DESPERTAR AL AMOR

martes, 21 de noviembre de 2017

21 NOVIEMBRE: Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 325


Todas las cosas que creo ver son reflejos de ideas.


1. Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. 2A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. 3Estas imáge­nes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consi­deran reales y se defienden como algo propio de uno. 4De deseos dementes nace un mundo demente, 5y de juicios, un mundo condenado. 6De pensamientos de perdón, en cambio, surge un mundo apacible y misericordioso para con el santo Hijo de Dios, cuyo propósito es ofrecerle un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada, y donde él puede ayudar a sus hermanos a seguir adelante con él y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios.

2. Padre nuestro, Tus ideas reflejan la verdad, mientras que las mías separadas de las Tuyas, tan sólo dan lugar a sueños. 2Déjame contem­plar lo que sólo las Tuyas reflejan, pues son ellas las únicas que estable­cen la verdad.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Esta lección es probablemente el mejor resumen de la teoría de la percepción del Curso:

Ésta es la clave de la salvación: lo que veo es el reflejo de un proceso mental que comienza con una idea de lo que quiero. A partir de ahí, la mente forja una imagen de eso que desea, lo juzga valioso y, por lo tanto, procura encontrarlo. Estas imágenes se proyectan luego al exterior, donde se contemplan, se consideran reales y se defienden como algo propio de uno. (1:1-3)

Todo lo que veo es una proyección. Según este análisis de la percepción, con nuestros ojos físicos no vemos absolutamente nada que sea real. Todo ello “es el reflejo de un proceso mental” y nada más que eso. Todo lo que vemos son imágenes proyectadas. Como dice una lección al comienzo del Libro de Ejercicios: “Le he dado a todo lo que veo todo el significado que tiene para mí” (L.2).

Al elegir lo que queremos ver, el mundo se presenta ante nuestra vista. Si elegimos el juicio, vemos un mundo condenado; si elegimos el perdón, vemos “un mundo apacible y misericordioso” (1:5-6). Por eso el Curso pone toda su atención en sanar la mente, y no en cambiar el mundo. Cambiar el mundo no es necesario, cambiará con nuestros pensamientos. Como señala Ken Wapnick, intentar arreglar el mundo es como intentar arreglar las cosas de una película haciendo cosas a la pantalla. El único modo en que puedes cambiar la película es cambiar lo que está en el proyector (o arreglar el proyector). La mente es el proyector del mundo.

Cuando aceptamos pensamientos de perdón en nuestra mente, el mundo se convierte en “un dulce hogar en el que descansar por un tiempo antes de proseguir su jornada” (1:6). Se convierte en un lugar en el que podemos “ayudar a nuestros hermanos a seguir adelante con nosotros y a encontrar el camino que conduce al Cielo y a Dios” (1:6). Esto es lo que hacemos en este mundo cuando nuestras mentes han sanado: ayudar a otros a hacer lo mismo.

Lo que queremos son las ideas de Dios reflejadas en el mundo, en lugar de nuestras propias ideas. Nuestras ideas separadas de las de Dios “tan sólo dan lugar a sueños” (2:1).
Hoy no quiero sueños, quiero la realidad reflejada en mi mundo. Todo empieza con mi idea de lo que quiero. Por lo tanto, Padre, pido ayuda para querer sólo la verdad, sólo paz, y sólo lo que es amoroso. Quiero la unión, no la separación. Quiero la sanación, no el conflicto. Quiero paz, no guerra. Ayúdame a reconocerlo cuando piense que quiero algo distinto, o algo además de la verdad; ayúdame a reconocerlo y llevarlo ante Tu luz para que sane y desaparezca.


¿Qué es la creación? (Parte 5)

L.pII.11.3:1-2

La creación es lo opuesto a todas las ilusiones porque es la verdad. (3:1)

La teoría general del Curso acerca de la creación mantiene como fundamentales ciertos hechos: sólo lo creado por Dios es real, verdadero y eterno. Por lo tanto, cualquier cosa que no es eterna y que cambia no es real ni verdadera. Basándose en esto, el Curso concluye que todas las cosas de este mundo (la Tierra misma, todo el universo físico, nuestros cuerpos y nuestra aparente “vida” aquí en la Tierra) no pueden ser creaciones de Dios porque no son eternas y porque cambian. Todo lo que podemos ver con nuestros ojos, incluso las estrellas eternamente jóvenes, tiene un fin. Lo que tiene fin no es real, en el sentido que el Curso le da a esta palabra. Todo ello, cada parte de ello, entra en la categoría de “ilusiones”.

Además, la creación de Dios es holográfica: “cada parte contiene la Totalidad” (3:2). Ésta es una lógica que no obedece a la lógica basada en la materia. La semejanza más cercana que conozco es el holograma. Cuando se ha atrapado una imagen holográfica en una placa fotográfica, la luz que se proyecte sobre la placa producirá una imagen en tres dimensiones del holograma. Si es la foto de una manzana, será una manzana en tres dimensiones y puedes ver distintos ángulos de la manzana moviendo el ángulo de luz que brilla sobre la foto. Si esa placa holográfica se rompe en cuatro trozos, no te quedas con cuatro imágenes de partes de una manzana, en lugar de eso, tienes cuatro imágenes más pequeñas de la manzana entera. La totalidad está en cada parte.

Algo así es la creación de Dios. Divídela como quieras, y la Totalidad de la creación sigue reflejándose en cada parte. Toda la creación está en ti, y en mí. La “totalidad completa” de la creación es a lo que el Curso llama “el santo Hijo de Dios” (3:2). La Voluntad de Dios está completa en cada aspecto (otra palabra que se refiere a “parte”, el Curso a menudo utiliza palabras diferentes para “parte” como “aspecto” o “fragmento”, pero lo que da por sentado siempre es que cada aspecto contiene todo. La palabra se refiere a lo que llamamos “individuos” o “personas”). Tú eres un aspecto o parte del Hijo de Dios, pero al mismo tiempo eres Todo.

Un síntoma de nuestra creencia equivocada en la separación es que nos hemos identificado tanto con nuestra “parte” que hemos perdido el contacto con el Todo. Por ejemplo, yo suelo pensar en mí como Allen Watson. Tú sueles pensar en ti como tu individualidad. De hecho, nuestra realidad original es un Ser compartido, una Totalidad. Gran parte del proceso de aprendizaje a lo largo del Curso nos lleva a cambiar esa identificación de “parte” a Totalidad. El entorno de aprendizaje de la relación santa está planeado para romper nuestra sensación de aislamiento, o “parte”, y para fortalecer nuestra identificación con el Todo, al demostrarnos que lo que pensamos como “la otra persona” en la relación es, de hecho, una parte de nuestro Ser compartido. Tenemos los mismos pensamientos. Lo que afecta a uno le afecta al otro. Lo que yo pienso te afecta, y a la inversa. Lo que te doy, me lo doy a mí mismo. Cuando te perdono, yo me libero. Cuando se rompe esta idea de “parte” y se da uno cuenta de la Totalidad en la relación santa, empieza a generalizarse y extenderse a todos los otros “aspectos”de la creación, todo lo que antes creía que “no era yo”.






TEXTO

 

IV. La unión mayor



1. Aceptar la Expiación para ti mismo significa no prestar apoyo a los sueños de enfermedad y muerte de nadie. 2Significa que no compartes con ningún individuo su deseo de estar separado ni dejas que vuelque sus ilusiones contra sí mismo. 3Tampoco deseas que éstas se vuelquen contra ti. 4De este modo, no tienen ningún efecto. 5te liberas de los sueños de dolor porque permites que él se libere de ellos. 6A menos que lo ayudes, sufrirás con él, ya que ése es tu deseo. 7Y te convertirás en un protagonista en su sueño de dolor, tal como él lo es en el tuyo. 8De este modo, los dos os convertís en ilusiones sin ninguna identidad. 9Tú puedes ser cual­quier persona o cualquier cosa, según de quién sea el sueño de maldad que compartas. 10Pero de una cosa puedes estar seguro: que eres perverso, pues compartes sueños de miedo.

2. Hay un modo de encontrar certeza aquí y ahora. 2Niégate a ser parte de ningún sueño de miedo, sea cual sea su forma, pues si lo haces perderás tu identidad en ellos. 3La manera de encontrarte a ti mismo es negándote a aceptar tales sueños como tu causa, o como que tienen efectos en ti. 4Tú no tienes nada que ver con ellos, pero sí con aquel que los sueña. 5De esta manera, separas al soñador del sueño, al unirte a uno y abandonar el otro. 6El sueño no es más que una ilusión de la mente. 7Y a ésta te puedes unir, pero jamás al sueño. 8Es del sueño de lo que tienes miedo, no de la mente. 9Sin embargo, los ves como si fuesen lo mismo porque crees que tú no eres más que un sueño. 10Y no sabes lo que es real acerca de ti o lo que es ilusorio, ni puedes distinguir entre lo uno y lo otro.

3. Al igual que tú, tu hermano cree que él es un sueño. 2No com­partas con él su ilusión acerca de sí mismo, pues tu identidad depende de su realidad. 3Piensa en él más bien como una mente en la que todavía persisten las ilusiones, pero con la que tienes una relación fraternal. 4Lo que él sueña no es lo que lo convierte en tu hermano, ni tampoco su cuerpo, el "héroe" del sueño, es tu hermano. 5Su realidad es lo que es tu hermano, de la misma manera en que tu realidad es lo que es hermano suyo. 6Tu mente y la suya están unidas en hermandad. 7Su cuerpo y sus sueños tan sólo aparentan abrir una diminuta brecha en la que tus sue­ños se han unido a los suyos.

