DESPERTAR AL AMOR

viernes, 1 de septiembre de 2017

1 SEPTIEMBRE: No estoy en peligro en ningún lugar del mundo.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

LECCIÓN 244

No estoy en peligro en ningún lugar del mundo.

1. Tu Hijo está a salvo dondequiera que se encuentre porque Tú estás allí con él. 2Sólo con que invoque Tu Nombre recordará su seguridad y Tu Amor, pues éstos son uno. 3¿Cómo puede temer, dudar o no darse cuenta de que es imposible que pueda sufrir, estar en peligro o ser infeliz cuando él te pertenece a ti, es bienamado y amoroso, y está por siempre a salvo en Tu Paternal abrazo?

2. Y ahí es en verdad donde nos encontramos. 2No hay tormenta que pueda venir a azotar el santuario de nuestro hogar. 3En Dios estamos a salvo, 4pues, ¿qué podría suponer una amenaza para Dios, o venir a asustar a lo que por siempre ha de ser parte de Él?





Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

·   Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

·         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
·         Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.

Comentario 

Quien yo he creído ser está en peligro en cualquier lugar del mundo. Continuamente nos asaltan señales de peligro. Fumar puede matarme, incluso lo que queda del humo es mortal. El agua no es segura, necesito un purificador. Los conservantes y colorantes de la comida producen cáncer. Mantente alejado del microondas mientras lo tienes enchufado. No te sientes demasiado cerca de la pantalla del televisor o del ordenador. Ten cuidado con los virus del ordenador, y todavía más cuidado con el virus del SIDA. No des de comer a los osos mientras estás acampado. No uses el teléfono en una tormenta en la que haya rayos. No bebas si conduces, y ten cuidado con los que lo hacen. 
Para empezar a aceptar la idea de hoy, tengo que darme cuenta de que no soy quien he creído ser. Esta pequeña identidad de Allen Watson, envuelto en un cuerpo frágil, no es el que no está en peligro en ningún lugar del mundo: “Tu Hijo está a salvo dondequiera que se encuentre” (1:1). Es el Hijo Quien está a salvo, el Hijo Quien es amado por Dios “y está por siempre a salvo en Tu Paternal abrazo” (1:3). Hoy en mis momentos de quietud quiero recordar que Esto es Quien yo soy y, al menos en estos momentos, abandonaré mi sensación de peligro, bajaré mis defensas, y disfrutaré de la consciencia del Amor y protección del Padre (1:2). Me daré cuenta de que Quien Yo soy no puede “sufrir, estar en peligro o ser infeliz” (1:3). 
Hoy voy a intentar sentir mi seguridad. ¿Cómo me sentiría si supiera de verdad, hasta lo más profundo de mi ser, que no puedo sufrir, estar en peligro o ser infeliz? ¿Qué efecto tendría en la tensión en mis hombros, el nudo en mi estómago, o el acelerado latir de mi corazón? Voy a pensar en esto con detenimiento. Voy a intentar imaginarme la paz que sentiría. Voy a sentir la relajación en cada parte de mi cuerpo y, lo que es más importante, voy a sentir que se derrite la dureza de mi mente. Pienso que me sentiría como un niño pequeño que cuando mamá o papá le dicen: “Ahora todo está bien”, lo cree de verdad. El temblor del miedo cesa, el cuerpecito se relaja, y el niñito se queda dormido en los brazos de su mamá. 
“Y ahí es en verdad donde nos encontramos”, “siempre a salvo en Tu Paternal abrazo” (2:1, 1:3). “En Dios estamos a salvo” (2:3). Sí. 


¿Qué es el mundo? (Parte 4)

L.pII.3.2:4-7

El mundo es donde nació la percepción falsa (2:5). Nació porque el conocimiento no pudo ocasionar los pensamientos de miedo, el conocimiento únicamente conoce la paz de Dios. En el Curso, el conocimiento siempre habla del Cielo y de su unidad; por otra parte, la percepción es el único medio de “saber” en este mundo. Los dos se comparan a menudo en el Texto. La percepción de por sí no es fiable: “los ojos engañan, y los oídos oyen falsedades” (2:6). Todos sabemos que esto es verdad. Uno sólo tiene que empezar una discusión conyugal acerca de lo que se vio y se dijo la noche anterior para demostrárnoslo a nosotros mismos. (Por supuesto, ¡siempre es la otra persona la que parece estar percibiendo falsedades!)

En todas las veces que mis sentidos me han engañado, ¿se me ha pasado por la cabeza que se hicieron precisamente para eso? “Pues los ojos fueron concebidos para que viesen un mundo que no existe, y los oídos, para que oyesen voces insonoras” (T.28.V.5:4, el resto del párrafo es también importante).

