DESPERTAR AL AMOR

jueves, 21 de septiembre de 2017

21 SEPTIEMBRE: El Amor de Dios me rodea.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 264


El Amor de Dios me rodea.


1. Padre, estás delante y detrás de mí, a mi lado, allí donde me veo a mí mismo y dondequiera que voy. 2Estás en todo lo que contemplo, en los sonidos que oigo y en cada mano que busca la mía. 3En Ti el tiempo desaparece, y la idea del espacio se vuelve una creencia absurda. 4Pues lo que rodea a Tu Hijo y lo mantiene a salvo es el Amor Mismo. 5No hay otra fuente que ésa, y no hay nada que no comparta Su santidad, nada que se encuentre aparte de Tu única creación o que carezca del Amor que envuelve a todas las cosas dentro de Sí. 6Padre, Tu Hijo es como Tú. 7Hoy apelamos a Ti en Tu Propio Nombre, para estar en paz dentro de Tu eterno Amor.


2. Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. 2Ésta es la plegaria de la salvación. 3¿No deberíamos acaso unirnos a lo que ha de salvar al mundo y a nosotros junto con él?



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

La mayor parte de la lección de hoy es una oración preciosa, y mi sugerencia es que tomemos el tiempo no sólo de leerla, sino de leerla en voz alta, con todo el sentimiento de que seamos capaces. Jesús dice:

Hermanos míos, uníos a mí en este propósito hoy. Ésta es la plegaria de la salvación. (2:1-2)

¿Lo vas a hacer? Quizá podemos hacer una pausa al mediodía, cada uno en su zona horaria, y al hacerlo, darnos cuenta de que otros se están uniendo a nosotros en ese mismo momento para hacer juntos esta misma oración. Y Jesús se une a todos nosotros cada vez que repetimos: “Que a través nuestro, el mundo sea bendecido con paz” (L.360).

(Si no puedes hacer una pausa al mediodía, hazla en cualquier otro momento. Alguien, en alguna parte, se estará uniendo a ti.)

Imagínate el efecto en ti si por lo menos una vez por hora, y más si es posible, sencillamente te paras un instante y en silencio repites para tus adentros: “El Amor de Dios me rodea”.

“Dios es tu seguridad” dice la Lección 261. El propósito de estas diez lecciones es centrar nuestra atención sobre el amor, que es “invisible”, en lugar de prestar atención al cuerpo, que es visible. Un párrafo del Texto, que da la casualidad que estoy leyendo hoy, dice:

Cuando hiciste que lo que no es verdad fuese visible, lo que es verdad se volvió invisible para ti… Es invisible para ti porque estás mirando a otra cosa. (T.12.VIII.3:1,3)

Por lo tanto, lo que no se ve no ha desaparecido. El amor sigue estando en mi mente porque Dios lo puso allí. El amor sigue estando en todo, rodeándome, y lo veré si dejo de buscar otra cosa. Jesús dice que si miramos al amor el tiempo suficiente, lo que no existe se hará invisible para nosotros. Ese proceso es el cambio del que habla el Curso. Cuando dejamos de querer ver algo diferente al amor, sólo veremos amor. Ese resultado es inevitable porque el amor es lo único que existe.

Queremos ver separación, queremos ver cuerpos, porque pensamos que de algún modo eso nos mantiene a salvo. Mantiene nuestra individualidad. Sin embargo, nuestra verdadera seguridad está en el amor. Nuestra verdadera seguridad está en darnos cuenta de que somos parte de ese inmenso océano de amor que nunca termina. El cuerpo, el ego y la consciencia individual (separada del resto) no son lo que necesitamos conservar y aferrarnos a ello. Más bien, lo que necesitamos es unirnos a la Consciencia Universal y hacer nuestro papel en la unión con la Mente Universal, sin ningún propósito para esta parte pequeñita, sino únicamente un propósito que sirve al Todo.

