DESPERTAR AL AMOR

viernes, 26 de mayo de 2017

26 MAYO: CUARTO REPASO: Repaso de las lecciones 131 y 132

AUDIOLIBRO 


 

EJERCICIOS


LECCION 146 

Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios.



(131) Nadie que realmente se proponga alcanzar la verdad puede fracasar.
(132) Libero al mundo de todo lo que jamás pensé que era. 




Instrucciones para la práctica
Propósito: Prepararnos para la segunda parte del Libro de Ejercicios (que no empieza hasta dentro de ochenta lecciones). El siguiente repaso (Quinto Repaso) habla de esta misma preparación. El Libro de Ejercicios parece dar por sentado que ya hemos pasado la peor parte (ver, por ejemplo, L.122.10:2), y que ahora, con mucha menos resistencia, podemos poner toda la atención en prepararnos para la cumbre del Libro de Ejercicios: la Segunda Parte.

Más largo: 2 (al principio y al final del día), durante siete minutos aproximadamente
.
Primero, pasa cinco minutos pensando en la idea central de este repaso: “Mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. Acalla tu mente, y repite la idea una y otra vez, muy lentamente, poniendo toda tu atención en su significado. Deja que despeje y sustituya a toda tu habitual manera de pensar. Tus pensamientos habituales (como explican los párrafos 3 y 4) son realmente faltas de perdón disfrazadas. Puesto que estos pensamientos no son de Dios, ocultan la verdad de que tu mente alberga sólo lo que piensas con Dios. Al apartarlos y pensar sólo este pensamiento del Curso, entras en contacto con tu verdadero estado mental, en el que sólo piensa los Pensamientos de Dios. Esto te preparará para un día que refleja ese estado verdadero, en el que los pensamientos que se te ocurren proceden de Dios (ver 6:1-2).

Si tus pensamientos habituales intentan meterse por medio, elimínalos con el pensamiento central. Una sugerencia para estos momentos es usar las imágenes de 4:3. Imagina que tu mente es el océano. Poner uno de tus pensamientos habituales en tu mente es como un niño arrojando un palo al agua. ¿Cómo puede eso cambiar los grandes ritmos del océano (las mareas, el sol calentando el agua, la luna reflejándose sobre la superficie)? ¿Cómo puede eso cambiar los grandes pensamientos que compartes con Dios?
Después de estos cinco minutos, pasa a la segunda fase de la práctica. Lee las dos ideas del repaso, cierra los ojos, y repítelas mentalmente para tus adentros (muy, muy lentamente). Dios ha puesto un regalo dentro de cada palabra. Deja que tu mente reciba ese regalo. “Deja que cada palabra refulja con el significado que Dios le ha dado” (7:4). Recibe el pensamiento que Él ha puesto ahí para ti, pues ese recibir es el verdadero estado de tu mente.

El propósito de la primera fase de la práctica es prepararte para esta segunda fase. Al pasar cinco minutos con el pensamiento de Dios, te preparas a ti mismo para ver en las dos ideas únicamente el significado que Dios les ha dado.

Observaciones: Por la noche, repite la misma práctica. Date cuenta de que el pensamiento central ha hecho “de ese día una ocasión especial de bendición” (9:3), tanto para ti como para el mundo, debido a tu práctica llena de fe. Date cuenta también de que duermes rodeada con la gratitud de Dios por tu práctica. Pues ahora estás aprendiendo a reclamar la herencia que Dios te dio.

Más corto: Cada hora, durante un momento de silencio y quietud.
Esta es una pequeña versión de la práctica de la mañana y de la noche. Pasa un momento de quietud y silencio con el pensamiento central, y luego repite las dos ideas del repaso, lentamente, dándote tiempo para ver los preciosos regalos de significado que Dios ha puesto en ellas para ti.

Comentario

Continuando con la ampliación de ideas acerca del tema central del repaso, me quedé impresionado con estas frases de los párrafos 2 y 4 de la Introducción al repaso:

“No obstante, es verdad eternamente (que mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios)” (L.rIV.In.2:8).

