EJERCICIOS
La paz de Dios está siempre conmigo, y yo siempre estoy a salvo. No es algo que sea cierto sólo a ratos. La paz de Dios está conmigo ahora y siempre. La intranquilidad es siempre algo que yo estoy poniendo encima de la paz que está siempre ahí, que nunca me abandona. La intranquilidad es una percepción falsa, la paz es la realidad. Si estoy dispuesto a parar un instante, a decir: “¡Paz! ¡Aquiétate!” a la tormenta en mi mente, la paz de Dios siempre está ahí, esperando a que la descubra.
La paz de Dios me rodea (1:1). Va conmigo dondequiera que yo voy (1:2). La llevo conmigo y puedo derramar “su luz sobre todo aquel con quien me encuentro” (1:3). Como San Francisco oraba, yo puedo ser un instrumento de la paz de Dios, llevándosela “al que se encuentra desolado, al que se siente solo y al que tiene miedo” (1:4). ¡Oh, yo quiero eso, hoy quiero ser lo que soy! Quiero estar dispuesto a decir: “Envíamelos, Padre” (1:6). Voy a escuchar la lección del Espíritu Santo: “Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es” (T.6.V(B)). A medida que llevo paz “a los que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza” (1:5) la encontraré en mí mismo. Reconoceré a mi Ser. Oiré la Voz de Dios. Reconoceré Su Amor.
Hoy si no siento Tu paz dentro de mí, voy a llevársela a alguien que la necesite. Al hacerlo, reconoceré su presencia dentro de mí.
L.pII.3.3:1-2
“Se ha perdido la certeza” (2:7), “y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión” (3:1). Los mecanismos de la ilusión incluyen no sólo nuestros ojos y oídos, nuestros órganos físicos de percepción, sino también los mecanismos de la mente que interpretan y ajustan lo que se percibe para que encaje en los patrones que se buscan. Vemos lo que esperamos ver, lo que queremos ver. Justo anoche estuve hablando acerca del extraño “punto ciego” de nuestros ojos. Todos lo tenemos. Hay un lugar en la retina (creo que a él se le une algún nervio o músculo) que no recoge la luz que brilla a través del cristalino. Lo extraño es esto: la mente “completa” el punto ciego con lo que “debería” haber ahí. Ninguno de nosotros ve un punto vacío en nuestra vista, pero lo hay, la mente simplemente inventa ¡lo que cree que debería haber ahí! ¡Éste es un “mecanismo de ilusión” ciertamente! Y nuestra mente “inventa” lo que “debería”haber ahí mucho más a menudo de lo que nos damos cuenta.
Todo el proceso de la percepción es un proceso de ilusión. Nuestra mente envía a los mensajeros que recogen información para que encuentren “lo que se les ha encomendado buscar” (3:2). La mente les dice: “Encontrad pruebas de culpa”. Y ¡quién lo iba a decir! “Encuentran pruebas de la separación”. Ellos las inventan. El ego sólo ve lo que quiere ver. Y en la percepción (en lo que vemos) el propósito del ego es dar testimonio y hacer real la ausencia de amor, para demostrar que Dios no está aquí, y que nosotros estamos aquí, separados de Él.
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