Los ojos del cuerpo ven únicamente formas. No pueden ver más allá de aquello para cuya contemplación fueron fabricados. Y fueron fabricados para fijarse en los errores y no ver más allá de ellos. Su percepción es ciertamente extraña, pues sólo pueden ver ilusiones, al no poder ver más allá del bloque de granito del pecado y al detenerse ante la forma externa de lo que no es nada. (T.22.III.5:3-6)

Con nuestra dependencia de nuestros ojos y oídos, nos hemos hecho muy fáciles de caer en el error: “Ahora es muy posible cometer errores porque se ha perdido la certeza” (2:7).
La percepción engañosa y nada fiable le permite al ego hacer que este mundo parezca real. La percepción nos muestra la vista de un mundo lleno de peligros, que exige defenderse y vigilancia continua contra el ataque. “El mundo es una percepción falsa” (1:1). Únicamente la visión de Cristo, que ve la Luz de Dios, puede mostrar algo diferente.

El propósito del mundo que ves es nublar tu función de perdonar y proveerte de una justificación por haberte olvidado de ella. Es asimismo la tentación de abandonar a Dios y a Su Hijo adquiriendo una apariencia física. Esto es lo que los ojos del cuerpo ven. (L.64.1:2-4)


Nada de lo que los ojos del cuerpo parecen ver puede ser otra cosa que una forma de tentación, ya que ése fue el propósito del cuerpo en sí. Hemos aprendido, no obstante, que el Espíritu Santo tiene otro uso para todas las ilusiones que tú has forjado, y, por lo tanto, ve en ellas otro propósito. Para el Espíritu Santo el mundo es un lugar en el que aprendes a perdonarte a ti mismo lo que consideras son tus pecados. De acuerdo con esta percepción, la apariencia física de la tentación se convierte en el reconocimiento espiritual de la salvación. (L.64.4)




TEXTO

Capítulo 21

RAZÓN Y PERCEPCIÓN



Introducción

1. La proyección da lugar a la percepción. 2El mundo que ves se compone de aquello con lo que tú lo dotaste. aNada más. 3Pero si bien no es nada más, tampoco es menos. 4Por lo tanto, es importante para ti. 5Es el testimonio de tu estado mental, la imagen externa de una condición interna. 6Tal como el hombre piense, así percibirá. 7No trates, por lo tanto, de cambiar el mundo, sino elige más bien cambiar de mentalidad acerca de él. 8La percepción es un resultado, no una causa. 9Por eso es por lo que el concepto de grados de dificultad en los milagros no tiene sentido. 10Todo lo que se contempla a través de la visión es sano y santo. 11Nada que se perciba sin ella tiene significado. 12Y donde no hay significado, hay caos.

2. La condenación es un juicio que emites acerca de ti mismo, y eso es lo que proyectas sobre el mundo. 2Si lo ves como algo condenado, lo único que verás es lo que tú has hecho para herir al Hijo de Dios. 3Si contemplas desastres y catástrofes, es que has tratado de crucificarlo. 4Si ves santidad y esperanza, es que te has unido a la Voluntad de Dios para liberarlo. 5Estas son las únicas alternativas que tienes ante ti. 6lo que veas dará testimonio de tu elección y te permitirá reconocer cuál de ellas elegiste. 7El mundo que ves tan sólo te muestra cuánta dicha te has permitido ver en ti y aceptar como tuya. 8Y si ése es su significado, el poder de dar dicha tiene entonces que encontrarse en ti.


I. La canción olvidada

 

1. No te olvides nunca de que el mundo que "ven" los ciegos tiene que ser imaginario, pues desconocen el verdadero aspecto del mundo. 2Tienen que inferir lo que se puede ver basándose en datos que son siempre indirectos y reformular sus deducciones según tropiezan y se caen debido a lo que no reconocieron, o bien pasar sin sufrir daño alguno a través de puertas abiertas que ellos creían cerradas. 3Y lo mismo ocurre contigo. 4Tú no ves. 5Las indicaciones en las que te basas para llegar a tus conclusiones son erróneas, y por eso tropiezas y te caes encima de las piedras que no viste, sin darte cuenta de que puedes atravesar las puertas que, aunque creías que estaban cerradas, se encuentran abiertas para los ojos que no ven, esperando a darte la bienvenida.

2. ¡Qué descabellado es tratar de juzgar aquello que simplemente se podría ver! 2No es necesario imaginar qué aspecto debe tener el mundo. 3Antes de que lo puedas reconocer como lo que es, tienes que verlo. 4Se te puede mostrar qué puertas están abiertas, para que así puedas ver dónde radica la seguridad, qué camino conduce las tinieblas y cuál a la luz. 5Los juicios siempre te darán indicaciones falsas, pero la visión te muestra por dónde ir. 6¿Por qué tratar de adivinarlo?