“Tu mente, sin embargo, alberga sólo lo que piensas con Dios. Tus auto-engaños no pueden ocupar el lugar de la verdad, de la misma manera en que un niño que arroja un palo al mar no puede cambiar el ir y venir de las olas, evitar que el sol caliente las aguas o impedir que el plateado reflejo de luna se vea por la noche en ellas” (L.rIV.In.4:1-3).

Es “verdad eternamente” que mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios. Era verdad cuando Dios me creó. Será verdad cuando el viaje haya terminado y esté en mi hogar con Dios. Y es verdad ahora mismo. “Verdad eternamente”. El tercer párrafo habla de las muchas formas de falta de perdón “cuidadosamente ocultas” en mi mente, las defensas del ego, sus ilusiones, su uso del engaño a mí mismo para que continúe el juego de no ser consciente. Sin embargo, a pesar de esto, “mi mente alberga sólo lo que pienso con Dios”. Nada de lo que hago afecta a este hecho. Todos los engaños del mundo pueden ocultar este hecho, pero no pueden cambiarlo. “Tus auto-engaños no pueden ocupar el lugar de la verdad” (L.rIv.In.4:2).

La imagen del niño arrojando un palo al océano es perfecta. Recuerdo que de niño solía ir al Cabo Cod. Solía estar cerca del rompiente del oleaje, con olas más altas que yo rompiendo delante de mí, y solía pegar puñetazos a las olas, peleando con ellas, mandando mi puño contra ellas. Para mí en aquella época, yo era como un guerrero luchando contra el océano. ¡Estaba seguro de que el océano estaba preocupado! ¡Estaba seguro de que mis esfuerzos poderosos reducían la velocidad de la marea un poco, por lo menos! ¡Seguro que sí, por supuesto!

Nuestra “rebelión” contra Dios ha tenido el mismo efecto. En otras palabras, ningún efecto. La idea de que podemos cambiar la creación de Dios es tan ridícula como un niño con un palo que cree que puede hacer daño al océano cuando lo arroja a él.

Ésta es la razón por la que “nadie que se proponga alcanzar la verdad puede fracasar”. Porque la verdad está aquí, en mi mente, donde siempre ha estado y donde siempre estará No puedo dejar de encontrarla porque ¡nunca la he perdido! Todavía la conservo.


He contemplado este mundo y he creído que era un lugar donde Dios no está. He visto lo que parece ser una falta de amor total. He estado profundamente desilusionado del mundo. Bueno, “Libero al mundo de todo lo que he pensado que era”. Dejo que todas esas impresiones del mundo se vengan abajo, porque no puede ser lo que pensé que era, no si todas nuestras mentes todavía albergan lo que pensamos con Dios. ¡Hay algo mal en esta imagen del mundo! Justo cuando había empezado a entender el mundo, viene el Curso y dice: “¡No te acercas ni por lo más remoto!” Así que, abandono mis juicios acerca del mundo, y abro mi mente para que se me enseñe de nuevo. Quizás, sólo quizás, el modo en que lo veía está relacionado con lo que pensaba acerca de mí, con la creencia de que mi mente estaba en guerra contra Dios. Quizás he visto un mundo en guerra contra Dios porque así me imagino que está mi mente, y lo he proyectado sobre el mundo. Y quizás. Si abandono mis locas ideas acerca de mí, mi imagen del mundo cambiará también. ¡Estoy deseando intentarlo!





TEXTO


Xl. La paz del Cielo

 

1. Las mejores alternativas que el ego ofrece para contrarrestar lo que se percibe como la ruda intromisión de la culpabilidad en la paz son: el olvido, el sueño y la muerte. 2Aun así, nadie piensa que está en conflicto y abatido por una guerra cruel, a menos que crea que ambos contendientes son reales: 3Al creerlo, se ve obli­gado a escapar, pues una guerra así pondría fin a su paz mental y, por lo tanto, lo destruiría. 4Mas sólo con que se diese cuenta de que la guerra es entre un poder real y uno irreal, podría mirar en su interior y ver su libertad. 5Nadie pensaría estar abatido y ator­mentado por interminables batallas si él mismo percibiese que no tienen absolutamente ningún significado.