4. Entre vuestras mentes, sin embargo, no hay ninguna brecha. 2Unirte a sus sueños significa que no te unes a él, pues sus sueños lo separan de ti. 3Libéralo, por lo tanto, proclamando sencilla­mente tu hermandad con él y no con sueños de miedo. 4Ayúdale a que reconozca quién es, negándote a apoyar sus ilusiones con tu fe, pues si lo haces, no podrás sino tener fe en las tuyas. 5al tener fe en las tuyas, él no podrá liberarse y tú quedarás atrapado en sus sueños. 6Y sueños de terror vendrán a rondar la diminuta brecha, la cual está poblada únicamente por las ilusiones que habéis apoyado en la mente del otro.

5. Ten absoluta certeza de que si tú haces lo que te corresponde hacer, él hará lo que le corresponda hacer a él, pues se unirá a ti allí donde tú estés. 2No lo invites a unirse a ti en la brecha que hay entre vosotros, pues si lo haces, creerás que ésa es tu realidad así como la suya. 3Tú no puedes llevar a cabo su papel por él, mas esto es precisamente lo que haces cuando te vuelves una figura pasiva en sus sueños, en vez del soñador de los tuyos. 4Tener una identidad carece de significado en los sueños porque el soñador y el sueño son lo mismo. 5El que comparte un sueño no puede sino ser el sueño que comparte porque el acto de compartir es lo que produce la causa.

6. Como consecuencia de compartir confusión estás confundido, pues en la brecha no existe un yo estable. 2Lo que es lo mismo parece diferente porque lo que es lo mismo aparenta ser algo distinto. 3Los sueños de tu hermano son los tuyos porque tú per­mites que lo sean. 4Mas si lo librases de tus sueños, él se liberaría de ellos, así como de los suyos. 5Tus sueños dan testimonio de los suyos y, los suyos, de la verdad de los tuyos. 6No obstante, si vieses que no hay verdad en los tuyos, sus sueños desaparecerían y él comprendería qué fue lo que dio origen al sueño.

7. El Espíritu Santo mora en vuestras dos mentes, y Él es Uno porque no hay brecha que pueda dividir Su Unicidad*2La bre­cha que separa vuestros cuerpos es irrelevante, pues lo que está unido en Él es siempre uno. 3Nadie puede estar enfermo si alguien acepta su unión con él. 4Su deseo de ser una mente enferma y separada no puede seguir vigente sin un testigo o una causa. 5tanto el testigo como la causa desaparecen si alguien decide unirse a él. 6En su sueño él estaba separado de su her­mano, quien, al no compartir su sueño con él, ha eliminado el espacio que había entre ellos. 7Y el Padre viene a unirse con Su Hijo, a quien el Espíritu Santo se unió.

8. La función del Espíritu Santo es tomar la imagen fragmentada del Hijo de Dios y poner cada fragmento nuevamente en su lugar. 2Él muestra esta santa imagen, completamente sanada, a cada fragmento separado que piensa que en sí es una imagen completa. 3A cada uno de ellos Él le ofrece su Identidad, que la imagen en su totalidad representa, en vez de la fragmentada y diminuta porción que él insistía que era él mismo. 4Mas cuando él vea esta imagen, se reconocerá a sí mismo. 5Si tú no compartes con tu hermano su sueño de maldad, ésa es la imagen con la que el milagro llenará la diminuta brecha, la cual quedará así libre de todas las semillas de enfermedad y de pecado. 6Y ahí el Padre recibirá a Su Hijo porque Su Hijo ha sido misericordioso consigo mismo.

9. Te doy las gracias, Padre, sabiendo que Tú vendrás a salvar cada diminuta brecha que hay entre los fragmentos separados de Tu santo Hijo. 2Tu santidad, absoluta y perfecta, mora en cada uno de ellos. 3Y están unidos porque lo que mora en uno solo de ellos, mora en todos ellos. 4¡Cuán sagrado es el más diminuto grano de arena, cuando se reconoce que forma parte de la ima­gen total del Hijo de Dios. 5Las formas que los diferentes frag­mentos parecen adoptar no significan nada, 6pues el todo reside en cada uno de ellos. 7Y cada aspecto del Hijo de Dios es exacta­mente igual a todos los demás.

10. No te unas a los sueños de tu hermano, sino a él, y ahí donde te unes a Su Hijo, ahí está el Padre. 2¿Quién iría en busca de sustitu­tos si se diese cuenta de que no ha perdido nada? 3¿Quién querría disfrutar de los "beneficios" de la enfermedad cuando ha recibido la simple bendición de la salud? 4Lo que Dios ha dado no puede suponer pérdida alguna, y lo que no procede de Él no tiene efec­tos. 5¿Qué podrías percibir, entonces, en la brecha? 6Las semillas de la enfermedad proceden de la creencia de que es posible encontrar felicidad en la separación y de que renunciar a ella sería un sacrificio. 7Mas los milagros son el resultado de no seguir tratando de ver en la brecha lo que no se encuentra en ella. 8Lo único que requiere el Sanador del Hijo de Dios es que estés dispuesto a abandonar todas las ilusiones. 9Él sembrará los milagros de cura­ción allí donde antes se encontraban las semillas de la enferme­dad. 10Y no habrá pérdidas de ninguna clase, sino sólo ganancias.




No hay comentarios:

Publicar un comentario