DESPERTAR AL AMOR

miércoles, 25 de octubre de 2017

25 OCTUBRE: Te amo, Padre, y amo también a Tu Hijo.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 298


Te amo, Padre, y amo también a Tu Hijo.


1. Mi gratitud hace posible que mi amor sea aceptado sin miedo. 2Y, de esta manera, se me restituye por fin mi Realidad. 3El perdón elimina todo cuanto se interponía en mi santa visión. 4Y me apro­ximo al final de todas las jornadas absurdas, las carreras locas y los valores artificiales. 5En su lugar, acepto lo que Dios establece como mío, seguro de que sólo mediante ello me puedo salvar, y de que atravieso el miedo para encontrarme con mi Amor.

2. Padre, hoy vengo a Ti porque no quiero seguir otro camino que no sea el Tuyo. 2Tú estás a mi lado. 3Tu camino es seguro. 4Y me siento agrade­cido por tus santos regalos: un santuario seguro y la escapatoria de todo lo que menoscabaría mi amor por Dios mi Padre y por Su santo Hijo.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

“Mi gratitud hace posible que mi amor sea aceptado sin miedo” (1:1). Aquí está hablando de mi amor al Padre y a Su Hijo. Como a menudo señala el Curso, en mi mente errada tengo miedo de mi propio amor al Padre y a Su Hijo, porque parece que si me entrego a él, me perderé en lo infinito de Dios. Lo que perderé en Él es “mi pequeño ser”, pero no mi verdadera Identidad. Es mi falsa identidad lo que temo perder y a la que me aferro (intentando conservar la identificación con el ego), es mi falsa identidad la que me hace tener miedo de mi propio amor a Dios.

“Mi gratitud” es lo que “hace posible que mi amor sea aceptado sin miedo”. Mi gratitud es simplemente la aceptación de los regalos de Dios y mi agradecimiento por ellos: “Acepto lo que Dios establece como mío” (1:5). Cuando renuncio a lo que creo haber hecho (la identidad del ego) y en su lugar acepto con agradecimiento el regalo de Dios de mi verdadera Identidad, de repente mi amor a Dios y a Su Hijo no son ya aterradores. Todo lo que hace que parezca temible son mis inútiles intentos de hacer real lo que nunca fue real y aferrarme a la separación.

En lo profundo de mi corazón, Padre, yo Te amo. Renuncio, aunque sólo sea por un instante, lo que he estado intentando proteger. Libero mi amor para que se extienda libre y sin obstáculos. Me permito sentir su profundidad. A menudo me parece que no Te amo; ahora, es refrescante y purificador permitir la libre extensión de ese amor, reconocer su presencia dentro de mí. Tengo el regalo de mi segura Identidad en Ti, no hay necesidad de proteger esa “otra cosa” que no existe.

En lo profundo de mi corazón, Padre, yo amo también a Tu Hijo, el Cristo, Quien es mi verdadero Ser y el Ser que comparto con toda cosa viviente. Acepto al Hijo como mi Ser, y acepto a mis hermanos como parte, junto conmigo, de ese Ser Único. Tu Hijo es Tu regalo para mí, y es lo que yo soy. A menudo me parece que no amo algunos aspectos del Hijo, algunos de los que parecen ser distintos a mí, o que parecen enemigos. Ahora, en este momento, los reconozco a todos con agradecimiento como partes de mi Ser. Ya no estoy protegiendo, al menos en este instante, el pequeño aspecto separado que conozco como “yo”. Los abrazo a todos con amor.

Estoy tan contento de que Tú describas el viaje como “atravieso el miedo para encontrarme con mi Amor” (1:5). Porque hay miedo. Tengo miedo de abandonar el “yo”. ¿Quién seré? ¿Qué quedará? Qué maravilloso es saber que lo que temo perder no se pierde, se extiende y eleva a algo mucho más grande de lo que yo haya podido creer. Cuando he atravesado el miedo, lo que encuentro es mi Amor. ¡Esto es cierto! ¡No hay sacrificio!