2. No es la Voluntad de Dios que Su Hijo viva en estado de guerra. 2Por lo tanto, el imaginado "enemigo" que Su Hijo cree tener es totalmente irreal3No estás sino tratando de escapar de una guerra encarnizada de la que ya te has escapado. 4La guerra ya terminó, pues has oído el himno de la libertad elevarse hasta el Cielo. 5Grande es la dicha y el regocijo de Dios por tu liberación porque tú no creaste la libertad. 6Mas de la misma manera en que no creaste la libertad, tampoco creaste una guerra que pudiese poner en peligro dicha libertad. 7Nada destructivo ha existido nunca ni existirá jamás. 8La guerra, la culpabilidad y el pasado desaparecieron al unísono en la irrealidad de donde vinieron.  

3. Cuando todos estemos unidos en el Cielo, no valorarás nada de lo que valoras aquí. 2Pues nada de lo que valoras aquí lo valoras completamente, y, por lo tanto, no lo valoras en absoluto. 3Sólo aquello a lo que Dios otorgó valor tiene valor, y el valor de lo que Dios aprecia no es susceptible de ser juzgado, pues ya se fijó. 4Su valor es absoluto. 5Las únicas alternativas que tienes ante ti son apreciarlo o no. 6Valorarlo parcialmente significa que se desconoce su valor. 7En el Cielo está todo lo que Dios valora. 8Allí nada es, ambiguo. 9Todo es claro y luminoso, y suscita una sola res­puesta. 10En el Cielo no hay tinieblas ni contrastes. 11Nada varía 12ni sufre interrupción alguna. 13Lo único que se experimenta es una sensación de paz tan profunda que ningún sueño de este mundo ha podido jamás proporcionarte ni siquiera el más leve indicio de lo que dicha paz es. 

4. No hay nada en este mundo que pueda brindarte semejante paz porque no hay nada en este mundo que se comparta totalmente. 2La percepción perfecta tan sólo puede mostrarte lo que se puede compartir plenamente. 3Puede mostrarte asimismo lo que resulta de ese compartir, mientras todavía tengas presente los resultados de no compartir. 4El Espíritu Santo señala calladamente el con­traste sabiendo que, en última instancia, dejarás que Él juzgue por ti la diferencia, permitiéndole que te muestre cuál de las dos alternativas es cierta. 5Tiene perfecta fe en tu juicio final, porque sabe que es Él Quien lo emitirá por ti. 6Dudar de eso sería dudar de que Él vaya a llevar a cabo Su misión. 7Mas ¿cómo iba a ser posible eso cuando Su misión es de Dios?

5. Tú, cuya mente está ensombrecida por las dudas y la culpabili­dad, recuerda esto: Dios te dio el Espíritu Santo a Quien le enco­mendó la misión de eliminar toda duda y todo vestigio de culpabilidad que Su amado Hijo jamás se hubiese echado encima. 2Su misión no puede fracasar, pues nada puede impedir el logro de lo que Dios ha dispuesto que se logre. 3La Voluntad de Dios se hace sean cuales fueren tus reacciones a la Voz del Espíritu Santo, sea cual fuere la voz que elijas escuchar y 4sea cuales fueren los extraños pensamientos que te asalten. 5Encontrarás la paz en la que Dios te ha establecido porque Él no cambia de parecer. 6Él es tan estable, como la paz en la que moras, la cual el Espíritu Santo te recuerda.

6. En el Cielo no recordarás cambios ni variaciones. 2Sólo aquí tienes necesidad de contrastes. 3Los contrastes y las diferencias son recursos de aprendizaje necesarios, pues gracias a ellos apren­des lo que debes evitar y lo que debes procurar. 4Cuando hayas aprendido eso, encontrarás la respuesta que elimina la necesidad de las diferencias. 5La verdad viene por su cuenta a encontrarse consigo misma. 6Cuando hayas aprendido que tú le perteneces a la verdad, ésta vendrá hasta ti quedamente sin diferencias de nin­guna clase, 7pues no necesitarás ningún contraste que te ayude a comprender que eso, y sólo eso es lo que quieres. 8No temas que el Espíritu Santo vaya a fracasar en la misión que tu Padre le ha encomendado. 9La Voluntad de Dios no fracasa en nada.

