DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 15 de marzo de 2017

16 MARZO: La luz ha llegado.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

LECCION 75


La luz ha llegado.

1. La luz ha llegado. 2Te has curado y puedes curar. 3La luz ha llegado. 4Te has salvado y puedes salvar. 5Estás en paz y llevas la paz contigo dondequiera que vas. 6Las tinieblas, el conflicto y la muerte han desaparecido. 7La luz ha llegado.

2. Hoy celebramos el feliz desenlace de tu largo sueño de desas­tres. 2Ya no habrá más sueños tenebrosos. 3La luz ha llegado. 4Hoy comienza la era de la luz para ti y para todos los demás. 5Es una nueva era, de la que ha nacido un mundo nuevo. 6Y cuando el viejo pasó de largo, no dejó rastro alguno sobre el nuevo. 7Hoy vemos un mundo diferente porque la luz ha llegado.

3. Nuestros ejercicios de hoy serán ejercicios felices, pues en ellos daremos gracias por la desaparición de lo viejo y el comienzo de lo nuevo. 2Ya no quedan sombras del pasado que puedan nublar nuestra vista y ocultar el mundo que el perdón nos ofrece. 3Hoy aceptaremos el nuevo mundo como lo que deseamos ver. 4Lo que anhelamos se nos concederá. 5Nuestra voluntad es ver la luz; la luz ha llegado.

4. Dedicaremos nuestras sesiones de práctica más largas a ver el mundo que el perdón nos muestra. 2Eso, y sólo eso, es lo que queremos ver. 3Nuestro único propósito hace que la consecución de nuestro objetivo sea inevitable. 4Hoy el mundo real se alza jubiloso ante nosotros para que por fin lo podamos ver. 5Se nos concede la visión ahora que la luz ha llegado.

5. No queremos ver hoy sobre el mundo la sombra del ego. 2Vemos la luz y en ella vemos el reflejo del Cielo extenderse por todo el mundo. 3Comienza las sesiones de práctica más largas dándote a ti mismo las buenas nuevas de tu liberación:

4La luz ha llegado. 5He perdonado al mundo.

6. No te entretengas hoy en el pasado. 2Mantén tu mente comple­tamente receptiva, libre de todas las ideas del pasado y de todo concepto que hayas inventado. 3Hoy has perdonado al mundo. 4Puedes contemplarlo ahora como si nunca antes lo hubieses visto. 5Todavía no sabes qué aspecto tiene. 6Simplemente estás esperando a que se te muestre. 7Mientras esperas, repite varias veces lentamente y con absoluta paciencia:

8La luz ha llegado. 9He perdonado al mundo.

7. Date cuenta de que tu perdón te hace acreedor a la visión. 2Entiende que el Espíritu Santo jamás deja de darles el don de la visión a los que perdonan. 3Confía en que Él no dejará de dártelo a ti ahora. 4Has perdonado al mundo. 5El Espíritu Santo estará contigo mientras observas y esperas. 6Él te mostrará lo que la verdadera visión ve. 7Ésa es Su Voluntad y tú te has unido a Él. 8Espéralo pacientemente. 9Él estará allí. 10La luz ha llegado. 11Has perdonado al mundo.

8. Dile que sabes que no puedes fracasar en tu empeño porque confías en Él. 2Y dite a ti mismo que esperas lleno de certeza poder contemplar el mundo que Él te ha prometido. 3De ahora en adelante verás de otra manera. 4La luz ha llegado hoy. 5Y verás el mundo que se te ha prometido desde los orígenes del tiempo, en el cual el fin del tiempo está garantizado.

9. Las sesiones de práctica más cortas serán asimismo jubilosos recordatorios de tu emancipación. 2Recuérdate a ti mismo cada cuarto de hora aproximadamente que hoy es un día de una cele­bración especial. 3Da gracias por la misericordia y el Amor de Dios. 4Regocíjate de que el perdón tenga el poder de sanar com­pletamente tu vista. 5Confía en que este día será un nuevo comienzo. 6Sin las tinieblas del pasado sobre tus ojos, hoy no podrás sino ver. 7y tu acogida a lo que veas será tal que felizmente extenderás el día de hoy para siempre.