Y me siento agradecido por tus santos regalos: un santuario seguro y la escapatoria de todo lo que menoscabaría mi amor por Dios mi Padre y por Su santo Hijo. (2:4)


¿Qué es el mundo real? (Parte 8)

L.pII.8.4:2-3

Cuando empezamos a ver el mundo real, empezamos a despertar. Quizá hemos tenido pequeños atisbos del mundo real. El Curso se refiere a “Un ligero parpadeo, después de haber tenido los ojos cerrados por tanto tiempo” (T.18.III.3:4); quizá hemos sentido eso, por lo menos. Cada atisbo del mundo real que experimentamos es un poco como las imágenes borrosas de mi habitación cuando estoy dormido y a punto de despertarme. Algunas veces esas imágenes que destellan sobre nosotros cuando nuestros ojos se abren por un instante, se integran en un sueño que continúa. Así es como estamos. Estamos en ese extraño estado entre dormir y despertar. El Curso lo llama la zona fronteriza entre mundos, en que “Eres como alguien que aún tiene alucinaciones, pero que no está seguro de lo que percibe” (T.26.V.11:7).

“Y sus ojos, abiertos ahora, perciben el inequívoco reflejo del Amor de su Padre, la infalible promesa de que ha sido redimido” (4:2). Todavía no estamos completamente despiertos, pero estamos despertando. Las imágenes del mundo real reflejan el Amor del Padre por nosotros. Las nuevas percepciones, que nos da el Espíritu Santo, refuerzan nuestra confianza de que nos hemos salvado sin ninguna duda.

Cuanto más vemos el mundo real, más nos damos cuenta de que el tiempo ya no es necesario. “El mundo real representa el final del tiempo, pues cuando se percibe, el tiempo deja de tener objeto” (4:3). El propósito del tiempo es que veamos el mundo real. Cuando lo percibimos, el tiempo ya no es necesario porque ha cumplido su propósito. En el Cuarto Repaso del Libro de Ejercicios se nos dice que cada vez que hacemos una pausa para practicar la lección del día, estamos “utilizando el tiempo para el propósito que se le dio” (L.rIV.In.7:3). Cada vez que nos paramos e intentamos vencer un obstáculo a la paz, cada vez que dejamos que la misericordia de Dios venga a nosotros en el perdón, estamos utilizando el tiempo para el propósito que se le dio. “Para eso se hizo el tiempo” (L.193.10:4).

Que hoy utilice el tiempo para el propósito que tiene. Que recuerde la lección, por la mañana y por la noche, y cada hora entre medias, y a menudo durante cada hora. Que coopere gustosamente en el cambio de mis percepciones. Cada vez que sienta que algo altera mi paz, me volveré a mi interior y buscaré la sanación de la Luz de Dios. Que me dé cuenta de que esto es para lo único que sirve el tiempo, y que no hay mejor manera de emplearlo. Que busque acelerar la llegada del día en el que ya no tendré más necesidad de tiempo, en el que mis percepciones se hayan unido a la visión de Cristo, y el mundo real permanezca brillando lleno de belleza ante mis ojos.






TEXTO  


V. El pequeño obstáculo


1. Un pequeño obstáculo les puede parecer muy grande a los que aún no comprenden que los milagros son todos el mismo mila­gro. 2Mas enseñar esto es la finalidad de este curso. 3Ése es su único propósito, pues es lo único que hay que aprender. 4lo puedes aprender de muchas maneras. 5Todo aprendizaje o bien es una ayuda para llegar a las puertas del Cielo o bien un obstá­culo. 6No hay nada entremedias. 7Hay solamente dos maestros, y cada uno de ellos señala caminos diferentes. 8Y tú seguirás el camino que te señale el maestro que hayas elegido. 9Sólo hay dos direcciones que puedes seguir, mientras perdure el tiempo y ele­gir tenga sentido. 10Pues jamás se podrá construir otro camino, salvo el que conduce al Cielo. 11Tú sólo eliges entre ir al Cielo o no ir a ninguna parte. 12No hay más alternativas que éstas.

2. Lo único que se puede perder es el tiempo, el cual, en última instancia, no tiene ningún sentido. 2Pues sólo supone un pequeño obstáculo para la eternidad y no significa nada para el verdadero Maestro del mundo. 3Sin embargo, dado que tú crees en el tiempo, ¿por qué desperdiciarlo no yendo a ninguna parte, cuando lo puedes utilizar para alcanzar la meta más elevada que se puede lograr mediante el aprendizaje? 4No pienses que el camino que te conduce a las puertas del Cielo es difícil. 5Nada que emprendas con un propósito firme, con absoluta determinación y lleno de una feliz confianza, llevando a tu hermano de la mano y en armonía con el himno del Cielo, es difícil de lograr. 6Lo que en verdad es difícil es vagar, solo y afligido, por un camino que no conduce a ninguna parte ni tiene ningún propósito.

