DESPERTAR AL AMOR

martes, 10 de octubre de 2017

10 OCTUBRE: Mi verdadera Identidad reside en Ti.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 283


Mi verdadera Identidad reside en Ti.


1. Padre, forjé una imagen de mí mismo, y a eso e sa lo que llamo el Hijo de Dios. 2Mas la creación sigue siendo como siempre fue, pues Tu crea­ción es inmutable. 3No quiero rendirle culto a ningún ídolo. 4Yo soy aquel que mi Padre ama. 5Mi santidad sigue siendo la luz del Cielo y el Amor de Dios. 6¿Cómo no va a estar a salvo lo que Tú amas? 7¿No es acaso infinita la luz del Cielo? 8¿No es Tu Hijo mi verdadera Identidad, toda vez que Tú creaste todo cuanto existe?

2. Ahora todos somos uno en la Identidad que compartimos, ya que Dios nuestro Padre es nuestra única Fuente, y todo lo creado forma parte de nosotros. 2Y así, le ofrecemos nuestra bendición a todas las cosas y nos unimos amorosamente al mundo, el cual nuestro perdón ha hecho que sea uno con nosotros.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

“Reside” significa “vive o mora”, pero también significa “permanece sin cambio”. Pienso que éste es el significado que tiene esta lección: “Mi verdadera Identidad permanece sin cambio en Ti”. (Al menos así es como lo estoy oyendo hoy). “Forjé una imagen de mí mismo” (1:1). Ésta es la postura del Curso de lo que tradicionalmente se ha llamado “la Caída”. Desde el punto de vista tradicional judeocristiano, el hombre fue creado inocente y sin pecado, pero cayó en el pecado y, de este modo, corrompió su naturaleza para siempre (“pecado original”). La postura del Curso es que todo lo que realmente sucedió fue que imaginamos que habíamos cambiado, inventamos una falsa imagen de nosotros y pensamos: “yo soy esto”. ¡Pero lo que verdaderamente somos, no ha cambiado en absoluto! Nuestra verdadera Identidad permanece sin cambio, a pesar de nuestra invención de ídolos. La creación sigue siendo ahora tal como siempre ha sido, porque la creación de Dios no puede cambiar (1:2).

Hay una gran diferencia entre haber corrompido nuestra naturaleza y únicamente pensar que lo hemos hecho. Desde el punto de vista antiguo, teníamos un problema real que sólo podía solucionarse por intervención sobrenatural de Dios. Se había cometido un pecado real y se tenía que pagar con un castigo real. El pecado contra un Dios infinito exigía un pago igualmente infinito, y por eso el Hijo infinito de Dios tenía que morir por nosotros, y luego Dios tenía que crear una “nueva naturaleza”, y de algún modo meterla en la humanidad (“nacer de nuevo”). Aquellos que no recibían esta nueva vida estaban condenados al infierno.

Desde la postura presentada por el Curso, no se ha cometido ningún pecado real, y la perfección original de la creación de Dios permanece sin cambio. Todo lo que tenemos que hacer es reconocer nuestra falsa identificación y cambiar nuestra mente acerca de ella. Cuando abandonamos los ídolos o falsas imágenes [“No quiero rendirle culto a ningún ídolo” (1:3)], se descubre la naturaleza de Cristo dentro de nosotros y se manifiesta sin haber sido manchada por nuestra locura.

Yo soy aquel que mi Padre ama, eso no ha cambiado (1:4). “Mi santidad sigue siendo la luz del Cielo y el Amor de Dios” (1:5). ¿Cómo podría lo que Dios creó como la luz del Cielo ser destruido y convertirse en oscuridad? Si Dios creó todo lo que existe, ¿cómo podría yo ser algo distinto? (1:8). Yo no puedo ser otra cosa distinta.

Cada vez que hoy me dé cuenta de que estoy juzgando algo de mí, o que algo no me gusta, o reprochándome algo, o sintiéndome culpable por lo que soy, que me recuerde a mí mismo que nada de lo que estoy viendo es mi verdadera Identidad. Mi verdadera Identidad permanece en Dios y es parte de Él. La supuesta otra identidad es un ídolo, no voy a adorarla, no voy a inclinarme ante ella, ni atribuirle un gran poder, ni a tener miedo de ella. Eso no es lo que yo soy. Me aquietaré un instante e iré a mi hogar.