3. No hay que sufrir para aprender. 2Las lecciones benévolas se asimilan con júbilo y se recuerdan felizmente. 3Deseas aprender lo que te hace feliz y no olvidarte de ello. 4No es esto lo que niegas. 5Lo que te preguntas es si los medios a través de los cuales se aprende este curso conducen a la felicidad que promete o no. 6Si creyeses que sí, no tendrías dificultad alguna para aprender el curso. 7Todavía no eres un estudiante feliz porque aún no estás seguro de que la visión pueda aportarte más de lo que los juicios te ofrecen, y has aprendido que no puedes tener ambas cosas.

4. Los ciegos se acostumbran a su mundo adaptándose a él. 2Creen saber cómo desenvolverse en él. 3Han aprendido a hacerlo, pero no a través de lecciones gozosas, sino a través de la dura necesidad impuesta por las limitaciones que no creían poder superar. 4como todavía lo siguen creyendo, tienen en gran estima a esas lecciones y se aferran a ellas porque no pueden ver. 5No entienden que son las lecciones en sí las que los mantienen ciegos. 6Eso no lo creen. 7Y así, conservan el mundo que apren­dieron a "ver" en su imaginación, creyendo que sólo pueden ele­gir entre eso o nada. 8Odian el mundo que aprendieron a conocer mediante el dolor. 9Y todo lo que creen que habita en él sólo sirve para recordarles que están incompletos y que se les ha privado injustamente de algo.

5. Por lo tanto, definen su vida y donde viven, y se adaptan a ello tal como, creen que deben hacerlo, temerosos de perder lo poco que tienen. 2Y lo mismo ocurre con todos aquellos que consideran que lo único que tanto ellos como sus hermanos tienen es el cuerpo. 3Tratan de comunicarse entre sí, y fracasan una y otra vez. 4Y se adaptan a la soledad, pues creen que conservar el cuerpo es proteger lo poco que tienen. 5Presta atención, y mira a ver si te puedes acordar de lo que vamos a hablar ahora.

6. Escucha ... tal vez puedas captar un leve atisbo de un estado inmemorial que no has olvidado del todo; tal vez sea un poco nebuloso, mas no te es totalmente desconocido: como una can­ción cuyo título olvidaste hace mucho tiempo, así como las cir­cunstancias en las que la oíste. 2No puedes acordarte de toda la canción, sino sólo de algunas notas de la melodía, no puedes asociarla con ninguna persona o lugar, ni con nada en particular. 3Pero esas pocas notas te bastan para recordar cuán bella era la canción, cuán maravilloso el paraje donde la escuchaste y cuánto amor sentiste por los que allí estaban escuchándola contigo.

7. Las notas no son nada. 2Sin embargo, las has conservado, no por ellas mismas, sino con un dulce recordatorio de lo que te haría llorar si recordases cuán querido era para ti. 3Podrías acor­darte, pero tienes miedo, pues crees que perderías el mundo que desde entonces has aprendido a conocer. 4Sin embargo, sabes que nada en este mundo es ni la sombra de aquello que tanto amaste. 5Escucha y mira a ver si te acuerdas de una canción muy vieja que sabías hace mucho tiempo y que te era más preciada que cualquier otra melodía que te hayas enseñado a ti mismo desde entonces. 

8. Más allá del cuerpo, del sol y de las estrellas, más allá de todo lo que ves, y, sin embargo, en cierta forma familiar para ti, hay un arco de luz dorada que al contemplarlo se extiende hasta vol­verse un círculo enorme y luminoso. 2El círculo se llena de luz ante tus ojos. 3Sus bordes desaparecen, y lo que había dentro deja de estar contenido. 4La luz se expande y envuelve todo, exten­diéndose hasta el infinito y brillando eternamente sin interrupciones ni límites de ninguna clase. 5Dentro de ella todo está unido en una continuidad perfecta. 6Es imposible imaginar que pueda haber algo que no esté dentro de ella, pues no hay lugar del que esta luz esté ausente.

9. Ésta es la visión del Hijo de Dios, a quien conoces bien. 2He aquí lo que ve el que conoce a su Padre. 3He aquí el recuerdo de lo que eres: una parte de ello que contiene todo ello dentro de sí, y que está tan inequívocamente unida a todo como todo está unido en ti. 4Acepta la visión que te puede mostrar esto y no el cuerpo. 5Te sabes esa vieja canción, y te la sabes muy bien. 6Nada te será jamás tan querido como este himno inmemorial de amor que el Hijo de Dios todavía le canta a su Padre.

10Y ahora los ciegos pueden ver, pues esa misma canción que entonan en honor de su Creador los alaba a ellos también. 2La ceguera que inventaron no podrá resistir el vibrante recuerdo de esta canción. 3Y contemplarán la visión del Hijo de Dios, al recor­dar quién es aquel al que cantan. 4¿Qué es un milagro, sino este recordar?, 5¿Y hay alguien en quien no se encuentre esta memo­ria? 6La luz en uno despierta la luz en los demás. 7Y cuando la ves en tu hermano, la recuerdas por todos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario