DESPERTAR AL AMOR

martes, 12 de diciembre de 2017

12 DICIEMBRE: Hoy me envuelve la paz de Dios, y me olvido de todo excepto de Su Amor.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 346


Hoy me envuelve la paz de Dios, y me olvido de todo excepto de Su Amor.


1. Padre, al despertar hoy los milagros corrigen mi percepción de todas las cosas. 2Y así comienza el día que voy a compartir Contigo tal como compartiré la eternidad, pues el tiempo se ha hecho a un lado hoy. 3No ando en pos de cosas temporales, por lo tanto, ni siquiera las veré. 4Lo que hoy busco trasciende todas las leyes del tiempo, así como las cosas que se perciben en él. 5Quiero olvidarme de todo excepto de Tu Amor. 6Quiero morar en Ti y no saber nada de ninguna otra ley que no sea Tu ley del amor. 7Quiero encontrar la paz que Tú creaste para Tu Hijo, y olvidarme, conforme contemplo Tu gloria y la mía, de todos los absurdos juguetes que fabriqué.

2. Y al llegar la noche; recordaremos únicamente la paz de Dios. 2Pues hoy veremos qué clase de paz es la nuestra, cuando nos olvidamos de todo excepto del Amor de Dios.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Antes de empezar los comentarios acerca de esta lección, voy a compartir algunos pensamientos:

Muchas de las lecciones en esta última parte del Libro de Ejercicios, especialmente ésta, nos llegan desde el estado mental de la mente recta. Ese estado es el propósito del programa de estudios del Curso. Por lo tanto, para la mayoría de nosotros, probablemente todos nosotros, representa un estado mental en el que no vivimos. Sé que hay una parte de mí que está en perfecta armonía con esta lección, pero también hay otra parte que se mantiene aparte cínicamente y me dice: “¿Olvidarte de todo excepto de Su Amor? ¡Ja! Más probable es que recuerdes todo excepto Su Amor. ¿Cuánto tiempo va a durarte esta actitud pomposa después de que salgas por esa puerta? Y si esto es así, ¿por qué molestarse en hacer la lección?”

¿Por qué molestarse? Porque hay una parte de mi mente que está en armonía y canta de felicidad con esta lección, y es la única “parte” que es real. Cada vez que intento ponerme en armonía con pensamientos como éste, y dejar que su significado me inunde y me dirija, algo sucede. Incluso si siento que después de leerlos y pensar en ellos, siento como si nada hubiese sucedido, algo ha sucedido. Y si, aunque sólo sea durante un instante, puedo poner mi mente en armonía con ellos para que, sólo por ese instante, sienta de todo corazón las palabras mientras las digo, puedo haber ahorrado más de mil años en mi desarrollo espiritual. Verdaderamente, sí, merece el esfuerzo. Nosotros nos merecemos el esfuerzo.

Así que mientras leemos esta lección ahora, intentemos dejar a un lado nuestra incredulidad durante sólo un instante, y permitamos que estas palabras se conviertan en la verdad para nosotros. Tengamos fe en que lo que dicen representa a nuestro verdadero Ser, pues así es. Mantengámonos en el significado de estas palabras.

A veces todo parece tan sencillo. Todo lo que hay que hacer es ser felices. A veces siento que podría “estar ahí” ahora mismo, sin ningún esfuerzo ni lucha. Toda la tensión y la lucha vienen de la resistencia, no de ningún esfuerzo para estar iluminado o ser santo. Simplemente olvida todas las cosas excepto Su Amor. Recuerda únicamente la paz de Dios.

Cuando esos pensamientos me vienen, todavía noto el miedo a la pérdida. Cuando abandono la lucha, parece como si estuviera renunciando a algo valioso. Sin embargo, a lo único que renuncio es al dolor.

¿Y si empezase a ser feliz todo el tiempo? ¿Y si renunciase a mi empeño en que algo fuera diferente?