Al reconocer esta verdadera Identidad, tengo que darme cuenta de que por la naturaleza de Lo Que es, debe compartirse con toda la creación. Todo forma parte de mí, y yo formo parte de todo, pues venimos de la misma Fuente (2:1). Cuando reconozca que todo es parte de esta Identidad compartida, otros aspectos de mi único Ser, “ofreceré mi bendición a todas las cosas y me uniré amorosamente al mundo” (2:2).



¿Qué es el Espíritu Santo? (Parte 3)

L.pII.7.2:1-2

“El objetivo de las enseñanzas del Espíritu Santo es precisamente acabar con los sueños” (2:1). Como ya hemos visto, los sueños (nuestra percepción actual) se terminan al cambiar nuestra percepción falsa del miedo a la percepción del amor. El proceso de aprendizaje en que nos encontramos aquí, y el eje del programa de estudios del Curso, es esta transformación de la percepción que llevará al resultado del final de toda percepción: el final de los sueños. A veces nos esforzamos demasiado y queremos que el sueño termine ahora. Queremos que el conocimiento nos llegue directamente. Pero eso no es posible, no podemos saltarnos el proceso del cambio de nuestras percepciones.

Hemos estado haciendo hincapié en la percepción, y apenas hemos hablado del conocimiento. Esto ha sido así porque la percepción tiene que ser corregida antes de que puedas llegar a saber nada. (T.3.III.1:1-2)

Antes de que podamos “saber” algo, nuestras percepciones tienen que cambiar por mediación del Espíritu Santo, al llevarle nuestra oscuridad para que Él pueda deshacerla con la luz. “Pues todo sonido e imagen (percepción) tiene que transformarse de testigo del miedo en testigo del amor” (2:2).Hay muchas cosas en nuestra vida que parecen ser testigos del miedo. Esas cosas “dan testimonio” de la realidad del miedo, parecen justificar el miedo. El cambio que el Espíritu Santo busca realizar en nuestra mente es cambiar tanto nuestra percepción de las cosas que todo (literalmente todo) lo que ahora parece justificar el miedo, se convierta en nuestra percepción cambiada, algo que justifique y haga necesario el amor.

Eso es lo que el “perdón” significa en el Curso, es mucho más que ver las acciones de alguien de manera diferente. Significa ver todo de manera diferente. Significa mirar a todos los horrores de este mundo, a todas las atrocidades, a toda traición, a cada señal de enfermedad y de muerte y ver que todo ello justifica el amor y necesita amor. Algo que, en lugar de demostrar la realidad del miedo, demuestre la realidad del amor. Y para eso, amigos, ¡se necesita un milagro! Pero este es “un curso de milagros”. De eso es de lo que trata.

¿Cómo puede cambiar tan completamente nuestra percepción de las cosas? No lo sabemos. Ni necesitamos saberlo. Ése es el trabajo del Espíritu Santo dentro de nuestra mente. Él sabe cómo hacerlo. Todo lo que tenemos que hacer es llevarle las percepciones que nos dan miedo, y estar dispuestos a que Él las cambie por Su percepción. Si estamos dispuestos a llevárselas y a que Él nos las quite y las sustituya, Él sabe exactamente cómo hacerlo y lo hará. Él ya ve todo lo que vemos como una justificación del amor. Él lo ve de ese modo por nosotros hasta que aprendamos a compartir Su percepción con Él. “Él fue creado para ver esto por ti hasta que tú aprendas a verlo por tu cuenta” (T.17.II.1:8). Esto es lo que es y lo que hace el Espíritu Santo.





TEXTO 


VII. El punto de encuentro


1. ¡Cuán tenazmente defiende su especialismo -deseando que sea verdad- todo aquel que se encuentra encadenado a este mundo!  2Su deseo es ley para él, y él lo obedece. 3Todo lo que su deseo de ser especial exige, él se lo concede. 4Nada que este amado deseo necesite, él se lo niega. 5mientras este deseo lo llame, él no oirá otra Voz. 6Ningún esfuerzo es demasiado grande, ningún costo excesivo ni ningún precio prohibitivo a la hora de salvar su deseo de ser especial del más leve desaire, del más mínimo ataque, de la menor duda, del menor indicio de amenaza, o de lo que sea, excepto de la reverencia más absoluta. 7Éste es tu hijo, amado por ti como tú lo eres por tu Padre. 8Él es quien ocupa el lugar de tus creaciones, que sí son tu hijo, y que se te dieron para que compartieses la Paternidad de Dios, no para que se la arrebatases. 9¿Quién es este hijo que has hecho para que sea tu fortaleza? 10¿Qué criatura de la tierra es ésta sobre la que se vuelca tanto amor? 11¿Qué parodia de la creación de Dios es ésta que ocupa el lugar de tus creaciones? 12¿Y dónde se encuentran éstas, ahora que el anfitrión de Dios ha encontrado otro hijo al que prefiere en lugar de ellas?

