DESPERTAR AL AMOR

martes, 8 de agosto de 2017

8 AGOSTO: SEXTO REPASO: Repaso de la lección 200

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS



LECCIÓN 220



No soy un cuerpo. Soy libre. Pues aún soy tal como Dios me creó.



1. (200) No hay más paz que la paz de Dios.

2Que no me desvíe del camino de la paz, pues ando perdido por cualquier otro sendero que no sea ése. 3Mas déjame seguir a Aquel que me conduce a mi hogar, y la paz será tan segura como el Amor de Dios.

4No soy un cuerpo. 5Soy libre.
6Pues aún soy tal como Dios me creó.







Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica del Sexto Repaso

Comentario

Vernos como un cuerpo es estar en conflicto. La paz sólo puede encontrarse en Dios. Buscar la paz en el mundo físico está condenado al fracaso, porque el cuerpo es una expresión de conflicto.

La oración de esta lección de repaso habla de no desviarnos del “camino de la paz”. ¿Qué significa eso? Está claro que se refiere a cualquier estado no pacífico de la mente, cualquier pensamiento de enemistad, ira, odio o ataque. El Curso nos pide vigilancia mental, observar nuestros pensamientos en busca de cualquier cosa que se oponga a la paz y, tan pronto como se encuentre un pensamiento así, llevarlo a la Presencia del Espíritu Santo para que sea sanado. Se nos dice que pensemos lo siguiente: “No es esto lo que yo quiero. Quiero la paz de Dios”. Así que cuando notemos que nuestros pensamientos tienden al conflicto respondemos. Quizá oramos: “Que no me desvíe del camino de la paz”.

Sin embargo, desviarme del camino de la paz incluye más que el ataque abierto. El ego puede disfrazar el ataque de maneras muy ingeniosas, ciertamente el Curso ve incluso nuestras relaciones de amor especial, nuestro falso perdón, y nuestros intentos de empatía como ataques disfrazados. Si no hay más paz que la paz de Dios, entonces buscar la paz por algún otro camino es un aferrarse al ataque. Si únicamente hay un camino a mi meta, y elijo no seguir ese camino, estoy eligiendo la dirección opuesta a mi meta. Se trata de buscar paz por medio de la guerra, lo que es imposible. Por ejemplo, el ego a menudo busca una paz ilusoria por medio de la fuerza, intentando dominar la situación física o mentalmente. No podemos encontrar la paz intentando atemorizar al mundo para que obedezca. Siguiendo esa dirección, no nos estamos encaminando a la paz, nos hemos perdido.

El camino a la paz de Dios es seguir al Espíritu Santo, “seguir a Aquel que me conduce a mi hogar”. Cuando intentamos solucionar nuestros problemas por nuestra cuenta, no estamos siguiendo el camino a la paz:

El ego siempre intenta perpetuar el conflicto. Es sumamente ingenioso en encontrar soluciones que parecen mitigar el conflicto, ya que no quiere que el conflicto te resulte tan intolerable que decidas renunciar a él. (T.7.VIII.2:2-3)

Intentar utilizar nuestro propio ingenio para resolver el conflicto es otro modo de desviarnos del verdadero camino a la paz.

Hoy, cuando parezca que surge un problema, que recuerde la lección: “No hay más paz que la paz de Dios”. Que busque de inmediato la paz, pero no a mi manera: Que me vuelva al Espíritu Santo dentro de mí y Le pida que Él me guíe.

Cuando sientas que la santidad de tu relación se ve amenazada por algo, detente de inmediato y, a pesar del temor que puedas sentir, ofrécele al Espíritu Santo tu consentimiento para que Él cambie ese instante por el instante santo que preferirías tener. Él jamás dejará de complacer tu ruego. (T.18.V.6:1-2)






TEXTO



7. No hay conexión alguna entre la verdad y las ilusiones. 2Esto será así eternamente, por mucho que intentes que haya conexión entre ellas. 3Pero las ilusiones están siempre conectadas entre sí, tal como lo está la verdad. 4Tanto las ilusiones como la verdad gozan de cohesión interna y constituyen un sistema de pensa­miento completo en sí mismo, aunque totalmente desconectado del otro. 5Percibir esto es reconocer dónde se encuentra la separa­ción, y dónde debe subsanarse. 6El resultado de una idea no está nunca separado de su fuente. 7La idea de la separación dio lugar al cuerpo y permanece conectada a él, haciendo que éste enferme debido a la identificación de la mente con él. 8Tú crees que estás protegiendo al cuerpo, al ocultar esta conexión, ya que ocultarla parece mantener tu identificación a salvo del "ataque" de la ver­dad.

8¡Si sólo comprendieses cuánto daño le ha hecho a tu mente este extraño encubrimiento, y cuánta confusión te ha causado con res­pecto a tu identidad! 2No comprendes la magnitud de la devasta­ción que tu falta de fe ha ocasionado, pues la falta de fe es un ataque que parece estar justificado por sus resultados. 3Pues al negar la fe ves lo que no es digno de ella, y no puedes mirar más allá de esta barrera a lo que se encuentra unido a ti.

