DESPERTAR AL AMOR

domingo, 31 de diciembre de 2017

31 DICIEMBRE: Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 365


Te entrego este instante santo.
Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.


1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. 2Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. 3Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. 4Él está a cargo a petición mía. 5Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

LECCIONES FINALES

Propósito: Recibir el regalo que Dios ha prometido a Su Hijo. Dedicar nuestra mente a seguir el camino de la verdad y llevar allí a nuestros hermanos. Perdonar al mundo y acelerar el final del sueño que Dios ha fijado.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.  Utiliza las palabras sólo al comienzo, y únicamente para recordarte a ti mismo que estás intentando ir más allá de ellas. Deja el resto de la lección al Espíritu Santo. Ponle a Él a cargo de todo. Cualquier cosa que necesites, sea un pensamiento, una palabra, o quietud y serenidad, Él te lo dará.

Recordatorios cada hora: No hay instrucciones concretas.

Recordatorios frecuentes: No hay instrucciones concretas.

Respuesta a la tentación: No hay instrucciones concretas.

Comentario

¡La última lección del año! Pero ciertamente no, espero, nuestro último instante santo. Al acercarse el Nuevo Año, me encuentro pensando en esta lección como “Te entrego este año santo”. ¡Ah, lo siento resonar dentro de mí, descubriendo un sonido que se hace eco de un profundo y eterno anhelo!

Como dije ayer, el Epílogo habla de que nuestro viaje continúa después del estudio formal del Libro de Ejercicios, continuando con el Espíritu Santo como Guía a través de lo que todavía puede ser un largo viaje. El segundo punto en el que el Epílogo insiste mucho es que el final del viaje es seguro.

Tu llegada al hogar es tan segura como la trayectoria que ha sido trazada para el sol antes de que despunte el alba, después del ocaso y en las horas de luminosidad parcial que transcurren entremedias. De hecho, tu camino es todavía más seguro. (Ep.2:1-2)

Podemos caminar con Él, tan seguros de nuestro destino como lo está Él; tan seguros de cómo debemos proceder como lo está Él; tan seguros de la meta y de que al final la alcanzaremos como lo está Él (4:6). Pienso que a menudo mis sentimientos de “¿Cuánto tiempo más va a durar esto?” son realmente el miedo suprimido de “¿Voy a llegar alguna vez al Hogar?” Convertimos la duración del tiempo en un testigo de la idea de que nunca lo lograremos. Si realmente supiera que mi llegada al hogar es tan segura como la trayectoria que ha sido trazada para el sol, y todavía más segura, podría viajar “ligero de equipaje y sin contratiempos” (T.13.VII.13:4) sin que me importara cuánto dure.

Pienso que la actitud que el Curso nos anima a tener es:

1) Aferrarnos y mantener esta seguridad de que la llegada al Hogar es segura.

2) Y al mismo tiempo despreocuparnos de cuánto tiempo vaya a durar.

El Texto nos dice que cuánto tiempo es sólo una pregunta acerca del tiempo, y el tiempo es sólo una ilusión. Nos pide que no estemos inquietos ni preocupados, y señala que estar inquieto y preocupado en el viaje a la paz no tiene ningún sentido.

El final es seguro, y los medios también. A esto decimos "Amén". (Ep.5:1-2)

Yo también digo “Amén”. “Sí, así sea, y así es”. ¿Por qué es tan seguro el final? Porque tenemos al Espíritu Santo con nosotros. “Y Él hablará por Dios y por tu Ser, asegurándose así de que el infierno no te reclame, y de que cada decisión que tomes te acerque aún más al Cielo” (5:4). Él es la garantía. Su Presencia hace que el final sea seguro. Y Él está seguro porque sabe que el final depende de nosotros, y no hay nada más seguro que el Hijo de Dios.

Nos dirigimos a nuestro hogar a través de una puerta que Dios ha mantenido abierta para darnos la bienvenida. (Ep.5:7)

¡Ah, qué escena más hermosa! A mi librito “El Viaje al Hogar” podría haberle llamado por ese nombre “Al Hogar a través de una Puerta Abierta”.

Los ángeles de Dios revolotean a tu alrededor, muy cerca de ti. Su Amor te rodea, y de esto puedes estar seguro: yo nunca te dejaré desamparado. (Ep.6:7-8)

¿Qué más necesitamos? El Espíritu Santo está en nosotros. Los ángeles de Dios revolotean a nuestro alrededor. El Amor de Dios nos rodea y Jesús nos promete que Él nunca nos dejará sin consuelo ni nos abandonará.


¿Puedes sentirlo ahora que el año llega a su fin? ¿Puedes cerrar los ojos un momento y sentirles a tu alrededor? ¿Puedes darte cuenta de la santidad de este instante, el nacimiento de Cristo en ti que se extiende al mundo para cambiarlo con Su luz? Ellos están aquí, y Ellos están observando, y como Jesús dice a menudo en el Curso: Ellos te dan las gracias por estar dispuesto a abrirte a la Luz. Entonces, al acabar el año, démosles gracias a Ellos por darnos esta Luz a nosotros.






AUDIOLIBRO




EJERCICIOS

EPÍLOGO



1. Este curso es un comienzo, no un final. 2Tu Amigo te acompaña. 3No estás solo. 4Nadie puede llamarlo en vano. 5Sean cuales sean tus problemas ten por seguro que Él tiene la solución y que gusto­samente te la dará sólo con que te dirijas a Él y se la pidas. 6Él no se negará a darte todas las respuestas que necesites para cualquier cosa que parezca perturbarte. 7Él sabe cómo solventar todos los problemas y aclarar todas las dudas. 8Su certeza es tuya. 9Tan sólo necesitas pedírsela, para que te sea dada.

2. Tu llegada al hogar es tan segura como la trayectoria que ha sido trazada para el sol antes de que despunte el alba, después del ocaso y en las horas de luminosidad parcial que transcurren entremedias. 2De hecho, tu camino es todavía más seguro. 3Pues es imposible cambiar el curso de aquellos que Dios ha llamado a Su vera. 4Obedece, por lo tanto, tu voluntad, y sigue a Aquel a Quien aceptaste como tu voz, para que te diga lo que realmente quieres y necesitas. 5Suya es la Voz que habla por Dios y también por ti. 6Por lo tanto, Él habla de la libertad y de la verdad.

3. Ya no se asignarán más lecciones específicas, pues ya no son necesarias. 2En lo sucesivo, oye tan sólo la Voz que habla por Dios y por tu Ser cuando abandonas el mundo para buscar en su lugar la realidad. 3Él dirigirá tus esfuerzos, diciéndote exactamente lo que debes hacer, cómo dirigir tu mente y cuándo debes venir a Él en silencio, pidiendo Su dirección infalible y Su Palabra certera. 4Suya es la Palabra que Dios te ha dado. 5Suya es la Palabra que elegiste para que fuese la tuya propia.

4. Y ahora os pongo en Sus manos, para que seáis Sus fieles segui­dores y Él, vuestro Guía en toda dificultad o dolor que consideréis real. 2Él no os dará ningún placer pasajero, pues sólo da lo bueno y lo eterno. 3Dejad que Él os prepare aún más. 4Él se ha ganado vuestra confianza hablándoos diariamente de vuestro Padre, de vuestro hermano y de vuestro Ser. 5Y continuará haciéndolo. 6Ahora camináis con Él, tan seguros de vuestro destino como lo está Él; tan seguros de cómo debéis proceder como lo está Él; tan seguros de la meta y de que al final la alcanzaréis como lo está Él.