2. El recuerdo de Dios no brilla a solas. 2Lo que se encuentra en tu hermano todavía contiene dentro de sí toda la creación, todo lo creado y todo lo que crea, todo lo nacido o por nacer; lo que todavía está en el futuro y lo que aparentemente ya pasó. 3Lo que se encuentra en él es inmutable, y cuando reconozcas esto, reco­nocerás también tu propia inmutabilidad. 4La santidad que mora en ti le pertenece a tu hermano. 5al verla en él, regresa a ti. 6Todo tributo que le hayas prestado a tu especialismo le corres­ponde a él, y de esta manera regresa a ti. 7Todo el amor y cuidado que le profesas a tu especialismo, la absoluta protección que le ofreces, tu constante desvelo por él día y noche, tu profunda preo­cupación, así como la firme convicción de que eso es lo que eres, le corresponden a tu hermano. 8Todo lo que le has dado a tu especialismo le corresponde a él. 9Y todo lo que le corresponde a él te corresponde a ti.

3. ¿Cómo ibas a poder reconocer tu valía mientras te domine el deseo de ser especial? 2¿Cómo no ibas a poder reconocerla en su santidad? 3No trates de convertir tu especialismo en la verdad, pues si lo fuese estarías ciertamente perdido. 4En lugar de ello, siéntete agradecido de que se te haya concedido ver la santidad de tu hermano debido a que es la verdad. 5lo que es verdad con respecto a él tiene que ser igualmente verdad con respecto a ti.

4. Hazte a ti mismo esta pregunta: ¿Puedes proteger la mente? 2El cuerpo sí, un poco, mas no del tiempo, sino temporalmente. 3mucho de lo que crees que lo protege, en realidad le hace daño. 4¿Para qué quieres proteger el cuerpo? 5Pues en esa elección radica tanto su salud como su destrucción. 6Si lo proteges para exhibirlo o como carnada para pescar otro pez, o bien para alber­gar más elegantemente tu especialismo o para tejer un marco de hermosura alrededor de tu odio, lo estás condenando a la putre­facción y a la muerte. 7Y si ves ese mismo propósito en el cuerpo de tu hermano, tal es la condena del tuyo. 8Teje, en cambio, un marco de santidad alrededor de tu hermano, de modo que la verdad pueda brillar sobre él y salvarte a ti de la putrefacción.

5. El Padre mantiene a salvo todo lo que creó, 2lo cual no se ve afectado por las falsas ideas que has inventado, debido a que tú no fuiste su creador. 3No permitas que tus absurdas fantasías te atemoricen. 4Lo que es inmortal no puede ser atacado y lo que es sólo temporal no tiene efectos. 5Únicamente el propósito que ves en ello tiene significado, y si éste es verdad, su seguridad está garantizada. 6Si no es verdad, no tiene propósito alguno, ni sirve como medio para nada. 7Cualquier cosa que se perciba como medio para la verdad comparte la santidad de ésta y descansa en una luz tan segura como la verdad misma. 8Esa luz no desaparecerá cuando ello se haya desvanecido. 9Su santo propósito le con­firió inmortalidad, encendiendo otra luz en el Cielo, que tus creaciones reconocen como un regalo procedente de ti: como una señal de que no te has olvidado de ellas.

6. La prueba a la que puedes someter todas las cosas en esta tie­rra es simplemente esta: ¿"Para qué es"? 2La contestación a esta pregunta es lo que le confiere el significado que ello tiene para ti. 3De por sí, no tiene ninguno, sin embargo, tú le puedes otorgar realidad, según el propósito al que sirvas. 4En esto no eres más que un medio, al igual que ello. 5Dios es a la vez Medio y Fin. 6En el Cielo, los medios y el fin son uno y lo mismo, y son uno con Él. 9Éste es el estado de verdadera creación, el cual no se encuentra en el tiempo, sino en la eternidad. 8Es algo indescriptible para cualquiera aquí. 9No hay modo de aprender lo que ese estado significa. 10No se comprenderá hasta que vayas más allá de lo Dado y vuelvas a construir un santo hogar para tus creaciones.

