DESPERTAR AL AMOR

viernes, 3 de febrero de 2017

3 FEBRERO: Podría ver paz en lugar de esto.

AUDIOLIBRO





EJERCICIOS


LECCION 34


 Podría ver paz en lugar de esto.


1. La idea de hoy comienza a describir las condiciones que preva­lecen en la otra manera de ver. 2La paz mental es claramente una cuestión interna. 3Tiene que empezar con tus propios pensamien­tos, y luego extenderse hacia afuera. 4Es de tu paz mental de donde nace una percepción pacifica del mundo.

2. Para los ejercicios de hoy se requieren tres sesiones de práctica largas. 2Se aconseja que lleves a cabo una por la mañana y otra por la noche, con una tercera adicional a intercalarse entremedias en el momento que parezca más conducente a ello. 3Todas las sesiones deben hacerse con los ojos cerrados. 4Es a tu mundo interno al que deben dirigirse las aplicaciones de la idea de hoy.

3. Para cada una de estas sesiones largas se requieren alrededor de cinco minutos de búsqueda mental. 2Escudriña tu mente en busca de pensamientos de temor, situaciones que provoquen ansiedad, personas o acontecimientos "ofensivos", o cualquier otra cosa sobre la que estés abrigando pensamientos no amorosos. 3A medida que cada uno de estos pensamientos surja en tu mente, obsérvalo relajadamente, repitiendo la idea de hoy muy despacio, y luego haz lo mismo con el siguiente.

4. Si comienza a resultarte difícil pensar en temas específicos, con­tinúa repitiendo la idea para tus adentros sin prisas y sin aplicarla a nada en particular. 2Asegúrate, no obstante, de no excluir nada específicamente.

5. Las aplicaciones cortas deben ser frecuentes, y hacerse siempre que sientas que de alguna forma tu paz mental se está viendo amenazada. 2EI propósito de esto es protegerte de la tentación a lo largo del día. 3Si se presentase alguna forma específica de ten­tación en tu conciencia, el ejercicio deberá hacerse de esta forma:

4Podría ver paz en esta situación en lugar de lo que ahora veo en ella.

6. Si los ataques a tu paz mental se manifiestan en forma de emo­ciones adversas más generalizadas, tales como depresión, ansie­dad o preocupación, usa la idea en su forma original. 2Si ves que necesitas aplicar la idea de hoy más de una vez para que te ayude a cambiar de parecer con respecto a alguna situación determi­nada, trata de dedicar varios minutos a repetirla hasta que sien­tas una sensación de alivio. 3Te ayudará si te dices a ti mismo lo siguiente:  


4Puedo sustituir mis sentimientos de depresión, ansie­dad o preocupación [o mis pensamientos acerca de esta situación, persona o acontecimiento] por paz






Instrucciones para la práctica


Propósito: Empezar a experimentar la paz que caracteriza a la verdadera visión.

Ejercicios más largos: 3 sesiones de cinco minutos: mañana, noche y otra entre medias.

Cierra los ojos y busca en tu mente situaciones, personalidades o acontecimientos que “te molestan” (una típica tríada en el Libro de Ejercicios). Repite la idea lentamente, mientras observas desapasionadamente la corriente de disgustos pasar. Después de un par de minutos puede que no se te ocurran disgustos. Eso es normal. Simplemente sigue repitiendo la idea lentamente hasta que hayan transcurrido los cinco minutos.

Respuesta a la tentación: Hoy no dejes de observar tu mente en busca de disgustos. Cuando notes uno, aplícale la idea. Hay dos formas de disgusto a los que hay que estar atento por si aparecen, cada uno requiere una forma de práctica ligeramente diferente:

1. Si te sientes disgustado por alguna situación concreta, aplícale la idea concretamente: “Podría ver paz en esta situación en lugar de lo que ahora veo en ella”.

2. Si tu disgusto no está relacionado con nada en particular, sino que es un estado de ánimo disgustado, simplemente repite la idea.

Observaciones: Las frases finales de esta lección se ocupan de un punto muy importante, y que es útil recordar a lo largo del Libro de Ejercicios y después. Repetir la idea sólo una vez puede que no cure tu disgusto. Tu disgusto puede desaparecer sólo después de que hayas pasado varios minutos repitiendo la idea. Repetir la misma línea una y otra vez puede sonar a una especie de lavado de cerebro, en el que martilleas tu mente con sumisión. Sin embargo, yo encuentro que este ejercicio no adormece mi mente sino que la ilumina. Si mis sentimientos son muy fuertes, las primeras repeticiones de la idea pueden simplemente rebotar. Pero si sigo con ella, cada repetición permite que la verdad penetre un poco más hondo en mi mente hasta que finalmente vea la situación de manera completamente diferente. Por lo tanto, te animo a que de verdad intentes esta forma de práctica más larga.

Comentario

El pensamiento más útil que he oído en relación con esta lección es: “Fíjate en que dice: Podría ver paz”, y no debería ver paz”. Es facilísimo utilizar esta lección como otra razón para la culpa. “¡Qué malvado soy! Debería ver paz, pero en lugar de ello veo este fastidio. ¿Qué me pasa?”. No es así como se pide que practiques esta lección.