5. El final es seguro, y los medios también. 2A esto decimos "Amén".  3Cada vez que tengas que tomar una decisión se te indi­cará claramente cuál es la Voluntad de Dios para ti al respecto. 4Y Él hablará por Dios y por tu Ser, asegurándose así de que el infierno no te reclame, y de que cada decisión que tomes te acer­que aún más al Cielo. 5Así es como hemos de caminar con Él de ahora en adelante, recurriendo a Él para que nos guíe, nos brinde paz y nos ofrezca una dirección segura: 6El júbilo nos acompaña, 7pues nos dirigimos a nuestro hogar a través de una puerta que Dios ha mantenido abierta para darnos la bienvenida.

6. A Él le encomendamos nuestros pasos y decimos "Amén”. 2Continuaremos recorriendo Su camino en paz; confiándole todas las cosas.  3Yesperaremos Sus respuestas llenos de confianza, cuando le preguntemos cuál es la Voluntad de Dios en todo lo que hagamos. 4Él ama al Hijo de Dios tal como nosotros queremos amarlo. 5Y nos enseña cómo contemplarlo a través de Sus ojos y a amarlo tal cómo Él lo ama. 6No caminas solo. 7Los ángeles de Dios revolotean a tu alrededor, muy cerca de ti. 8Su Amor te rodea, y de esto puedes estar seguro: yo nunca te dejaré desamparado.

FIN
*    *    *




Y A PARTIR DE AHORA, ¿QUÉ?

¡Enhorabuena! Has terminado todo el Libro de Ejercicios. Si eres nuevo en el Curso en este año, puede que no te des cuenta de cuántos alumnos empiezan el Libro de Ejercicios y no lo terminan, así que terminarlo es un gran logro. Realmente mereces la enhorabuena.
Habiendo terminado una vuelta al Libro de Ejercicios, hay dos preguntas que se te pueden ocurrir ahora:
 ¿Debería repetir las lecciones del Libro de Ejercicios, o es suficiente con una vez? Si siento que he terminado con las lecciones, ¿qué debo hacer ahora para continuar mi trabajo con Un Curso de Milagros?


¿DEBERÍA REPETIR EL LIBRO DE EJERCICIOS?

Creo que la respuesta a esta pregunta depende de ti. Pero, de un modo general, puedo responderte. Esta respuesta es mi opinión pero está basada en algunas observaciones objetivas acerca del Libro de Ejercicios y el propósito de su entrenamiento, y un poco de sentido común.

La porción de sentido común es ésta: ¿Cómo decides si repetir o no algún curso, de cualquier asignatura? Te preguntas a ti mismo: ¿He aprendido lo que el curso se proponía enseñarme? Si lo has aprendido, no tienes necesidad de repetir. Si no lo has aprendido, probablemente te beneficiarías repitiendo el curso.

Cuando estaba en el instituto estudié francés durante tres años. Los dos últimos años fueron con un profesor horrible. Cuando entré en la facultad, hice un examen de aptitud en francés para responder a la pregunta: “¿Cuánto francés aprendí en el instituto?” La respuesta fue: “Casi nada”. Me apunté a francés 1, del nivel de la facultad y empecé todo de nuevo. No había razón para avergonzarse de ello. No significaba que yo era torpe como alumno de francés. De hecho, terminé especializándome en francés, pasé un año viviendo en Francia y ¡me tomó por francés un alumno de francés en la universidad!

No tenemos un examen escrito que pueda determinar si has aprendido lo que el Libro de Ejercicios se propone que aprendas. No hay razón para avergonzarse de no haberlo aprendido. Para ser completamente honesto, diría que no conozco ni a una sola persona que en un año haya aprendido todo lo que se puede aprender del Libro de Ejercicios. Mi opinión personal (y en las palabras del Curso no hay nada que lo apoye) es que todo el mundo puede beneficiarse de hacer el Libro de Ejercicios dos, tres, cuatro o incluso más veces.

Para contestar la pregunta: “¿He aprendido lo que el Libro de Ejercicios se proponía enseñarme?” antes necesitas saber la respuesta a esto: ¿Qué intenta enseñarnos el Libro de Ejercicios? ¿Cuál es su objetivo principal? Si sabes la respuesta es bastante fácil determinar si lo has aprendido o no, si en tu caso el propósito del Libro de Ejercicios se ha logrado o no.

Si has estado leyendo estos comentarios y “los Comentarios para la Práctica” de Robert, ya conoces las respuestas. Mientras que el propósito final de la práctica espiritual que nos da el Libro de Ejercicios es entrenar nuestra mente a contemplar de manera diferente a todos y a todas las cosas del mundo, pensar siempre con Dios, escuchar siempre la Voz de Dios y perdonar a todo el mundo, el propósito inmediato del Libro de Ejercicios es mucho más fácil de alcanzar y más práctico.

Ese propósito inmediato es entrenarnos en la práctica espiritual diaria, establecer en nuestra vida la costumbre de dedicar tiempo por la mañana y por la noche a encontrarnos con Dios y a poner nuestra mente en la verdad, la costumbre de dirigir cada hora nuestra mente hacia dentro a Dios durante uno o dos minutos, la costumbre de pensar a menudo en Dios o en los pensamientos espirituales entre esos recordatorios de cada hora, y la costumbre de responder a la tentación de inmediato con algún pensamiento de Dios, una herramienta de nuestro repertorio para solucionar problemas que hemos desarrollado durante el año de nuestra práctica del Libro de Ejercicios.

Así que la respuesta a “¿Debería repetir el Libro de Ejercicios?” es: Si has establecido esas costumbres de práctica espiritual diaria hasta el punto de que continuarás diariamente sin el apoyo continuo del Libro de Ejercicios, entonces no necesitas repetir el Libro de Ejercicios. Si quieres puedes elegir repetirlo, pero no necesitas hacerlo. Sin embargo, si no has establecido esas costumbres de práctica espiritual diaria, entonces deberías apuntarte de nuevo al programa que está planeado para ayudarte a establecer esas costumbres: ¡el Libro de Ejercicios!

Probablemente puedes por ti mismo responder fácilmente a la pregunta sobre lo firmemente que has establecido esas costumbres de práctica espiritual diaria. Si todavía hay muchas mañanas o noches en que no haces los momentos de quietud, si pocas veces te acuerdas de la lección cada hora, y todavía te acuerdas menos de ella entre horas, si tu ego salta a menudo y dirige tu mente sin que tu mente recta le quite el mando, negándote a escuchar al ego, entonces ciertamente puedes beneficiarte de hacer el Libro de Ejercicios de nuevo.

Por otra parte, si has establecido firmes costumbres de práctica espiritual diaria, no costumbres perfectas necesariamente, pero costumbres reales bastante firmes, entonces puedes estar listo para dejar a un lado el Libro de Ejercicios. Al igual que cuando has estado usando “rueditas de aprendizaje” para aprender a andar en bicicleta, la única manera de saber con seguridad si estás listo es intentar andar sin “rueditas de aprendizaje”. La primera vez que intenté continuar mi práctica espiritual sin el Libro de Ejercicios, fracasé estrepitosamente, el equivalente a darse morradas continuamente con la bicicleta. ¡Para entonces ya había leído el Libro de Ejercicios seis veces! (Sin embargo, no había intentado seguir realmente las instrucciones, así que no es de extrañar que no hubiese formado buenas costumbres de practicar). ¡A las pocas semanas no hacía ninguna práctica espiritual! Me di cuenta de que todavía no estaba preparado para dejar a un lado las “rueditas de aprendizaje”, y continué haciendo las lecciones del Libro de Ejercicios.


¿QUÉ HAGO DESPUÉS DEL LIBRO DE EJERCICIOS?