7. Un co-creador con el Padre tiene que tener un Hijo. 2Sin embargo, este Hijo tiene que haber sido creado a semejanza de Sí Mismo: como un ser perfecto, que todo lo abarca y es abarcado por todo, al que no hay nada que añadir ni nada que restar; un ser que no tiene tamaño, que no ha nacido en ningún lugar o tiempo ni está sujeto a límites o incertidumbres de ninguna clase. 3Ahí los medios y el fin se vuelven uno, y esta unidad no tiene fin. 4Todo esto es verdad, y, sin embargo, no significa nada para quien todavía retiene en su memoria una sola lección que aún no haya aprendido, un solo pensamiento cuyo propósito sea aún incierto o un solo deseo con dos objetivos.        

8. Este curso no pretende enseñar lo que no se puede aprender fácilmente. 2Su alcance no excede el tuyo, excepto para señalar que lo que es tuyo te llegará cuando estés listo. 3Aquí los medios y el propósito están separados porque así fueron concebidos y así se perciben. 4Por lo tanto, los tratamos como si lo estuviesen. 5Es esencial tener presente que toda percepción seguirá estando invertida hasta que se haya comprendido su propósito. 6La percepción no parece ser un medio. 7Y es esto lo que hace que sea tan difícil entender hasta qué punto depende del propósito que tú le asignas. 8Parece que es la percepción la que te enseña lo que ves. 9Sin embargo, lo único que hace es dar testimonio de lo que tú enseñaste. 10Es el cuadro externo de un deseo: la imagen de lo que tú querías que fuese verdad.

9. Contémplate a ti mismo y verás un cuerpo. 2Contempla este cuerpo bajo otra luz y se verá diferente. 3sin ninguna luz pare­cerá haber desaparecido. 4Sin embargo, estás convencido de que está ahí porque aún puedes sentirlo con tus manos y oír sus movi­mientos. 5He aquí la imagen que quieres tener de ti mismo; 6el medio para hacer que tu deseo se cumpla. 7Te proporciona los ojos con los que lo contemplas, las manos con las que lo sientes y los oídos con los que escuchas los sonidos que emite. 8De este modo te demuestra su realidad.

10Así es como el cuerpo se convierte en una teoría de ti mismo, sin proveerte de nada que pueda probar que hay algo más allá de él, ni de ninguna posibilidad de escape a la vista. 2Cuando se contempla a través de sus propios ojos, su curso es inescapable. 3El cuerpo crece y se marchita, florece y muere. 4tú no puedes concebirte a ti mismo aparte de él. 5Lo tildas de pecaminoso y odias sus acciones, tachándolo de malvado. 6No obstante, tu deseo de ser especial susurra: "He aquí a mi amado hijo, en quien me complazco". 7Así es como el "hijo" se convierte en el medio para apoyar el propósito de su "padre". 8No es idéntico, ni siquiera parecido, aunque aún es el medio de ofrecer al "padre" lo que él quiere. 9Tal es la parodia que se hace de la creación de Dios. 10Pues de la misma manera en que haber creado a Su Hijo hizo feliz al Padre -además de dar testimonio de Su Amor y de com­partir Su propósito- así el cuerpo da testimonio de la idea que lo concibió, y habla en favor de la realidad y verdad de ésta.

11. De esta manera se concibieron dos hijos, y ambos parecen cami­nar por esta tierra sin un lugar donde poderse reunir y sin un punto de encuentro. 2A uno de ellos -tu amado hijo- lo percibes como externo a ti. 3El otro -el Hijo de su Padre- descansa en el interior de tu hermano tal como descansa en el tuyo. 4La diferen­cia entre ellos no estriba en sus apariencias, ni en el lugar hacia donde se dirigen y ni siquiera en lo que hacen. 5Tienen distintos propósitos. 6Eso es lo que los une a los que son semejantes a ellos y lo que los separa de todo lo que tiene un propósito diferente. 7El Hijo de Dios conserva aún la Voluntad de su Padre. 8El hijo del hombre percibe una voluntad ajena y desea que sea verdad. 9así, su percepción apoya su deseo, haciendo que parezca verdad. 10La percepción, sin embargo, puede servir para otro propósito. 11No está sujeta al deseo de ser especial, excepto si así lo decides. 12se te ha concedido poder tomar otra decisión y usar la percepción para un propósito diferente. 13Y lo que veas servirá debidamente para ese propósito y te demostrará su realidad.

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