DESPERTAR AL AMOR

lunes, 24 de julio de 2017

24 JULIO: SEXTO REPASO: Repaso de la lección 185

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS

LECCIÓN 205


No soy un cuerpo. Soy libre, Pues aún soy tal como Dios me creó.


1. (185) Deseo la paz de Dios.

2La paz de Dios es lo único que quiero. 3La paz de Dios es mi única meta, la mira de todo mi vivir aquí, el fin que persigo, mi propósito, mi vida y mi función, mientras habite en un lugar que no es mi hogar.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues aún soy tal como Dios me creó.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

El Sexto Repaso dice: “Cada una de estas ideas por sí sola podría salvarte si verdaderamente la aprendieses” (L.rVI.Int.1:3). Añade: “Cada uno de ellos encierra dentro de sí el programa de estu-dios en su totalidad si se entiende, se practica, se acepta y se aplica a todo cuanto parece acontecer a lo largo del día” (L.rVI.Int.2:2). Me resulta fácil creer eso de la lección de hoy. Si te gusta aprender de memoria (como a mí), esta lección es excelente para añadirla a tu lista.

Es importante fijarse en los cuatro verbos que se consideran como pasos para aprender “el programa de estudios en su totalidad”:

Se entiende: Aunque el Curso recomienda la experiencia muchísimo, y señala que una teología universal es imposible (C.Int.2:5), no puedes pasar por alto el hecho de que considera que la comprensión es muy importante. ¿Cómo podemos tener la experiencia de una idea si no la entendemos? La comprensión se considera aquí un paso fundamental. Antes de poder utilizar la idea “Deseo la paz de Dios”, tenemos que entenderla. Dentro de la idea ( y claramente presentada en la Lección 185) está el hecho de que en mi mente hay un pensamiento muy fuerte, quizá no reconocido, de que no quiero la paz de Dios, y esto lo demuestra el hecho de que no la siento. Sin embargo, ese pensamiento que se opone está equivocado, y podemos rechazarlo cada vez que nos demos cuenta de él, y sustituirlo con la verdad: “Deseo la paz de Dios”.

Se practica: Eso es lo que estamos haciendo en estas lecciones del Libro de Ejercicios. Practicar. Repetirlas a menudo. Pasando largos periodos de tiempo permitiendo que el pensamiento se sumerja y se adentre en los lugares más escondidos de nuestra mente.

Se acepta: Date cuenta de que la aceptación viene después de la práctica. Al principio nuestra mente no acepta la idea, incluso después de entender la idea. Cuando empezamos a practicar, no aceptamos de verdad que queremos la paz de Dios. Pensamos que queremos otra cosa, algo más, algo además de la paz de Dios. Volver a entrenar nuestra mente necesita mucha práctica, hasta que empezamos a darnos cuenta de que “la paz de Dios es lo único que quiero”.

Se aplica: Habiendo aceptado la idea, podemos empezar a aplicarla a cada “aparente suceso” diferente durante el día. Cuando nuestro coche nos deja tirados en medio del tráfico: “Deseo la paz de Dios”. Cuando nos encontramos deseando una relación más satisfactoria: “La paz de Dios es lo único que quiero”. Cuando nos sentimos impulsados a conseguir alguna meta terrenal a cualquier precio: “La paz de Dios es mi única meta”. Cuando pensamos que no sabemos qué hacer o a dónde ir: “La paz de Dios es la mira de todo mi vivir aquí”. Y cuando nos sentimos impulsados a satisfacer alguna necesidad de nuestro cuerpo: “No soy un cuerpo. La paz de Dios es lo único que quiero. Soy libre”.

Gracias, Padre, por tu recordatorio de Tu paz hoy. No necesito nada más, y no quiero nada más. ¡Que la lección de hoy se convierta en la idea central de mi vida, para que pueda decir de corazón: “La paz de Dios es mi única meta”!