El Manual para el Maestro ofrece instrucciones muy claras para continuar nuestra práctica espiritual diaria después de haber completado el Libro de Ejercicios, en la sección titulada “¿Cómo Debe Pasar el Día el Maestro de Dios?” (M.16). Si piensas que estás preparado para continuar sin el Libro de Ejercicios, ahí es donde tienes que buscar tus instrucciones. Y si te preguntas si estás preparado o no, te ayudará a tomar una decisión leer estas instrucciones y preguntarte a ti mismo: “¿Estoy preparado para esto?”

La sección empieza hablando de un maestro de Dios avanzado. Básicamente dice que un maestro de Dios avanzado no necesita ninguna estructura o programa, la pregunta de cómo debe pasar el día no tiene importancia, porque el maestro de Dios avanzado vive en contacto directo con el Espíritu Santo, y simplemente sigue Su dirección momento a momento.

Sin embargo, sigue diciendo que el maestro de Dios corriente, por ejemplo alguien que acaba de completar el Libro de Ejercicios (y completar el Libro de Ejercicios es un requisito necesario para llevar el título de “maestro de Dios”), todavía necesita estructura. No tanta estructura como alguien que está haciendo el Libro de Ejercicios por primera vez, pero no tan poca como un maestro de Dios avanzado. Algo intermedio. Esta persona todavía no está preparada para vivir sin ninguna estructura, todavía se está entrenando, todavía está aprendiendo a escuchar al Espíritu Santo en todo momento. El Manual sigue diciéndonos con detalle cómo debería ser esa estructura.

Como hemos señalado en nuestra Introducción a la Segunda Parte del Libro de Ejercicios y también en las “Notas Preliminares sobre la Práctica del Libro de Ejercicios”, las instrucciones que se dan aquí en el Manual se parece muchísimo al patrón de práctica plenamente madurado que se establece hacia el final de la Primera Parte del Libro de Ejercicios, y con el que se sigue durante toda la Segunda Parte. Éstas son:

Éste es el esquema para la práctica después del Libro de Ejercicios:

1. Empieza bien el día, tan pronto como puedas después de despertarte. “Dedica un rato lo antes posible después de despertarte a estar en silencio, y continúa durante uno o dos minutos más después de que haya comenzado a resultarte difícil” (M.16.4:7). El objetivo de ese rato es “unirte a Dios”. Deberíamos dedicar tanto tiempo como sea necesario hasta que nos resulte difícil, la cantidad de tiempo que le dediquemos a ello no es lo más importante (4:4-8).

2. Repite “el mismo procedimiento” por la noche, si es posible justo antes de acostarte (5:1)
.
3. Recuerda a Dios durante todo el día (6:1-14).

4. Acude al Espíritu Santo con todos tus problemas (7:4-5).

5. Responde a toda tentación recordándote a ti mismo la verdad (8:1-3, 11:9).

Sería conveniente leer toda la Sección 16 del Manual si estás pensando en la práctica después del Libro de Ejercicios, y dedicar un tiempo a estudiar con detalle lo que dice. El esquema que acabo de escribir aquí da sólo las ideas generales. Puede ser suficiente para que decidas si te sientes preparado para llevar o no este programa a cabo.

¿Estás dispuesto a dedicar tanto tiempo como sea necesario para unirte a Dios cada mañana y cada noche? Puedes necesitar unos pocos minutos o una hora. ¿Te sientes seguro de saber qué hacer en ese rato, sin la ayuda del Libro de Ejercicios a mano para que te dé algunas instrucciones para esa práctica? ¿Te sientes suficientemente cómodo con las instrucciones para la meditación del Curso para emprenderla por tu cuenta?

¿Sientes que tienes la costumbre de recordar a Dios durante el día, y podrás hacerlo sin tener el pensamiento concreto de la lección del día para que te lo recuerde? (Puedes escoger algún pensamiento del Texto o del Libro de Ejercicios, para usarlo como el pensamiento de la lección).

¿Has empezado a acudir al Espíritu Santo con todos tus problemas, por principio, como una costumbre?

¿Puedes por ti mismo responder a la tentación con la verdad? ¿O todavía te es más útil tener una lección del Libro de Ejercicios que te da alguna sugerencia para hacerlo?
Si tus respuestas a estas preguntas son en su mayoría afirmativas, entonces estás preparado para dejar atrás el Libro de Ejercicios. Si la mayoría de tus respuestas es “No”, entonces sin ninguna duda te será beneficioso repetir el Libro de Ejercicios.


CONSEJOS PARA LA PRÁCTICA DESPUÉS DEL LIBRO DE EJERCICIOS

Voy a ofrecerte algunos consejos prácticos, si has decidido pasar a la práctica después del Libro de Ejercicios. A mí me ha resultado útil hacer una lista de pensamientos del Curso (no sólo del Libro de Ejercicios), pensamientos que me resultan efectivos para responder a la tentación, o pensamientos que me han ayudado en la meditación para ir más rápido al “centro de quietud”. Algunas personas han empezado a escribir esos pensamientos o párrafos del Curso en un cuaderno. Puedes clasificarlos, por ejemplo: frases útiles para trabajar el perdón, para cuando tienes miedo, y así sucesivamente.

Si miras en el Texto, verás varias frases que están en cursiva. Casi todos son diferentes formas de prácticas espirituales que se sugieren. Dirán algo parecido a: Cada vez que te sientas preocupado por algo, dite a ti mismo… y luego viene la parte en cursiva. Puedes hacer una colección de estos trozos y luego pasar varios días trabajando con cada uno de ellos.

Puedes estar estudiando el Texto y algo que estás leyendo te impacta, viendo cómo se aplica a una situación en tu vida. Toma ese trozo y conviértelo en tu propia práctica espiritual personalizada. Utilízalo para que te conduzca a tus meditaciones, utilízalo en los recordatorios de cada hora o como respuesta a la tentación.

Hablando de estudiar el Texto, por supuesto, ¡estúdialo! No lo leas solamente, ¡estúdialo! Y no pienses realmente que puedes estudiar cuidadosamente todo el Texto en menos de tres años de lectura y estudio diarios. Yo una vez leí todo el Texto en dos meses, pero me ha costado los últimos cuatro años estudiar cuidadosamente cada capítulo.

Sólo porque día tras día no estés haciendo las lecciones del Libro de Ejercicios, eso no quiere decir que no puedes hacer una lección de vez en cuando. A veces una lección determinada del Libro de Ejercicios te vendrá a la mente, sigue tu Voz Interior y haz la lección. ¿Recuerdas alguna lección, que mientras estabas haciendo el Libro de Ejercicios te pareció tan poderosa o efectiva que quizá quisiste pararte y pasar una o dos semanas con alguna de ellas? Bueno, ¡ahora puedes hacerlo! Puedes establecer tu propio programa. Ahora el asunto es mantener una costumbre de práctica diaria firme, pero ahora tú junto con el Espíritu Santo estás eligiendo tu propio programa de estudios.

Una de las técnicas con las que practicamos en el Libro de Ejercicios es dejar que surjan pensamientos relacionados. A menudo el pensamiento con el que elijas trabajar puede ser uno de esos pensamientos relacionados, en lugar de las palabras del Libro de Ejercicios.
Algunos días puede que no tengas ninguna palabra concreta con la que practicar, puedes usar el día para la práctica de buscar y hallar la paz de Dios.

La idea básica para la práctica después del Libro de Ejercicios es que puedes usar cualquiera de las técnicas y prácticas que se dan en cualquier parte del Curso, y puedes centrarte en aquello que sientes que necesitas más, o que te va mejor.

