DESPERTAR AL AMOR

lunes, 9 de mayo de 2016

9 MAYO: Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 129

Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.



1. Este pensamiento es el que naturalmente sigue al que practica­mos, ayer. 2No puedes detenerte en la idea de que el mundo no tiene valor, pues a menos que veas que hay algo más por lo que sentirte esperanzado, no podrás evitar caer en la depresión. 3No estamos haciendo hincapié en que renuncies al mundo, sino en que lo intercambies por algo mucho más satisfactorio, algo rebo­sante de alegría y capaz de ofrecerte paz. 4¿Crees acaso que este mundo puede ofrecerte eso?

2. Quizá valga la pena dedicar un rato a reflexionar una vez más sobre el valor de este mundo. 2Tal vez estés dispuesto a conceder que nada se pierde con renunciar a cualquier pensamiento que le adjudique algún valor. 3El mundo que ves es ciertamente despiadado, inestable y cruel, indiferente en lo que a ti respecta, presto a la venganza y lleno de odio inclemente. 4Da únicamente para más tarde quitar, y te despoja de todo aquello que por un tiempo creíste amar. 5En él no se puede encontrar amor duradero, por­que en él no hay amor. 6Dicho mundo es el mundo del tiempo, donde a todo le llega su fin.

3. ¿Cómo podría ser una pérdida, entonces, encontrar un mundo en el que es imposible perder, en el que el amor perdura eterna­mente y en el que el odio no existe y la venganza no tiene sen­tido? 2¿Cómo podría ser una pérdida hallar todas las cosas que realmente anhelas, y saber que no tienen fin y que perdurarán a través del tiempo exactamente tal como las deseas? 3Incluso esas cosas se intercambiarán finalmente por aquello de lo que no podemos hablar, pues desde allí te trasladarás a donde las pala­bras son completamente inútiles, a un silencio en el que el lenguaje, si bien no es hablado, se entiende perfectamente.

4. La comunicación, inequívoca y clara como la luz del día, per­manece ilimitada por toda la eternidad. 2Y Dios Mismo le habla a Su Hijo, así como Su Hijo le habla a Él. 3El lenguaje en el que se comunican no tiene palabras, pues lo que se dicen no puede ser simbolizado. 4Su conocimiento es directo, perfectamente compar­tido y perfectamente uno. 5¡Qué lejos te encuentras de esto tú que sigues encadenado a este mundo! 6Y, sin embargo, ¡qué cerca te encontrarás cuando lo intercambies por el mundo que sí deseas!

5. Ahora el último paso es seguro; ahora te encuentras sólo a un instante de la intemporalidad. 2Desde aquí sólo puedes mirar hacia adelante, pues nunca más querrás mirar hacia atrás para ver el mundo que ya no deseas. 3He aquí el mundo que viene a ocupar su lugar, a medida que liberas a tu mente de las nimieda­des que el mundo te ofrece para mantenerte prisionero. 4No les atribuyas ningún valor, y desaparecerán. 5Valóralas, y te parece­rán reales.

6. Ésas son tus opciones. 2¿Qué puedes perder si eliges no valorar lo que no es nada? 3Este mundo no te ofrece nada que realmente desees, mas el que eliges en su lugar ¡ése ciertamente lo deseas! 4Deja que se te conceda hoy. 5Ese mundo espera tan solo a que lo elijas para ocupar el lugar de todas las cosas que buscas, pero que no deseas.

7. Practica estar dispuesto a efectuar este cambio diez minutos por la mañana, diez por la noche y una vez más entremedias.
2Comienza con lo siguiente:            

                        
3Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.
4Elijo ver ese mundo en lugar de éste, pues no hay nada aquí que realmente desee.

5Cierra entonces los ojos al mundo que ves, y en la silenciosa os­curidad contempla cómo unas luces que no son de este mundo se van encendiendo una por una, hasta que deja de ser relevante donde comienza una y donde termina la otra al fundirse todas en una sola.

8. Hoy las luces del Cielo se inclinan ante ti, para derramar su luz sobre tus párpados mientras descansas más allá del mundo de las tinieblas. 2He aquí una luz que los ojos no pueden contemplar. 3Y, sin embargo, la mente puede verla claramente, y entender. 4Hoy se te concede un día de gracia, y nos sentimos agradecidos por ello. 5Hoy nos damos cuenta de que lo que temías perder era sólo la pérdida.

9. Ahora comprendemos que es imposible perder. 2Pues por fin hemos visto su opuesto, y damos gracias de que la elección ya se haya llevado a cabo. 3Recuerda cada hora la decisión que has tomado, y dedica un momento a confirmar tu elección dejando a un lado cualquier pensamiento que tengas en ese momento y poniendo toda tu atención brevemente en lo siguiente:

4El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee.
5Más allá de este mundo hay un mundo que deseo.




TEXTO 


VI. La visión de Cristo

 

1. El ego está tratando de enseñarte cómo ganar el mundo y per­der tu alma. 2El Espíritu Santo te enseña que no puedes perder tu alma y que no hay nada que ganar en el mundo, pues, de por sí, no da nada. 3Invertir sin recibir beneficios es sin duda una manera segura de empobrecerte, y los gastos generales son muy altos. 4No sólo no recibes ningún beneficio de la inversión, sino que el costo es enorme. 5Pues esta inversión te cuesta la realidad del mundo al negar la tuya, y no te da nada a cambio. 6No puedes vender tu alma, pero puedes vender tu conciencia de ella. 7No puedes perci­bir tu alma, y no la podrás conocer mientras percibas cualquier otra cosa como más valiosa.