10. Di entonces:

2La luz ha llegado. 3He perdonado al mundo.

4Si te asaltase la tentación, dile a quienquiera que parezca estarte llevando nuevamente a las tinieblas:

5La luz ha llegado. 6Te he perdonado.

11. Dedicamos este día a la serenidad en la que Dios quiere que estés. 2Manténla en la conciencia que tienes de ti mismo y con­témplala en todas partes hoy, según celebramos el comienzo de tu visión y del panorama que ofrece el mundo real, el cual ha venido a reemplazar al mundo que no habías perdonado y que pensabas era real.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Dejar a un lado tus percepciones sin perdón del mundo y contemplarlo con la visión. Hoy es un día de celebración especial, pues será un nuevo comienzo: “el comienzo de tu visión y del panorama que ofrece el mundo real” (11:2).

Ejercicios más largos: 2 veces, duración de diez a quince minutos. 

  • Dite a ti mismo, como si estuvieras anunciándote “las buenas nuevas de tu liberación” (5:3): “La luz ha llegado. He perdonado al mundo”. 
  • El resto de la sesión de práctica es un ejercicio de intentar ver el mundo que la visión te muestra. Empieza retirando conscientemente todo el significado que le has dado al mundo. Imagínate que tu mente está “libre de todas las ideas del pasado y de todo concepto que hayas inventado” (6:2). Imagínate que “todavía no sabes qué aspecto tiene (el mundo) (6:5). Este acto de limpiar los significados que has escrito sobre el mundo es también un acto de perdonar al mundo, y esto es lo que te concede la visión. 
  • Luego espera, con los ojos abiertos, para que te llegue la visión. Mientras lo haces, con paciencia y lentamente repite de vez en cuando: “La luz ha llegado. He perdonado al mundo”. La actitud principal a tener mientras esperas es de confianza, de que experimentarás la visión porque “tu perdón te da derecho a la visión” (7:1), y porque el Espíritu Santo está ahí contigo y no fallará en darte el regalo de la visión. Mientras esperas dite estas cosas a ti mismo y al Espíritu Santo, y de ese modo date a ti mismo la confianza que necesitas. Y cuando se debilite tu confianza, repite de nuevo las líneas con las que empezaste, y luego continúa esperando que te llegue la visión.

Recordatorios frecuentes: Cada quince minutos.
Lleno de alegría recuérdate a ti mismo que hoy es un tiempo de celebración diciendo: “La luz ha llegado. He perdonado al mundo”. Dilo con una sensación de agradecimiento a Dios. Dilo como la celebración por la sanación de tu vista. Dilo lleno de la confianza de “que este día será un nuevo comienzo” (9:5).

Respuesta a la tentación: Siempre que te sientas tentado a disgustarte con alguien.
No dejes que esta persona te arrastre a la obscuridad. En su lugar dile: “La luz ha llegado. Te he perdonado”.

Comentario

En esta lección, como en otras, el Curso habla de mí como si yo hubiese aceptado su mensaje y hubiese perdonado al mundo, como si este mismo día yo estuviese preparado para ver el mundo real, como si hubiese alcanzado su meta de paz. Quizá hoy no me siento merecedor de esa confianza. Sin embargo, si lo que hemos estado leyendo los dos últimos días es verdad, cualquier idea que yo tenga de que mi voluntad es diferente de la de Dios es sólo una ilusión. Mi verdadero Ser, del que yo soy consciente en mi mente recta, es exactamente tal como esta lección lo describe. Esta lección es la verdad acerca de mí mismo, lo haya reconocido o no.

Si siento que soy hipócrita al practicar esta lección tal como se indica, no importa. Si aparecen dudas acerca de mí cuando digo: “He perdonado al mundo” (5:5; 6:9; 10:3), dejo que las dudas se queden ahí, no les doy el poder de molestarme. Simplemente estoy afirmando la verdad acerca de mí mismo. Hoy estoy en paz y llevo la paz conmigo dondequiera que yo voy (1:5). “La luz ha venido”. Me permito a mí mismo creerlo, dejo que entre este conocimiento en mi mente.