El primer párrafo contiene un resumen maravilloso del sistema de pensamiento del Curso sobre la paz:

La paz mental es claramente una cuestión interna. Tiene que empezar con tus propios pensamientos, y luego extenderse hacia fuera. Es de tu paz mental de donde nace una percepción pacífica del mundo. (1:2-4)

La paz es la motivación para hacer el Curso (T.24.In.1:1). Nuestro objetivo es lo que en una parte posterior del Libro de Ejercicios se llama “una mente en paz consigo misma” (L.p.II.8.3:4). La paz tiene que empezar con nuestros pensamientos y extenderse hacia fuera desde nuestra mente. La mente es el centro de atención del Curso.

Podemos sustituir nuestros sentimientos negativos y nuestros pensamientos no amorosos por paz. Tenemos ese poder. Podemos elegir paz si queremos paz. Fíjate en que las instrucciones de la práctica para aplicar la lección a “emociones adversas” (6:1) sugieren que apliquemos la idea “hasta que sientas alguna sensación de alivio” (6:2). Se pretende que esta práctica tenga efectos que puedan sentirse.

A veces incluso en situaciones extremadamente molestas, he descubierto que repetir estas palabras: “Podría ver paz en lugar de esto” tiene un efecto totalmente calmante sobre mi mente, aunque en ese mismo momento yo no pueda ver paz. De un modo muy sutil, ayuda a convencer a mi mente de que las cosas horribles que estoy viendo no son tan sólidas como una roca, no son la realidad inmutable. Estoy viendo otra cosa que no es paz, pero si realmente pudiese ver paz en lugar de eso, entonces lo que estoy viendo no debe ser tan real como yo pienso, y debe haber algo más que yo no estoy viendo. Incluso ese nivel de alivio se merece el tiempo que requiere la práctica.

Solía creer que cuando sucedían situaciones molestas, tenía que arreglar la situación y cambiar cosas a mi alrededor para estar en paz. Con la práctica de esta lección, he aprendido que puedo responder a cualquier situación mucho más eficazmente si antes mi mente está en paz. He descubierto que puedo traer mi mente a la paz aunque no haya “solucionado” los problemas. Verdaderamente es posible ver paz en lugar de cualquier cosa que parezca estar disgustándome. Y cuando lo hago, cuando traigo paz a mi mente, si se necesita una respuesta, actúo con calma y sin miedo. El pánico no conduce nunca a una acción provechosa; es mejor buscar primero la paz y luego actuar.


TEXTO


IV. Esto no tiene por qué ser así



1. Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla. 2Pero que sí escuchas a la voz de tu ego lo demues­tran tus actitudes, tus sentimientos y tu comportamiento. 3No obstante, eso es lo que quieres. 4Eso es por lo que luchas y lo que procuras proteger manteniéndote alerta. 5Tu mente está repleta de estratagemas para hacer quedar bien al ego, pero no buscas la faz de Cristo. 6El espejo en el que el ego trata de ver su rostro es ciertamente tenebroso. 7¿De qué otra manera, sino con espejos, podría seguir manteniendo la falsedad de su existencia? 8Con todo, dónde buscas para encontrarte a ti mismo depende de ti.

2. He dicho que no puedes cambiar de mentalidad modificando tu conducta, mas he dicho también, y en muchas ocasiones, que puedes cambiar de mentalidad. 2Cuando tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así siempre que no te sientes contento, reconoce entonces que ello no tiene por qué ser así. 3En cada caso, has pensado mal acerca de algún hermano que Dios creó, y  estás percibiendo imágenes que tu ego forja en un espejo tenebroso. 4Examina honestamente qué es lo que has pensado que Dios no habría pensado, y qué no has pensado que Dios habría querido que pensases. 5Examina honestamente tanto lo que has hecho como lo que has dejado sin hacer, y cambia entonces de mentalidad para que así puedas pensar con la Mente de Dios. 6Esto puede parecer difícil, pero es mucho más fácil que intentar pensar al revés de como piensa Él. 7Tu mente y la de Dios son una. 8Negar esto y pensar de otra manera ha conser­vado a tu ego intacto, pero ha dividido literalmente a tu mente. 9Como hermano que te ama, tu mente es de suma importancia para mí, y te exhorto a seguir mi ejemplo cuando te contemples a ti mismo y cuando contemples a tu hermano, y a que veas en ambos las gloriosas creaciones de un Padre glorioso.

3. Cuando te sientas triste, reconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Las depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que deseas y no tienes. 3Recuerda que no careces de nada, excepto si así lo decides, y decide entonces de otra manera. 

4. Cuando sientas ansiedad, date cuenta de que la ansiedad pro­cede de los caprichos del ego. aReconoce que eso no tiene por qué ser así. 2Puedes estar tan alerta contra los dictados del ego como en su favor.

