DESPERTAR AL AMOR

jueves, 31 de agosto de 2017

31 AGOSTO: Hoy no juzgaré nada de lo que ocurra.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

LECCIÓN 243

Hoy no juzgaré nada de lo que ocurra.


1. Hoy seré honesto conmigo mismo. 2No pensaré que ya sé lo que no puede sino estar más allá de mi presente entendimiento. 3No pensaré que entiendo la totalidad basándome en unos cuan­tos fragmentos de mi percepción, que es lo único que puedo ver. 4Hoy reconozco esto. 5Y así quedo eximido de tener que emitir juicios que en realidad no puedo hacer. 6De esta manera, me libero a mí mismo y a todo lo que veo, de modo que pueda estar en paz tal como Dios nos creó.

2. Padre, hoy dejo que la creación sea lo que es. 2Honro todos sus aspec­tos, entre los que me cuento. 3Somos uno porque cada aspecto alberga Tu recuerdo, y la verdad sólo puede derramar su luz sobre todos nosotros cual uno solo.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

·   Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

·         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
·         Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.





Comentario

Intentar la práctica de hoy me mostrará que mi mente está juzgando constantemente. Por supuesto, el objetivo final es abandonar todo juicio y permitir al Espíritu Santo que juzgue por nosotros. Abandonar todo juicio es un factor muy importante para dejar el ego de lado: “El ego no puede sobrevivir sin hacer juicios, y, por consiguiente, se le abandona” (T.4.II.10:3).

“Hoy seré honesto conmigo mismo” (1:1). El Curso nos enseña que abandonar todo juicio es ser honestos con nosotros mismos. Esta lección también se expone en el Manual:

Es necesario que el maestro de Dios se dé cuenta, no de que no debe juzgar, sino de que no puede. Al renunciar a los juicios, renuncia simplemente a lo que nunca tuvo. Renuncia a una ilusión; o mejor dicho, tiene la ilusión de renunciar a algo. En realidad, simplemente se ha vuelto más honesto. AI reconocer que nunca le fue posible juzgar, deja de intentarlo” (M.10.2:1-5).

Por eso abandonar los juicios es simplemente ser honesto acerca del hecho de que no puedo juzgar. Para juzgar con exactitud tendría que saber muchas cosas que están “más allá de mi presente entendimiento” (1:2). Tendría que conocer “la totalidad” de lo que mi limitada percepción me está diciendo. Y no puedo conocer eso. Así que cualquier juicio que yo haga tiene que ser una ilusión, no más válida que una simple adivinación.

A pesar de ello, ¡obsérvate a ti mismo haciéndolo! Nuestra mente cataloga a cada persona que vemos de manera automática. Examinamos su ropa, si está bien arreglada, su atractivo sexual, lo apropiado de su comportamiento, la manera de andar, y así sucesivamente. Nos levantamos, vemos el sol en el cielo y decimos: “¡Qué día más estupendo!”, o vemos la lluvia y decimos: “¡Qué día más horrible!”. Leemos un libro y le decimos a un amigo: “¡Es un libro maravilloso!”. Le damos el primer mordisco a un alimento y al instante lo juzgamos. La mente ego parece que no hace otra cosa que juzgar. Sólo obsérvate a ti mismo.

Eso no va a parar de la noche a la mañana, si es que alguna vez lo abandona. Sin embargo, lo que podemos hacer es darnos cuenta de estos juicios que están sucediendo constantemente y darnos cuenta de que no significan nada. Podemos decirle al ego: “Gracias por compartir”, y elegir que no queremos saber lo que algo significa o cómo reaccionar a ello, a pesar de lo que nos diga el ego. En lugar de eso, podemos volvernos a nuestro Guía interno. Podemos dejar “que la creación sea lo que es” (2:1) sin nuestra continua interferencia. Podemos llevar nuestros juicios al Espíritu Santo y pedirle que sane nuestra mente. Y, quizá lo más importante de todo, podemos desear que ese juicio sea deshecho. A fin de cuentas, ese deseo es todo lo que se necesita:

La visión no sería necesaria si no se hubiese concebido la idea de juzgar. Desea ahora que ésta sea eliminada completamente y así se hará. (T.20.VIII.1:5-6)

Deshacer no es tu función, pero sí depende de ti el que le des la bienvenida o no. (T.21.II.8:5)

No te preocupes por cómo pueden ser deshechos tus juicios. Únicamente desea que sean deshechos, dale la bienvenida al deshacimiento. Eso es todo, y el Espíritu Santo lo hará por ti.


¿Qué es el mundo? (Parte 3)

L.pII.3.2:1-3

“El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios” (2:1). Ésta es probablemente una de las afirmaciones más fuertes de Un Curso de Milagros. Manda a paseo cualquier idea de que el mundo fue, al menos en parte, creado por Dios; Dios no pudo crear un ataque contra Sí Mismo. El mundo es el intento del ego de sustituir y expulsar a Dios, y proporcionarnos otra satisfacción diferente.

En el Capítulo 23, Sección II, el Texto habla de “Las Leyes del Caos”, las leyes del ego. Nos dice que estas leyes son las que hacen que el mundo parezca real, dice: “Estos son los principios que hacen que el suelo que pisas parezca firme” (T.23.II.13:5). Las leyes del ego son las que inventaron el mundo.

¿Y qué hay de la belleza del mundo? ¿Y el brillo de las estrellas, la belleza frágil de una flor, la majestuosidad de un águila volando? Nada más que un destello, una superficie brillante que oculta la putrefacción de la muerte que hay debajo de todo ello. “O matas o te matan” es la ley de este mundo. Debajo de la hermosa superficie brillante del océano hay un mundo de dientes afilados, engaño cruel y guerra constante, donde la vida consiste en comer unas cosas y evitar ser comido por otras.

¿Puedes acaso darle vida a un esqueleto pintando sus labios de color rosado, vistiéndolo de punta en blanco, acariciándolo y mimándolo? (T.23.II.18:8)

Fuera del Cielo no hay vida. (T.23.II.19:1)

El mundo es el símbolo del miedo, que es la ausencia de amor. “El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él” (2:4). El ego fabricó el mundo como un lugar para esconderse de Dios, para escapar de Él. Sí, podemos encontrar símbolos de Dios en la naturaleza, y deberíamos; la percepción verdadera ve únicamente amor en todas las cosas. Pero eso significa que Le vemos en los tornados y terremotos así como en las flores y pájaros. Significa que Le vemos en todo porque Él está en nuestra mente. Pero en sus cimientos, este mundo es “un lugar en el que Dios no está”. Por eso lo inventó el ego. Ése es nuestro propósito al venir aquí como egos. Y nosotros, como egos, hicimos un buen trabajo, durante miles de años la gente ha estado intentando “demostrar” la existencia de Dios dentro del contexto de este mundo, y nadie lo ha conseguido excepto para unos pocos que estaban dispuestos a creerlo. Encontrar a Dios en el mundo es toda una hazaña. El mundo hace un mejor trabajo en ocultar a Dios que en demostrarle.