El modo de sentir amor es dándolo. Pues si el amor es compartir, ¿cómo ibas a poder encontrarlo excepto a través de sí mismo? (T.12.VIII.1:5). Hoy voy a abrir mi corazón para amar a todos. Que sepa que ésta es mi función. Cuando abro mi corazón para que el amor se extienda hacia fuera, el amor entra a raudales. Y lo que amo es a mí mismo, y no algo que está separado de mí. No soy sólo una parte, existo en relación con todo el universo. El Todo está en cada parte. Todo está relacionado con todo lo demás, y sólo el Todo tiene significado. El Amor de Dios me rodea.


¿Qué es el cuerpo? (Parte 4)

L.pII.5.2:4-9

Nuestra identificación con el cuerpo parece protegernos del Amor. La locura del ego cree que la muerte “demuestra” que estamos separados. Sin embargo, en la realidad únicamente existe nuestra unidad. Si somos uno, la lección pregunta:

Pues si su unidad aún permaneciese intacta, ¿quién podría atacar y quién podría ser ata-cado? ¿Quién podría ser el vencedor? ¿Quién la presa? (2:4-6)

Creemos que el ataque es real, que hay víctimas y asesinos. Si nuestra unidad aún permanece intacta (2:4), esto no puede ser real. Y por lo tanto esas apariencias deben ser ilusorias, o de otro modo la unidad habría sido destruida. Los horrores de este mundo son los intentos del ego de demostrar la destrucción de la unidad. La muerte es la prueba del ego de que “el eterno Hijo de Dios puede ser destruido” (2:9). Como alumnos del Espíritu Santo, negamos esto.

No negamos que, dentro de la ilusión, existan víctimas y asesinos. No fingimos que, debido a las bombas, niños hayan saltado por los aires, que no se practique el genocidio, que no haya atrocidades, que no esté habiendo guerras, que por todo el mundo no se estén destruyendo vidas y familias y estabilidad emocional. Todo esto es verdad dentro de la ilusión. Lo que negamos es toda la ilusión. Negamos que este cuadro represente a la realidad. Negamos que algo real pueda ser amenazado. Somos conscientes de que lo que vemos es sólo un sueño. Vemos a los personajes del sueño ir y venir, variar y cambiar, sufrir y morir. Mas no nos dejamos engañar por lo que vemos (M.12.6:6-8). Damos testimonio de la realidad, invisible a los ojos del cuerpo, pero que se ve con los ojos de Cristo.


La verdad es: la Unidad existe. El mundo, el cuerpo y la muerte, niegan esta verdad. Nuestra función como obradores de milagros es “negar la negación de la verdad” (T.12.II.1:5). Negamos la separación, que es la negación de la verdad. Estamos con las manos extendidas para ayudar y, sobre todo, para demostrar la verdad de nuestra eterna unidad con nuestras palabras, nuestras acciones y nuestros pensamientos.





TEXTO


10De tu aprendizaje depende el bienestar del mundo. 2Y es sólo la arrogancia lo que negaría el poder de tu voluntad. 3¿Crees acaso que la Voluntad de Dios es impotente? 4¿Es a eso a lo que llamas humildad? 5No te das cuenta de lo que esta creencia ha ocasionado. 6Te consideras a ti mismo vulnerable, débil, fácil de destruir y a merced de innumerables agresores mucho más fuer­tes que tú. 7Examinemos detenidamente cómo fue que surgió este error, pues en él yace enterrada la pesada ancla que parece man­tener vigente, inamovible y sólido como una roca el temor a Dios. 8Y mientras esa creencia perdure, así parecerá ser.

