DESPERTAR AL AMOR

martes, 23 de mayo de 2017

23 MAYO: CUARTO REPASO: Repaso de las lecciones 125 y 126

AUDIOLIBRO 


 

EJERCICIOS


LECCION 143

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.


(125) En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios.
(126) Todo lo que doy es a mí mismo a quien se lo doy. 



Instrucciones para la práctica

Propósito: Prepararnos para la segunda parte del Libro de Ejercicios (que no empieza hasta dentro de ochenta lecciones). El siguiente repaso (Quinto Repaso) habla de esta misma preparación. El Libro de Ejercicios parece dar por sentado que ya hemos pasado la peor parte (ver, por ejemplo, L.122.10:2), y que ahora, con mucha menos resistencia, podemos poner toda la atención en prepararnos para la cumbre del Libro de Ejercicios: la Segunda Parte.

Más largo: 2 (al principio y al final del día), durante siete minutos aproximadamente
.
Primero, pasa cinco minutos pensando en la idea central de este repaso: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. Acalla tu mente, y repite la idea una y otra vez, muy lentamente, poniendo toda tu atención en su significado. Deja que despeje y sustituya a toda tu habitual manera de pensar. Tus pensamientos habituales (como explican los párrafos 3 y 4) son realmente faltas de perdón disfrazadas. Puesto que estos pensamientos no son de Dios, ocultan la verdad de que tu mente alberga sólo lo que piensas con Dios. Al apartarlos y pensar sólo este pensamiento del Curso, entras en contacto con tu verdadero estado mental, en el que sólo piensa los Pensamientos de Dios. Esto te preparará para un día que refleja ese estado verdadero, en el que los pensamientos que se te ocurren proceden de Dios (ver 6:1-2).

Si tus pensamientos habituales intentan meterse por medio, elimínalos con el pensamiento central. Una sugerencia para estos momentos es usar las imágenes de 4:3. Imagina que tu mente es el océano. Poner uno de tus pensamientos habituales en tu mente es como un niño arrojando un palo al agua. ¿Cómo puede eso cambiar los grandes ritmos del océano (las mareas, el sol calentando el agua, la luna reflejándose sobre la superficie)? ¿Cómo puede eso cambiar los grandes pensamientos que compartes con Dios?
Después de estos cinco minutos, pasa a la segunda fase de la práctica. Lee las dos ideas del repaso, cierra los ojos, y repítelas mentalmente para tus adentros (muy, muy lentamente). Dios ha puesto un regalo dentro de cada palabra. Deja que tu mente reciba ese regalo. “Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado” (7:4). Recibe el pensamiento que Él ha puesto ahí para ti, pues ese recibir es el verdadero estado de tu mente.

El propósito de la primera fase de la práctica es prepararte para esta segunda fase. Al pasar cinco minutos con el pensamiento de Dios, te preparas a ti mismo para ver en las dos ideas únicamente el significado que Dios les ha dado.

Observaciones: Por la noche, repite la misma práctica. Date cuenta de que el pensamiento central ha hecho “de ese día una ocasión especial de bendición” (9:3), tanto para ti como para el mundo, debido a tu práctica llena de fe. Date cuenta también de que duermes rodeada con la gratitud de Dios por tu práctica. Pues ahora estás aprendiendo a reclamar la herencia que Dios te dio.

Más corto: Cada hora, durante un momento de silencio y quietud.
Esta es una pequeña versión de la práctica de la mañana y de la noche. Pasa un momento de quietud y silencio con el pensamiento central, y luego repite las dos ideas del repaso, lentamente, dándote tiempo para ver los preciosos regalos de significado que Dios ha puesto en ellas para ti.

Comentario

El Pensamiento de Dios crea. Fuimos creados cuando Dios pensó en nosotros, Su Mente se extendió hacia fuera y lo que estaba en Su Mente se extendió y se convirtió en nuestra mente. Hablar del pensamiento central: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”, dice la Introducción al repaso, “Éste fue el pensamiento mediante el cual el Padre creó a Su Hijo, estableciéndolo así como co-creador con Él” (L.rIV.In.2:4).