Padre, al despertar hoy los milagros corrigen mi percepción de todas las cosas. Y así comienza el día que voy a compartir Contigo tal como compartiré la eternidad, pues el tiempo se ha hecho a un lado hoy. (1:1-2)

Puedo compartir este día con Dios al igual que compartiré la eternidad con Él. No tengo que hacer nada, no tengo que conseguir nada. La salvación no me pide nada que no pueda dar ahora mismo.

No ando en pos de cosas temporales, por lo tanto, ni siquiera las veré. Lo que hoy busco trasciende todas las leyes del tiempo, así como las cosas que se perciben en él. Quiero olvidarme de todo excepto de Tu Amor. (1:3-5)

En toda mi búsqueda, Padre, lo que realmente busco es Tu Amor. Las cosas del tiempo nunca podrán satisfacerme, en este momento las olvido todas gustosamente. Vengo a Ti, y lo único que necesito es Tu sonrisa llenando mi corazón y desbordándose.

Quiero morar en Ti y no saber nada de ninguna otra ley que no sea Tu ley del amor. Quiero encontrar la paz que Tú creaste para Tu Hijo, y olvidarme, conforme contemplo Tu gloria y la mía, de todos los absurdos juguetes que fabriqué. (1:6-7)

Únicamente la creencia de que no soy digno de Tu Amor me impide gozar de él en todo momento. Tu Amor está aquí ahora. Me permito descansar y relajarme en él. Tu Amor me sustenta, me sostiene y me apoya. No hay nada más. En Tu Amor contemplo Tu gloria y la mía propia, pues Amor es lo que soy.

Y al llegar la noche; recordaremos únicamente la paz de Dios. Pues hoy veremos qué clase de paz es la nuestra, cuando nos olvidamos de todo excepto del Amor de Dios. (2:1-2)

¿Qué me puede impedir tener un día así? Nada. Abro mi corazón al Amor. El Amor de Dios me mece como un océano poderoso y me lleva en Su corriente, rodeándome y flotando en él.


¿Qué es un milagro? (Parte 6)

L.pII.13.3:4-5

Cada azucena de perdón le ofrece al mundo el silencioso milagro del amor. (3:4)

El amor es el verdadero milagro.

Los milagros ocurren naturalmente como expresiones de amor. El verdadero milagro es el amor que los inspira. En este sentido todo lo que procede del amor es un milagro. (T.1.I.3:1-3)

La azucena significa un regalo de perdón que yo le doy a un hermano. Cada vez que ofrezco este regalo, estoy ofreciendo el Amor de Dios al mundo entero. Estoy abriendo una puerta y permitiendo que el Amor se extienda a todo el mundo a través de mí. Dondequiera que ese río de Amor llega, la vida florece, y ése es el milagro.

Y cada una de ellas se deposita ante la Palabra de Dios, en el altar universal al Creador y a la creación, a la luz de la perfecta pureza y de la dicha infinita. (3:5)

El regalo de perdón que le doy a mi hermano es también un regalo que Le hago a Dios. Mi agradecimiento a mis hermanos es mi regalo a Dios. Al reconocer Su creación, Le reconozco a Él. Abrirme a esta corriente de Amor es la fuente de la perfecta pureza y de la dicha sin fin. No hay nada tan gozoso como un corazón amoroso.




TEXTO


III. Más allá de todo ídolo


1. Los ídolos son algo muy concreto. 2Mas tu voluntad es univer­sal, puesto que es ilimitada. 3Y así, no tiene forma, ni su contenido se puede expresar en función de la forma. 4Los ídolos son límites. 5Representan la creencia de que hay ciertas formas que pueden brindar felicidad, y de que, limitando, se consigue todo. 6Es como si dijeras: "No tengo necesidad de todo. 7Lo único que quiero es este trocito, y para mí será como si fuese todo". 8Y esto no puede sino dejarte insatisfecho porque tu voluntad es que todo sea tuyo. 9Decídete en favor de los ídolos y estarás buscando perder. 10Decídete por la verdad y todo será tuyo.