11. ¿Quién puede atacar al Hijo de Dios y no atacar a su Padre? 2¿Cómo iba a ser el Hijo de Dios débil, frágil y fácil de destruir a menos que su Padre también lo fuese? 3¿No te das cuenta de que cada pecado y cada condenación que percibes y justificas es un ataque contra tu Padre? 4Por eso es por lo que el ataque no ha tenido lugar ni puede ser real. 5No te percatas de que ésa ha sido tu intención porque crees que el Padre y el Hijo están separados. 6Y no puedes sino pensar que están separados, debido al miedo. 7Pues parece menos arriesgado atacar a otro o atacarte a ti mismo que atacar al gran Creador del universo, Cuyo poder conoces.

12. Si fueses uno con Dios y reconocieses esa unidad, sabrías que Su poder te pertenece. 2Mas no podrás recordar esto mientras creas que el ataque, de la clase que sea, tiene sentido. 3Ninguna clase de ataque está justificado porque no tiene sentido. 4De la única manera en que el ataque se podría justificar es si tú y tu hermano estuvieseis realmente separados el uno del otro, y todo el mundo estuviese separado del Creador. 5Pues sólo entonces sería posible atacar una parte de la creación sin atacarla a toda ella; atacar al Hijo sin atacar al Padre; atacar a otro sin atacarte a ti mismo o herirte a ti mismo sin que otro sufriese dolor. 6Sin embargo, no te quieres deshacer de esa creencia. 7Mas ¿dónde reside su valor, sino en el deseo de poder atacar impunemente? 8El ataque no es ni peligroso ni inocuo. 9Sencillamente es imposi­ble. 10esto es así porque el universo es uno. 11No elegirías atacar su realidad si no fuese porque para poder verlo separado de su hacedor es esencial atacar. 12así parece como si el amor pudiese atacar y volverse temible.

13. Sólo los que son diferentes pueden atacar. 2de ahí deduces que porque puedes atacar, debes ser diferente de tu hermano. 3Sin embargo, el Espíritu Santo explica esto de otra manera. 4No pue­des atacar precisamente porque no eres diferente de tu hermano. 5Cualquiera de esas dos posturas es una conclusión lógica. 6Cual­quiera de ellas puede ser aceptada, pero no ambas. 7La única pregunta que necesita contestarse a fin de decidir cuál de las dos es verdad, es si en realidad tú eres diferente de tu hermano. 8Desde el punto de vista de lo que entiendes parece que lo eres, y, por lo tanto, que puedes atacar. 9De ambas alternativas, ésta parece la más natural y la más afín a tu experiencia. 10Por eso es necesario que tengas otras experiencias, más afines a la verdad, para enseñarte lo que en realidad es natural y verdadero.

14. Esa es la función de tu relación santa. 2Pues lo que uno de vosotros piense, el otro lo experimentará con él. 3¿Qué puede querer decir esto, sino que tu mente y la mente de tu hermano son una? 4No veas con temor este feliz hecho ni pienses que con ello se te impone una pesada carga. 5Pues cuando lo hayas acep­tado de buen grado, te darás cuenta de que vuestra relación es un reflejo de la unión que existe entre el Creador y Su Hijo. 6Entre las mentes amorosas no hay separación. 7Y cada pensamiento que una de ellas tiene le brinda felicidad a la otra porque es la misma mente. 8La dicha es ilimitada porque cada pensamiento de amor radiante extiende su ser y crea más de sí mismo. 9En él no tienen cabida las diferencias, pues todo pensamiento es como él mismo.



15. La luz que os une brilla a través del universo, y puesto que os une, hace que seáis uno con vuestro Creador. 2en Él converge toda la creación. 3¿Lamentarías no poder sentir miedo solo, cuando tu relación te puede enseñar que el poder del amor reside en ella, haciendo así que el miedo sea imposible? 4No intentes conservar un poco del ego junto con este regalo. 5Pues se te dio para que lo usaras, no para que lo ocultases. 6Aquello que te enseña que no os podéis separar niega al ego. 7Deja que la verdad decida si tú y tu hermano sois diferentes o iguales, y que te enseñe cuál de estas dos posibilidades es verdad.




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