Por lo tanto, nuestra mente tiene que ser como la Suya, creando como Él al extender nuestros pensamientos hacia fuera. Somos los Pensamientos de Dios, y Sus Pensamientos tienen Su naturaleza:

“De la misma manera en que el Pensamiento creador de Dios procede de Él hacia ti, así tu pensamiento creador no puede sino proceder de ti hacia tus creaciones. Sólo de esta manera puede extenderse todo poder creativo. Las obras de Dios no son tus obras, pero tus obras son como las Suyas. Él creó a la Filiación y tú la expandes. Tienes el poder de acrecentar el Reino, aunque no de acrecentar a su Creador. Reivindicas ese poder cuando te mantienes alerta sólo en favor de Dios y de Su Reino. Al aceptar que tienes ese poder, aprendes a recordar lo que eres”. (T.7.I.2:3-9)

Tal como recibimos la Palabra de Dios hoy, así tenemos que darla. Si la recibimos, la daremos, porque lo que recibimos es un pensamiento de compartir. Fuimos creados mediante este compartir pensamientos, este extender el Ser de Dios; compartir o darnos nosotros mismos es nuestra herencia, la esencia de lo que somos. En el primer pensamiento que repasamos hoy está la palabra “recibo”. En el segundo pensamiento está la palabra “doy”.

Aceptar o recordar lo que somos significa darnos cuenta de que somos seres que extienden, que dan, que comparten. Creados por el Amor somos amor. Por esta razón el Curso da tanta importancia a aceptar nuestra función de salvadores del mundo; al aceptarla, estamos aceptando nuestro Ser tal como Dios nos creó. Simplemente estamos ocupando nuestro lugar en el proceso creativo, eligiendo no poner más obstáculos a la extensión de amor desde Dios a nosotros, y de nosotros al mundo.

“Crear es amar. El amor se extiende hacia afuera simplemente porque no puede ser contenido”. (T.7.I.3:3-4)

En la quietud recibo hoy la Palabra de Dios, que es la afirmación de Su Amor a todas Sus creaciones. Abro mi mente para reconocer ese Amor, recibiéndolo para mí. Y luego me ofrezco para dar tal como he recibido, sabiendo que al darlo a mis hermanos, estoy dando ese Amor a mí mismo. Darlo es recibirlo. Con mis palabras, mis pensamientos, mis expresiones y mis actitudes comunico a todos a mi alrededor la Palabra que he recibido: “Tú, también, eres amado. Tú, también eres amoroso. Tú, también, eres la expresión y el canal del Amor de Dios”.




TEXTO

VIII. De la percepción al conocimiento

 

1. Toda curación es una liberación del pasado. 2Por eso es por lo que el Espíritu Santo es el único Sanador. 3Él enseña que el pasado no existe, hecho éste que pertenece a la esfera del conocimiento, y que, por lo tanto, es imposible que nadie en el mundo sepa. 4Sería ciertamente imposible permanecer en el mundo gozando de tal conocimiento. 5Pues la mente que sabe eso a ciencia cierta, sabe también que vive en la eternidad, y no utiliza la percepción en absoluto. 6Por lo tanto, no se detiene a pensar dónde está, ya que el concepto "dónde" no significa nada para ella. 7Sabe que está en todas partes, de la misma manera en que lo tiene todo, y para siempre.

2. La diferencia palpable que existe entre la percepción y el conocimiento resulta muy evidente si consideras esto: no hay nada  parcial con respecto al conocimiento. 2Cada uno de sus aspectos es total, y, por lo tanto, ningún aspecto está separado de otro. 3Tú eres un aspecto del conocimiento, al estar en la Mente de Dios, Quien te conoce. 4Todo conocimiento te pertenece, pues en ti reside todo conocimiento. 5La percepción, aun en su expresión más elevada, nunca es completa. 6lncluso la percepción del Espí­ritu Santo -la más perfecta que puede haber- no tiene signifi­cado en el Cielo. 7La percepción puede extenderse a todas partes bajo Su dirección, pues la visión de Cristo contempla todo en la luz. 8Pero no hay percepción; por muy santa que sea, que perdure eternamente.

3. La percepción perfecta pues, tiene muchos elementos en común con el conocimiento, haciendo que sea posible su transfe­rencia él. 2El último paso, no obstante, lo tiene que dar Dios porque el último paso de tu redención, que parece estar en el futuro, Dios lo dio ya en tu creación. 3La separación no ha inte­rrumpido la creación. 4La creación no puede ser interrumpida. 5La separación no es más que una formulación equivocada de la realidad que no tiene consecuencia alguna. 6El milagro, que no tiene  ninguna función en el Cielo, es  necesario aquí. 7Todavía pueden verse aspectos de la realidad, los cuales reemplazarán a aspectos de la irrealidad. 8Los aspectos de la realidad se pueden ver en todo y en todas partes. 9Mas sólo Dios puede congregarlos a todos, al coronarlos cual uno solo con el don final de la eterni­dad.