2. El Espíritu Santo es tu fortaleza porque sólo te conoce como espíritu. 2Él es perfectamente consciente de que no te conoces a ti mismo y perfectamente consciente de cómo enseñarte a recordar lo que eres. 3Puesto que te ama, te enseñará gustosamente lo que Él ama, pues Su voluntad es compartirlo. 4Dado que se acuerda de ti continuamente, no puede dejar que te olvides de tu valía. 5Pues el Padre jamás cesa de mantener vivo en Él el recuerdo de Su Hijo, y el Espíritu  Santo jamás cesa de mantener vivo en el Hijo el recuerdo de su Pare. 6Dios está en tu memoria por causa de Él. 7Tú decidiste olvidar a tu Padre, pero eso no es realmente lo que quieres hacer, y, por lo tanto, puedes decidir de otra manera. 8Y tal como yo decidí de otra manera, tú también puedes hacerlo.

3. Tú no deseas el mundo. 2L o único de valor en él son aquellos aspectos que contemplas con amor. 3Eso le confiere la única reali­dad que jamás tendrá. 4Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se encuentra en ti. 5De la misma forma en que tu propia estima procede de extenderte a ti mismo, de igual modo la per­cepción de tu propia estima procede de extender pensamientos amorosos hacia el exterior. 6Haz que el mundo real sea real para ti, pues el mundo real es el regalo del Espíritu Santo, por lo tanto, te pertenece.

4. La corrección es para todos aquellos que no pueden ver. 2La misión del Espíritu Santo es abrirle los ojos a los ciegos, pues Él sabe que no han perdido su visión, sino que simplemente duer­men. 3Él los despertará del sueño del olvido y los llevará al recuerdo de Dios. 4Los ojos de Cristo están abiertos, y Él contemplará con amor todo lo que veas si aceptas Su visión como tuya.

5. El Espíritu Santo mantiene a salvo la visión de Cristo para cada Hijo de Dios que duerme. 6En Su visión el Hijo de Dios es per­fecto y Él anhela compartir Su visión contigo. 7El Espíritu Santo te mostrará el mundo real porque Dios te dio el Cielo. 8A través del Espíritu Santo, tu Padre exhorta a Su Hijo recordar. 9El des­pertar de Su Hijo da comienzo cuando él empieza a invertir en el mundo real, lo cual le permite aprender a re-invertir en sí mismo. 10Pues la realidad es una con el Padre y con el Hijo, y el Espíritu Santo bendice el mundo real en Nombre de los Dos.

5. Cuando hayas visto el mundo real -como sin duda lo verás- ­te acordarás de nosotros. 2Mas tienes que aprender el costo que supone estar dormido, y negarte a pagarlo. 3Sólo entonces decidirás despertar. 4Y entonces el mundo real aparecerá ante tu vista, pues Cristo nunca ha estado dormido. 5Cristo está esperando a que lo veas, pues Él nunca te ha perdido de vista. 6Él contempla serenamente el mundo real, que desea compartir contigo porque sabe que Su Padre lo ama. 7sabiendo esto, desea darte lo que es tuyo. 8Él te aguarda en el altar del Padre en perfecta paz, ofre­ciéndote el Amor del Padre en la serena luz de la bendición del Espíritu Santo. 9Pues el Espíritu Santo conducirá a todo el mundo a su hogar y a su Padre, donde Cristo les espera como Su Ser.

6. Cada Hijo de Dios es uno en Cristo porque su ser está en Cristo, al igual como el de Cristo está en Dios. 2El Amor de Cristo por ti es Su Amor por Su Padre, que Él conoce porque conoce el Amor de Su Padre por Él. 3Cuando el Espíritu Santo te haya conducido finalmente hasta Cristo en el altar de Su Padre, la percepción se fundirá con el conocimiento porque se habrá vuelto tan santa que su transferencia a la santidad será sencillamente su extensión natural. 4El Amor se transfiere al amor sin ninguna interferencia, pues ambos son uno. 5A medida que percibas más y más elemen­tos comunes en todas las situaciones, la transferencia del entrena­miento bajo la dirección del  Espíritu Santo aumentará y se generalizará. 6Aprenderás gradualmente a aplicarlo a todo el mundo y a todas las cosas, pues su aplicabilidad es universal. 7Una vez que esto se logra, la percepción y el conocimiento se vuelven tan similares que comparten la unificación de las leyes de Dios.

7. Lo que es uno no puede ser percibido como separado, y negar la separación es restaurar el conocimiento. 2En el altar de Dios, la santa percepción de Su Hijo se vuelve tan iluminada que la luz entra a raudales en ella y el espíritu del Hijo de Dios refulge en la Mente del Padre y se vuelve uno con ella. 3Con gran ternura Dios refulge sobre Sí Mismo, y ama la extensión de Sí Mismo que es Su Hijo. 4El mundo deja de tener propósito a medida que se funde con el Propósito de Dios. 5Pues el mundo real ha desaparecido sigilosamente en el Cielo, donde todo lo que es eterno ha existido siempre. 6Allí Redentor y redimido se unen en su perfecto amor por Dios y en el amor perfecto que se profesan el uno al otro. 7El Cielo es tu hogar, y al estar en Dios tiene también que estar en ti.

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