Y recuerda que se trata de continuar con esas prácticas hasta que, como dice el Libro de Ejercicios, ya no las necesites más. Tu vida será un continuo instante santo. Puede parecer imposible, pero el Curso promete que Dios hará que sea posible para ti:

Con el tiempo y la práctica nunca más dejarás de pensar en Él o de oír Su amorosa Voz guiando tus pasos por serenos rumbos por los que caminarás en un estado de absoluta indefensión. Pues sabrás que el Cielo va contigo. No permitirás que tu mente se aparte de Él un solo instante, aun cuando tu tiempo transcurra ofreciéndole la salvación al mundo. ¿Dudas acaso de que Él no vaya a hacer que esto sea posible para ti que has elegido llevar a cabo Su plan para la salvación del mundo, así como para la tuya? (L.153.18:1-4)




sábado, 30 de diciembre de 2017

30 DICIEMBRE: Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 364


Te entrego este instante santo.
Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.


1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. 2Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. 3Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. 4Él está a cargo a petición mía. 5Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

LECCIONES FINALES

Propósito: Recibir el regalo que Dios ha prometido a Su Hijo. Dedicar nuestra mente a seguir el camino de la verdad y llevar allí a nuestros hermanos. Perdonar al mundo y acelerar el final del sueño que Dios ha fijado.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.  Utiliza las palabras sólo al comienzo, y únicamente para recordarte a ti mismo que estás intentando ir más allá de ellas. Deja el resto de la lección al Espíritu Santo. Ponle a Él a cargo de todo. Cualquier cosa que necesites, sea un pensamiento, una palabra, o quietud y serenidad, Él te lo dará.

Recordatorios cada hora: No hay instrucciones concretas.

Recordatorios frecuentes: No hay instrucciones concretas.

Respuesta a la tentación: No hay instrucciones concretas.

Comentario

Sugiero que en estos dos últimos días de este año leas la lección y luego el Epílogo que hay detrás. Compartiré algunos comentarios sobre el Epílogo durante estos dos días, sin embargo, tu práctica debe ser con la última lección.

El Epílogo se hace eco de dos temas de la última lección: Seguir al Espíritu Santo como tu Maestro y Amigo en el camino, y la seguridad de alcanzar con éxito el final del camino.

Tu Amigo te acompaña. No estás solo. (Ep.1:2-3)

Tu llegada al hogar es tan segura como la trayectoria que ha sido trazada para el sol antes de que despunte el alba… De hecho, tu camino es todavía más seguro. (Ep.2:1-2)

Hoy voy a tratar el tema de seguir, y mañana la seguridad de llegar al hogar.

El Epílogo deja muy claro que aunque hayamos completado el Libro de Ejercicios y hayamos logrado el propósito que establece para nosotros, habiendo desarrollado la costumbre diaria de darle la dirección de nuestra vida al Espíritu Santo, sólo hemos empezado nuestro viaje y queda mucho trecho todavía. El camino por delante puede ser largo. Habrá dificultades a lo largo del camino. ¿Por qué haría Jesús hincapié en la seguridad del final si no creyéramos que hay razón para dudar?

Se nos dice que este curso es un comienzo, no un final (1:1). Podemos esperar problemas (1:5) y dudas (1:7). Todavía tendremos lecciones aunque no las “lecciones específicas” del Libro de Ejercicios (3:1). Se necesitarán “esfuerzos” (3:3).Habrá momentos en que experimentaremos dificultad, o dolor que pensaremos que es real (4:1). Aún estamos en el camino al Cielo, pero todavía no estamos allí (5:4). Necesitamos dirección (5:5), así que debe haber obstáculos o a veces el camino no parece claro. Todavía estamos en el camino que nos lleva a nuestro hogar (5:7). “Continuaremos recorriendo Su camino” (6:2). Jesús dice que nunca nos dejará sin consuelo, así que el consuelo seguirá siendo necesario (6:8).

Estoy señalando todo lo que nos indica que nos queda una parte muy importante de nuestro viaje todavía por delante, ya que con facilidad solemos pensar de otro modo, y nos volvemos impacientes y queremos que termine el viaje. Los puntos positivos de este Epílogo están planeados para eliminar el desánimo que puede entrarnos cuando nos damos cuenta de que todavía nos queda un largo recorrido.

Primero, tenemos un Amigo Que va con nosotros. “¡Un Amigo!” ¿Me ha enseñado eso mi experiencia con el Libro de Ejercicios? El Espíritu Santo es mi Amigo. (Tal vez para algunos de nosotros ese Amigo es Jesús). ¿Ha sido mi relación con Él suficiente para desarrollar mi confianza en Él? “hablándoos diariamente de vuestro Padre, de vuestro hermano y de vuestro Ser” (4:4). Se nos dan promesas maravillosas de Su dulzura y Su deseo de ayudarnos. No podemos invocarle en vano. Él tiene la respuesta a cualquier cosa que Le preguntemos o pidamos, y no nos las negará. Todo lo que tenemos que hacer es pedir. Él nos habla de “lo que realmente quieres y necesitas” (2:4).

Él dirigirá tus esfuerzos, diciéndote exactamente lo que debes hacer, cómo dirigir tu mente y cuándo debes venir a Él en silencio, pidiendo Su dirección infalible y Su Palabra certera. (Ep.3:3)

No necesitamos preocuparnos por la duración o la dificultad de nuestro viaje. Tenemos un Guía. El Libro de Ejercicios no es nuestro viaje, es un campo de entrenamiento que nos prepara para nuestro viaje, que nos presenta a nuestro Guía y que nos enseña a confiar en Él. Al hacer el Libro de Ejercicios hemos aprendido lo merecedor de nuestra confianza y lo
sabio que es; ahora estamos listos para empezar el viaje, caminando con Él con la confianza de que Él sabe cómo llevarnos al Hogar.





viernes, 29 de diciembre de 2017

29 DICIEMBRE: Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.


AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCION 363


Te entrego este instante santo.
Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.


1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. 2Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. 3Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. 4Él está a cargo a petición mía. 5Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

LECCIONES FINALES

Propósito: Recibir el regalo que Dios ha prometido a Su Hijo. Dedicar nuestra mente a seguir el camino de la verdad y llevar allí a nuestros hermanos. Perdonar al mundo y acelerar el final del sueño que Dios ha fijado.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.  Utiliza las palabras sólo al comienzo, y únicamente para recordarte a ti mismo que estás intentando ir más allá de ellas. Deja el resto de la lección al Espíritu Santo. Ponle a Él a cargo de todo. Cualquier cosa que necesites, sea un pensamiento, una palabra, o quietud y serenidad, Él te lo dará.

Recordatorios cada hora: No hay instrucciones concretas.

Recordatorios frecuentes: No hay instrucciones concretas.

Respuesta a la tentación: No hay instrucciones concretas.

Comentario

Una vez más repetimos esta lección del “instante santo”. Parece como si el autor nos dijera: “Habiendo recibido todos los pensamientos que te he dado, no te queda nada más por hacer excepto poner tu vida en manos del Espíritu Santo”. Helen Schucman, que algo después de haber completado el Curso escribió las primeras partes del Prefacio al Curso (la sección del Prefacio “¿Qué Postula?” la tomó del mismo dictado interno que el resto de los libros), dijo allí:

El Curso no afirma ser de por sí el final del aprendizaje, ni es el propósito de las lecciones del Libro de ejercicios llevar a término el aprendizaje del estudiante. Al final se deja al lector en manos de su propio Maestro Interno, Quien dirigirá el resto del aprendizaje a Su criterio. (Prefacio, página xii)

Eso es exactamente lo que estas cinco lecciones finales están reforzando, dejarnos en las manos del Espíritu Santo para que recibamos más instrucción.