5. Cuando te sientas culpable, recuerda que el ego ciertamente ha violado las leyes de Dios, pero tú no. 2Los "pecados" del ego déjamelos a mí. 3Ése es el propósito de la Expiación. 4Pero hasta que no cambies de parecer con respecto a aquellos a quienes tu ego ha herido, la Expiación no podrá liberarte. 5Si te sigues sintiendo culpable es porque tu ego sigue al mando, ya que sólo el ego puede experimentar culpabilidad. 6Eso no tiene por qué ser así.

6. Vigila tu mente contra las tentaciones del ego, y no te dejes engañar por él. 2No tiene nada que ofrecerte. 3Cuando hayas abandonado ese des-ánimo voluntario, verás como tu mente puede concentrarse, trascender toda fatiga y sanar. 4No obstante, no te mantienes lo suficientemente alerta contra las exigencias del ego como para poder librarte de ellas. 5Eso no tiene por qué ser así.

7. El hábito de colaborar con Dios y Sus creaciones se adquiere fácilmente si te niegas diligentemente a dejar que tu mente diva­gue. 2No se trata de un problema de falta de concentración, sino de la creencia de que nadie, incluido tú, es digno de un esfuerzo continuo. 3Ponte de mi parte sistemáticamente contra este engaño, y no permitas que esa desafortunada creencia te retrase. 4Los des­corazonados no pueden ayudarse a sí mismos ni me pueden ayu­dar a mí. aSin embargo, sólo el ego puede sentirse descorazonado. 

8. ¿Te has detenido a pensar seriamente en las muchas oportuni­dades qué has tenido de regocijarte y en cuántas has dejado pasar? 2El poder de un Hijo de Dios es ilimitado, pero él puede restringir la expresión de su poder tanto como quiera. 3Tu mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego, liberando la fuerza de Dios para que reverbere en todo lo que hagas o pienses. 4No te conformes con menos, y niégate a aceptar como tu objetivo nada que no sea eso. 5Vigila tu mente con sumo cuidado contra cualquier creencia que se interponga en el logro de tu obje­tivo, y recházala. 6Juzga por tus sentimientos cuán bien has hecho esto, pues ése es el único uso acertado del juicio. 7Los juicios, al igual que cualquier otra defensa, se pueden utilizar para atacar o para proteger, para herir o para sanar. 8Al ego se le debe llevar a juicio y allí declararlo inexistente. 9Sin tu lealtad, protección y amor, el ego no puede existir. 10Deja que sea juzgado imparcial­mente y no podrás por menos que retirarle tu lealtad, tu protec­ción y tu amor.

9. Eres un espejo de la verdad, en el que Dios Mismo brilla en perfecta luz. 2Al tenebroso espejo del ego no tienes sino que decirle: "No voy a mirar ahí porque sé que esas imágenes no son verdad". 3Deja entonces que el Santísimo brille sobre ti en paz, sabiendo que así y sólo así es como debe ser. 4Su Mente resplandeció sobre ti en tu creación y le dio existencia a tu mente. 5Su Mente resplandece todavía sobre ti y no puede sino resplandecer a tra­vés de ti. 6Tu ego no puede impedir que Dios resplandezca sobre ti, pero sí puede impedirte que le dejes resplandecer a través de ti. 

10. El Primer Advenimiento de Cristo no es más que otro nombre para la creación, pues Cristo es el Hijo de Dios. 2El Segundo Adve­nimiento de Cristo no significa otra cosa que el fin del dominio del ego y la curación de la mente. 3Al igual que tú, fui creado en el primero, y te he llamado para que te unas a mí en el segundo. 4Estoy a cargo del Segundo Advenimiento,    mi juicio, que se usa solamente como protección, no puede ser erróneo porque nunca ataca. 5El tuyo puede estar tan distorsionado que hasta creas que me equivoqué al escogerte. 6Te aseguro que eso es un error de tu ego. 7No lo confundas con humildad. 8Tu ego está tratando de convencerte de que él es real y de que yo no lo soy, ya que si yo soy real, no puedo ser más real que tú. 9Ese conocimiento -y te aseguro yo que es conocimiento- significa que Cristo ha venido a tu mente y la ha sanado.

11.  Yo no ataco a tu ego. 2Trato con tu mente superior -la morada del Espíritu Santo- tanto si estás dormido como si estás des­pierto, al igual como tu ego trata con tu mente inferior, que es su hogar. 3Me mantengo alerta por ti con respecto a esto porque tú estás tan confundido que te resulta imposible reconocer tu propia esperanza. 4No estoy equivocado. 5Tu mente optará por unirse a la mía, y juntos somos invencibles. 6Tu y tu hermano os uniréis final­mente en mi nombre, y vuestra cordura os será restaurada. 7Resu­cité a los muertos porque sabía que la vida era un atributo eterno de todo lo que el Dios viviente creó. 8¿Por qué crees que habría de ser más difícil para mí inspirar a los des-animados o estabilizar lo inestable? 9Yo no creo que haya grados de dificultad en los mila­gros; tú sí. 10Te he llamado y tú responderás. 11Yo comprendo que los milagros son acontecimientos naturales porque son expresio­nes de amor. 12El que yo te llame es tan natural como el que tú me respondas, e igualmente inevitable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario