DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 20 de septiembre de 2017

20 SEPTIEMBRE: Mi santa visión ve la pureza de todas las cosas.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 263


Mi santa visión ve la pureza de todas las cosas.


1. Padre, Tu Mente creó todo cuanto existe, Tu Espíritu se adentró en ello y Tu Amor le infundió vida. 2¿Y voy yo acaso a contemplar lo que Tú creaste como si en ello pudiese anidar el pecado? 3No quiero percibir imágenes tan tenebrosas y atemorizantes. 4Es imposible que yo pueda preferir el sueño de un loco a toda la hermosura con la que tú bendijiste la creación; a toda su pureza y dicha, así como a su eterna y serena morada en Ti.


2. Y mientras todavía nos encontremos ante las puertas del Cielo, contemplemos todo cuanto veamos a través de una visión santa y de los ojos de Cristo. 2Permite que todas las apariencias nos parez­can puras, para que podamos pasarlas de largo con inocencia, y dirigirnos juntos a la casa de nuestro Padre como hermanos y como los santos Hijos de Dios que somos.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Esta lección es acerca de ver todas las cosas tal como Dios las creó: sin pecado, inocentes y puras. Su Mente creó todo lo que existe, Su Espíritu se adentró en ello, y Su Amor le dio vida (1:1). Al principio, ver las cosas de esta manera tiene que ser una elección consciente, porque hemos entrenado a nuestra mente a ver las cosas justo al contrario. Hemos aprendido a juzgar. Clasificamos, las examinamos en una escala del 1 al 10, e intentamos decidir si es algo o alguien que queremos acercar o alejar de nosotros. Hemos entrenado a nuestra mente a hacerlo así desde que nacimos, y probablemente en muchas vidas anteriores. Por eso, tiene que ser una elección consciente decir: “No. Elijo ver esto como puro. No damos importancia a nuestras valoraciones y en lugar de ello elegimos aceptar el juicio del Espíritu Santo.

Finalmente, muy a largo plazo, entrenaremos nuestra mente de otra manera. La elección de ver pureza será cada vez más frecuente y automática. Los pensamientos de juicio probablemente seguirán estando ahí siempre, desapareciendo lentamente hasta que abandonemos este mundo completamente, pero al final la elección de ver pureza se volverá cada vez más una forma de pensar, en lugar de una elección consciente. Las repeticiones frecuentes y constantes acelerarán el proceso.


¿Qué es el cuerpo? (Parte 3)

L.pII.5.2:1-4

El cuerpo es pasajero. No durará (2:1). El salmista bíblico comparó la vida de un hombre con la hierba, tan corta como una flor en el campo, y que desaparece rápidamente (Salmo 103:15). Nuestra naturaleza pasajera está cerca de la superficie de toda mente, como me lo recordaron anoche en un restaurante, cuando alguien entró y saludó al propietario con: “¿Qué tal la vida?”

Él respondió: “Demasiado corta”.

Se podría pensar que lo corto de la vida física podría alertarnos de inmediato del engaño del intento del ego de que encontremos seguridad en el cuerpo, pero rápidamente el ego deforma lo corto de la vida en algo a su favor. El ego quiere demostrar la separación. ¿Y qué separa más que la muerte física? Así que lo corto de la vida “demuestra” que la cerca funciona, estamos separados unos de otros y de Dios (2:3). Inventamos el cuerpo para manifestar la separación y ¡quién lo iba a decir! Lo hace. Un cuerpo puede atacar a otro y matarlo. Siguiendo la lógica del ego, si fuéramos uno, matar sería imposible (2:4). El ego es un maestro de los razonamientos falsos.

Hay un argumento magnífico en el Capítulo 13 del Texto. Allí dice:

Pues crees que el ataque es tu realidad, y que tu destrucción es la prueba final de que tenías razón. Incluso la vida previa a la que la muerte parece señalar, habría sido inútil si tan sólo hubiese desembocado en la muerte y necesitase de ésta para probar que existió. (T.13.IV.2:5,3:3)

Si vas a morir para demostrar que tenías razón (que la separación existe), ¿no preferirías estar equivocado y vivir? Y aunque no sabes lo que es el Cielo, ¿no sería éste más deseable que la muerte? (T.13.IV.3:6). Gran parte de nuestro miedo a abandonar nuestra identificación con el cuerpo está precisamente en esto; tenemos miedo de que se nos demuestre que estamos equivocados. Si estamos equivocados en esto, la mayor parte de los esfuerzos de nuestra vida han sido inútiles. Nos hemos volcado completamente en algo que, en muy poco tiempo, será únicamente polvo. El Curso nos pide que nos demos cuenta de la inutilidad de todo esto y que miremos a nuestro alrededor y preguntemos: “¿Hay quizá alguna otra cosa que merezca todo este esfuerzo?” Y lo hay.






TEXTO


VI. La luz de la relación santa


1. ¿Deseas la libertad del cuerpo o la de la mente? 2Pues no pue­des tener ambas. 3¿Qué valoras más, el cuerpo o la mente? 4¿Cuál de ellos es tu objetivo? 5Pues a uno de ellos lo ves como un medio; al otro como un fin. 6uno de ellos tiene que servir al otro y dejar que predomine, realzando su importancia al disminuir la suya propia. 7Los medios sirven al fin, y a medida que el fin se alcanza, el valor de los medios disminuye, quedando totalmente eclipsa­dos cuando se reconoce que ya no tienen función alguna. 8Todo aquel que anhela la libertad tratará de encontrarla. 9Pero la bus­cará donde cree que está y donde cree que puede hallarla. 10Creerá que es igualmente posible alcanzar o bien la libertad de la mente o bien la del cuerpo, y elegirá a uno de ellos para que sirva al otro como medio para encontrarla.

2. Cuando se ha elegido la libertad del cuerpo, la mente se usa como un medio cuyo valor reside en su habilidad de ingeniar medios para conseguir la libertad del cuerpo. 2Pero dado que liberar al cuerpo no tiene sentido, la mente se ha puesto al servi­cio de las ilusiones. 3Esta situación es tan contradictoria e imposi­ble que cualquiera que la elija no tiene idea de lo que es valioso. 4Mas aun en esta confusión -tan profunda que es indescripti­ble- el Espíritu Santo espera pacientemente, tan seguro del resultado final como del Amor de Su Creador. 5Él sabe que esa decisión descabellada la tomó uno a quien Su Creador ama tanto como el amor se ama a sí mismo.

3. No te intranquilices pensando cómo puede el Espíritu Santo intercambiar tan fácilmente los medios y el fin en aquellos que Dios ama y quiere que sean libres para siempre. 2En lugar de ello, siéntete agradecido de poder ser el medio para lograr Su fin. 3Éste es el único servicio que conduce a la libertad. 4Para lograr este fin hay que percibir al cuerpo libre de pecado porque lo que se busca es la impecabilidad. 5La falta de contradicción permite que la transición de medios a fin sea tan fácil como lo es el inter­cambio del odio por la gratitud ante los ojos que perdonan. 6Os santificaréis el uno al otro al usar el cuerpo sólo en beneficio de la impecabilidad. 7Y os será imposible odiar aquello que sirve a quien queréis sanar.

4. Esta relación santa, hermosa en su inocencia, llena de forta­leza, y resplandeciendo con una luz mucho más brillante que la del sol que alumbra el firmamento que ves, es la que tu Padre ha elegido como uno de los medios para llevar a cabo Su plan. 2Sién­tete agradecido de que no sirva en absoluto para llevar a cabo el tuyo. 3No usará indebidamente nada que se le confíe, ni dejará de usar nada que se le ofrezca. 4Esta santa relación tiene el poder de curar todo dolor, sea cual sea su forma. 5Ni tu hermano ni tú por separado podéis ser útiles en absoluto. 6Únicamente en vuestra voluntad conjunta radica la curación. 7Pues ahí es donde se encuentra vuestra curación y ahí es donde aceptaréis la Expia­ción. 8al sanar los dos, la Filiación queda sanada porque vues­tras voluntades se han unido.

5. Ante una relación santa no hay pecado. 2Ya no se percibe nin­guna forma de error, y la razón, unida al amor, contempla calla­damente cualquier confusión y observa simplemente: "Eso fue un error". 3luego, la misma Expiación que aceptaste en tu rela­ción corrige el error y, allí donde éste estaba, deposita una parte del Cielo. 4¡Cuán bendito eres tú que permites que este regalo se otorgue! 5Cada parte del Cielo que restituyes se te da a ti. 6cada lugar vacío del Cielo que vuelves a llenar con la Luz Eterna que traes contigo, resplandece sobre ti. 7Los medios de la impecabili­dad no conocen el miedo porque únicamente son portadores de amor.

6. Criatura de paz, la luz ha descendido sobre ti. 2No reconoces la luz que traes contigo, pero la recordarás. 3¿Quién podría negarse a sí mismo la visión que le brinda a los demás? 4¿Y quién dejaría de reconocer el regalo que, por mediación suya, él permitió que se depositase en el Cielo? 5El amoroso servicio que le prestas al Espíritu Santo te lo prestas a ti mismo. 6Tú que ahora eres Su medio tienes que amar todo lo que Él ama. 7Y lo que traes contigo es tu recuerdo de todo lo que es eterno. 8Ningún vestigio de lo temporal puede permanecer por mucho tiempo en la mente que sirve a lo intemporal. 9Y ninguna ilusión puede turbar la paz de una relación que se ha convertido en el instrumento de la paz.

7. Cuando hayas contemplado a tu hermano con absoluto per­dón, del que no se haya excluido ningún error ni nada se man­tenga oculto, ¿qué error podría haber en cualquier parte que tú no pudieses pasar por alto? 2¿Y qué tipo de sufrimiento podría nublar tu vista e impedirte ver más allá de él? 3¿Y qué ilusión no ibas a reconocer como un error, como una sombra que puedes atravesar completamente impávido? 4Dios no permite que nada sea un obstáculo para aquellos que hacen Su Voluntad, y éstos reconocerán que sus voluntades son la Suya porque la sirven. 5la sirven de buen grado. 6¿Podrían, entonces, demorarse mucho en recordar lo que son?

8Verás tu valía a través de los ojos de tu hermano, y cada uno será liberado cuando vea a su salvador en el lugar donde antes pensó que había un agresor. 2Mediante esta liberación se libera el mundo. 3Este es tu papel en la consecución de la paz. 4Pues has preguntado cuál es tu función aquí, y se te ha contestado. 5No intentes cambiarla ni substituirla por ninguna otra. 6Pues ésa fue la única función que se te dio. 7Acepta sólo esta función y sírvela de todo corazón, pues lo que el Espíritu Santo hace con los regalos que le das a tu hermano, a quién se los ofrece, dónde y cuándo, es cosa Suya. 8Los concederá allí donde sean recibidos y se les dé la bienvenida. 9Utilizará cada uno de ellos en beneficio de la paz. 10Y ni la más leve sonrisa o la buena voluntad de alguien para pasar por alto la más diminuta equivocación le pasará desapercibida a Él.

9. ¿Qué otra cosa podría ser contemplar con caridad aquello que tu Padre ama, sino una bendición universal? 2Extender el perdón es la función del Espíritu Santo. 3Deja eso en Sus manos. 4Ocúpate únicamente de entregarle aquello que se puede extender. 5No guardes ningún secreto tenebroso que Él no pueda usar, antes bien, ofrécele los pequeños regalos que Él puede extender para siempre. 6Él aceptará cada uno de ellos y los convertirá en una fuerza potente en favor de la paz. 7El Espíritu Santo no dejará de bendecir ni uno solo de los regalos que le haces ni los limitará en forma alguna. 8Los infundirá de todo el poder que Dios le ha conferido, a fin de hacer de cada uno de ellos un manantial de curación para todos. 9Cada pequeño regalo que le ofreces a tu hermano derrama luz sobre el mundo. 10No te preo­cupes por las tinieblas; mira más allá de ellas y contempla a tu hermano. 11Y deja que las tinieblas sean disipadas por Aquel que conoce la luz y que tiernamente la deposita en cada una de las dulces sonrisas de fe y de confianza con que bendices a tu her­mano.



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