El Libro de Ejercicios es una base, destinada a prepararnos para la instrucción del Espíritu Santo que viene después. Sirve como una especie de muleta mientras estamos demasiado débiles para mantenernos de pie. A veces me gusta pensar que el Libro de Ejercicios es como una especie de “rueditas de aprendizaje” para andar en nuestra bicicleta espiritual. Las ruedas están ahí para evitar que se caiga el niño que está aprendiendo a montar. Cuando aprende a mantener el equilibrio, las ruedas ya no son necesarias, y el niño va aprendiendo a andar en la bicicleta cada vez mejor, tal vez aprendiendo a hacer cabriolas, a andar sin manos, o incluso a hacer maniobras para evitar caerse al suelo. El aprendizaje no se ha terminado cuando acabamos el Libro de Ejercicios, todavía queda mucho que aprender.

El entrenamiento del Curso es un entrenamiento mental. El Libro de Ejercicios ofrece “rueditas de aprendizaje” mental: la estructura de los pensamientos diarios y los ejercicios de práctica que sugiere. Su propósito es iniciarnos en la forma de práctica espiritual del Curso, que consiste en comunicarnos mentalmente con Dios, mañana, noche y en cada momento a lo largo del día. Sus palabras nos dan algo a lo que agarrarnos mientras vamos formando esta nueva costumbre. Al principio está muy estructurado, y la estructura se vuelve bastante rígida. Con el paso del tiempo se vuelve más sencillo, suponiendo que hemos empezado a reforzar la costumbre que está intentando enseñarnos. Aquí, en las Lecciones Finales, la estructura está a punto de terminar, se están quitando las “rueditas de aprendizaje”. Se nos deja en manos del Espíritu Santo completamente, sin libro que nos guíe.

Tal vez alguno se sienta lo bastante motivado para aplicarse con dedicación durante todo el primer año que hacen el Libro de Ejercicios, siguiendo sus instrucciones cada día (o intentándolo). Ciertamente si alguien lo hiciera así, un solo año bastaría para establecer la costumbre de comunicarse espiritualmente con Dios. Sin embargo, para la mayoría de nosotros una sola vez no es suficiente.

Tengo que confesar en este escrito que este próximo año (1997) será la novena vez que hago el Libro de Ejercicios. Completar la primera vez me costó tres años. Desde entonces cada vez lo he hecho en un año, excepto un año que decidí que quería hacer algo diferente por un tiempo. Soy un alumno lento, al acabar este año todavía no he establecido las costumbres que el Libro de Ejercicios está intentando enseñarnos. Cada año lo hago mucho mejor, pero todavía es muy raro el día que recuerdo practicar la lección cada hora, mucho menos acordarme de ella brevemente cinco o seis veces cada hora, y en eso consiste nuestra práctica cuando llevamos varios meses con el libro. Por eso lo estoy haciendo de nuevo, no sólo para compartir los comentarios diarios con vosotros, compañeros, sino porque todavía me queda mucho que aprender.

Aunque no pienso que puedo hacer esta lección tal como se pretende, dejando el Libro de Ejercicios para continuar mi instrucción privada con el Espíritu Santo, aún puedo hacerla cada momento de práctica y de recordatorio durante el día. “Te entrego este instante santo”. Cada instante puede ser un instante santo. Intentemos recordarlo hoy tan a menudo como podamos. Cada vez que lo hagamos, recordemos entregarle el instante al Espíritu Santo para que Él lo haga santo. O más bien, vamos a entregárselo a Él para Sus propósitos en reconocimiento de que es santo.

Tal como la Introducción a esta lección hacía hincapié:

La meta que se nos ha asignado es la de perdonar al mundo. Ésa es la función que Dios nos ha encomendado. (L.Fl.In.3:2-3)

Ése es el propósito del Espíritu Santo, y cada instante que se Le entrega lo usa para ese propósito: perdonar al mundo. “Nuestra función es recordarlo a Él aquí en la tierra” (L.Fl.In.4:1). Le recordamos al perdonar: “Pues todo aquello que perdonamos es parte de Dios Mismo” (L.Fl.In.3:5). Nuestros hermanos son nuestros salvadores, al perdonarles, recordamos a Dios.



TEXTO

 

VIII. Elige de nuevo

 

1. La lección que la tentación siempre quiere enseñar, en cualquier forma en que se presente e independientemente de donde ocurra, es ésta: quiere persuadir al Hijo de Dios de que él es un cuerpo, nacido dentro de lo que no puede sino morir, incapaz de librarse de su flaqueza y condenado a lo que el cuerpo le ordene sentir. 2El cuerpo fija los límites de lo que el Hijo de Dios puede hacer. 3El poder del cuerpo es la única fuerza de la que el Hijo de Dios dispone y el dominio de éste no puede exceder el reducido alcance del cuerpo. 4¿Querrías seguir siendo eso, si Cristo se te apareciese en toda Su gloria, pidiéndote solamente esto?:

5Elige de nuevo si quieres ocupar el lugar que te corresponde entre los salvadores del mundo, o si prefieres quedarte en el infierno y mantener a tus hermanos allí.

6Él ha venido, y esto es lo que te está pidiendo.

2. ¿Cómo se lleva a cabo esa elección? 2¡Qué fácil de explicar es ésto! 3Siempre eliges entre tu debilidad y la fortaleza de Cristo en ti. 4Y lo que eliges es lo que crees que es real. 5Sólo con que te negases a dejar que la debilidad guiase tus actos, dejarías de otor­garle poder. 6la luz de Cristo en ti estaría entonces a cargo de todo cuanto hicieses. 7Pues habrías llevado tu debilidad ante Él, y, a cambio de ella, Él te habría dado Su fortaleza.

3. Las pruebas por las que pasas no son más que lecciones que aún no has aprendido que vuelven a presentarse de nuevo a fin de que donde antes hiciste una elección errónea, puedas ahora hacer una mejor y escaparte así del dolor que te ocasionó lo que elegiste previamente. 2En toda dificultad, disgusto o confusión Cristo te llama y te dice con ternura: "Hermano mío, elige de nuevo”. 3Él no dejará sin sanar ninguna fuente de dolor, ni dejará en tu mente ninguna imagen que pueda ocultar a la verdad. 4Él te liberará de toda miseria a ti a quien Dios creó como un altar a la dicha. 5No te dejará desconsolado, ni solo en sueños infernales, sino que liberará a tu mente de todo lo que te impide ver Su faz. 6Su santidad es la tuya porque Él es el único Poder que es real en ti. 7Su fortaleza es la tuya porque Él es el Ser que Dios creó como Su único Hijo.

4. Las imágenes que fabricas no pueden prevalecer contra lo que Dios Mismo quiere que seas. 2Por lo tanto, jamás tengas miedo de la tentación, sino reconócela como lo que es: una oportunidad más para elegir de nuevo, y dejar que la fortaleza de Cristo impere en toda circunstancia y lugar donde antes habías erigido una imagen de ti mismo. 3Pues lo que parece ocultar a la faz de Cristo es impotente ante Su majestad y desaparece ante Su santa presencia. 4Los salvadores del mundo, que ven tal como Él ve, son sencillamente los que eligen la fortaleza de Cristo en lugar de su propia debilidad, la cual se ve como algo aparte de Él. 5Ellos redimirán al mundo, pues están unidos en el poder de la Volun­tad de Dios. 6lo que ellos disponen no es sino lo que Él dispone.

