DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 26 de julio de 2017

26 JULIO: SEXTO REPASO: Repaso de la lección 187

AUDIOLIBRO


EJERCICIOS


LECCIÓN 207

No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.



1. (187) Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo.

2La bendición de Dios irradia sobre mí desde dentro de mi corazón, donde Él mora. 3No necesito más que dirigirme a Él y todo pesar desaparece conforme acepto Su infinito Amor por mí.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues aún soy tal como Dios me creó.





Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

Todo lo que necesito ya está dentro de mí. Se me da a conocer cuando lo doy a conocer a otros, porque en realidad no hay “otros”, sólo hay uno. Nos quedamos atrapados en preguntas como: ¿Me perdono a mí mismo primero, y así quedo libre para perdonar a otros? O ¿perdono a mi hermano, y así encuentro el perdón para mí mismo?, y ¿Debo amarme primero a mí mismo antes de poder amar a otros, o viceversa? Cuando hacemos tales preguntas, estamos intentando explicar una realidad unificada partiendo de la base de la dualidad, no podemos tener una respuesta clara porque la pregunta se hace desde un punto de vista equivocado.

“Aceptar Su infinito Amor por mí” (1:3) es aceptar ese amor por otros, porque todos nosotros somos trozos de una única mente que todos compartimos. No es posible amarme a mí mismo excluyendo a los otros, eso no es amor en absoluto. Tampoco es amor “amar” a alguien y sacrificarme yo a favor suyo.

“Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo”.Esto no significa que satisfacer las exigencias de mi ego beneficie a todos los demás. Según lo que Hugo y Gayle Prather -maestros del Curso- llaman “psicología de la separación (en su libro Nunca Te Dejaré), muchas personas piensan que amarte a ti mismo significa buscar tu propia felicidad a costa de tu pareja e hijos. Eso no es lo que el Curso enseña aquí. Las cosas se han ido al otro extremo: de sacrificarte a ti mismo por la familia o por tu pareja (en las décadas de 1940 y 1950) a sacrificar a la familia y a tu pareja en beneficio tuyo (en las décadas de 1980 y 1990). Tanto uno como otro son enfoques equivocados basados en el dualismo.

“Bendigo al mundo porque me bendigo a mí mismo” podría decirse al revés y ser igualmente verdad: “me bendigo a mí mismo porque bendigo al mundo”. Dar y recibir son lo mismo, ésta es una de las principales lecciones del Curso y, tal como lo reconoce, una de las más difíciles de aprender para nosotros.

“La bendición de Dios irradia sobre mí desde dentro de mi corazón, donde Él mora” (1:2). Dentro de mí se encuentra el Amor de Dios radiante y que todo lo abarca. Cuando me vuelvo a Él, me envuelve e inmediatamente se extiende para abrazar a todos a través de mí. Lo que intenta el Curso es que descubramos eso. “Aún soy tal como Dios me creó”. Aún soy ese Amor. ¿Cómo puedo saber que soy Amor si no lo expreso? Por Su naturaleza, el Amor se extiende a otros y los incluye en Su corazón. El maravilloso descubrimiento de mi propia naturaleza como Amor no puede hacerse sin la extensión de ese Amor a mi hermano. Bendecirme a mí mismo y bendecir al mundo es lo mismo. Cuando bendigo al mundo aprendo a amarme a mí mismo; y de la misma manera, cuando me amo a mí mismo de verdad, me convierto en una bendición para el mundo que me rodea. Necesito a mis hermanos, no para que me den lo que no tengo, sino para recibir y compartir Lo Que Yo Soy.





TEXTO



II. La base del sueño



1. ¿No es acaso cierto que de los sueños surge un mundo que parece ser muy real? 2Mas examina lo que es ese mundo. 3Obvia­mente no es el mundo que viste antes de irte a dormir. 4Es más bien una distorsión de él, urdida exclusivamente en torno a lo que tú hubieses preferido que ocurriese. 5En él eres "libre" para reconstruir lo que parecía atacarte, y convertirlo en un tributo a tu ego, que se indignó por el "ataque". 6Ése no sería tu deseo a menos que no te identificases a ti mismo con el ego, que siempre se ve a sí mismo, y, por lo tanto, a ti, como sometido a un cons­tante ataque y sumamente vulnerable a él.

2. Los sueños son caóticos porque están regidos por tus deseos conflictivos, y así, lo que es verdad les trae sin cuidado. 2Son el mejor ejemplo de cómo se puede utilizar la percepción para sus­tituir a la verdad por ilusiones. 3Al despertar no los tomas en serio, pues el hecho de que la realidad se viola tan radicalmente en ellos resulta evidente. 4Sin embargo, son una manera de ver el mundo y de cambiarlo para que se adapte mejor al ego. 5Son ejemplos impresionantes, tanto de la incapacidad del ego para tolerar la realidad, como del hecho de que tú estás dispuesto a cambiar la realidad para beneficiarlo a él.

3. La diferencia entre lo que ves en sueños y lo que ves al desper­tar no te resulta inquietante. 2Reconoces que lo que ves al desper­tar se desvanece en los sueños. 3Al despertar, no obstante, no esperas que haya desaparecido. 4En los sueños eres tú quien determina todo. 5Las personas se convierten en lo que tú quieres que sean y hacen lo que tú les ordenas. 6No se te impone ningún límite en cuanto a las sustituciones que puedes llevar a cabo. 7Por algún tiempo parece como si se te hubiese dado el mundo para que hicieses de él lo que se te antojase. 8No te das cuenta de que lo estás atacando y tratando de subyugarlo para que se avenga a tus deseos.