¿Cuál es el mensaje de todo esto para nosotros? Recuerda: “El mundo es una percepción falsa” (1:1). No es la verdad. La imagen del mundo es el símbolo del miedo y del ataque, es la representación de los pensamientos del ego. “Nació de un error” (1:2). Este mundo no es lo que queremos. No podemos aferrarnos a su “mejor” parte y olvidar el horror a nuestro alrededor. O lo tomamos por completo o lo soltamos por completo. Y así, podemos aprender a contemplar al mundo con amor, a contemplar a todo con amor. Amarlo es el único valor que tiene (T.12.VI.3:1-3). Mediante el perdón, pasamos de largo los mensajes de odio y miedo que constantemente intenta enviarnos, y vemos ahí y en los aspectos más “agradables” la llamada universal al amor.


Tú no deseas el mundo. Lo único de valor en él son aquellos aspectos que contemplas con amor. Eso le confiere la única realidad que jamás tendrá. Su valía no reside en sí mismo, pero la tuya se encuentra en ti. De la misma forma en que tu propia estima procede de extenderte a ti mismo, de igual modo la percepción de tu propia estima procede de extender pensamientos amorosos hacia el exterior. Haz que el mundo real sea real para ti, pues el mundo real es el regalo del Espíritu Santo, por lo tanto, te pertenece. (T.12.VI.3:1-6)





TEXTO


VIII. La visión de la impecabilidad

1. Al principio, la visión te llegará en forma de atisbos, pero eso bastará para mostrarte lo que se te concede a ti que ves a tu her­mano libre de pecado. 2La verdad se restituye en ti al tú desearla, tal como la perdiste al desear otra cosa. 3Abre las puertas del santo lugar que cerraste al haber valorado ésa "otra cosa", y lo que nunca estuvo perdido regresará calladamente. 4Ha sido sal­vaguardado para ti. 5La visión no sería necesaria si no se hubiese concebido la idea de juzgar. 6Desea ahora que ésta sea eliminada completamente y así se hará.

2. ¿Deseas conocer tu Identidad? 2¿No intercambiarías gustosa­mente tus dudas por la certeza? 3¿No estarías dispuesto a estar libre de toda aflicción y aprender de nuevo lo que es la dicha? 4Tu relación santa te ofrece todo esto. 5Tal como se te dio, así también se te darán sus efectos. 6Y del mismo modo en que no fuiste tú quien concibió su santo propósito, tampoco fuiste tú quien concibió los medios para lograr su feliz desenlace. 7Regocíjate de poder disponer de lo que es tuyo sólo con pedirlo, y no pienses que tienes que ser tú quien debe concebir los medios o el fin. 8Todo ello se te da a ti que quieres ver a tu hermano libre de pecado. 9Todo ello se te da, y sólo espera a que desees recibirlo. 10La visión se le otorga libremente a todo aquel que pide ver.

3. La impecabilidad de tu hermano se te muestra en una luz bri­llante, para que la veas con la visión del Espíritu Santo y para que te regocijes con ella junto con Él. 2Pues la paz vendrá a todos aquellos que la pidan de todo corazón y sean sinceros en cuanto al propósito que comparten con el Espíritu Santo, y de un mismo sentir con Él con respecto a lo que es la salvación. 3Estáte dis­puesto, pues, a ver a tu hermano libre de pecado, para que Cristo pueda aparecer ante tu vista y colmarte de felicidad. 4Y no le otorgues ningún valor al cuerpo de tu hermano, el cual no hace sino condenarlo a fantasías de lo que él es. 5Él desea ver su impe­cabilidad, tal como tú deseas ver la tuya. 6Bendice al Hijo de Dios en tu relación, y no veas en él lo que tú has hecho de él.

4. El Espíritu Santo garantiza que lo que Dios dispuso para ti y te concedió, será tuyo. 2Este es tu propósito ahora, y la visión que hace que sea posible sólo espera a que la recibas. 3Ya dispones de la visión que te permite no ver el cuerpo. 4Y al contemplar a tu hermano verás en él un altar a tu Padre tan santo como el Cielo, refulgiendo con radiante pureza y con el destello de las deslum­brantes azucenas que allí depositaste. 5¿Qué otra cosa podría tener más valor para ti? 6¿Por qué piensas que el cuerpo es un mejor hogar, un albergue más seguro para el Hijo de Dios? 7¿Por qué preferirías ver el cuerpo en vez de la verdad? 8¿Cómo es posible que esa máquina de destrucción sea lo que prefieres y lo que eliges para reemplazar el santo hogar que te ofrece el Espí­ritu Santo, y donde Él morará contigo?

5. El cuerpo es el signo de la debilidad, de la vulnerabilidad y de la pérdida de poder. 2¿Qué ayuda te puede prestar un salvador así? 3¿Le pedirías ayuda a un desvalido en momentos de angustia y de necesidad? 4¿Es lo infinitamente pequeño la mejor alterna­tiva a la que recurrir en busca de fortaleza? 5Tus juicios parecerán debilitar a tu salvador. 6Mas eres tú quien tiene necesidad de su fortaleza. 7No hay problema, acontecimiento, situación o perple­jidad que la visión no pueda resolver. 8Todo queda redimido cuando se ve a través de la visión. 9Pues no es tu visión, y trae consigo las amadas leyes de Aquel Cuya visión es.

6. Todo lo que se contempla a través de la visión cae suavemente en su sitio, de acuerdo con las leyes que Su serena y certera mirada le brinda. 2La finalidad de todo lo que Él contempla es siempre indudable: 3Pues servirá a Su propósito, que se verá sin ajuste alguno y perfectamente adaptado al mismo: 4Bajo Su bon­dadosa mirada, lo destructivo se vuelve benigno y el pecado se convierte en una bendición. 5¿Qué poder tienen los ojos del cuerpo para corregir lo que perciben? 6Los ojos del cuerpo se ajustan al pecado, pues son incapaces de pasarlo por alto en nin­guna de sus formas, al verlo por todas partes y en todas las cosas. 7Mira a través de sus ojos, y todo quedará condenado ante ti. 8Y jamás podrás ver todo lo que te podría salvar. 9Tu santa relación, la fuente de tu salvación, queda desprovista de todo significado, y su más santo propósito desposeído de los medios para su con­secución.