5. Aprende, pues, el feliz hábito de responder a toda tentación de percibirte a ti mismo débil y afligido con estas palabras:
2Soy tal como Dios me creó. 3Su Hijo no puede sufrir. 4Y yo soy Su Hijo.
5De este modo se invita a la fortaleza de Cristo a que impere y reemplace todas tus debilidades con la fuerza que procede de Dios, la cual es infalible. 6Y de este modo también, los milagros se vuelven algo tan natural como el miedo y la angustia parecían serlo, antes de que se eligiese la santidad. 7Pues con esa elección desaparecen las distinciones falsas; las alternativas ilusorias se dejan de lado no queda nada que interfiera en la verdad.

6.Tú eres tal como Dios te creó, al igual como también lo es toda cosa viviente que contemplas, independientemente de las imáge­nes que veas. 2Lo que percibes como enfermedad, dolor, debili­dad, sufrimiento y pérdida, no es sino la tentación de percibirte a ti mismo indefenso y en el infierno. 3No sucumbas a esta tenta­ción, y verás desaparecer toda clase de dolor, no importa dónde se presente, en forma similar a como el sol disipa la neblina. 4Un milagro ha venido a sanar al Hijo de Dios y a cerrarle la puerta a sus sueños de debilidad, allanando así el camino hacia su salva­ción y liberación. 5Elige de nuevo lo que quieres que él sea, recor­dando que toda elección que hagas establecerá tu propia identidad tal como la has de ver y como creerás que es.

7. No me niegues el pequeño regalo que te pido, cuando a cam­bio de ello pongo a tus pies la paz de Dios y el poder para llevar esa paz a todos los que deambulan por el mundo solos, inseguros y presos del miedo. 2Pues se te ha concedido poder unirte a cada uno de ellos, y, a través del Cristo en ti, apartar el velo de sus ojos y dejar que contemplen al Cristo en sí mismos.

8. Hermanos míos en la salvación, no dejéis de oír mi voz ni de escuchar mis palabras. 2No os pido nada, excepto vuestra propia liberación. 3El infierno no tiene cabida en un mundo cuya hermo­sura puede todavía llegar a ser tan deslumbrante y abarcadora que sólo un paso la separa del Cielo. 4Traigo a vuestros cansados ojos una visión de un mundo diferente, tan nuevo, depurado y fresco que os olvidaréis de todo el dolor y miseria que una vez visteis. 5Mas tenéis que compartir esta visión con todo aquel que veáis, pues, de lo contrario, no la contemplaréis. 6Dar este regalo es la manera de hacerlo vuestro. 7Y Dios ordenó, con amorosa bondad, que lo fuese.

9. ¡Alegrémonos de poder caminar por el mundo y de tener tan­tas oportunidades de percibir nuevas situaciones donde el regalo de Dios se puede reconocer otra vez como nuestro! 2de esta manera, todo vestigio del infierno, así como los pecados secretos y odios ocultos, desaparecerán. 3toda la hermosura que oculta­ban aparecerá ante nuestros ojos cual prados celestiales, que nos elevarán más allá de los tortuosos senderos por los que viajába­mos antes de que apareciese el Cristo. 4Oídme, hermanos míos, oídme y uníos a mí. 5Dios ha decretado que yo no pueda llama­ros en vano, y en Su certeza, yo descanso en paz. 6Pues vosotros me oiréis, y elegiréis de nuevo. 7Y con esa elección todo el mundo quedará liberado.

10. Gracias, Padre, por estos santos seres que son mis hermanos, así como Tus Hijos. 2La fe que tengo en ellos es Tu Propia fe. 3Estoy tan seguro de que vendrán a mí como Tú estás de lo que ellos son, y de lo que serán eternamente. 4Ellos aceptarán el regalo que les ofrezco porque Tú me lo diste para ellos. 5así como yo únicamente quiero hacer Tu santa Voluntad, ésa tam­bién será su elección. 6Te doy gracias por ellos. 7El himno de la salvación resonará a través del mundo con cada elección que cada uno de ellos haga. 8Pues compartimos un mismo propósito, y el fin del infierno está cerca.

11. Mi mano se extiende en gozosa bienvenida a todo hermano que quiera unirse a mí para ir más allá de la tentación, y mirar con firme determinación hacia la luz que brilla con perfecta cons­tancia más allá de ella. 2Dame los míos, pues te pertenecen a Ti. 3¿Y podrías Tú dejar de hacer lo que es Tu Voluntad? 4Te doy las gracias por lo que mis hermanos son. 5según cada uno de ellos elija unirse a mí, el himno de gratitud que se extiende desde la tierra hasta el Cielo se convertirá, de unas Cuantas notas sueltas, en un coro todo-abarcador, que brota de un mundo redimido del infierno y que te da las gracias a Ti.

12. Y ahora decimos "Amén". 2Pues Cristo ha venido a morar al lugar que, en el sosiego de la eternidad, Tú estableciste para Él desde antes de los orígenes del tiempo. 3La jornada llega a su fin, y acaba donde comenzó. 4No queda ni rastro de ella. 5Ya no se le otorga fe a ninguna ilusión, ni queda una sola mota de oscuridad que pudiese ocultarle a nadie la faz de Cristo. 6Tu Voluntad se hace, total y perfectamente, y toda la creación Te reconoce y sabe que Tú eres la única Fuente que tiene. 7La Luz, clara como Tú, irradia desde todo lo que vive y se mueve en Ti. 8Pues hemos llegado allí donde todos somos uno, y finalmente estamos en casa, donde Tú quieres que estemos.


FIN
*    *    *





jueves, 28 de diciembre de 2017

28 DICIEMBRE: Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS


LECCION 362


Te entrego este instante santo.
Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz.


1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. 2Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. 3Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. 4Él está a cargo a petición mía. 5Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

LECCIONES FINALES

Propósito: Recibir el regalo que Dios ha prometido a Su Hijo. Dedicar nuestra mente a seguir el camino de la verdad y llevar allí a nuestros hermanos. Perdonar al mundo y acelerar el final del sueño que Dios ha fijado.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.  Utiliza las palabras sólo al comienzo, y únicamente para recordarte a ti mismo que estás intentando ir más allá de ellas. Deja el resto de la lección al Espíritu Santo. Ponle a Él a cargo de todo. Cualquier cosa que necesites, sea un pensamiento, una palabra, o quietud y serenidad, Él te lo dará.

Recordatorios cada hora: No hay instrucciones concretas.

Recordatorios frecuentes: No hay instrucciones concretas.

Respuesta a la tentación: No hay instrucciones concretas.

Comentario

El Libro de Ejercicios nos lleva a este momento: “… de aquí en adelante Le entregamos también nuestras vidas” (L.FL.In.1:4). Si la idea de entregarle tu vida a Dios no te parece atrayente, piensa en la alternativa: “Pues no queremos volver a creer en el pecado, que fue lo que hizo que el mundo pareciese un lugar feo e inseguro, hostil y destructor, peligroso desde cualquier punto de vista, y traicionero más allá de cualquier esperanza de poder tener confianza o de escapar del dolor” (L.FL.In.1:5).

La idea de que queremos algo distinto a Dios es lo que organizó todo este tinglado. No existe nada distinto a Dios. La “creencia en el pecado” que se menciona no es nada más que nuestra creencia de que hemos conseguido hacer algo separado de Dios. Realmente no queremos esto, aunque hemos creído que lo queríamos. Esta creencia es la fuente de todo nuestro dolor así que, en lugar de eso, entreguemos nuestra vida a la Fuente de toda dicha. Entreguémosle nuestra vida para que Su Voz, el Espíritu Santo, la dirija.

Pongamos este instante santo y cada instante en Sus manos.