2. No es la forma en sí lo que andas buscando. 2¿Qué forma puede ser un sustituto del Amor de Dios el Padre? 3¿Qué forma puede ocupar el lugar de todo el amor que reside en la Divinidad de Dios el Hijo? 4¿Qué ídolo puede dividir en dos lo que es eterna­mente uno? 5¿Y se podría acaso limitar lo que es ilimitado? 6Tú no deseas ningún ídolo, 7pues ésa no es tu voluntad. 8Ningún ídolo puede concederte el regalo que buscas. 9Cuando decides qué forma debe tener lo que quieres, dejas de entender su propósito. 10de ese modo, ves tu voluntad en el ídolo, reduciéndola así a una forma concreta. 11Mas eso nunca podrá ser tu voluntad por­que lo que comparte toda la creación no puede contentarse con ideas triviales o con cosas insignificantes.

3. Tras la búsqueda de todo ídolo yace el anhelo de compleción. 2Lo pleno no tiene forma porque es ilimitado. 3Buscar una per­sona o una cosa especial para añadir, a lo que tú eres y así alcan­zar tu compleción, sólo puede querer decir que crees que te falta algo que una forma puede proporcionarte. 4Y que al encontrarla, alcanzarás tu compleción en una forma que a ti te gusta. 5El pro­pósito de todo ídolo es éste: que no mires más allá de él a la raíz de la creencia de que te falta algo. 6Esto sólo podría ser cierto si hubieses pecado. 7Pues el pecado es la idea de que te encuentras solo y aparte de lo que es pleno. 8Es necesario, por lo tanto, que la búsqueda de la plenitud se lleve cabo más allá de los límites que tú mismo te has impuesto.

4. No es nunca el ídolo lo que realmente quieres. 2Mas lo que crees que te ofrece, eso ciertamente lo quieres, y tienes derecho a pedirlo. 3Y es imposible que te sea negado. 4El que tu voluntad sea estar completo es la Voluntad de Dios, y por tal razón se te concede. 5Dios no sabe nada de formas. 6Él no te puede contestar utilizando términos que no tienen sentido. 7Y tu voluntad no se puede satisfacer con formas vacías, concebidas exclusivamente para llenar una brecha que no existe. 8No es esto lo que quieres. 9La creación no le da a ninguna persona ni a ninguna cosa sepa­rada el poder de completar al Hijo de Dios. 10¿A qué ídolo se puede apelar para que le dé al Hijo de Dios lo que ya es suyo?

5. Alcanzar la compleción es la función del Hijo de Dios. 2Sin embargo, no tiene necesidad de buscarla. 3Más allá de todo ídolo se alza su santa voluntad de ser únicamente lo que él es. 4Pues ser más que pleno no tiene sentido. 5Si se hubiese producido algún cambio en el Hijo de Dios, o si se le pudiese reducir a alguna forma y limitar a lo que no se encuentra en él, entonces no sería tal como Dios lo creó. 6¿Qué necesidad tiene de ídolos para ser quien es? 7¿Podría acaso desprenderse de alguna parte de sí mismo? 8Lo que no es pleno no puede otorgar plenitud. 9Mas lo que se pide sinceramente no puede ser negado. 10Tu voluntad se te concede. 11No en una forma que no habría de satisfacerte, sino en el Pensamiento pleno y completamente hermoso que Dios abriga de ti.

6. Lo que Dios no conoce no existe. 2lo que Él conoce existe para siempre y es inmutable. 3Pues los pensamientos duran tanto como la mente que los pensó. 4Y la Mente de Dios no tiene fin, ni puede haber un instante en que Sus Pensamientos puedan estar ausentes o cambiar. 5Los pensamientos ni nacen ni mueren. 6Comparten los atributos de su creador, y no tienen una vida separada aparte de la de él. 7Tus pensamientos están en tu mente, tal como tú estás en la Mente que te concibió. 8Por lo tanto, no hay partes separadas en lo que existe dentro de la Mente de Dios. 9Su Mente es por siem­pre una, y está eternamente unida y en paz.

7. Los pensamientos parecen ir y venir. 2Sin embargo, lo único que esto significa es que algunas veces eres consciente de ellos y otras no. 3Un pensamiento del que te has olvidado parece nacer de nuevo en ti cuando retorna a tu conciencia. 4Mas no murió cuando lo olvidaste. 5Siempre estuvo ahí, sin embargo, no eras consciente de él. 6El Pensamiento que Dios abriga de ti no se ha visto afectado en modo alguno por tu olvido. 7Siempre será exactamente como era antes de que te olvidaras de él, como seguirá siendo cuando lo recuerdes 8y como fue durante el lapso en que lo habías olvidado.

8. Los Pensamientos de Dios están mucho más allá de cualquier posibilidad de cambio y su resplandor es eterno. 2No están espe­rando a nacer, 3sino a que se les dé la bienvenida y se les recuerde. 4El Pensamiento que Dios abriga de ti es como una estrella inmutable en un firmamento eterno. 5Se encuentra tan alto en el Cielo que aquellos que se encuentran fuera del Cielo no saben que está allí. 6No obstante, brillará por toda la eternidad sereno, puro y hermoso. 7En ningún momento ha dejado de estar allí, ni ha habido jamás un instante en que su luz se haya atenuado o haya perdido su perfección.

9. El que conoce al Padre conoce esta luz, pues Él es el eterno firmamento que la mantiene a salvo, por siempre elevada y fir­memente anclada. 2La perfecta pureza de esa luz no depende de si se ve en la tierra o no. 3El firmamento la envuelve y la man­tiene dulcemente en su perfecto lugar, el cual está tan lejos de la tierra como la tierra lo está del Cielo. 4No es la distancia ni el tiempo lo que hace que esta estrella sea invisible desde la tierra. 5Mas aquellos que andan en pos de ídolos no pueden saber que la estrella está ahí.

10Más allá de todo ídolo se encuentra el Pensamiento que Dios abriga de ti. 2Este Pensamiento no se ve afectado en modo alguno por la confusión y el terror del mundo, por los sueños de naci­miento y muerte que aquí se tienen, ni por las innumerables for­mas que el miedo puede adoptar, sino que, sin perturbarse en lo más mínimo, sigue siendo tal como siempre fue. 3Rodeado de una calma tan absoluta que el estruendo de batallas ni siquiera llega hasta él, dicho Pensamiento descansa en la certeza y en per­fecta paz. 4Tu única realidad se mantiene a salvo en él, completa­mente inconsciente del mundo que se postra ante ídolos y no conoce a Dios. 5El Pensamiento que Dios abriga de ti, completa­mente seguro de su inmutabilidad y de que descansa en su eterno hogar, nunca ha abandonado la Mente de su Creador, al que conoce tal como su Creador sabe que dicho Pensamiento se encuentra en Su Propia Mente.

11. ¿Dónde podría existir el Pensamiento que Dios abriga de ti sino donde tú te encuentras? 2¿Podría acaso tu realidad ser algo aparte de ti y encontrarse en un mundo que le es completamente desconocido? 3Fuera de ti no hay firmamento eterno, ni estrella inmutable, ni realidad alguna. 4La mente del Hijo del Cielo, en el Cielo está, pues ahí la Mente del Padre y la del Hijo se unieron en la creación, la cual no tiene fin. 5Tú no tienes dos realidades, sino una sola, 6no puedes ser consciente más que de una. 7Tu reali­dad es o bien un ídolo, o bien el Pensamiento que Dios abriga de ti. 8No olvides, por lo tanto, que los ídolos tienen que mantener oculto lo que tú eres, no de la Mente de Dios, sino de la tuya. 9La estrella sigue brillando y el firmamento jamás ha cambiado. 10Mas tú, el santo Hijo de Dios, no eres consciente de tu realidad.






1 comentario:

  1. Hola Jaime: Gracias por tu blog. Desde un tiempo a esta parte, noto que la musica de fondo del audiolibro es igual o mas alta que la voz de la lectora. Un saludo.
    Gracias. Pedro.

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