7. Ten fe únicamente en lo que sigue a continuación, y ello será suficiente: la Voluntad de Dios es que estés en el Cielo, y no hay nada que te pueda privar del Cielo o que pueda privar al Cielo de tu presencia. 2Ni tus percepciones falsas más absurdas, ni tus ima­ginaciones más extrañas ni tus pesadillas más aterradoras significan nada. 3No prevalecerán contra la paz que la Voluntad de Dios ha dispuesto para ti. 4El Espíritu Santo restaurará tu cordura por­que la demencia no es la Voluntad de Dios. 5Si eso es suficiente para el Espíritu Santo, también es suficiente para ti. 6No conservarás lo que Dios desea que se elimine porque eso interrumpe Su comunicación contigo, que es con quien Él quiere comunicarse. 7Su Voz se oirá. 

8. El nexo de comunicación que Dios Mismo colocó dentro de ti y que une tu mente con la Suya, no puede ser destruido. 2Tal vez creas que ése es tu deseo, y esa creencia ciertamente interfiere en la profunda paz en la que se conoce la dulce y constante comuni­cación que Dios desea mantener contigo. 3Sus canales de extensión, no obstante, no pueden cerrarse del todo o separarse de Él. 4Gozarás de paz porque Su paz fluye todavía hacia ti desde Aquel Cuya Voluntad es la paz. 5Dispones de ella en este mismo ins­tante. 6El Espíritu Santo te enseñará a usarla, y al extenderla, sabrás que se encuentra en ti. 7Dios dispuso que el Cielo fuese tuyo, y nunca dispondrá nada más para ti. 8Lo único que el Espí­ritu Santo conoce es la Voluntad de Dios. 9Es imposible que no alcances el Cielo, pues Dios es algo seguro, y lo que Su Voluntad dispone es tan seguro como Él.

9. Aprenderás lo que es la salvación porque aprenderás a salvar. 2Es imposible que te puedas excluir de lo que el Espíritu Santo quiere enseñarte. 3La salvación es algo tan seguro como Dios. 4La certeza de Dios es suficiente. 5Date cuenta de que incluso la más tenebrosa pesadilla que perturba la mente del Hijo durmiente de Dios no tiene poder alguno sobre él. 6Él aprenderá la lección del despertar. 7Dios vela por él y la luz le rodea.

10. ¿Cómo iba a poder el Hijo de Dios perderse en sueños, cuando Dios ha puesto dentro de él la jubilosa llamada a despertar y a ser feliz? 2Él no se puede separar de lo que está en él. 3Su sueño no podrá resistir la llamada a despertar. 4Es tan seguro que la misión de la redención se cumplirá como que la creación permanecerá inmutable por toda la eternidad. 5No tienes que saber que el Cielo es tuyo para que lo sea. 6Lo es. 7Mas para saberlo; tienes que aceptar que la Voluntad de Dios es tu voluntad.

11. El Espíritu Santo deshará por ti todo lo que has aprendido que enseña que lo que no es verdad tiene que ser reconciliado con la verdad. 2Esta es la reconciliación con la que el ego quisiera sus­tituir tu reconciliación con la cordura y con la paz. 3El Espíritu Santo tiene pensado para ti un tipo de reconciliación muy dife­rente, y lo pondrá en práctica tan inexorablemente como que al ego le será imposible poner en práctica lo que él se propone. 4El fracaso es cosa del ego, no de Dios: 5No puedes alejarte de Él y es imposible que el plan que el Espíritu Santo le ofrece a todo el mundo para la salvación de todos, no sea perfectamente consu­mado. 6Serás liberado, y no recordarás nada de lo que fabricaste, salvo lo que fue creado para ti, y a su vez por ti. 7Pues, ¿cómo podrías recordar lo que nunca fue verdad, o no recordar lo que siempre lo fue? 8En esta reconciliación con la verdad, y sólo con la verdad, radica la paz del Cielo



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