se aproxima a ello. 4Esto le enseña a asociar su infelicidad con la ausencia de lo que desechó, y lo opuesto la infelicidad con su presencia. 5Comenzará a desearlo gradualmente a medida que cambie de parecer con respecto su valor. 6Te estoy enseñando a que asocies la infelicidad con el ego y la felicidad con el espíritu. 7Tú te has enseñado a ti mismo lo contrario. 8Sigues siendo libre de elegir, mas a la vista de las recompensas de Dios, ¿puedes realmente desear las recompensas del ego? 

6. De momento, la confianza que yo tengo en ti es mayor que la que tú tienes en mí, pero no siempre será así. 2Tu misión es muy simple. 3Se te pide que vivas de tal forma que demuestre que no eres un ego, y yo no me equivoco al elegir los canales de Dios. 4El Santísimo comparte mi confianza, y acepta mis decisiones con respecto a la Expiación porque mi voluntad nunca está en desa­cuerdo con la Suya. 5Dije anteriormente que yo estoy a cargo de la Expiación. 6Esto es así debido únicamente a que completé mi papel en ella como hombre, y ahora puedo completarla a través de otros. 7Los canales que he elegido no pueden fallar porque les prestaré mi fortaleza mientras la suya sea insuficiente.

7. Iré contigo al Santísimo, y mediante mi percepción Él podrá salvar la diminuta brecha. 2Tu gratitud hacia tu hermano es la única ofrenda que quiero. 3Yo se la llevaré a Dios por ti, sabiendo que conocer a tu hermano es conocer a Dios. 4Si le estás agradecido a tu hermano, le estarás agradecido a Dios por lo que El creó. 5Mediante tu gratitud podrás llegar a conocer a tu hermano, y un momento de verdadero reconocimiento convierte a todo el mundo en tu hermano porque cada uno de ellos es Hijo de tu Padre. 6El amor no conquista todas las cosas, pero sí las pone en su debido lugar. 7Puesto que tú eres el Reino de Dios te puedo conducir de vuelta a tus propias creaciones. 9Ahora no las recono­ces, pero aquello de lo cual te has disociado aún se encuentra ahí. 

8. A medida que te acercas a un hermano te acercas a mí, y a medida que te alejas de él, la distancia entre tú y yo aumenta. 2La salvación es "una empresa de colaboración. 3No la pueden emprender con éxito aquellos que se desvinculan de la Filiación porque al hacer eso se desvinculan de mí. 4Dios acudirá a ti sólo en la medida en que se Lo ofrezcas a tus hermanos. 5Aprende primero de ellos, y estarás listo para oír a Dios. 6Eso se debe a que el Amor sólo tiene una función.



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