7. Los juicios no son sino juguetes, caprichos, instrumentos insen­satos para jugar al juego fútil de la muerte en tu imaginación: 2La visión, en cambio, enmienda todas las cosas y las pone dulce­mente bajo el tierno dominio de las leyes del Cielo. 3¿Qué pasaría si reconocieses que este mundo es tan sólo una alucinación? 4¿O si realmente entendieses que fuiste tú quien lo inventó? 5¿Y qué pasaría si te dieses cuenta de que los que parecen deambular por él, para pecar y morir, atacar, asesinar y destruirse a sí mismos son totalmente irreales? 6¿Podrías tener fe en lo que ves si acepta­ses esto? 7¿Y lo verías?

8Las alucinaciones desaparecen cuando se reconocen como lo que son. 2Ésa es la cura y el remedio: 3No creas en ellas, y desapa­recen. 4Lo único que necesitas reconocer es que todo ello es tu propia fabricación. 5Una vez que aceptas este simple hecho y recuperas el poder que les habías otorgado, te liberas de ellas. 6Pero de esto no hay duda: las alucinaciones tienen un propósito, y cuando dejan de tenerlo, desaparecen: 7La pregunta, por lo tanto, no es nunca si las deseas o no, sino si deseas el propósito que apoyan. 8Este mundo parece tener muchos propósitos, todos ellos diferentes entre sí y con diferentes valores. 9Sin embargo, son todos el mismo. 10Una vez más, no hay grados, sino sólo una aparente jerarquía de valores.

9. Sólo dos propósitos son posibles: 2el pecado y la santidad. 3No existe nada entremedias, y el que elijas determinará lo que veas. 4Pues lo que ves simplemente demuestra cómo has elegido alcan­zar tu objetivo. 5Las alucinaciones sirven para alcanzar el objetivo de la locura. 6Son el medio a través del cual el mundo externo, proyectado desde adentro, se ajusta al pecado y parece dar fe de su realidad. 7Aún sigue siendo cierto, no obstante, que no hay nada afuera. 8Sin embargo, es sobre esta nada donde se lanzan todas las proyecciones. 9Pues es la proyección la que le confiere a la "nada" todo el significado que parece tener.

10. Lo que carece de significado no puede ser percibido. 2Y el sig­nificado siempre busca dentro de sí para encontrar significado, y luego mira hacia afuera. 3Todo el significado que tú le confieres al mundo externo tiene que reflejar, por lo tanto, lo que viste dentro de ti, o mejor dicho, si es que realmente viste o simplemente emi­tiste un juicio en contra de lo que viste. 4La visión es el medio a través del cual el Espíritu Santo transforma tus pesadillas en sue­ños felices y reemplaza tus dementes alucinaciones -que te muestran las terribles consecuencias de pecados imaginarios- ­por plácidos y reconfortantes paisajes. 5Estos plácidos paisajes y sonidos se ven con agrado y se oyen con alegría. 6Son Sus susti­tutos para todos los aterradores panoramas y pavorosos sonidos que el propósito del ego le trajo a tu horrorizada conciencia. 7Ellos te alejan del pecado y te recuerdan que no es la realidad lo que te asusta, y que los errores que cometiste se pueden corregir.

11. Cuando hayas contemplado lo que parecía infundir terror y lo hayas visto transformarse en paisajes de paz y hermosura, cuando hayas presenciado escenas de violencia y de muerte y las hayas visto convertirse en serenos panoramas de jardines bajo cielos despejados, con aguas diáfanas, portadoras de vida, que corren felizmente por ellos en arroyuelos danzantes que nunca se secan, ¿qué necesidad habrá de persuadirte para que aceptes el don de la visión? 2una vez que la visión se haya alcanzado, ¿quién podría rehusar lo que necesariamente ha de venir des­pués? 3Piensa sólo en esto por un instante: puedes contemplar la santidad que Dios le dio a Su Hijo. 4Y nunca jamás tendrás que pensar que hay algo más que puedas ver.






miércoles, 30 de agosto de 2017

30 AGOSTO: Este día se lo dedico a Dios. Es el regalo que le hago.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 242


Este día se lo dedico a Dios. Es el regalo que le hago.


1. Hoy no dirigiré mi vida por mi cuenta. 2No entiendo el mundo, por lo tanto, tratar de dirigir mi vida por mi cuenta es una locura. 3Mas hay Alguien que sabe qué es lo que más me conviene. 4Y Él se alegra de tomar por mí únicamente aquellas decisiones que me conducen a Dios. 5Pongo este día en Sus manos, pues no quiero demorar mi regreso al hogar, y es Él el que conoce el camino que me conduce a Dios.

2. Y así, ponemos este día en Tus Manos. 2Venimos con mentes comple­tamente receptivas. 3No pedimos nada que creamos desear. 4Concédenos tan sólo lo que Tú deseas que recibamos. 5Tú conoces nuestros deseos y necesidades. 6Y nos concederás todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva hasta Ti.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

·   Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

·         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
·         Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.





Comentario

Hoy no dirigiré mi vida por mi cuenta. (1:1)

En un día que parece acelerado y sobrecargado de cosas que hacer, es un alivio recordar que no necesito dirigir mi vida solo. Puedo cargarme con miles de pequeñas decisiones, o puedo relajarme en Sus manos. Puedo hacer una lista de las cosas que hay que hacer, pero puedo abandonar todo apego a hacer cualquiera de ellas. En cada momento, puedo confiar en que sabré qué hacer a continuación, y que mi elección será perfecta.

Sin embargo, lo que es importante no es la dirección del Espíritu Santo sino Su compañía. Hoy no estaré solo, aunque no tenga ninguna otra presencia humana conmigo. De manera consciente puedo estar con Dios, y Dios conmigo. En lugar de hablar en voz alta conmigo mismo, ¿por qué no hablar en voz alta con Jesús? Él es un compañero mucho más sabio que mi mente limitada.