El suyo es el único camino para hallar la paz que Dios nos ha dado. Su camino es el que todo el mundo tiene que recorrer al final, pues éste es el final que Dios Mismo dispuso. (L.FL.In.2:1-2)

No dejes que esas palabras “el único camino” te asusten. Esto no quiere decir que Un Curso de Milagros sea el único camino a Dios, lo que quiere decir es que el camino del perdón, la verdad de que todos somos inocentes para Dios, es el único camino, sea cual sea la forma que tome. Dios nos creó a todos para ser Su expresión y, al final, Su Voluntad se hará. Como dice en la Introducción al Texto, no tenemos elección en cuanto al contenido del programa de estudios, sólo en cuándo queremos aprenderlo.

En el sueño del tiempo este final parece ser algo muy remoto. Sin embargo, en verdad ya está aquí, como un amable guía que nos indica qué camino tomar. (L.FL.In.2:3-4)

Robert, en nuestro boletín informativo, escribió un artículo sobre el tema: “¿Cuánto tiempo queda hasta que salgamos de aquí?” o en otras palabras “¿Cuánto tiempo queda hasta que lleguemos al final del viaje?” El Curso está lleno de aparentes contradicciones como la siguiente: La verdad ya está aquí y sin embargo, en el tiempo, parece estar muy, muy lejos. Las dos son ciertas, cada una dentro de su contexto adecuado. Un sueño que dura sólo unos segundos puede parecer que dura años, dentro del sueño. ¿No es posible que un sueño que dura tan sólo un “brevísimo lapso de tiempo” (T.26.V.3:5) pueda parecer que dura billones de años? Dentro del sueño del tiempo, nuestro viaje al Hogar parece que dura muchísimo tiempo. En realidad ya se acabó, y el poder de su final está presente ahora, guiándonos a través del sueño.

Así que, ¿qué deberíamos hacer? ¿Cómo deberíamos vivir? ¿Deberíamos decir: “Ya se terminó todo”, tranquilizarnos y relajarnos? No, para nosotros el sueño todavía nos parece real. Por lo tanto:

Marchemos juntos por el camino que la verdad nos señala. Y seamos los líderes de los muchos hermanos que andan en busca del camino, pero que no lo encuentran. (L.FL.In.2:5-6)

En su artículo, Robert llega a la conclusión de que “¿cuánto tiempo?” es una pregunta que no tiene importancia, y que deberíamos estar contentos tanto si vamos al Hogar mañana o en el año 10.000. Nuestra función es ser la luz del mundo mientras estemos en él. Tenemos que llevar al Hogar a todos nuestros hermanos que todavía están perdidos, que todavía andan a tientas en la oscuridad. Tenemos que perdonar al mundo, llevarles a todos el mensaje de la inocencia, extender a todo el mundo la paz y el amor que hemos encontrado.

Esto es lo que hacemos cuando decimos: “pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará paz”. ¿Qué dirección? La dirección del perdón, la dirección de perdonar al mundo. Ésa es la dirección que “me brindará paz”. Cumplir nuestra tarea de perdonar al mundo se convierte en el contenido de nuestros días. Cuando hayamos aceptado que ésta es la única función que queremos llevar a cabo, el Espíritu Santo arreglará todo por nosotros, nos dará todo lo que necesitemos para el camino.







TEXTO

 

VII. La visión del salvador


1. Aprender significa cambiar. 2La salvación no intenta valerse de medios que todavía sean tan ajenos a tu modo de pensar que no te sirvan de nada, ni tampoco es su intención producir cambios que tú no puedas reconocer. 3Mientras perdure la percepción habrá necesidad de conceptos, y la tarea de la salvación es cambiarlos. 4Pues tiene que lidiar, valiéndose de contrastes, no de la verdad, la cual no tiene opuestos ni puede cambiar. 5De acuerdo con los con­ceptos del mundo, los culpables son "malos" y los inocentes "bue­nos". 6Y no hay nadie aquí que no tenga un concepto de sí mismo que cuenta con lo "bueno" para que le perdone lo "malo". 7No puede tampoco confiar en el aspecto."bueno" de nadie, pues cree que el "malo" anda por ahí al acecho. 8Éste concepto hace hinca­pié en la traición, de modo que resulta imposible tener confianza. 9Nada de esto puede cambiar mientras percibas lo "malo" en ti.

2. Mientras le atribuyas valor al ataque no podrás ver tus "malos" pensamientos. 2Puede que algunas veces los percibas, pero no te darás cuenta de que no significan nada. 3Y así, se presentarán en formas temibles, ocultando su contenido, a fin de quebrantar el pobre concepto que tienes de ti mismo y ennegrecerlo con otro "crimen" más. 4No puedes concederte a ti mismo tu inocencia, pues estás demasiado confundido con respecto a quién eres. 5Mas sólo con que considerases a un solo hermano como completa­mente digno de perdón, tu concepto de ti mismo cambiaría por completo. 6Tus "malos" pensamientos quedarían perdonados junto con los suyos, al no haber permitido que ninguno de ellos te afectase. 7Abandonarías tu empeño de querer ser el símbolo de su maldad y culpabilidad. 8al depositar tu confianza en lo que es bueno en él, la depositarías en lo que es bueno en ti.

3. Desde un punto de vista conceptual, ésta es la manera de verlo a él como algo más que un cuerpo, pues el cuerpo nunca parece ser lo que es bueno. 2Las acciones del cuerpo se perciben como procedentes de lo más "bajo" en ti, y, por ende, de lo más "bajo" en él. 3Al concentrarte únicamente en lo bueno en él, ves el cuerpo cada vez menos y a la larga tan sólo se verá como una sombra que circunda lo bueno. 4cuando hayas llegado al mundo que se encuentra más allá de lo que sólo se puede ver con los ojos del cuerpo, ése será el concepto que tendrás de ti mismo. 5Pues no interpretarás nada de lo que veas sin la Ayuda de la que Dios te proveyó. 6Y en Su visión yace otro mundo.

4. Vives en ese mundo tanto como en éste, 2pues los dos son con­ceptos de ti mismo que se pueden intercambiar, pero que jamás pueden albergarse simultáneamente. 3El contraste es mucho mayor de lo que te imaginas, pues amarás ese otro concepto de ti mismo porque no se concibió sólo para ti. 4Aunque nació como un regalo para alguien a quien no percibías como tu propio ser; se te ha dado a ti. 5Pues el perdón que le concediste a él ha sido aceptado ahora para los dos.

5. Ten fe en aquel que camina a tu lado, para que tu temeroso concepto de ti mismo pueda cambiar. 2contempla lo bueno en él, para que tus "malos" pensamientos no te asusten al no poder nublar la manera en que lo ves. 3lo único que se requiere es que estés dispuesto a que este feliz cambio tenga lugar. 4No se te pide nada más. 5En apoyo de ese cambio, recuerda lo que el concepto de ti mismo que ahora abrigas te trajo en su estela, y dale la bienvenida al grato contraste que se te ofrece. 6Extiende la mano y recibe el regalo de dulce perdón que le ofreces a aquel que tiene tanta necesidad de él como tú. 7Y permite que el cruel concepto que tienes de ti mismo sea intercambiado por otro que te brinda la paz de Dios.

6. El concepto que ahora tienes de ti mismo garantiza que tu fun­ción aquí sea por siempre irrealizable e imposible de llevar a cabo. 2así, te condena a una amarga y profunda sensación de depresión y futilidad. 3Dicho concepto, sin embargo, no tiene por qué ser fijo e inalterable, a menos que decidas que no hay espe­ranzas de que pueda cambiar y lo mantengas estático y oculto en tu mente. 4En lugar de ello, entrégaselo a Aquel que entiende cuáles son las modificaciones que necesita para que pueda serle útil a la función que se te encomendó a fin de brindarte paz, de modo que puedas ofrecer paz para así gozar de ella. 5Las alterna­tivas están en tu mente para que las uses, y tú puedes verte a ti mismo de otra manera. 6¿No preferirías considerarte a ti mismo alguien que es necesario para la salvación del mundo, en vez de un enemigo de ella?.

