DESPERTAR AL AMOR

jueves, 2 de febrero de 2017

2 FEBRERO: Hay otra manera de ver el mundo.

AUDIOLIBRO





EJERCICIO

LECCION 33


Hay otra manera de ver el mundo.



1. Lo que se intenta con la idea de hoy es que reconozcas que puedes cambiar tu percepción del mundo tanto en su aspecto externo como en el interno. 2Deben dedicarse cinco minutos com­pletos a la sesión de práctica de por la mañana, así como a la de por la noche. 3En estas sesiones debes repetir la idea tan a menudo como te resulte cómodo, aunque es esencial que las aplicaciones no sean apresuradas. 4Alterna tu examen entre tus percepciones externas e internas, de tal forma que el cambio de unas a otras no sea abrupto.

2. Mira simplemente de pasada al mundo que percibes como externo a ti. aLuego cierra los ojos y examina tus pensamientos internos de la misma manera. 2Trata de ser igualmente desape­gado con ambos, y de mantener ese desapego cuando repitas la idea en el transcurso del día.

3. Las sesiones de práctica más cortas se deben hacer tan frecuen­temente como sea posible. 2La idea de hoy debe aplicarse tam­bién de inmediato, de surgir cualquier situación que te tiente a sentirte perturbado. 3En estas aplicaciones, di:


4Hay otra manera de ver esto.


4. Recuerda aplicar la idea de hoy en el momento en que notes cualquier molestia. 2Quizá sea necesario sentarte en silencio un minuto más o menos y repetir la idea para tus adentros varias veces. 3Cerrar los ojos probablemente te ayudará en este tipo de aplicación.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Enseñarte que tienes el poder de cambiar tu percepción tanto del mundo externo como del mundo interno, que son en realidad lo mismo.

Ejercicios más largos: 2 veces, por la mañana y por la noche, durante cinco minutos completos.

Mira de pasada alrededor de tu mundo externo, cierra los ojos y observa tu mundo interno. Mientras lo haces repite la idea sin prisa. Mira al mundo externo y al interno con la misma tranquilidad, sin involucrarte, con desapego, de modo que el cambio entre ellos sea suave.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como puedas.
Repite la idea. Intenta estar tan desapegado como durante los ejercicios más largos.

Respuesta a la tentación: Tan pronto como una situación te moleste.

Cuando te sientas disgustado, aplica la idea concretamente, diciendo: “Hay otra manera de ver esto”. Haz esto inmediatamente, en lugar de esperar hasta que hayas intentado solucionar las cosas afuera. Si tus sentimientos no desaparecen, no abandones. Pasa un minuto o más repitiendo la frase una y otra vez, cerrando los ojos y concentrándote en las palabras que estás diciendo.

Comentario

Esta lección afirma el poder de nuestra mente de elegir el modo de ver el mundo. ¡Podemos cambiar nuestra percepción del mundo! (1:1). Ésa es una idea que no sólo nos da poder personalmente, sino que además nos da una comprensión que literalmente cambia el mundo.

Al empezar a observar nuestros pensamientos, nos asombrará el número de situaciones en las que la idea de “otro modo de contemplar” no se nos había ocurrido, hemos asumido que el modo en que vemos las cosas es tal como las cosas son realmente. Con algunas cosas, la idea de que podemos verlas de manera diferente, puede ser ofensiva realmente. Sin darnos cuenta podemos estar diciendo: “Mi mente ya lo tiene claro, no me confundas con hechos”.

Por eso es tan importante seguir las instrucciones para la práctica que se dan en las lecciones. El beneficio completo no llega sólo de los periodos más largos de cinco minutos, de la mañana y de la noche: “Las sesiones de práctica más cortas se deben hacer tan frecuentemente como sea posible” (3:1). Durante el día, cuanto más a menudo traigamos a nuestra consciencia esta idea, más conscientes nos volveremos de las clases de pensamientos que estamos evitando cambiar.




TEXTO


III. Amor sin conflicto



1. Es difícil entender lo que realmente quiere decir "El Reino de los Cielos está dentro de ti". 2Ello se debe a que no es comprensi­ble para el ego, que lo interpreta como si algo que está afuera estuviese adentro; lo cual no tiene sentido. 3La palabra "adentro" es innecesaria. 4Tú eres el Reino de los Cielos. 5¿Qué otra cosa sino a ti creó el Creador?, y ¿qué otra cosa sino tú es Su Reino? 6Éste es el mensaje de la Expiación, mensaje que, en su totalidad, trans­ciende la suma de sus partes. 7Tú también tienes un Reino que tu espíritu creó. 8Éste no ha dejado de crear como consecuencia de las ilusiones del ego. 9Tus creaciones no son huérfanas, de la misma manera en que tú tampoco lo eres. 10Tu ego y tu espíritu nunca serán co-creadores, pero tu espíritu y tu Creador lo serán siempre. 11Ten por seguro que tus creaciones están tan a salvo como tú.

12El Reino está perfectamente unido y perfectamente
protegido, y el ego no prevalecerá contra él. 13Amén.


2. Esto se ha escrito en forma de oración porque así puede serte más útil en momentos de tentación. 2Es una declaración de inde­pendencia. 3La encontrarás muy provechosa si la entiendes cabal­mente. 4El que necesites mi ayuda se debe a que has negado a tu propio Guía, y, por consiguiente, necesitas ser guiado. 5Mi papel consiste en separar lo falso de lo verdadero, para que la verdad pueda traspasar las barreras que el ego ha erigido y así brillar en tu mente. 6El ego no puede imperar en contra de nuestra fuerza conjunta.