No entiendo el mundo, por lo tanto, tratar de dirigir mi vida por mi cuenta es una locura. (1:2)

Hay una gran resistencia en mí, en todos nosotros, a darnos cuenta de que no entendemos ni podemos entender el mundo. No entiendo nada, Mi consciencia de lo que está sucediendo es una parte infinitamente pequeña de nuestro planeta y su gente. No sé nada de otros planetas y galaxias, y desconozco casi por completo los muchísimos reinos más allá del físico: seres espirituales, ángeles, Maestros ascendidos, lo que quiera que exista. No sé que el empleado de la lavandería necesita una sonrisa, o lo que está sucediendo en mentes aparentemente separadas de la mía. ¿Cómo puedo por mi cuenta ni siquiera pensar en decidir qué hacer, a dónde ir, qué decir?

Algunos acontecimientos tienen lugar, como una cita que se retrasa para otro día y finalmente se fija para el momento que menos quería (según mis preferencias). Si pienso que entiendo lo que está sucediendo, si pienso que mis preferencias es lo más importante, podría sentirme disgustado. Si me doy cuenta de que no entiendo el mundo, abandono mis preferencias, acepto la situación y confío. Y me presento en la puerta de mi amiga unos minutos después de que ella se haya enterado de la muerte repentina de una amiga, y me encuentro allí para consolarla cuando lo necesita. Y, no es por casualidad, preparado por la charla acerca de la muerte con otro amigo la tarde anterior, cuando yo no tenía ni idea de por qué accedí a esa charla cuando tenía otras cosas por hacer que a mí me parecían más importantes. ¡Qué insensato no dejarme guiar por Él!

Así que hoy, de nuevo, renuncio a ser mi propio maestro y me afianzo más profundamente en la consciencia de que no sé, de que no entiendo, y saber eso es de Dios: “Es el regalo que Le hago”. ¡Éste sí que es un buen trato! Abandono todos mis planes para este día, y ¡Él lo llena de milagros! Para eso es para lo que Él lo quiere. Se necesita un gran esfuerzo al principio para abandonar lo que creo saber. Pero cuando lo hago, sólo llega la alegría.

Mas hay Alguien que sabe qué es lo que más me conviene. Y Él se alegra de tomar por mí únicamente aquellas decisiones que me conducen a Dios. Pongo este día en Sus manos, pues no quiero demorar mi regreso al hogar, y es Él el que conoce el camino que me conduce a Dios. (1:3-5)

“Lo que más me conviene” no significa necesariamente que haré todo lo que yo creo que tengo que hacer, o que respecto a la forma todo saldrá a la perfección (en mi opinión). A menudo eso es lo que significa, pero otras veces no. “Lo que más me conviene” significa “las cosas que me guían a Dios”. Significa “regresar al hogar” y avanzar en el “camino a Dios”. Porque para eso es la vida en este mundo. “El único propósito de este mundo es sanar al Hijo de Dios” (T.24.VI.4:1), y nada más. Si Le doy mi día a Dios, al Espíritu Santo, acabaré el día más cerca de Dios, más cerca del hogar; ése es mi propósito cada día de mi vida. Nada más. Todos los demás acontecimientos son accesorios del escenario para esta obra que se está representando.

No importa qué otra cosa pueda suceder, si paso este día más consciente de la compañía de Jesús, en paz más a menudo, un poco más feliz en cada minuto o durante más tiempo, eso ya es un triunfo.

Y así, ponemos este día en Tus Manos. Venimos con mentes completamente receptivas. No pedimos nada que creamos desear. Concédenos tan sólo lo que Tú deseas que recibamos. Tú conoces nuestros deseos y necesidades. Y nos concederás todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva hasta Ti. (2:1-6)

“Mentes completamente receptivas”. Sin ninguna idea de antemano acerca de lo que debería suceder. “Completamente” significa totalmente abiertas, completamente receptivas. Y en cuanto a lo que esperamos que suceda, cualquier cosa puede fallar pero no nos sentimos disgustados. Y en cuanto a lo que no esperamos que suceda, cualquier cosa puede ocurrir, y no nos sentimos disgustados. Reconozco que mi mente no quiere estar completamente abierta y receptiva. Por ejemplo, pienso que si antes de comer no termino el artículo que estoy escribiendo, podría sentirme disgustado. Si tengo ese pensamiento, que me dé cuenta de que sólo es mi pensamiento, no es un hecho. ¿A qué otras cosas me aferro hoy? Jesús, quiero estar completamente abierto y receptivo, y no es fácil.

¿Cómo puedo abandonar lo que yo quiero y necesito? Recordando que “Tú conoces nuestros deseos y necesidades”. Él sabe lo que creo que necesito, y no necesito pedirle esas cosas. Él ya lo sabe. Y si el día no trae lo que creo que quiero, no es porque Él no lo sepa, o porque ha perdido mis datos, o porque me esté castigando por alguna culpa imaginaria. Es porque lo que yo creía que quería no es lo que más me conviene. El Espíritu Santo no es desconsiderado ni olvidadizo. Él nos concederá “todo lo que sea necesario para ayudarnos a encontrar el camino que nos lleva hasta Dios”. Que mi mente abandone la defensa de hacer planes, y que siga este consejo: “No permitas que ninguna defensa, excepto tu presente confianza, dirija el futuro, y esta vida se convertirá en un encuentro significativo con la verdad, la cual sólo tus defensas podrían ocultar” (L.135.19:2).



¿Qué es el mundo? (Parte 2)

L.pII.3.1:4-5

Si el mundo es sólo el efecto del pensamiento de separación en mi mente, entonces es cierto que:

“Cuando el pensamiento de separación haya sido sustituido por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera que conduce a la verdad…” (1:4). El remedio para el pensamiento de separación es el perdón verdadero. Si el Curso es un curso en cambiar nuestros pensamientos, los pensamientos que se están cambiando son los pensamientos de separación, y se están cambiando por pensamientos de verdadero perdón. La “barrera” que nos mantiene separados es nuestra falta de perdón, nuestros resentimientos, nuestros juicios de que los demás no se merecen amor. El resultado de cambiar estos pensamientos por pensamientos de perdón es que vemos el mundo de una manera muy diferente. En lugar de un mundo de juicios, vemos el mundo real. En lugar de enemigos, vemos hermanos. Y la visión de este mundo real “conduce a la verdad”, de la percepción al conocimiento, del mundo real al Cielo.

Esta luz “conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos sus errores” (1:4). En otras palabras, como ya hemos visto el cambio va del “mundo” (resultado del pensamiento de separación) al “mundo real” (resultado del pensamiento de perdón), y luego al “Cielo” (la verdad), donde no existe el mundo en absoluto.


El proceso por el que pasamos en el mundo es la sanación de nuestros pensamientos de separación. A medida que esos pensamientos sanan, empezamos a ver el mundo real cada vez más, un mundo en el que sólo se refleja amor. Pero cuando el pensamiento de separación se ha sanado por completo en cada parte de cada pedazo de mente, no sólo se verá el mundo de manera diferente, desaparecerá. “Ahora su fuente (el pensamiento de separación) ha desaparecido, al igual que sus efectos (el mundo y todos sus errores)” (1:5).






TEXTO

VII. La correspondencia entre medios y fin

 

1. Hemos hablado mucho acerca de las discrepancias que puede haber entre los medios y el fin, y de la necesidad de que éstos concuerden antes de que tu relación santa pueda brindarte únicamente dicha. 2Pero hemos dicho también que los medios para alcanzar el objetivo del  Espíritu Santo emanarán de la misma Fuente de donde procede Su propósito. 3En vista de lo simple y directo que es este curso, no hay nada en él que no sea consis­tente. 4Las aparentes inconsistencias, o las partes que te resultan más difíciles de entender, apuntan meramente a aquellas áreas donde todavía hay discrepancias entre los medios y el fin. 5esto produce un gran desasosiego. 6Mas esto no tiene porqué ser así. 7Este curso apenas requiere nada de ti. 8Es imposible imaginarse algo que pida tan poco o que pueda ofrecer más.

2. El período de desasosiego que sigue al cambio súbito que se produce en una relación cuando su propósito pasa a ser la santidad en lugar del pecado, tal vez esté llegando a su fin. 2En la medida en que todavía experimentes desasosiego, en esa misma medida estarás negándote a poner los medios en manos de Aquel que cambió el propósito de la relación. 3Reconoces que deseas alcanzar el objetivo. 4¿Cómo no ibas a estar entonces igualmente dispuesto a aceptar los medios? 5Si no lo estás, admitamos que eres tú el que no es consistente. 6Todo objetivo se logra través de ciertos medios, y si deseas lograr un objetivo tienes que estar igualmente dispuesto a desear los medios. 7¿Cómo podría uno ser sincero y decir: "Deseo esto por encima de todo lo demás, pero no quiero aprender cuáles son los medios necesarios para lograrlo?"

3. Para alcanzar el objetivo, el Espíritu Santo pide en verdad muy poco. 2Y pide igualmente poco para proporcionar los medios. 3Los medios son secundarios con respecto al objetivo. 4Cuando dudas, es porque el propósito te atemoriza, no los medios. 5Recuerda esto, pues, de lo contrario, cometerás el error de creer que los medios son difíciles. 6Sin embargo, ¿cómo van a ser difíciles cuan­do son algo que simplemente se te proporciona? 7Los medios ga­rantizan el objetivo y concuerdan perfectamente con él. 8Antes de que los examinemos más detenidamente, recuerda que si piensas que son imposibles, tu deseo de lograr el objetivo se ve menosca­bado. 9Pues si es posible alcanzar un objetivo, los medios para lograrlo tienen que ser posibles también.

4. Es imposible ver a tu hermano libre de pecado y al mismo tiempo verlo como si fuese un cuerpo. 2¿No es esto perfectamente consistente con el objetivo de la santidad? 3Pues la santidad es simplemente el resultado de dejar que se nos libere de todos los efectos del pecado, de modo que podamos reconocer lo que siem­pre ha sido verdad. 4Es imposible ver un cuerpo libre de pecado, pues la santidad es algo positivo y el cuerpo es simplemente neu­tral. 5No es pecaminoso, pero tampoco es impecable *6Y como realmente no es nada, no se le puede revestir significativamente con los atributos de Cristo o del ego. 7Tanto una cosa como la otra sería un error, pues en, ambos casos se le estarían adjudicando atributos a algo que no los puede poseer. 8Y ambos errores ten­drían que ser corregidos en aras de la verdad.

5. El cuerpo es el medio a través del cual el ego trata de hacer que la relación no santa parezca real. 2El instante no santo es el tiempo de los cuerpos. 3Y su propósito aquí es el pecado. 4Mas éste no se puede alcanzar salvo en fantasías, y, por lo tanto, la ilusión de que un hermano es un cuerpo está en perfecta consonancia con el propósito de lo que no es santo. 5Debido a esta correspon­dencia, los medios no se ponen en duda mientras se siga atribuyendo valor a la finalidad. 6La visión se amolda a lo que se desea, pues la visión siempre sigue al deseo. 7Y si lo que ves es el cuerpo, es que has optado por los juicios en vez de por la visión. 8Pues la visión, al igual que las relaciones, no admite grados. 9O ves o no, ves.

6. Todo aquel que ve el cuerpo de un hermano ha juzgado a su hermano y no lo ve. 2No es que realmente lo vea como un peca­dor, es que sencillamente no lo ve. 3En la penumbra del pecado su hermano es invisible. 4Ahí sólo puede ser imaginado, y es ahí donde las fantasías que tienes acerca de él no se comparan con su realidad. 5Ahí es donde las ilusiones se mantienen separadas de la realidad. 6Ahí las ilusiones nunca se llevan ante la verdad y siempre se mantienen ocultas de ella. 7Y ahí, en la oscuridad, es donde te imaginas que la realidad de tu hermano es un cuerpo, el cual ha entablado relaciones no santas con otros cuerpos y sirve a la causa del pecado por un instante antes de morir.

7. Existe ciertamente una clara diferencia entre este vano imagi­nar y la visión. 2La diferencia no estriba en ellos, sino en su pro­pósito. 3Ambos son únicamente medios, y cada uno de ellos es adecuado para el fin para el que se emplea. 4Ninguno de los dos puede servir para el propósito del otro, pues cada uno de ellos es en sí la elección de un propósito, empleado para propiciarlo. 5Cada uno de ellos carece de sentido, sin el fin para el que fue concebido, y, aparte de su propósito, no tiene valor propio. 6Los medios parecen reales debido al valor que se le adjudica al obje­tivo. 7los juicios carecen de valor a menos que el objetivo sea el pecado.

8. El cuerpo no se puede ver, excepto a través de juicios. 2Ver el cuerpo es señal de que te falta visión y de que has negado los medios que el Espíritu Santo te ofrece para que sirvas a Su pro­pósito. 3¿Cómo podría lograr su objetivo una relación santa si se vale de los medios del pecado? 4Tú te enseñaste a ti mismo a juzgar; mas tener visión es algo que se aprende de Aquel que quiere anular lo que has aprendido. 5Su visión no puede ver el cuerpo porque no puede ver el pecado. 6Y de esta manera, te conduce a la realidad. 7Tu santo hermano -a quien verlo de este modo supone tu liberación- no es una ilusión. 8No intentes verlo en la oscuridad, pues lo que te imagines acerca de él parecerá real en ella. 9Cerraste los ojos para excluirlo. 10Tal fue tu propó­sito, y mientras ese propósito parezca tener sentido, los medios para su consecución se considerarán dignos de ser vistos, y, por lo tanto, no verás.