Sea cual sea mi experiencia hoy, esta lección es verdad. No puedo oponerme a lo que está dentro de mí, no puedo ser algo distinto a lo que Dios me creó. “El desenlace final es tan inevitable como Dios” (T.2.III.3:10). “Nuestro único propósito hace que la consecución de nuestro objetivo sea inevitable” (4:3). Veré el mundo real, veré el reflejo del Cielo por todas partes.

¿Siento que me falta seguridad de las palabras de la lección de hoy? Por eso precisamente necesito repetirlas. Quizá si estoy dispuesto a decirlas, a afirmar que esto es lo que quiero ser, el Espíritu Santo añadirá Su poder a mis palabras y las haga verdad para mí. Quizá incluso hoy. “La luz ha venido”. Está aquí, ahora mismo, junto a mí, disponible para mí.
“El espíritu Santo estará contigo mientras observas y esperas. Él te mostrará lo que la verdadera visión ve. Ésa es Su Voluntad y tú te has unido a Él. Espéralo pacientemente. Él estará allí” (7:5-9). Así que espero. Espero “con paciencia” y no con ansiedad. Puede que lleve tiempo mostrarse, pero espero con paciencia, con confianza, sabiendo que Su promesa no puede fallar. La visión que busco vendrá a mí. “Él estará allí”.

Se nos dice “Dile que sabes que no puedes fracasar en tu empeño porque confías en Él” (8:1). Así que lo digo, rezo:”Espíritu Santo, sé que no puedo fracasar porque confío en Ti”. Afirmo mi confianza en mi Ser, afirmo la verdad acerca de mí, y dejo a un lado las mentiras que he creído. Puedo tener confianza en que este día es un nuevo comienzo para mí. Algo ha cambiado dentro de mí, y sé que quiero la paz y la luz de las que habla esta lección. Sé que puesto que las quiero, debido a lo que soy, y debido a que estoy unido al poder del Espíritu Santo en quererlo y de acuerdo a la Voluntad de Dios, no puedo fracasar.

El día de hoy está dedicado a la serenidad (11:1). Hoy está dedicado a la celebración del comienzo de mi visión. Me acepto mí mismo tal como Dios me creó. “La luz ha llegado”.




TEXTO
 
XI. El estado de gracia
  
1. El Espíritu Santo siempre te guiará acertadamente porque tu dicha es la Suya. 2Eso es lo que Su Voluntad dispone para todos porque habla en representación del Reino de Dios, que no es otra cosa que dicha. 3Seguirle, por consiguiente, es la cosa más fácil del mundo, y lo único, que es fácil, ya que no es de este mundo. 4Por lo tanto, es algo natural. 5El mundo va en contra de tu natu­raleza, al estar en desacuerdo con las leyes de Dios. 6El mundo percibe grados de dificultad en todo. 7Eso se debe a que el ego no percibe nada como completamente deseable. 8Al demostrarte a ti mismo que no hay grados de dificultad en los milagros, te con­vencerás de que, en tu estado natural, no hay grados de dificul­tad en absoluto porque tu estado natural es un estado de gracia. 

2. La gracia es el estado natural de todos los Hijos de Dios. 2Cuando no están en estado de gracia, están fuera de su medio ambiente, y, por lo tanto, no se desenvuelven bien. 3Todo lo que hacen les produce tensión porque no fueron creados para el medio ambiente que ellos mismos se han labrado. 4No pueden, por lo tanto, adaptarse a él, ni hacer que dicho ambiente se adapte a ellos. 5De nada sirve intentarlo. 6Un Hijo de Dios es feliz única­mente cuando sabe que está, con Dios. 7Ése es el único medio ambiente en el que no sufre tensión porque ahí es donde le corres­ponde estar. 8Es también el único medio ambiente que es digno de él porque su valía está más allá de cualquier cosa que él pueda inventar.