4. Los sueños son desahogos emocionales en el nivel de la percep­ción en los que literalmente profieres a gritos: "¡Quiero que las cosas sean así!" 2Y aparentemente lo consigues. 3Mas los sueños son inseparables de su fuente. 4La ira y el miedo los envuelven, y en cualquier instante la ilusión de satisfacción puede ser invadida por la ilusión de terror. 5Pues el sueño de que tienes la capacidad de controlar la realidad y de sustituirla por un mundo que pre­fieres es aterrante. 6Tus intentos de eliminar la realidad son aterra­dores, pero no estás dispuesto a aceptar esto. 7Por lo tanto, lo sustituyes con la fantasía de que la realidad es lo que es aterra­dor, y no lo que tú quieres hacer de ella. 8Y de este modo la culpa­bilidad se vuelve real. 

5. Los sueños te muestran que tienes el poder de construir un mundo a tu gusto, y que por el hecho de desearlo lo ves. 2mien­tras lo ves no dudas de que sea real. 3Mas he ahí un mundo, que aunque claramente existe sólo en tu mente, parece estar afuera. 4No reaccionas ante él como si tú mismo lo hubieses construido, ni te das cuenta de que las emociones que el sueño suscita no pueden sino proceder de ti. 5Los personajes del sueño y sus accio­nes parecen dar lugar al sueño. 6No te das cuenta de que eres tú el que los hace actuar por ti, ya que, si fueses tú el que actuase, la culpa no recaería sobre ellos, y la ilusión de satisfacción desapare­cería. 7Estos hechos no son ambiguos en los sueños. 8Pareces des­pertar, y el sueño desaparece. 9Pero lo que no reconoces es que lo que dio origen al sueño no desapareció con él. 10Tu deseo de cons­truir otro mundo que no es real sigue vivo en ti. 11Y pareces des­pertar a lo que no es sino otra forma de ese mismo mundo que viste en tus sueños. 12Estás soñando continuamente. 13Lo único que es diferente entre los sueños que tienes cuando duermes y los que tienes cuando estás despierto es la forma que adoptan, y eso es todo. 14Su contenido es el mismo. 15Constituyen tu protesta con­tra la realidad, y tu idea fija y demente de que la puedes cambiar. 16En los sueños que tienes mientras estás despierto, la relación especial ocupa un lugar especial. 17Es el medio con el que tratas de que los sueños que tienes mientras duermes se hagan realidad. 18De esto no puedes despertar. 19La relación especial representa tu resolución de mantenerte aferrado a la irrealidad, y de impedirte a ti mismo despertar. 20mientras le otorgues más valor a estar dormido que a estar despierto, no querrás despertar.

6. El Espíritu Santo, siempre práctico en Su sabiduría, acepta tus sueños y los emplea en beneficio de tu despertar. 2Tú te habrías valido de ellos para seguir durmiendo. 3Dije antes que el primer cambio que tiene que producirse antes de que los sueños desapa­rezcan, es que tus sueños de miedo se conviertan en sueños feli­ces. 4Eso es lo que el Espíritu Santo hace en la relación especial. 5No la destruye ni te priva de ella. 6Pero sí la usa de manera diferente, a fin de ayudarte a que Su propósito se vuelva real para ti. 7Seguirás teniendo una relación especial, pero no será una fuente de dolor o de culpabilidad, sino de dicha y liberación. 8No será sólo para ti, pues en eso reside su infortunio. 9De la misma manera en que su falta de santidad la mantiene como algo aparte, su estado de santidad la convierte en una ofrenda para todo el mundo.

7. Tu relación especial se convertirá en el medio de erradicar la culpabilidad en todos los que son bendecidos a través de tu rela­ción santa. 2Será un sueño feliz, y uno que compartirás con todo aquel que se cruce en tu camino. 3La bendición que el Espíritu Santo ha derramado sobre tu relación santa se extenderá a través de ella. 4No creas que Él se ha olvidado de nadie en el propósito que te ha dado. 5no pienses que se ha olvidado de ti a quien Él dio el regalo. 6Él se vale de todo aquel que lo invoca como medio para la salvación de todos. 7Y Él los despertará a través de ti que le ofreciste tu relación Él. 8¡Si tan sólo reconocieses Su gratitud! 9¡O la mía a través de la Suya! 10Pues estamos unidos en un solo propósito, al ser de un mismo sentir con Él.

8. No permitas que el sueño se apodere de ti y te haga cerrar los ojos. 2No es extraño que los sueños puedan dar lugar a un mundo irreal. 3Lo que sí es increíble es que tengas el deseo de hacer eso. 4Tu relación con tu hermano se ha convertido en una relación en la que ese deseo ha sido eliminado, pues su propósito ha sido tro­cado de uno de sueños a uno de verdad. 5Mas no estás seguro de esto porque piensas que quizá eso sea lo que es el sueño. 6Estás tan acostumbrado a elegir entre sueños, que no te das cuenta de que por fin has elegido entre la verdad y todas las ilusiones.

9. El Cielo, no obstante, es algo seguro. 2Esto no es un sueño. 3Su llegada significa que has elegido la verdad, y que ésta ha llegado porque has estado dispuesto a permitir que tu relación especial satisfaga sus condiciones. 4El Espíritu Santo ha depositado dulce­mente el mundo real en tu relación: el mundo de sueños felices, desde los cuales despertar es algo tan fácil y natural. 5Pues del mismo modo en que los sueños que tienes cuando estás dormido y los que tienes cuando estás despierto son una representación de los deseos que albergas en tu mente, así también el mundo real y la verdad del Cielo están unidos en la Voluntad de Dios. 6El sueño del despertar se convierte fácilmente en realidad. 7Pues ese sueño refleja tu voluntad unida a la Voluntad de Dios. 8Y lo que esta Voluntad dispone que se haga jamás ha dejado de hacerse.





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