DESPERTAR AL AMOR

viernes, 27 de octubre de 2017

27 OCTUBRE: Este mundo dura tan sólo un instante.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS 


LECCIÓN 300


Este mundo dura tan sólo un instante.


1. Este pensamiento se puede utilizar para expresar que la muerte y el pesar es lo que le espera a todo aquel que viene aquí, pues sus alegrías desaparecen antes de que las pueda disfrutar o incluso tener a su alcance. 2Mas es también la idea que no permite que ninguna percepción falsa nos mantenga en su yugo, ni represente más que una nube pasajera en un firmamento eternamente despe­jado. 3Y es esta calma, clara, obvia y segura, lo que buscamos hoy.

2. Hoy vamos en busca de TU mundo santo. 2Pues nosotros, Tus amoro­sos Hijos, perdimos el rumbo por un momento. 3Mas al haber escuchado Tu Voz hemos aprendido exactamente lo que tenemos que hacer para que se nos restituya el Cielo y nuestra verdadera Identidad. 4Y damos gra­cias hoy de que el mundo dure tan sólo un instante. 5Queremos ir más allá de ese ínfimo instante y llegar a la eternidad.






Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Qué gran lección con la que terminar una serie de diez días en los que hemos estado pensando en la Sección “¿Qué es el mundo real?” Aquí el pensamiento es la otra cara del instante santo. Este mundo no es más que un instante no santo. Sólo existen dos instantes, y estamos en uno o en el otro todo el tiempo.

La idea de hoy podría tomarse de manera negativa, pensando en lo pasajero de la naturaleza de la vida, “una breve vela” como la llamó Shakespeare, en la que “sus alegrías desaparecen antes de que las pueda disfrutar o incluso tener a su alcance” (1:1). Por otra parte, ¡lo corto de la existencia en este mundo puede ser un pensamiento muy esperanzador! “Mas es también la idea que no permite que ninguna percepción falsa nos mantenga en su yugo, ni represente más que una nube pasajera en un firmamento eternamente despejado” (1:2).

La alucinación que es este mundo no es más que una nube pasajera que está atravesando la serenidad de nuestra mente recta. Nuestras percepciones falsas no durarán más que un instante y luego habrán desaparecido. Como un niño en un viaje largo en coche, “pronto” nos puede parecer muy, muy largo, pero nuestro Padre sabe que el final es seguro. Las nubes de nuestra percepción falsa, desaparecerán, el sol saldrá de nuevo, habiendo estado oculto sólo por un instante. Nuestra mente reconocerá su propia serenidad una vez más.

“Y es esta calma, clara, obvia y segura, lo que buscamos hoy”. (1:3)

Que busque hoy esa serenidad. Que la vea ahora, y en cada instante que hoy recuerde hacerlo. Que me abra a ese instante santo, y que recuerde que más allá de las nubes que parecen oscurecer mi mente, el sol sigue brillando sin interrupción. Que me sienta contento y agradecido de que “el mundo dure tan sólo un instante” (2:4). Que vaya “más allá de ese ínfimo instante y llegue a la eternidad” (2:5). Voy a hacerlo ahora. Que llegue a ese otro estado mental a menudo hoy.


¿Qué es el mundo real? (Parte 10)

L.pII.8.5:3-4

“Un sólo instante” el instante para que Dios dé Su paso final (5:2), “ese instante es nuestro objetivo, pues en él yace el recuerdo de Dios” (5:3). Una semejanza que me viene a la mente es la de un equipo de fútbol intentando ganar la Super Copa. El “paso final” es ganar el trofeo, por así decirlo. Ésa es la meta final del equipo. Pero realmente no tiene nada que ver con el trofeo, su tarea es ganar partidos y llegar a ese momento de la victoria. Entonces el trofeo se lo conceden los oficiales de la Liga Nacional de Fútbol. Aunque la imagen de luchar por una victoria contra los contrarios no encaja en nuestra consecución del mundo real, la idea general sí está relacionada. Nuestra tarea consiste únicamente en llegar al punto (mundo real) en el que conseguir el trofeo (el recuerdo de Dios) es posible, pero el paso final es Dios Mismo Quien lo da. No estamos aprendiendo a recordar a Dios. Estamos aprendiendo a olvidar todo lo que impide ese recuerdo, a eliminar todo el falso aprendizaje que hemos interpuesto entre nuestra mente y la verdad. Cuando hayamos eliminado los obstáculos con la ayuda del Espíritu Santo, el recuerdo de Dios regresará por sí mismo.

“Y al contemplar un mundo perdonado” (ése es el resultado del trabajo que hemos hecho con el Espíritu Santo, aprendiendo a perdonar), “Él es Quien nos llama y nos viene a buscar para llevarnos a casa” (Dios es Quien nos lleva más allá del mundo real), “recordándonos nuestra Identidad, la cual nos ha sido restituida mediante nuestro perdón” (5:4). Cuando hayamos perdonado al mundo, se nos restaura el recuerdo de Dios y también el recuerdo de nuestra propia Identidad en Él. Esta última parte no es algo que hacemos nosotros “Él es Quien nos llama y nos viene a buscar para llevarnos a casa”.