3. Examina el reino que fabricaste y juzga su valor imparcialmente. 2¿Es acaso digno de ser la morada de una criatura de Dios? 3¿Protege tal mundo su paz e irradia amor sobre ella? 4¿Evita acaso que su corazón se vea afectado por el miedo, y le permite dar siempre sin experimentar ninguna sensación de pérdida? 5¿Le enseña que esa forma de dar es su dicha, y que Dios Mismo le agradece lo que da? 6Ése es el único ambiente en el que puedes ser feliz. 7Tú no lo puedes "crear", como tampoco puedes "crearte" a ti mismo. 8Fue creado para ti, tal como tú fuiste creado para él. 9Dios vela por Sus Hijos y no les niega nada. 10Mas cuando ellos lo niegan a Él, dejan de ser conscientes de eso porque se niegan todo a sí mismos. 11Tú, que podrías estar dando el Amor de Dios a todo lo que ves, a todo lo que tocas y a todo lo que recuerdas, estás literalmente negándote el Cielo a ti mismo.

4. Te exhorto a recordar que te he escogido a ti para que le ense­ñes al Reino lo que es el Reino. 2Esta lección no admite excepcio­nes porque la falta de excepciones es la lección en sí. 3Cada Hijo que regresa al Reino con esta lección en su corazón ha sanado a la Filiación y ha dado gracias a Dios. 4Todo aquel que aprende esta lección se convierte en el maestro perfecto porque la ha apren­dido del Espíritu Santo.

5. Cuando una mente contiene solamente luz, conoce solamente la luz. 2Su propia luminiscencia alumbra todo en su derredor, y se extiende hasta la penumbra de otras mentes, y las transforma en majestad. 3La Majestad de Dios se encuentra en ellas para que la reconozcas, la aprecies y la conozcas. La manera de aceptar tu herencia es reconociendo la Majestad de Dios en tu hermano. 5Dios sólo da de manera equitativa. 6Si reconoces Su don en cual­quiera, habrás reconocido lo que Él te ha dado a ti. 7Nada es más fácil de reconocer que la verdad, 8ya que es un reconocimiento inmediato, inequívoco y natural. 9Te has enseñado a ti mismo a no reconocerla, y esto ha sido muy difícil para ti.

6. Al hallarte fuera de tu ambiente natural es muy posible que te preguntes:"¿Qué es la verdad?", toda vez que la verdad es el medio ambiente por el cual y para el cual fuiste creado. 2No te conoces a ti mismo porque no conoces a tu Creador. 3No conoces tus creaciones porque no conoces a tus hermanos, quienes las crearon junto contigo. 4He dicho que únicamente la Filiación en su totalidad es digna de ser co-creadora con Dios, ya que única­mente la Filiación en su totalidad puede crear como Él. 5Siempre que sanas a un hermano reconociendo su valía, estás recono­ciendo su poder para crear, así como el tuyo propio. 6Él no puede haber perdido lo que tú reconoces en él, y tú no puedes sino poseer la gloria que ves en él. 7Él es un co-creador con Dios al igual que tú. 8Niega su poder creativo, y estarás negando el tuyo y el de Dios, que te creó.     

7. No puedes negar parte de la verdad. 2No conoces tus creacio­nes porque no conoces a su creador. No te conoces a ti mismo porque no conoces el tuyo. 4Tus creaciones no pueden establecer tu realidad, tal como tú tampoco puedes establecer la de Dios. 5Pero sí puedes conocer tu realidad y la de Dios. 6Al Ser se le conoce mediante el acto de compartirlo. 7Puesto que Dios com­partió su Ser contigo, Lo puedes conocer. 8Pero tienes también que conocer todo lo que Él creó, para saber lo que ellos han compartido. 9Sin tu Padre no podrás conocer tu propia paternidad. 10El Reino de Dios incluye a todos Sus Hijos y a los hijos de éstos, que son tan semejantes a los Hijos como éstos son semejantes al Padre. 11Conoce, entonces, a los Hijos de Dios, y habrás conocido a toda la creación.






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