7. El concepto del yo se alza como un escudo, como una silenciosa barricada contra la verdad, y la oculta de tu vista. 2Todas las cosas que ves son imágenes, porque las contemplas a través de una barrera que te empaña la vista y deforma tu visión, de manera que no puedes ver nada con claridad. 3La luz está ausente de todo lo que ves. 4Como máximo, vislumbras una sombra de lo que se encuentra más allá. 5Como mínimo, ves simplemente la oscuri­dad y percibes las aterrantes imaginaciones procedentes de pen­samientos de culpabilidad y de conceptos nacidos del miedo. 6lo que ves es el infierno, pues eso es lo que es el miedo. 7Mas todo lo que se te da es para tu liberación, y la vista, la visión y el Guía interno te sacarán del infierno junto con aquellos que amas a tu lado, y al universo junto con ellos.

8. ¡Mirad el papel que se os ha encomendado en el universo! 2El Señor del Amor y de la Vida le ha encomendado a cada aspecto de la verdadera creación que salve a todo el mundo de la aflic­ción del infierno. 3Y a cada uno Él le ha concedido la gracia de ser el salvador de los santos hermanos que especialmente se le con­fiaron. 4esto es lo que él aprende cuando primero ve a otro tal como se ve a sí mismo y contempla su propio reflejo en él. 5Así es como deja de lado el concepto que tiene de sí mismo, pues nada viene a interponerse entre su visión y lo que contempla, para juzgar lo que él ve. 6Y en esta única visión él ve la faz de Cristo y se da cuenta de que contempla a todo el mundo según contempla a este hermano. Pues ahora hay luz donde antes había oscuri­dad, y el velo que cubría su vista ha sido descorrido.

9. El velo que cubre la faz de Cristo, el temor a Dios y a la salva­ción, así como el amor a la culpabilidad y a la muerte, no son sino diferentes nombres de un mismo error: que hay un espacio entre tu hermano y tú que os mantiene aparte debido una ilusión de ti mismo que lo mantiene él separado de ti y a ti alejado de él. 2La espada del juicio es el arma que le entregas a esta ilusión de ti mismo, para que pueda luchar impedir que el amor llene el espacio que mantiene a tu hermano separado de ti, mientras empuñes esa espada, no obstante, no podrás sino percibirte a ti mismo como un cuerpo, pues te habrás condenado a estar sepa­rado de aquel que sostiene el espejo que refleja otra imagen de lo que él es, y, por ende, de lo que tú no puedes sino ser también.

10¿Qué es la tentación sino el deseo de permanecer en el infierno y en la aflicción? 2¿Y a qué puede dar lugar esto, sino a una ima­gen de ti mismo que puede estar afligida y permanecer atormen­tada y en el infierno? 3El que ha aprendido a no ver a su hermano de esta manera, se ha salvado a sí mismo y, por ende, se ha con­vertido en el salvador de todos los demás. 4Dios ha encomen­dado a todos a cada uno, pues un salvador parcial es uno que sólo se ha salvado parcialmente. 5Los santos hermanos que Dios te ha encomendado para que los salves son todos aquellos con quienes te encuentras o a quienes contemplas sin saber quién son; los que viste por un instante y luego olvidaste; los que cono­ciste hace mucho; los que conocerás algún día; aquellos de los que ya no te acuerdas y los que aún no han nacido. 6Pues Dios te ha dado a Su Hijo para que lo salves de cualquier concepto que él jamás haya abrigado.

11. Mas ¿cómo podrías ser el salvador del Hijo de Dios mientras todavía desees permanecer en el infierno? 2¿Cómo ibas a ser consciente de su santidad mientras lo veas separado de la tuya? 3Pues la santidad se ve a través de los santos ojos que ven la inocencia en su interior, y que, debido a ello, esperan verla en todas partes. 4De esta manera, la invocan en todo aquel que con­templan, para que pueda ser lo que ellos esperan de él. 5Esta es la visión del salvador: él ve su inocencia en todos los que contem­pla, y su propia salvación en todas partes. 6No tiene un concepto de sí mismo que se interponga entre sus ojos despejados y sere­nos y lo que ve. 7De este modo, lleva la luz a todo lo que contem­pla para así poderlo ver como realmente es.

12. Sea cual sea la forma en que la tentación parezca manifestarse, no es más que un reflejo de tu deseo de ser algo que no eres. 2de ese deseo surge un concepto que te enseña que tú eres aquello que deseas ser. 3Y hasta que no dejes de atribuirle valor al deseo que lo engendró, ése será el concepto que tendrás de ti mismo. 4Y mientras lo tengas en gran estima, verás a tu hermano como la imagen de ti que dicho deseo engendró. 5Pues ver es tan sólo la representación de un deseo, ya que no tiene el poder de crear. 6Puede, no obstante, contemplar con amor o con odio, depen­diendo sencillamente de si eliges unirte a lo que ves o mantenerte aparte y separado de ello.

13. Así como la visión del salvador está desprovista de cualquier juicio acerca de ti, del mismo modo es inocente con respecto a lo que tu hermano es. 2No ve el pasado de nadie en absoluto. 3Y así, sirve a una mente completamente receptiva, libre de viejos con­ceptos y dispuesta a contemplar sólo lo que el presente contiene. 4No puede juzgar porque no sabe nada. 5Y al haber reconocido esto, simplemente pregunta: "¿Cuál es el significado de lo que contemplo?" 6Entonces se le da la respuesta. 7Y la puerta se abre para que la faz de Cristo refulja sobre aquel que con inocencia pide ver más allá del velo de las viejas ideas y de los conceptos ancestrales que por tanto tiempo abrigó contra la visión de Cristo en ti.

14.  Así pues, mantente alerta contra la tentación, recordando que no es más que un deseo demente e insensato de convertirte en algo que no eres. 2Y piensa también en esa cosa que querrías ser en cambio. 3Pues de lo que esa cosa se compone es de locura, de dolor y muerte; de traición y de profunda desesperación, así como de sueños fallidos y de haber perdido toda esperanza, salvo la de morir, para así poner fin al sueño de miedo. 4Eso es todo lo que es la tentación, nada más. 5¿Cómo iba a ser difícil elegir contra ello? 6Examina lo que es la tentación y reconoce cuá­les son las verdaderas alternativas entre las que eliges. 7Pues sólo hay dos. 8No te dejes engañar por el hecho de que aparentan ser muchas. 9Las alternativas son el infierno o el Cielo, y de éstas, sólo puedes elegir una.


15. No dejes que la luz del mundo, la cual te ha sido concedida, permanezca oculta del mundo. 2El mundo necesita la luz, pues es ciertamente un lugar sombrío, y los hombres se desesperan por haber negado la visión del salvador y lo que ven es la muerte. 3Su salvador se encuentra ahí, desconocidamente y desconocido, y los contempla con los ojos cerrados. 4ellos no podrán ver hasta que él los contemple con ojos videntes y les ofrezca el perdón que se ofrece a sí mismo. 5¿Podrías tú a quien Dios exhorta: "¡Libera a mi Hijo!" caer en la tentación de no escuchar, una vez que te has dado cuenta de que es tu propia liberación la que Él pide? 6¿Y qué otra cosa sino ésta pretende enseñar este curso? 7¿Y qué otra cosa sino ésta tienes que aprender?