Esto no es sólo un asunto teológico interesante. Tiene consecuencias prácticas. A veces, cuando hemos empezado una búsqueda espiritual, el ego puede distraernos haciendo que intentemos llegar directamente a Dios. Podemos quedarnos enredados en una lucha por intentar recordar a Dios, intentar recordar nuestra Identidad como Hijo de Dios. Aunque ésta es nuestra meta final (como el trofeo en la Super Copa), si hacemos de ello el objeto de todos nuestros esfuerzos directos, jamás llegaremos allí. Eso sería como intentar robar el trofeo en lugar de ganarlo legalmente. Nuestra atención tiene que centrarse en hacer lo que nos preparará para recibir el recuerdo de Dios de Su propia mano. Es decir, perdonar. Si nuestra meta inmediata es recordar a Dios o nuestra Identidad, estamos intentando evitar los pasos que son necesarios para alcanzar esa meta. No podemos saltarnos esos pasos.

Perdonaré, y esto desaparecerá.

Repite estas mismas palabras ante toda aprensión, preocupación o sufrimiento. Y entonces estarás en posesión de la llave que abre las puertas del Cielo y que hace que el Amor de Dios el Padre llegue por fin hasta la tierra para elevarla hasta el Cielo. Dios Mismo dará este paso final. No te niegues a dar los pequeños pasos que te pide para que puedas llegar hasta Él. (L.193.13:3-7)







TEXTO  


10La salvación, perfecta e íntegra, sólo pide que desees, aunque sea mínimamente, que la verdad sea verdad; que estés dispuesto, aunque no sea del todo, a pasar por alto lo que no existe; y que abrigues un leve anhelo por el Cielo como lo que prefieres a este mundo, donde la muerte y la desolación parecen reinar. 2la creación se alzará dentro de ti en jubilosa respuesta, para reem­plazar al mundo que ves por el Cielo, el cual es completamente perfecto e íntegro. 3¿Qué es el perdón, sino estar dispuesto a que la verdad sea verdad? 4¿Qué puede permanecer enfermo y sepa­rado de la Unidad que encierra dentro de Sí todas las cosas? 5El pecado no existe. 6cualquier milagro es posible en el instante en que el Hijo de Dios percibe que sus deseos y la Voluntad de Dios son uno.

11. ¿Qué dispone la Voluntad de Dios? 2Dispone que Su Hijo lo tenga todo. 3Él garantizó esto cuando lo creó para que fuese todo. 4Es imposible perder nada, si lo que tienes es lo que eres. 5Éste es el milagro mediante el cual la creación se convirtió en tu función, la cual compartes con Dios. 6Esto no se entiende estando separado de Él, y, por lo tanto, no tiene sentido en este mundo. 7Aquí el Hijo de Dios no pide mucho, sino demasiado poco, 8pues está dispuesto a sacrificar la identidad que comparte con todo, a cambio de su propio miserable tesoro. 9Mas no puede hacer esto sin experimentar una sensación de desolación, de pérdida y de soledad. 10Éste es el tesoro tras el que ha ido en pos. 11Y sólo puede tener miedo de ello. 12¿Es acaso el miedo un tesoro? 13¿Puede ser la incertidumbre tu deseo? 14¿O es simplemente que te has equi­vocado con respecto a lo que es tu voluntad y a lo que realmente eres?

12. Examinemos en qué consiste el error, a fin de que pueda ser corregido, no encubierto. 2El pecado es la creencia de que el ata­que se puede proyectar fuera de la mente en la que se originó la creencia. 3Aquí la firme convicción de que las ideas pueden aban­donar su fuente se vuelve real y significativa. 4Y de este error surge el mundo del pecado y del sacrificio. 5Este mundo es un intento de probar tu inocencia y, al mismo tiempo, de atribuirle valor al ataque. 6Su fallo estriba en que sigues sintiéndote culpa­ble, aunque no entiendes por qué. 7Los efectos se ven como algo aparte de su fuente, y no parece que puedas controlarlos o impe­dir que se produzcan. 8Y lo que de esta manera se mantiene aparte jamás se puede unir.

13. Causa y efecto no son dos cosas separadas, sino una sola. 2Dios dispone que aprendas lo que siempre ha sido verdad: que Él te creó como parte Sí Mismo y que esto no puede sino seguir siendo verdad porque las ideas no abandonan su fuente. 3Ésta es la ley de la creación: que cada idea que la mente conciba sólo sirva para aumentar su abundancia y nunca para disminuirla. 4Esto es tan cierto con respecto a lo que se desea vanamente como con res­pecto a lo que la voluntad dispone verdaderamente, ya que la mente puede desear ser engañada, pero no puede hacer de sí misma lo que no es. 5creer que las ideas pueden abandonar su fuente es tratar inútilmente de hacer que las ilusiones sean ver­dad. 6Pues nunca será posible engañar al Hijo de Dios.

