DESPERTAR AL AMOR

viernes, 29 de septiembre de 2017

29 SEPTIEMBRE: ¿Cómo iban a poder satisfacer las ilusiones al Hijo de Dios?

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 272


¿Cómo iban a poder satisfacer las ilusiones al Hijo de Dios?


1. Padre, la verdad me pertenece. 2Mi hogar se estableció en el Cielo mediante tu voluntad y la mía. 3¿Podrían contentarme los sueños? 4¿Podrían brindarme felicidad las ilusiones? 5¿Qué otra cosa sino Tu recuerdo podría satisfacer a Tu Hijo? 6No me contentaré con menos de lo que Tú me has dado. 7Tu Amor, por siempre dulce y sereno, me rodea y me mantiene a salvo eternamente. 8El Hijo de Dios no puede sino ser tal como Tú lo creaste.


2. Hoy dejamos atrás las ilusiones. 2Y si oímos a la tentación lla­marnos e invitarnos a que nos entretengamos con un sueño, nos haremos a un lado y nos preguntaremos si nosotros, los Hijos de Dios, podríamos contentarnos con sueños cuando podemos ele­gir el Cielo con la misma facilidad que el infierno. aY el amor reemplazará gustosamente todo temor.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Como algunos anuncios de la televisión, el Curso nos dice que no aceptemos sustitutos. Queremos “la cosa real”. La ironía de ello es que la mayor parte del tiempo nos contentamos con ilusiones: ilusiones de amor (relaciones especiales), ilusiones de seguridad (seguridad económica), ilusiones de significado (fama, recompensas y reconocimiento del mundo). Nos contentamos con sueños, e incluso a veces con sueños dentro del sueño, como drogas y fantasías.

Necesitamos lecciones como ésta. Necesitamos preguntarnos a nosotros mismos: “¿Podrían brindarme felicidad las ilusiones?” (1:4).Si estamos dispuestos a hacer la pregunta, conocemos la respuesta. Un escritor y misionero cristiano, Jim Elliot, escribió una vez: “No está loco el que da lo que no puede conservar, para ganar lo que no puede perder”. Otra misionera, Amy Carmichael, escribió: “La vida que cuenta es la que no pierde el tiempo en cosas sin importancia”. Cuando el brillo del mundo nos atraiga, cuando una relación especial parezca prometernos significado y plenitud aquí en el mundo, que me recuerde a mí mismo: “No me contentaré con menos de lo que Tú me has dado” (1:6).

Podemos encontrar placer y satisfacción temporal en algunas de nuestras ilusiones. Sin embargo, a la larga nada puede satisfacernos, salvo el recuerdo de Dios (1:5). Nada puede darme completa satisfacción excepto el conocimiento de que “Tu Amor, por siempre dulce y sereno, me rodea y me mantiene a salvo eternamente” (1:7). ¿Voy a buscar otra ilusión hoy? ¿O voy a usar mi tiempo con sabiduría, y elegir el Cielo y la paz de Dios?


¿Qué es el Cristo? (Parte 2)

L.pII.6.1:3-5

Cristo es “el Pensamiento que todavía mora en la Mente que es Su Fuente” (1:3). El Curso nos enseña que nuestra realidad es un Pensamiento dentro de la Mente de Dios. Una y otra vez el Curso insiste en que las ideas no abandonan su Fuente. Permanecen en la mente que las está pensando. Una idea no puede separarse de la mente, es una parte de la mente, una función de la mente que la piensa. Y somos eso en relación con Dios. La separación entre nuestro Ser y la mente de Dios es igual de imposible que la separación entre una idea y la mente que la piensa. Mi verdadero Ser, tu verdadero Ser, nuestro verdadero Ser, es el Cristo. Nuestro Ser jamás ha abandonado nuestro santo hogar (1:4) en la Mente de Dios. Eso es un hecho. Basado en ese hecho, cualquier cosa que parezca lo contrario debe ser una mentira, una ilusión. No estamos caminando sin rumbo en este mundo, “en Dios estás en tu hogar, soñando con el exilio” (T.10.I.2:1). Nuestra separación es sólo un sueño, no una realidad; por eso el Curso está tan seguro del resultado final.

No hemos abandonado a Dios, y puesto que no lo hemos hecho, no hemos perdido nuestra inocencia (1:4, también L.182.12:1). Todas las cosas horribles que podemos pensar que hemos hecho o dicho no tienen realidad en la verdad, son parte del sueño del exilio. Todavía estamos en el hogar. ¿Has soñado alguna vez que hiciste algo terrible o vergonzoso, y luego te despertaste aterrorizado, horrorizado, y sentiste luego un gran alivio de que no fuera verdad? “¡Sólo fue un sueño!” Algún día todos nosotros tendremos esa experiencia a gran escala, nos despertaremos y nos daremos cuenta de que todo este mundo fue un sueño, que nunca ocurrió. A pesar de todo lo que nos hemos imaginado, despertaremos y nos encontraremos a nosotros mismos “inmutables para siempre en la Mente de Dios” (1:5).




TEXTO


IV. Por encima del campo de batalla


1. No sigas estando en conflicto, pues sin ataque no puede haber guerra. 2Tenerle miedo a Dios es tenerle miedo a la vida, no a la muerte. 3Sin embargo, Dios sigue siendo el único refugio. 4En Él no hay ataques, ni el Cielo se ve acechado por ninguna clase de ilusión. 5El Cielo es completamente real. 6En él las diferencias no tienen cabida, y lo que es lo mismo no puede estar en conflicto. 7No se te pide que luches contra tu deseo de asesinar. 8Pero sí se te pide que te des cuenta de que las formas que dicho deseo adopta encubren la intención del mismo. 9Y es eso lo que te asusta, no la forma que adopta. 10Lo que no es amor es asesinato. 11Lo que no es amoroso no puede sino ser un ataque. 12Toda ilusión es un asalto contra la verdad y cada una de ellas es una agresión contra la idea del amor porque éste parece ser tan verdadero como ellas.

2. Mas ¿qué puede ser igual a la verdad y sin embargo diferente? 2El asesinato y el amor son incompatibles. 3Si ambos fuesen cier­tos, tendrían entonces que ser lo mismo e indistinguibles el uno del otro. 4Y así deben serlo para aquellos que ven al Hijo de Dios como un cuerpo. 5Pues no es el cuerpo lo que es como el Creador del Hijo. 6lo que carece de vida no puede ser el Hijo de la Vida. 7¿Puede acaso el cuerpo extenderse hasta abarcar todo el universo? 8¿Puede acaso crear, y ser lo que crea? 9¿Y puede ofrecerle a sus creaciones todo lo que él es sin jamás sufrir pérdida alguna?

3. Dios no comparte Su función con un cuerpo. 2El le encomendó a Su Hijo la función de crear porque es la Suya Propia. 3Creer que la función del Hijo es asesinar no es un pecado, pero sí es una locura. 4Lo que es lo mismo no puede tener una función dife­rente. 5La creación es el medio por el que Dios se extiende a Sí Mismo, y lo que es Suyo no puede sino ser de Su Hijo también. 6Pues, o bien el Padre y el Hijo son asesinos, o bien ninguno de los dos lo es. 7La vida no crea a la muerte, puesto que sólo puede crear a semejanza propia.

4. La hermosa luz de tu relación es como el Amor de Dios. 2Mas aún no puede asumir la sagrada función que Dios le encomendó a Su Hijo, puesto que todavía no has perdonado a tu hermano com­pletamente, y, por ende, el perdón no se puede extender a toda la creación. 3Toda forma de asesinato y ataque que todavía te atraiga y que aún no hayas reconocido como lo que realmente es, limita la curación y los milagros que tienes el poder de extender a todo el mundo. 4Aun así, el Espíritu Santo sabe cómo multiplicar tus pequeñas ofrendas y hacerlas poderosas. 5Sabe también cómo ele­var tu relación por encima del campo de batalla para que ya no se encuentre más en él. 6Esto es lo único que tienes que hacer: reco­nocer que cualquier forma de asesinato no es tu voluntad. Tu propósito ahora es pasar por alto el campo de batalla.

5. Elévate, y desde un lugar más alto, contémplalo. 2Desde ahí tu perspectiva será muy diferente. 3Aquí, en medio de él, cierta­mente parece real. 4Aquí has elegido ser parte de él. 5Aquí tu elección es asesinar. 6Mas desde lo alto eliges los milagros en vez del asesinato. 7Y la perspectiva que procede de esta elección te muestra que la batalla no es real y que es fácil escaparse de ella. 8Los cuerpos pueden batallar, pero el choque entre formas no significa nada. 9Y éste cesa cuando te das cuenta de que nunca tuvo comienzo. 10¿Cómo ibas a poder percibir una batalla como inexistente si participas en ella? 11¿Cómo ibas a poder reconocer la verdad de los milagros si el asesinato es tu elección?

6. Cuando la tentación de atacar se presente para nublar tu mente y volverla asesina, recuerda que puedes ver la batalla desde más arriba. 2Incluso cuando se presenta en formas que no reco­noces, conoces las señales: 3una punzada de dolor, un ápice de culpabilidad, pero sobre todo, la pérdida de la paz. 4Conoces esto muy bien. 5Cuando se presenten, no abandones tu lugar en lo alto, sino elige inmediatamente un milagro en vez del asesinato. 6Y Dios Mismo, así como todas las luces del Cielo, se inclinarán tiernamente ante ti para apoyarte. 7Pues habrás elegido permane­cer donde Él quiere que estés, y no hay ilusión que pueda atacar la paz de Dios cuando Él está junto a Su Hijo.

7. No contemples a nadie desde dentro del campo de batalla, pues lo estarías viendo desde un lugar que no existe. 2No tienes un punto de referencia desde el que observar y desde el que lo que ves pueda tener significado. 3Pues sólo los cuerpos pueden atacar y asesinar, y si éste es tu propósito, eso quiere decir que eres un cuerpo. 4Sólo los propósitos unifican, y aquellos que comparten un mismo propósito son de un mismo pensar. 5El cuerpo de por sí no tiene propósito alguno, y no puede sino ser algo solitario. 6Desde abajo, no puede ser transcendido. 7Desde arriba, las limita­ciones que les impone a aquellos que todavía batallan desapare­cen y se hace imposible percibirlas. 8El cuerpo se interpone entre el Padre y el Cielo que Él creó para Su Hijo precisamente porque no tiene ningún propósito.

8. Piensa en lo que se les concede a los que comparten el propó­sito de su Padre sabiendo que es también el suyo: 2no tienen necesidad de nada; 3cualquier clase de pesar es inconcebible; 4de lo único que son conscientes es de la luz que aman y sólo el amor brilla sobre ellos para siempre. 5El amor es su pasado, su pre­sente y su futuro: siempre el mismo, eternamente pleno y com­pletamente compartido. 6Saben que es imposible que su felicidad pueda jamás sufrir cambio alguno. 7Tal vez pienses que en el campo de batalla todavía hay algo que puedes ganar. 8Sin embargo, ¿podría ser eso algo que te ofreciese una calma perfecta y una sensación de amor tan profunda y serena que ninguna sombra de duda pudiera jamás hacerte perder la certeza? 9¿Y podría ser algo que durase eternamente?

9. Los que son conscientes de la fortaleza de Dios jamás podrían pensar en batallas. 2¿Qué sacarían con ello sino la pérdida de su perfección? 3Pues todo aquello por lo que se lucha en el campo de batalla tiene que ver con el cuerpo: con algo que éste parece ofre­cer o poseer. 4Nadie que sepa que lo tiene todo podría buscarse limitaciones ni valorar las ofrendas del cuerpo. 5La insensatez de la conquista resulta evidente desde la serena esfera que se encuentra por encima del campo de batalla. 6¿Qué puede estar en con­flicto con lo que lo es todo? ¿Y qué hay que, ofreciendo menos, pudiese ser más deseable? 8¿A quién que esté respaldado por el amor de Dios podría resultarle difícil elegir entre los milagros y el asesinato?



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