4. Sin el Padre y sin el Hijo el Espíritu Santo no tiene ninguna función. 2No está separado de ninguno de Ellos al estar en la Mente de Ambos y saber que dicha Mente es una sola. 3El Espíritu Santo es un Pensamiento de Dios, y Dios te lo dio porque Él no tiene ningún Pensamiento que no comparta. 4El mensaje del Espíritu Santo habla de lo intemporal en el tiempo, y por eso es por lo que la visión de Cristo contempla todas las cosas con amor. 5Sin embargo, ni siquiera la visión de Cristo es Su realidad. 6Los áureos aspectos de realidad que brotan a la luz bajo Su amorosa mirada son vislumbres parciales del Cielo que se encuentra más allá de ellos.

5. Éste es el milagro de la creación: que es una eternamente. 2Cada milagro que le ofreces al Hijo de Dios no es otra cosa que la verda­dera percepción de un aspecto de la totalidad. 3Aunque cada aspecto es en sí la totalidad, no podrás saber esto hasta que no te des cuenta de que todos ellos son lo mismo, que se perciben en la misma luz, y que, por lo tanto, son uno. 4Cada hermano que ves libre de su pasado, pues, te aproxima más al final del tiempo al introducir una manera de ver sana y sanadora en la oscuridad, capacitando así al mundo para ver. 5Pues la luz tiene que llegar hasta el mundo tenebroso para que la visión de Cristo sea posible incluso ahí. 6Ayúdale a ofrecer Su don de luz a todos los que creen vagar en la oscuridad, y deja que Él los reúna en Su serena visión que hace que todos sean uno solo.

6. Todos ellos son iguales: bellos e igualmente santos. 2Él se los ofrecerá a Su Padre tal como le fueron ofrecidos a Él. 3Sólo hay un milagro, del mismo modo en que sólo hay una realidad. 4Y cada milagro que llevas a cabo contiene todos los demás, de la misma manera en que cada aspecto de realidad que ves se funde serenamente en la única Realidad que es Dios. 5El único milagro que jamás existió es el santísimo Hijo de Dios creado en la única Realidad que es su Padre. 6La visión de Cristo es el don que Él te da a ti. 7Su Ser es el don que Su Padre le dio a Él.

7. Alégrate de que tu función sea curar, pues puedes otorgar el regalo de Cristo, y no puedes perder el regalo que tu Padre te hizo a ti. 2Ofrece el regalo de Cristo a todo el mundo y en todas partes, pues los milagros que le ofreces al Hijo de Dios a través del Espíritu Santo te sintonizan con la realidad. 3El Espíritu Santo sabe el papel que te corresponde desempeñar en la redención, y también quiénes te están buscando y dónde encontrarlos. 4El conocimiento está mucho más allá de lo que te incumbe a ti como individuo. 5Tú que formas parte de él y que eres todo él, sólo necesitas darte cuenta de que el conocimiento es del Padre, y no tuyo. 6Tu papel en la redención te conduce al conocimiento mediante el re-establecimiento de su unicidad en tu mente. 

8. Cuando te hayas visto a ti mismo en tus hermanos te liberarás y gozarás de perfecto conocimiento, pues habrás aprendido a libe­rarte a través de Aquel que sabe lo que es la libertad. 2Únete a mí bajo el santo estandarte de Sus enseñanzas; y conforme nos haga­mos más fuertes, el poder del Hijo de Dios cobrará vida en no­sotros, y no excluiremos nadie ni dejaremos a nadie solo. 3Y de repente el tiempo cesará, y todos nos uniremos en la eternidad de Dios el Padre. 4La santa luz que viste fuera de ti en cada milagro que ofreciste a tus hermanos, se te devolverá. 5al saber que la luz se encuentra en ti, tus creaciones estarán allí contigo, tal como tú estás en tu Padre.  

9. Así como los milagros te unen a tus hermanos en este mundo, tus creaciones establecen tu paternidad en el Cielo. 2Tú eres el testigo de la Paternidad de Dios, y Él te ha dado el poder de crear en el Cielo los testigos de la tuya, la cual es como la Suya. 3Nié­gale esto a tu hermano, y estarás negando los testigos de tu pater­nidad en el Cielo. 4El milagro que Dios creó es perfecto, al igual que los milagros que obraste en Su Nombre. 5Cuando los aceptas, tanto tú como ellos dejáis de necesitar curación.
           
10. En este mundo, no obstante, tu perfección no tiene testigos. 2Dios conoce tu perfección, pero tú no, así que no compartes Su testimonio de ella. 3Tampoco das testimonio de Él, pues de la rea­lidad se da testimonio viéndola como una sola. 4Dios espera a que des testimonio de Su Hijo y de Él. 5Los milagros que llevas a cabo en la tierra son elevados hasta el Cielo y hasta Él. 6Dan testimonio de lo que no sabes, y cuando llegan a las puertas del Cielo, Dios las abre, 7pues Él nunca dejaría afuera y excluido de Sí Mismo a Su Hijo bienamado
.

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