9. Tu pregunta no debería ser: "¿Cómo puedo ver a mi hermano sin su cuerpo?" 2sino, "¿Deseo realmente verlo como alguien incapaz de pecar?" 3Y al preguntar esto, no te olvides de que en el hecho de que él es incapaz de pecar radica tu liberación del miedo. 4La salvación es la meta del Espíritu Santo. 5El medio es la visión. 6Pues lo que contemplan los que ven está libre de pecado. 7Nadie que ama puede juzgar, y, por lo tanto, lo que ve está libre de toda condena. 8Y lo que él ve no es obra suya, sino que le fue dado para que lo viese, tal como se le dio la visión que le permi­tió ver.

martes, 29 de agosto de 2017

29 AGOSTO: En este instante santo llega la salvación.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS

3. ¿Qué es el mundo?

1. El mundo es una percepción falsa. 2Nació de un error, y no ha abandonado su fuente. 3Persistirá mientras se siga abrigando el pensamiento que le dio vida. 4Cuando el pensamiento de separa­ción haya sido sustituido por uno de verdadero perdón, el mundo se verá de una manera completamente distinta; de una manera. que conduce a la verdad en la que el mundo no puede sino desaparecer junto con todos sus errores. 5Ahora su fuente ha desaparecido, al igual que sus efectos.

2. El mundo se fabricó como un acto de agresión contra Dios. 2Es el símbolo del miedo. 3Mas ¿qué es el miedo sino la ausencia de amor? 4El mundo, por lo tanto, se fabricó con la intención de que fuese un lugar en el que Dios no pudiese entrar y en el que Su Hijo pudiese estar separado de Él. 5Esa fue la cuna de la percep­ción, pues el conocimiento no podría haber sido la causa de pen­samientos tan descabellados. 6Mas los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades. 7Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza.

3. Y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión, 2que ahora van en pos de lo que se les ha encomendado buscar. 3Su finalidad es servir el propósito para el que se fabricó el mundo, de modo que diese testimonio de él y lo hiciera real. 4Dichos meca­nismos ven en sus ilusiones una sólida base donde existe la ver­dad y donde se mantiene aparte de las mentiras. 5No obstante, no informan más que de ilusiones, las cuales se mantienen separadas de la verdad.

4. Del mismo modo en que el propósito de la vista fue alejarte de la verdad, puede asimismo tener otro propósito. 2Todo sonido se convierte en la llamada de Dios, y Aquel a quien Dios designó como el Salvador del mundo puede conferirle a toda percepción un nuevo propósito. 3Sigue Su Luz, y verás el mundo tal como Él lo ve. 4Oye sólo Su Voz en todo lo que te habla. 5Y deja que Él te conceda la paz y la certeza que tú desechaste, pero que el Cielo salvaguardó para ti en Él.

5. No nos quedemos tranquilos hasta que el mundo se haya unido a nuestra nueva percepción. 2No nos demos por satisfechos hasta que el perdón sea total. 3Y no intentemos cambiar nuestra función. 4Tenemos que salvar al mundo. 5Pues nosotros que lo fabricamos tenemos que contemplarlo a través de los ojos de Cristo, de modo que aquello que se concibió para que muriese pueda ser restituido a la vida eterna.


AUDIOLIBRO





EJERCICIOS

LECCIÓN 241

En este instante santo llega la salvación.

1. ¡Qué alegría tan grande la de hoy! 2Éste es un día de una cele­bración especial. 3Pues este día le ofrece al mundo de tinieblas el instante que se fijó para su liberación. 4Ha llegado el día en que todos los pesares se dejan atrás y el dolor desaparece. 5La gloria de la salvación alborea hoy sobre un mundo que ha sido libe­rado. 6Éste es un tiempo de esperanza para millones de seres. 7Ahora ellos se unirán conforme tú los perdones a todos. 8Pues hoy tú me perdonarás a mí.       

2. Ahora nos hemos perdonado los unos a los otros, y así podemos por fin regresar a Ti. 2Padre, Tu Hijo, que en realidad jamás se ausentó, retorna al Cielo y a su hogar. 3iQué contentos estamos de que se nos haya restituido la cordura y de poder recordar que todos somos uno!



Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

·   Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

·         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
·         Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.





Comentario

Cuando la lección dice que hoy “es un día de una celebración especial” (1:2), sospecho que usa la palabra “especial” del mismo modo en que la usa en otro lugar del Texto, en el que Jesús dice: “Todos mis hermanos son especiales” (T.1.V.3:6). Hoy es un día especial porque, en el instante santo, la salvación ya ha llegado. Y sin embargo, “Puedes reclamar el instante santo en cualquier momento y lugar en que lo desees” (T.15.IV.4:4). ¡Siempre que pidas el instante santo, es una celebración especial! ¡Un día de gozo!

Esto es como decirle a un niño que puede celebrar la Navidad el día que quiera. Y ciertamente el Curso nos dice exactamente eso, en la sección titulada “La Hora de Renacer”, escrito en Navidad. Nos dice que esta Navidad es la hora de Cristo, y que la hora de Cristo es el instante santo (T.15.X.2:1), y luego nos dice: “en tus manos está hacer que la hora de Cristo tenga lugar ahora” (T.15.X.4:1).

Y entonces, ¿por qué no hoy? ¿Por qué no todos los días? ¿Por qué no ahora? Cualquier instante que yo quiera puedo convertirlo en un instante en el que “todos los pesares se dejan atrás y el dolor desaparece” (1:4). La práctica del instante santo me ofrece esto. En cualquier instante, dentro de mi mente puedo abrir una ventana al mundo real, y respirar su agradable aire. Puedo sentir un mundo unido, unido por medio de mi perdón.

Todavía no siento la felicidad absoluta en el momento en que cierro los ojos y digo: “En este instante santo llega la salvación”. Siempre está aquí la realidad que he experimentado de vez en cuando, de eso estoy seguro. Sin embargo, es muy desigual mi experiencia de ello (¡muy irregular!). Pero una vez que la has sentido, y en ese instante has sabido que lo que estás sintiendo es eterno, ya nunca podrás dudar de su eterna presencia. Todavía hay muchos obstáculos que impiden que yo sea consciente de ello. Todavía me estoy aferrando a algunos de esos obstáculos. La mayor parte del tiempo, mis resentimientos me ocultan la Luz del mundo. Pero está ahí. Mi perdón me la puede mostrar (1:7, 2:1).

