DESPERTAR AL AMOR

domingo, 13 de agosto de 2017

13 AGOSTO: Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama.

AUDIOLIBRO

EJERCICIOS

LECCIÓN 225

Dios es mi Padre, y Su Hijo lo ama.


1. Padre, no puedo sino corresponder a Tu Amor, pues dar es lo mismo que recibir y Tú me has dado todo Tu Amor. 2Tengo que corresponder a él, pues quiero tener plena conciencia de que es mío, de que arde en mi mente y de que, en su benéfica luz, la mantiene inmaculada, amada, libre de miedo y con un porvenir en el que sólo se puede perfilar paz. 3¡Cuán apacible es el camino por el que a Tu amoroso Hijo se le conduce hasta Ti!


2. Hermano mío, ahora hallamos esa quietud. 2El camino está libre y despejado. 3Ahora lo recorremos juntos y en paz. 4Tú me has tendido la mano, y yo nunca te abandonaré. 5Somos uno, y es sólo esta unidad lo que buscamos a medida que damos los últi­mos pasos con los que concluye una jornada que nunca comenzó



Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

·   Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

·         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
·         Piensa en ella durante un rato.


Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario

El Amor es mutuo. Recibimos el Amor de Dios a nosotros al devolvérselo a Él, no hay otro modo de recibirlo, “pues dar es lo mismo que recibir” (1:1). Esta misma frase aparece seis veces en el Curso, y hay muchas otras muy parecidas. Podemos pensar que entendemos lo que significa, pero el Curso nos asegura que para nosotros es el concepto más difícil de aprender de todos los que enseña.

El modo de conocer el Amor de Dios brillando en nuestra mente es devolverle a Dios el Amor. Si ayer en nuestros momentos de quietud nos concentramos en sentir Su Amor a nosotros, concentrémonos hoy en darnos cuenta de nuestro amor a Dios. Donna Cary tiene una hermosa canción que hace uno o dos días escuché en una cinta, y que dice: “Siempre Te amaré”. Desearía poder enviaros a todos esta canción, expresa maravillosamente lo que esta lección dice: “Bailaré a la luz de Tu Amor, amándote eternamente”.

¿Cómo sería tener “plena conciencia de que (el Amor de Dios) es mío, de que arde en mi mente y de su benéfica luz” (1:2)? ¿No es esto lo que todos queremos en lo más profundo de nuestro corazón? Cultivemos hoy esta sensación de amor en nuestro corazón. Que sea esto en lo único en lo que nos concentremos. Nada complicado, ninguna idea, únicamente dejar que nuestro corazón cante con el Amor de Dios, disfrutando de Su Amor por nosotros. Como dice la canción de Salomón en el Antiguo Testamento: “Yo soy de mi Amado, y Él es mío”. Conocer a Dios como el Amado es una de las más elevadas expresiones espirituales.
¿Te has sentado alguna vez en silencio con alguien a quien amas profundamente, mirándole a los ojos, sin palabras? Esa quietud del amor es a lo que esta lección nos está llevando, una unión silenciosa de amor dado y recibido, reconocido y devuelto, fluyendo en una corriente sin fin que fortalece y transforma nuestra mente y nuestro corazón.



¿Qué es el perdón? (Parte 5)

L.pII.1.3:1-2

En contraste con la quietud de la que habla la lección de hoy, un pensamiento que no perdona está furiosamente activo. Tiene que estarlo. Tiene que estar furioso porque huye de la verdad, e intenta hacer real una ilusión. La actividad frenética es a menudo la señal de una falta de perdón que no se ha reconocido. Lo que parece oponerse a lo que queremos que sea verdad sigue surgiendo en nuestra mente, como ardillas en el juego infantil del “salto de la ardilla”, y tenemos que seguir acallándolo para mantener nuestra versión de la realidad.


Para empezar a deshacer nuestra falta de perdón a menudo basta con acallar nuestra mente y aquietarnos. La falta de perdón no puede existir en el silencio y la quietud. No puedes estar a la vez en paz y sin perdonar. “Que mi mente esté en paz y que todos mis pensamientos se aquieten” (Lección 221). Algo que puede aumentar esta paz y quietud es concentrarnos en el intercambio de amor que está en el centro de la lección de hoy. El poder de nuestro amor a Dios, y el Suyo a nosotros, puede acabar con los pensamientos violentos y, aunque sólo sea por un momento, traernos un instante de paz serena, en el que la falta de perdón desaparece.



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