DESPERTAR AL AMOR

sábado, 2 de septiembre de 2017

2 SEPTIEMBRE: Tu paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS

LECCIÓN 245

Tu paz está conmigo, Padre. Estoy a salvo.



1. Tu paz me rodea, Padre. 2Dondequiera que voy, Tu paz me acompaña 3y derrama su luz sobre todo aquel con quien me encuentro. 4Se la llevo al que se encuentra desolado, al que se siente solo y al que tiene miedo. 5Se la ofrezco a los que sufren, a los que se lamentan de una pérdida, así como a los que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza. 6Envía­melos, Padre. 7Permíteme ser el portador de Tu paz. 8Pues quiero salvar a Tu Hijo, tal como dispone Tu Voluntad, para poder llegar a reconocer mi Ser.

2. Y así caminamos en paz, 2transmitiendo al mundo entero el mensaje que hemos recibido. 3Y de esta manera oímos por fin la Voz que habla por Dios, la cual nos habla según nosotros predi­camos la Palabra de Dios, Cuyo Amor reconocemos, puesto que compartimos con todos la Palabra que Él nos dio.



Instrucciones para la práctica

Propósito: Dar los últimos pasos a Dios. Esperar a que Él dé el último paso.

Tiempo de quietud por la mañana/ noche: Tanto tiempo como sea necesario.
Lee la lección.
Utiliza la idea y la oración para dar comienzo al tiempo de quietud. No dependas de las palabras. Utilízalas como una sencilla invitación a Dios para que venga a ti.

·   Siéntate en silencio y espera a Dios. Espera en quieta expectación a que Él se revele a Sí Mismo a ti. Busca únicamente la experiencia de Dios directa, profunda y sin palabras. Estate seguro de Su llegada, y no tengas miedo. Pues Él ha prometido que cuando Le invites, vendrá. Únicamente pides que cumpla Su antigua promesa, que Él quiere cumplir. Estos momentos de quietud son tu regalo a Él.

Recordatorios cada hora: No te olvides.
Da gracias a Dios por haber permanecido contigo y porque siempre estará ahí para contestar tu llamada a Él.

Recordatorios frecuentes: Tan a menudo como sea posible, incluso cada minuto.
Recuerda la idea. Permanece con Dios, deja que Él te ilumine.

Respuesta a la tentación: Cuando te sientas tentado a olvidarte de tu objetivo.
Utiliza la idea del día como una llamada a Dios y desaparecerán todas las tentaciones.

Lectura: Antes de uno de los momentos de práctica del día.

·         Lee lentamente la sección “¿Qué es?”.
·         Piensa en ella durante un rato.

Observaciones generales: Ahora, en esta parte final del año que tú y Jesús habéis pasado juntos, empiezas a alcanzar el objetivo de las prácticas, que es el objetivo del Curso. Jesús está tan cerca que no puedes fracasar. Has recorrido una gran parte del camino. No mires hacia atrás. Fija la mirada en el final del camino. No habrías podido llegar tan lejos si no te hubieses dado cuenta de que quieres conocer a Dios. Y eso es todo lo que se necesita para que Él venga a ti.


Comentario

La paz de Dios está siempre conmigo, y yo siempre estoy a salvo. No es algo que sea cierto sólo a ratos. La paz de Dios está conmigo ahora y siempre. La intranquilidad es siempre algo que yo estoy poniendo encima de la paz que está siempre ahí, que nunca me abandona. La intranquilidad es una percepción falsa, la paz es la realidad. Si estoy dispuesto a parar un instante, a decir: “¡Paz! ¡Aquiétate!” a la tormenta en mi mente, la paz de Dios siempre está ahí, esperando a que la descubra.

La paz de Dios me rodea (1:1). Va conmigo dondequiera que yo voy (1:2). La llevo conmigo y puedo derramar “su luz sobre todo aquel con quien me encuentro” (1:3). Como San Francisco oraba, yo puedo ser un instrumento de la paz de Dios, llevándosela “al que se encuentra desolado, al que se siente solo y al que tiene miedo” (1:4). ¡Oh, yo quiero eso, hoy quiero ser lo que soy! Quiero estar dispuesto a decir: “Envíamelos, Padre” (1:6). Voy a escuchar la lección del Espíritu Santo: “Para tener paz, enseña paz para así aprender lo que es” (T.6.V(B)). A medida que llevo paz “a los que creen ser infelices y haber perdido toda esperanza” (1:5) la encontraré en mí mismo. Reconoceré a mi Ser. Oiré la Voz de Dios. Reconoceré Su Amor.

Hoy si no siento Tu paz dentro de mí, voy a llevársela a alguien que la necesite. Al hacerlo, reconoceré su presencia dentro de mí.

¿Qué es el mundo? (Parte 5)

L.pII.3.3:1-2

“Se ha perdido la certeza” (2:7), “y para sustituirla nacieron los mecanismos de la ilusión” (3:1). Los mecanismos de la ilusión incluyen no sólo nuestros ojos y oídos, nuestros órganos físicos de percepción, sino también los mecanismos de la mente que interpretan y ajustan lo que se percibe para que encaje en los patrones que se buscan. Vemos lo que esperamos ver, lo que queremos ver. Justo anoche estuve hablando acerca del extraño “punto ciego” de nuestros ojos. Todos lo tenemos. Hay un lugar en la retina (creo que a él se le une algún nervio o músculo) que no recoge la luz que brilla a través del cristalino. Lo extraño es esto: la mente “completa” el punto ciego con lo que “debería” haber ahí. Ninguno de nosotros ve un punto vacío en nuestra vista, pero lo hay, la mente simplemente inventa ¡lo que cree que debería haber ahí! ¡Éste es un “mecanismo de ilusión” ciertamente! Y nuestra mente “inventa” lo que “debería”haber ahí mucho más a menudo de lo que nos damos cuenta.


Todo el proceso de la percepción es un proceso de ilusión. Nuestra mente envía a los mensajeros que recogen información para que encuentren “lo que se les ha encomendado buscar” (3:2). La mente les dice: “Encontrad pruebas de culpa”. Y ¡quién lo iba a decir! “Encuentran pruebas de la separación”. Ellos las inventan. El ego sólo ve lo que quiere ver. Y en la percepción (en lo que vemos) el propósito del ego es dar testimonio y hacer real la ausencia de amor, para demostrar que Dios no está aquí, y que nosotros estamos aquí, separados de Él.


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