Cada vez que me detengo para recordar, cada vez que intento pedir un instante santo, cae un obstáculo, se añade a mi depósito otra gota de mi buena disposición. ¿De qué mejor manera puedo emplear mi tiempo? Como dijo la Lección 127: “No hay mejor manera de emplear el tiempo que ésa” (ver párrafos 7 y 8).
Una nota más: date cuenta de que en 1:8, Jesús nos dice que le perdonemos a él. Hoy voy a examinarme para ver si todavía guardo algo en su contra, algún tipo de desconfianza hacia él, algún temor a él, algo por lo que le culpo o por lo que estoy resentido contra él. Aunque le respete como mi maestro, es muy fácil tener resentimientos contra tus maestros.


¿Qué es el mundo? (Parte 1)

L.pII.3.1:1-4

La primera frase contesta la pregunta ¿qué es el mundo?: “El mundo es una percepción falsa” (1:1). El resto de la página es la explicación de esta corta frase. Algunos de nosotros, al leer por primera vez el Curso, pensamos que quizá el Curso no quería decir que el mundo no es real, sino que la manera en que lo vemos es falsa. Sin embargo, aquí, Jesús nos está diciendo con toda claridad que el mundo y la percepción falsa son lo mismo. El mundo es una alucinación, estamos viendo algo que no está ahí.

Tal como yo lo veo, “yo” estoy dentro de mi cabeza atento a un mundo que no es parte de mí. Separado. Y eso no es la verdad. No existe un mundo externo a mí (T.18.VI.1:1; T.12.III.6:7). “Lo que se proyecta y parece ser externo a la mente, no se encuentra afuera en absoluto” (T.26.VII.4:9).

El mundo “nació de un error” y no ha abandonado nuestra mente que lo produjo (1:2). Como dice el Curso frecuentemente: “Las ideas no abandonan su fuente”. El mundo está en nuestra idea equivocada de la separación, en nuestra mente. Cuando nuestra mente (la mente única que todos compartimos) ya no desee más la idea de la separación, el mundo que representa a esa idea desaparecerá.

Muchos que han sido educados en una tradición religiosa que enseñaba que Dios creó el mundo, han pasado por un montón de angustia y confusión, preguntándose ¡cómo pudo crear Dios semejante lío! Si Él era responsable de todo esto, no estábamos seguros de querer conocerle. ¡Qué alivio es darse cuenta de que Él no lo creó!, nació del error de nuestra mente, de albergar por error en nuestra mente la idea de la separación. Las desgracias de este mundo sólo reflejan la desgracia que trajo a nuestra mente el pensamiento de la separación. Es como si nos preguntásemos: ¿Y si estamos separados?, y se nos diera al instante un viaje a una realidad falsa de lo que eso sería.


Una lección del comienzo dijo: “Puedo escaparme de este mundo renunciando a los pensamientos de ataque” (Lección 55, repaso de la 23). El pensamiento es el mismo. Sana los pensamientos de ataque, los pensamientos de separación que todavía albergo, y puedo dejar atrás el mundo. El Curso nos está ayudando a hacer justamente eso: abandonar nuestros pensamientos de ataque, y solucionar los problemas del mundo en donde se producen.





TEXTO

VI. El templo del Espíritu Santo


1. El significado del Hijo de Dios reside exclusivamente en la rela­ción que tiene con su Creador. 2Si residiese en cualquier otra cosa estaría basado en lo contingente, pero no hay nada más. 3Y este hecho es totalmente amoroso y eterno. 4El Hijo de Dios, no obs­tante, ha inventado una relación no santa entre él y su Padre. 5Su verdadera relación es una de perfecta unión e ininterrumpida continuidad. 6La relación que él inventó es parcial, egoísta, fragmentada y llena de temor. 7La que su Padre creó se abarca y se extiende totalmente a sí misma. 8La que él inventó es totalmente auto-destructiva y se limita a sí misma.

2. Nada puede mostrar mejor este contraste que la experiencia de ambas clases de relación, la santa y la no santa. 2La primera se basa en el amor, y descansa sobre él serena e imperturbada. 3El cuerpo no se inmiscuye en ella en absoluto. 4Ninguna relación de la que el cuerpo forma parte está basada en el amor, sino en la idolatría. 5El amor desea ser conocido, y completamente compren­dido y compartido. 6No guarda secretos ni hay nada que desee mantener aparte y oculto. 7Camina en la luz, sereno y con los ojos abiertos, y acoge todo con una sonrisa en sus labios y con una sinceridad tan pura y tan obvia que no podría interpretarse erró­neamente.

3. Mas los ídolos no comparten. 2Aceptan, pero lo que aceptan no es correspondido. 3Se les puede amar, pero ellos no pueden amar. 4No entienden lo que se les ofrece, y cualquier relación en la que entran a formar deja de tener significado. 5El amor que se les tiene ha hecho que el amor no tenga significado. 6Viven en secreto, detestando la luz del sol, felices, no obstante, en la penumbra del cuerpo, donde pueden ocultarse y mantener sus secretos ocultos junto con ellos mismos. 7Y no tienen relaciones, pues allí no se le da la bienvenida a nadie. 8No le sonríen nadie, ni ven a los que les sonríen a ellos.

4. la oscuridad, ocultos de la luz del sol. 2No va en busca de poder, sino de relaciones. 3Elcuerpo es el arma predilecta del ego para obtener poder mediante las relaciones que entabla. 4sus relaciones sólo pueden ser profanas, pues lo que verdaderamente son, él ni siquiera lo ve. 5Las desea exclusivamente como ofren­das con las que sus ídolos medran. 6Todo lo demás simplemente lo desecha, pues lo que ello podría ofrecerle él no le otorga ningún valor. 7Al estar desamparado, el ego trata de acumular tantos cuerpos como pueda para que sirvan de altares para sus ídolos y así convertirlos en templos consagrados a sí mismo.

5. El templo del Espíritu Santo no es un cuerpo, sino una relación. 2El cuerpo es una aislada mota de oscuridad; una alcoba secreta y oculta; una diminuta mancha de misterio que no tiene sentido, un recinto celosamente protegido, pero que aun así no oculta nada. 3Aquí es donde la relación no santa se escapa de la realidad, y donde va en busca de migajas para sobrevivir. 4Ahí quiere arrastrar a sus hermanos, a fin de mantenerlos atrapados en la idolatría. 5Ahí  se siente a salvo, pues el amor no puede entrar. 6El Espíritu Santo no edifica Sus templos allí donde el amor jamás podría estar. 7¿Escogería Aquel que ve la faz de­ Cristo como Su hogar el único lugar en el universo donde ésta no se puede ver?