TEXTO

VIII. Las condiciones de la paz

 

1. El instante santo no es más que un caso especial, un ejemplo extremo, de lo que toda situación debería ser. 2El significado que el propósito del Espíritu Santo le ha dado al instante santo, se le da también a toda situación. 3El instante santo suscita la misma suspensión de falta de fe -que se rechaza y no se utiliza- para que la fe pueda responder a la llamada de la verdad. 4El instante santo es el ejemplo supremo, la demostración clara e inequívoca del significado de toda relación y de toda situación cuando se ven como un todo. 5La fe ha aceptado todos los aspectos de la situa­ción, y la falta de fe no ha impuesto el que nada se vea excluido de ella. 6Es una situación de perfecta paz, debido simplemente a que la has dejado ser lo que es.

2. Esta simple cortesía es todo lo que el Espíritu Santo te pide: 2que dejes que la verdad sea lo que es. 3No intervengas, no la ataques, ni interrumpas su llegada. 4Deja que envuelva cada situación y que te brinde paz. 5Ni siquiera se te pide que tengas fe, pues la verdad no pide nada. 6Déjala entrar, y ella invocará la fe que necesitas para gozar de paz, y se asegurará de que dispongas de ella. 7Pero no te alces contra ella, pues no puede hacer acto de presencia si te opones a ella.

3. ¿No desearías hacer de toda situación un instante santo? 2Pues tal es el regalo de la fe, que se da libremente dondequiera que la falta de fe se deja a un lado sin usar. 3El poder del propósito del Espíritu Santo puede usarse entonces en su lugar. 4Este poder transforma instantáneamente todas las situaciones en el único medio, seguro y continuo, de establecer Su propósito y de demostrar su realidad. 5Lo que se ha demostrado ha requerido fe, y ésta ha sido concedida. 6Ahora se convierte en un hecho, del que ya no se puede retirar la fe. 7La tensión que conlleva negarle la fe a la verdad es enorme y mucho mayor de lo que te imaginas. 8Pero responder a la verdad con fe no entraña tensión alguna. 

4. Para ti, que has respondido a la llamada de tu Redentor, la ten­sión que conlleva no responder a Su llamada parece ser mayor que antes. 2Pero no es así. 3La resistencia siempre estuvo ahí, pero se la atribuías a otra cosa, creyendo que era esa "otra cosa" la que la producía. 4Mas eso nunca fue verdad. 5Pues lo que esa "otra cosa" producía era pesar y depresión, enfermedad y dolor, tinie­blas y vagas imaginaciones de terror, escalofriantes fantasías de miedo y abrasadores sueños infernales. 6todo ello no era más que la intolerable tensión que se producía al negarte a depositar tu fe en la verdad y a ver su evidente realidad.

5. Tal fue la crucifixión del Hijo de Dios. 2Su falta de fe le oca­sionó todo eso. 3Piénsalo muy bien antes de permitirte usar tu falta de fe contra él. 4Pues él ha resucitado, y tú has aceptado la Causa de su despertar como tu propia causa. 5Has asumido el papel que te corresponde en su redención, y ahora eres completamente responsable por él. 6No le falles ahora, pues te ha sido dado comprender lo que tu falta de fe en él te ocasiona. 7Su salva­ción es tu único propósito. 8Ve sólo esto en toda situación, y cada una de ellas se convertirá en un medio de brindarte sólo eso. 

6. Cuando aceptaste la verdad como el objetivo de tu relación, te convertiste en un dador de paz tan irremediablemente como que tu Padre te dio paz. 2Pues el objetivo de la paz no se puede aceptar sin sus condiciones, y tú tuviste que haber tenido fe en dicho objetivo, pues nadie acepta lo que no cree que es real. 3Tu propósito no ha cambiado ni cambiará jamás, pues aceptaste lo que nunca puede cambiar. 4Y ahora no le puedes negar nada que necesite para ser eternamente inmutable. 5Tu liberación es segura. 6Da tal como has recibido. 7Y demuestra que te has elevado muy por encima de cualquier situación que pudiese detenerte y mantenerte separado de Aquel Cuya llamada contestaste.

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