14 . El milagro es posible cuando causa y consecuencia se traen frente a frente, no cuando se mantienen aparte. 2Curar un efecto y no su causa tan sólo puede hacer que el efecto cambie de forma. 3Y esto no es liberación. 4El Hijo de Dios jamás se podrá contentar con nada que no sea la completa salvación y escape de la culpabi­lidad, 5pues, de otro modo, seguirá exigiéndose a sí mismo alguna clase de sacrificio, negando así que todo es suyo, y que no es sus­ceptible de sufrir ninguna clase de pérdida. 6Los efectos que pro­duce un pequeño sacrificio son iguales a los que produce toda la idea de sacrificio en sí. 7Si cualquier clase de pérdida fuese posi­ble, entonces el Hijo de Dios no sería pleno ni podría ser quien es. 8No podría tampoco conocerse a sí mismo ni reconocer su volun­tad. 9Habría abjurado de su Padre y de sí mismo, haciendo de Ambos sus enemigos acérrimos.

15. Las ilusiones apoyan el propósito para el que fueron concebi­das. 2Y cualquier significado que parezcan tener se deriva de ese propósito. 3Dios dio a todas las ilusiones que se concibieron, sea cual fuere su forma, otro propósito que justificase un milagro. 4En cada milagro radica la curación en su totalidad, pues Dios respondió a todas las ilusiones cual una sola. 5lo que es uno para Él, no puede sino ser todo lo mismo. 6Si tú crees que lo que es lo mismo es diferente, no haces sino engañarte a ti mismo. 7Lo que Dios considera uno solo, será eternamente uno solo y jamás estará dividido. 8Su Reino está unido: así fue creado y así será para siempre.

16. El milagro no hace sino invocar tu nombre ancestral, que reco­nocerás porque la verdad se encuentra en tu memoria. 2ése es el nombre que tu hermano invoca para su liberación y para la tuya. 3El Cielo refulge sobre el Hijo de Dios. 4No lo niegues, para que así puedas ser tú liberado. 5El Hijo de Dios renace en cada ins­tante, hasta que elige no volver a morir. 6En cada deseo de ataque elige la muerte en lugar de lo que la Voluntad de su Padre dis­pone para él. 7Mas cada instante le ofrece vida porque su Padre dispone que él viva.

17. La crucifixión se abandona en la redención porque donde no hay dolor ni sufrimiento no hay necesidad de curación. 2El per­dón es la respuesta a cualquier clase de ataque. 3De esta manera, se cancelan los efectos del ataque, y se responde al odio en nom­bre del amor. 4Gloria eterna a ti que se te ha encomendado salvar al Hijo de Dios de la crucifixión, del infierno y de la muerte. 5Pues tienes el poder de salvar al Hijo de Dios porque su Padre así lo dispuso. 6Y en tus manos yace la salvación, para ser ofre­cida y recibida como una.

18Usar el poder que Dios te ha dado como Él quiere que se use es algo natural. 2No es arrogancia ser como Él te creó ni hacer uso de lo que te dio como respuesta a todos los errores de Su Hijo para así liberarlo. 3Pero sí es arrogancia despreciar el poder que Él te dio y elegir un nimio e insensato deseo en vez de lo que Su Voluntad dispone. 4El don que Dios te ha dado es ilimitado. 5No hay circunstancia en la que no se pueda usar como respuesta ni problema que no se resuelva dentro de su misericordiosa luz.

19. Mora en paz, donde Dios quiere que estés. 2sé el instrumento por el que tu hermano puede hallar la paz en la que tus deseos se ven colmados. 3Unámonos para derramar bendiciones sobre el mundo del pecado y de la muerte. 4Pues lo que puede salvar a cualquiera de nosotros puede salvarnos a todos. 5No hay diferen­cias entre los Hijos de Dios. 6La unidad que el especialismo* niega, los salvará a todos, pues en lo que es uno no hay cabida para el especialismo. 7Y todo les pertenece a todos por igual. 8Ningún deseo puede interponerse entre un hermano y lo que es semejante a él. 9Arrebatarle algo a uno de ellos es desposeerlos a todos. 10Mas bendecir a uno de ellos, es bendecirlos a todos cual uno solo.

20. Tu nombre ancestral es el nombre de todos ellos, tal como el de ellos es el tuyo. 2lnvoca el nombre de tu hermano y Dios te contes­tará, pues es a Él a Quien invocas. 3¿Podría Él negarse a contestar cuando ya ha contestado a todos los que lo invocan? 4Un milagro no puede cambiar nada en absoluto. 5Pero puede hacer que lo que siempre ha sido verdad sea reconocido por aquellos que lo desco­nocen; y mediante este pequeño regalo de verdad se le permite a lo que siempre ha sido verdad ser lo que es, al Hijo de Dios ser él mismo y a toda la creación ser libre para invocar el Nombre de Dios cual una sola.

 


 






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