6. Tú no puedes hacer del cuerpo el templo del Espíritu Santo, y el cuerpo nunca podrá ser la sede del amor. 2Es la morada del idólatra, y de lo que condena al amor. 3Pues ahí el amor se vuelve algo, temible y se pierde toda esperanza. 4Aun los ídolos que ahí son adorados están revestidos de misterio y se les mantiene aparte de aquellos que les rinden culto. 5Éste es el templo consa­grado a la negación de las relaciones y de la reciprocidad. 6Ahí se percibe con asombro el "misterio" de la separación y se le con­templa con reverencia. 7Lo que Dios no dispuso que fuese se mantiene ahí "a salvo" ;de Él. 8Pero de lo que no te das cuenta es de que aquello que temes en tu hermano y te niegas a ver en él, es lo que hace que Dios te parezca temible y que no lo conozcas.

7. Los idólatras siempre tendrán miedo del amor, pues nada los amenaza tanto como su proximidad. 2Deja que el amor se les acer­que y pase por alto el cuerpo, como sin duda hará, y corren despa­voridos, sintiendo cómo empiezan a estremecerse y a tambalearse los cimientos aparentemente sólidos de su templo. 3Hermano, tú tiemblas con ellos. 4Sin embargo, de lo que tienes miedo es del heraldo de la libertad. 5Ese lugar de sombras no es tu hogar. 6Tu templo no está en peligro. 7Ya no eres un idólatra. 8El propósito del Espíritu Santo está a salvo en tu relación y no en tu cuerpo. 9Te has escapado del cuerpo. 10EI cuerpo no puede entrar allí donde tú estás, pues ahí es donde el Espíritu Santo ha establecido Su templo.

8Las relaciones no admiten grados. 2O son o no son. 3Una rela­ción no santa no es una relación. 4Es un estado de aislamiento que aparenta ser lo que no es. 5Eso es todo. 6En el instante en que la idea descabellada de hacer que tu relación con Dios fuese pro­fana pareció posible, todas tus relaciones dejaron de tener signifi­cado. 7En ese instante profano nació el tiempo, y se concibieron los cuerpos para albergar esa idea descabellada y conferirle la ilusión de realidad. 8así, pareció tener un hogar que duraba por un cierto período de tiempo, para luego desaparecer del todo. 9Pues ¿qué otra cosa sino un fugaz instante podría dar albergue a esa loca idea que se opone a la realidad?

9. Los ídolos desaparecerán y no dejarán rastro alguno con su partida. 2El instante profano de su aparente poder es tan frágil como un copo de nieve, pero sin su belleza. 3¿Es éste el sustituto que deseas en lugar de la eterna bendición del instante santo y su ilimitada beneficencia? 4¿Es la malevolencia de la relación no santa, tan aparentemente poderosa, tan mal comprendida y tan revestida de una falsa atracción lo que prefieres en lugar del ins­tante santo, que te ofrece entendimiento y paz? 5Deja a un lado el cuerpo entonces, y elevándote al encuentro de lo que realmente deseas, transciéndelo serenamente. 6Y desde Su templo santo, no mires atrás a aquello de lo que has despertado. 7Pues no hay ilusiones que puedan resultarle atractivas a la mente que las ha transcendido y dejado atrás.

10La relación santa refleja la verdadera relación que el Hijo de Dios tiene con su Padre en la realidad. 2El Espíritu Santo mora dentro de ella con la certeza de que es eterna. 3Sus firmes cimien­tos están eternamente sostenidos por la verdad, y el amor brilla sobre ella con la dulce sonrisa y tierna bendición que le ofrece a lo que es suyo. 4Aquí el instante no santo se intercambia gustosa­mente por uno santo y de absoluta reciprocidad. 5He aquí tierna­mente despejado el camino que conduce a las verdaderas relaciones, por el que tú y tu hermano camináis juntos dejando atrás el cuerpo felizmente para descansar en los Eternos Brazos de Dios. 6Los Brazos del Amor están abiertos para recibirte y brin­darte paz eterna.

11. El cuerpo es el ídolo del ego, la creencia en el pecado hecha carne y luego proyectada afuera. 2Esto produce lo que parece ser una muralla de carne alrededor de la mente, que la mantiene prisionera en un diminuto confín de espacio y tiempo hasta que llegue la muerte, y disponiendo de un solo instante en el que suspirar, sufrir y morir en honor de su amo. 3Y este instante no santo es lo que parece ser la vida: un instante de desesperación, un pequeño islote de arena seca, desprovisto de agua y sepultado en el olvido. 4Aquí se detiene brevemente el Hijo de Dios para hacer su ofrenda a los ídolos de la muerte y luego fallecer. 5Sin embargo, aquí está más muerto que vivo. 6No obstante, es aquí también donde vuelve a elegir entre la idolatría y el amor. 7Aquí se le da a escoger entre pasar dicho instante rindiéndole culto al cuerpo, o permitir que se le libere de él. 8Aquí puede aceptar el instante santo que se le ofrece como sustituto del instante no santo que antes había elegido. 9aquí puede finalmente darse cuenta de que las relaciones son su salvación y no su ruina.


12. Tú que estás aprendiendo esto puede que aún tengas miedo, pero no estás inmovilizado. 2El instante santo tiene ahora para ti mucho más valor que su aparente contrapartida, y te has dado cuenta de que realmente sólo deseas uno de ellos. 3Este no es un período de tristeza. 4Tal vez de confusión, pero no de desaliento. 5Tienes una verdadera relación, la cual tiene significado. 6Es tan similar a tu verdadera relación con Dios, como lo son entre sí todas las cosas que gozan de igualdad. 7La idolatría pertenece al pasado y no tiene significado. 8Quizá aún le tienes un poco de miedo a tu hermano; quizá te acompaña todavía una sombra del temor a Dios. 9Mas ¿qué importancia tiene eso para aquellos a quienes se les ha concedido tener una verdadera relación que transciende el cuerpo? 10¿Y se les podría privar por mucho más tiempo de contemplar la faz de Cristo? 11¿Y podrían ellos seguir privándose a sí mismos por mucho más tiempo del recuerdo de la relación que tienen con su Padre y mantener la memoria de Su Amor fuera de su conciencia?