3. Dios te dio Su Maestro para que reemplazase al que tú inven­taste, no para que estuviese en conflicto con él. 2lo que Él ha dispuesto reemplazar ya ha sido reemplazado. 3El tiempo tan solo duró un instante en tu mente, y no afectó a la eternidad en absoluto. 4Y así es con todo el tiempo que ha pasado; y todo per­manece exactamente como era antes de que se construyese el camino que no lleva a ninguna parte. 5El brevísimo lapso de tiempo en el que se cometió el primer error -en el que todos los demás errores están contenidos- encerraba también la Correc­ción de ese primer error y de todos los demás que partieron de él. 6Y en ese breve instante el tiempo desapareció, pues eso es lo que jamás fue. 7Aquello a lo que Dios dio respuesta ha sido resuelto y ha desaparecido.

4. A ti que aún crees vivir en el tiempo sin saber que ya desapare­ció, el Espíritu Santo te sigue guiando a través del laberinto infi­nitamente pequeño e insensato que todavía percibes en el tiempo a pesar de que ya hace mucho que desapareció. 2Tú crees estar viviendo en lo que ya pasó. 3Cada cosa que ves la viste sólo por un instante, hace mucho, antes de que su irrealidad sucumbiese ante la verdad. 4No hay ni una sola ilusión en tu mente que no haya recibido respuesta. 5La incertidumbre se llevó ante la cer­teza hace tanto tiempo que es ciertamente difícil seguir abrigán­dola en tu corazón como si aún estuviese ante ti.

5. Este ínfimo instante que deseas conservar y hacer eterno, se extinguió tan fugazmente en el Cielo que ni siquiera se notó. 2Lo que desapareció tan rápidamente que no pudo afectar el conoci­miento del Hijo de Dios, no puede estar aún ahí para que lo pue­das elegir como maestro. 3Sólo en el pasado -un pasado inmemo­rial, demasiado breve como para poder erigir un mundo en respuesta a la creación- pareció surgir este mundo. 4Ocurrió hace tanto tiempo y por un intervalo tan breve que no se perdió ni una sola nota del himno celestial. 5Sin embargo, en cada acto o pensa­miento que aún no hayas perdonado, en cada juicio y en cada creencia en el pecado, se evoca ese instante, como si se pudiese volver a reconstruir en el tiempo. 6Lo que tienes ante tus ojos es una memoria ancestral. 7Y quien vive sólo de recuerdos no puede saber dónde se encuentra.

6. El perdón es lo que nos libera totalmente del tiempo 2lo que nos permite aprender que el pasado ya pasó. 3Ya no se oye hablar a la locura. 4Ya no hay ningún otro maestro ni ningún otro camino. 5Pues lo que ha sido erradicado ha dejado de existir. 6¿Y quién puede encontrarse en una ribera lejana, y soñar que está al otro lado del océano en un lugar y en un tiempo que hace mucho que desaparecieron? 7¿Cómo iba a poder impedir este sueño que él esté donde realmente está? 8Pues donde él está es un hecho, y sus sueños, de la clase que sean, no pueden cambiarlo. 9Con todo, puede imaginarse que está en otro lugar y en otro tiempo. 10Lo que a lo sumo puede hacer es engañarse a sí mismo creyendo que eso es verdad y convertirlo de meras imaginaciones en creencias y en locura, completamente convencido de que donde prefiere estar es donde está.

7. Mas ¿podría eso impedirle estar donde está? 2¿Es cualquier eco del pasado que él pueda oír un hecho en comparación con lo que se puede oír donde él está ahora? 3¿Y en qué medida pueden sus propias ilusiones con respecto al tiempo y al espacio cambiar el lugar donde él realmente está?

8. Lo que no se ha perdonado es una voz que llama desde un pasado que ya pasó para siempre. 2lo único que lo considera real es el deseo de que lo que ya pasó pueda volver a ser real y verse aquí y ahora, en lugar de lo que realmente se encuentra aquí y ahora. 3¿Supone esto acaso un obstáculo para la verdad de que el pasado ya pasó y de que no se te puede devolver? 4¿Y querrías conservar ese temible instante en el que el Cielo pareció desapa­recer y a Dios se le temió y se le convirtió en el símbolo de tu odio?