9. Tener fe es sanar. 2Es la señal de que has aceptado la Expiación, y, por consiguiente, de que deseas compartirla. 3Mediante la fe, ofreces el regalo de liberación del pasado que recibiste. 4No te vales de nada que tu hermano haya hecho antes para condenarlo ahora. 5Eliges libremente pasar por alto sus errores, al mirar más allá de todas las barreras que hay entre tú y él y veros a los dos como uno solo. 6Y en esa unidad que contemplas, tu fe está plena­mente justificada. 7La falta de fe nunca está justificada. aLa fe, en cambio, siempre lo está.

10La fe es lo opuesto al miedo, y forma parte del amor tal como el miedo forma parte del ataque. 2La fe es el reconocimiento de la unión. 3Es el benévolo reconocimiento de que cada hermano es un Hijo de tu amorosísimo Padre, amado por Él como lo eres tú, y, por lo tanto, amado por ti como si fueses tú mismo. 4Su Amor es lo que te une a tu hermano, y debido a Su Amor no desearías mantener a nadie excluido del tuyo. 5Cada hermano aparece tal como se le percibe en el instante santo, unido a ti en tu propósito de ser liberado de la culpabilidad. 6Al ver al Cristo en él, él sana porque contemplas en él lo que hace que tener fe en todos esté justificado eternamente.

11. La fe es el regalo de Dios a través de Aquel que Él te ha dado. 2La falta de fe contempla al Hijo de Dios, y lo juzga indigno de perdón. 3Pero a través de los ojos de la fe, se ve que el Hijo de Dios ya ha sido perdonado y que está libre de toda culpa que él mismo se echó encima. 4La fe lo ve sólo como es ahora porque no se fija en el pasado para juzgarlo, sino que únicamente ve en él lo mismo que vería en ti. 5No ve a través de los ojos del cuerpo, ni recurre a cuerpos para darse validez a sí misma. 6La fe es el heraldo de la nueva percepción, enviada para congregar testigos que den testimonio de su llegada, y para devolverte sus mensajes.

12. La fe puede ser intercambiada por el conocimiento tan fácilmente como el mundo real. 2Pues la fe surge de la percepción del Espíritu Santo, y es señal de que compartes ésta con Él. 3La fe es un regalo que le ofrece al Hijo de Dios a través del Espíritu Santo, y es tan aceptable para el Padre como para el Hijo. 4Por lo tanto, te lo ofreces a ti mismo. 5Tu relación santa, con su nuevo propósito te ofrece fe para que se la des a tu hermano. 6Tu falta de fe os ha separado, y así, no ves tu salvación con él. 7La fe, no obstante, os une en la santidad que veis, no a través de los ojos del cuerpo, sino en la visión de Aquel que os unió, y en Quien estáis unidos.

13. La gracia no se le otorga al cuerpo, sino a la mente. 2Y la mente que la recibe mira instantáneamente más allá del cuerpo, y ve el santo lugar donde fue curada. 3Ahí es donde se alza el altar en el que la gracia fue otorgada, y donde se encuentra. 4Ofrécele, pues, gracia y bendiciones a tu hermano, pues te encuentras en el mismo altar donde se os otorgó la gracia a ambos. 5Y dejad que la gracia os cure a la vez, para que podáis curar mediante la fe.

14. En el instante santo tú y tu hermano os encontráis ante el altar que Dios se ha erigido a Sí Mismo y a vosotros dos. 2Dejad a un lado la falta de fe y venid a él juntos. 3En él veréis el milagro de vuestra relación tal como fue renovada por la fe. 4Y en él os daréis cuenta de que no hay nada que la fe no pueda perdonar. 5Ningún error puede obstruir su serena visión, la cual lleva el milagro de la curación con la misma facilidad a todos ellos. 6Pues lo que se les encomienda hacer a los mensajeros del amor, ellos lo hacen, y regresan con las buenas nuevas de haberlo consumado en ti y en tu hermano, que os encontráis unidos ante el altar desde donde ellos fueron enviados.

15. De la misma manera en que la falta de fe mantendría vuestros míseros reinos yermos y separados, así la fe ayudará al Espíritu Santo a preparar el terreno para el santísimo jardín en que Él quiere convertirlo. 2Pues la fe brinda paz, y así le pide a la verdad que entre y embellezca lo que ya fue preparado para la hermosura. 3La verdad sigue muy de cerca de la fe y a la paz, y completa el proceso de embellecimiento que ellas comienzan. 4Pues la fe sigue siendo una de las metas del aprendizaje, que deja de ser necesaria una vez que la lección se ha aprendido. 5La verdad, en cambio, jamás se ausentará.
16. Dedícate, por lo tanto, a lo eterno, y aprende a no ser un obstáculo para ello ni a convertirlo en un esclavo del tiempo. 2Pues lo que crees hacerle a lo eterno te lo haces a ti mismo. 3Aquel a quien Dios creó como su Hijo no es esclavo de nada pues es Señor de todo, junto con su Creador. 4Puedes esclavizar a un cuerpo, pero las ideas son libres y no pueden ser aprisionadas o limitadas en modo alguno, excepto por la mente que las concibió. 5Pues esta permanece unida a su fuente que se convierte en su carcelero o en su libertador, según el objetivo que acepte para sí mismo
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