3. Es seguro que a estas alturas resulta evidente por qué el ego considera que el espíritu es su "enemigo". 2El ego surgió como resultado de la separación, y la continuidad de su existencia de­pende de que tú sigas creyendo en la separación. 3El ego tiene que ofrecerte algún tipo de recompensa para que sigas abrigando esta creencia. 4Lo único que puede ofrecerte es una sensación de exis­tencia temporal que se origina con su propio comienzo y termina con su propio final. 5Te dice que esa vida es tu existencia porque es la suya propia. 6Frente a ésta sensación de existencia temporal, el espíritu te ofrece el conocimiento de la permanencia y de la inmutabilidad del estado de ser. 7Nadie que haya experimentado la revelación de esto puede volver a creer completamente en el ego otra vez. 8¿Cómo iba a poder imperar su miserable oferta por encima del glorioso regalo que Dios te hace?

4. Tú que te identificas con el ego no puedes creer que Dios te ame. 2No amas lo que hiciste, y lo que hiciste no te ama a ti. 3El ego, que fue engendrado como resultado de tú haber negado al Padre, no le guarda lealtad a su hacedor. 4No puedes ni imagi­narte la relación real que existe entre Dios y Sus creaciones debido al odio que le tienes al ser que fabricaste. 5Proyectas sobre el ego tu decisión de estar separado, y esto entra en conflicto con el amor que, por ser su hacedor, sientes por él. 6No hay amor en este mundo que esté exento de esta ambivalencia, y puesto que ningún ego ha experimentado amor sin ambivalencia, el amor es un con­cepto que está más allá de su entendimiento. 7El amor aflorará de inmediato en cualquier mente que de verdad lo desee, pero tiene que desearlo de verdad. 8Esto quiere decir desearlo sin ninguna ambivalencia, y esta forma de desear está completamente despro­vista de la "compulsión de obtener" del ego.

5. Existe una clase de experiencia tan diferente de todo lo que el ego pudiera ofrecerte que nunca más querrás volver a encubrirla u ocultarla. 2Es necesario repetir que tu creencia en la oscuridad y en la ocultación es la razón de que la luz no pueda pasar. 3La Biblia hace referencia frecuentemente a los inconmensurables dones que te aguardan, pero que tienes que pedir. 4Ésta no es una condición como las que el ego establece, 5sino que es la gloriosa condición de lo que tú eres.

6. Ninguna fuerza excepto tu propia voluntad es lo suficiente­mente fuerte o digna como para poder guiarte. 2En esto eres tan libre como Dios, y así será eternamente. 3Pidámosle al Padre en mi nombre que te mantenga consciente de Su Amor por ti y del tuyo por Él. 4Él nunca ha dejado de responder a este ruego, pues lo único que éste pide es lo que Su Voluntad ya ha dispuesto. 5Quienes piden sinceramente siempre reciben respuesta. 6No debes anteponer otros dioses a Él porque no hay otros dioses.

7. Nunca se te ha ocurrido realmente renunciar a todas las ideas que jamás hayas tenido que se oponen al conocimiento. 2Conser­vas miles de retazos de temor que le impiden la entrada al Santísimo. 3La luz no puede filtrarse a través de los muros que levantas para obstruir su paso, y nunca estará dispuesta a destruir lo que tú has hecho. 4Nadie puede ver a través de un muro, pero yo puedo transponerlo. 5Mantente alerta contra los retazos de miedo que aún conservas en tu mente o,  de lo contrario, no podrás pedirme que lo transponga. 6Sólo puedo ayudarte tal como nues­tro Padre nos creó. 7Te amaré, te honraré y respetaré absoluta­mente lo que has hecho, pero no lo apoyaré a menos que sea verdad. 8Nunca te abandonaré tal como Dios tampoco te abando­nará, pero tengo que esperar, mientras tú continúes eligiendo abandonarte a ti mismo. 9Debido a que espero con amor y no con impaciencia, es indudable que me pedirás con sinceridad que lo transponga. 10Vendré en respuesta a toda llamada inequívoca.

8. Examina detenidamente qué es lo que estás realmente pidiendo. 2Sé muy honesto contigo mismo al respecto, pues no debemos ocultarnos nada el uno al otro. 3Si realmente tratas de hacer esto, habrás dado el primer paso en el proceso de preparar a tu mente a fin de que el Santísimo pueda entrar en ella. 4Nos prepararemos para ello juntos, pues una vez que Él haya llegado, estarás listo para ayudarme a preparar otras mentes a que estén listas para Él. 5¿Hasta cuándo vas a seguir negándole Su Reino?

9. En tu propia mente, aunque negada por el ego, se encuentra la declaración que te hará libre: 2Dios te ha dado todo. 3Este simple hecho significa que el ego no existe, y esto le atemoriza mortal­mente. 4En el lenguaje del ego, "tener" y "ser" significan dos cosas distintas, si bien para el Espíritu Santo son exactamente lo mismo. 5El Espíritu Santo sabe que lo "tienes" todo y que lo "eres" todo. 6Cualquier distinción al respecto es significativa solamente cuando la idea de "obtener", que implica carencia, ha sido previa­mente aceptada. 7Por eso es por lo que no hacemos ninguna dis­tinción entre tener el Reino de Dios y ser el Reino de Dios.

10. Al sereno ser del Reino de Dios, del que eres perfectamente consciente cuando estás en tu sano juicio, se le expulsa sin mira­mientos de aquella parte de la mente que el ego rige. 2El ego está desesperado porque se enfrenta a un contrincante literalmente invencible, tanto si estás dormido como si estás despierto. 3Observa cuánta vigilancia has estado dispuesto a ejercer para proteger a tu ego, y cuán poca para proteger a tu mente recta. 4¿Quién, sino un loco, se empeñaría en creer lo que no es cierto, y en defender después esa creencia a expensas de la verdad?






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