9. Olvídate de ese momento de terror que ya hace tanto tiempo que se corrigió y se des-hizo. 2¿Podría acaso el pecado resistir la Voluntad de Dios? 3¿Podría estar en tus manos poder ver el pasado y ubicarlo en el presente? 4No puedes volver a él. 5Y todo lo que señala hacia él no hace sino embarcarte en una misión cuya consecución sólo podría ser irreal. 6Tal es la justicia que tu Amoroso Padre se aseguró de que se hiciese contigo. 7Y te ha protegido de tu propia injusticia contra ti mismo. 8No puedes extraviarte porque no hay otro camino que el Suyo y no puedes ir a ninguna parte excepto hacia Él.

10¿Cómo iba a permitir Dios que Su Hijo se extraviase por un camino que es sólo la memoria de un instante que hace mucho que pasó? 2Este curso te enseña sólo lo que es ahora. 3Un terrible instante de un pasado lejano que ha sido completamente corregi­do no es motivo de preocupación ni tiene valor alguno. 4Deja que lo muerto y lo pasado descansen en el olvido. 5La resurrección ha venido a ocupar su lugar. 6Y ahora tú eres parte de la resurrec­ción, no de la muerte. 7Ninguna ilusión del pasado tiene el poder de retenerte en un lugar de muerte: la bóveda en la que el Hijo de Dios entró por un instante, para ser instantáneamente restaurado al perfecto Amor de su Padre. 8¿Y cómo iba a podérsele mantener encadenado cuando hace tanto tiempo que se le liberó de las cadenas, que éstas desaparecieron de su mente para siempre?

11. El Hijo que Dios creó sigue siendo tan libre como Dios lo creó. 2Renació en el mismo instante en que eligió morir en vez de vivir. 3¿Y te negarías ahora a perdonarlo porque cometió un error en un pasado que Dios ni siquiera recuerda y que no existe? 4Estás ahora oscilando entre el pasado y el presente. 5A veces el pasado te parece real, como si fuese el presente. 6Oyes voces del pasado y luego dudas de que las has oído. 7Eres como alguien que aún tiene alucinaciones, pero que no está seguro de lo que percibe. 8Ésta es la zona fronteriza entre los dos mundos, el puente entre el pasado y el presente. 9Aquí todavía ronda la sombra del pasado; sin embargo, se vislumbra ya la luz del presente. 10Una vez que esta luz se ve, es imposible olvidarse de ella. 11Y esa luz te rescatará del pasado y te conducirá al presente, donde realmente te encuentras.

12. Las sombrías voces no alteran las leyes del tiempo ni las de la eternidad. 2Proceden de lo que ya pasó y dejó de existir, y no suponen ningún obstáculo para la verdadera existencia del aquí y del ahora. 3El mundo real es la contrapartida a la alucinación de que el tiempo y la muerte son reales, y de que tienen una existen­cia que puede ser percibida. 4Esta terrible ilusión fue negada en el mismo  lapso de tiempo que Dios tardó en responder a ella para siempre y en toda circunstancia. 5Y entonces desapareció y dejó de experimentarse como algo que estaba ahí.

13. Cada día, y cada minuto de cada día, y en cada instante de cada minuto, no haces sino revivir ese instante en el que la hora del terror ocupó el lugar del amor. 2Y así mueres cada día para vivir otra vez, hasta que cruces la brecha entre el pasado y el presente, la cual en realidad no existe. 3Esto es lo que es toda vida: un apa­rente intervalo entre nacimiento y muerte y de nuevo a la vida; la repetición de un instante que hace mucho que desapareció y que no puede ser revivido. 4Y el tiempo no es otra cosa que la creencia demente de que lo que ya pasó todavía está aquí y ahora.

14. Perdona el pasado y olvídate de él, pues ya pasó. 2Ya no te encuentras en el espacio que hay entre los dos mundos. 3Has seguido adelante y has llegado hasta el mundo que yace ante las puertas del Cielo. 4Nada se opone a la Voluntad de Dios ni hay necesidad de que repitas una jornada que hace mucho que con­cluyó. 5Mira a tu hermano dulcemente, y contempla el mundo donde la percepción de tu odio ha sido transformada en un mun­do de amor.








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