DESPERTAR AL AMOR

jueves, 21 de diciembre de 2017

21 DICIEMBRE: La paz, la dicha y los milagros que otorgaré cuando acepte la Palabra de Dios son ilimitados. ¿Por qué no aceptarla hoy?

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 355


La paz, la dicha y los milagros que otorgaré cuando acepte la Palabra de Dios son ilimitados. ¿Por qué no aceptarla hoy?


1. ¿Por qué debo esperar, Padre mío, para recibir la dicha que Tú me prometiste? 2Pues Tú mantendrás Tu Palabra, que le diste a Tu Hijo en el exilio. 3Estoy seguro de que mi tesoro me aguarda y de que sólo tengo que extender la mano para encontrarlo. 4 Incluso ahora mismo mis dedos ya lo están tocando. 5Está muy cerca. 6No es necesario que espere ni un instante más para estar en paz para siempre. 7Es a Ti a Quien elijo, y a mi Identidad junto Contigo. 8Tu Hijo quiere ser él mismo, y reconocerte como su Padre y Creador, así como su Amor.



Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Aquí, “la Palabra de Dios” para mí, me está hablando de lo que Jesús en el Curso me dice acerca de mi Identidad. Es la verdad de lo que yo soy.

Es a Ti a Quien elijo, y a mi Identidad junto Contigo. Tu Hijo quiere ser él mismo, y reconocerte como su Padre y Creador, así como su Amor. (1:7-8)

Un conferenciante cristiano que me inspiró hace años, Ian Thomas, solía decir que el propósito del hombre, mi propósito como individuo, es ser “el vehículo humano para el contenido divino”. Por eso es por lo que estoy aquí. Cristo quiere ser Él Mismo en mí, en la forma de mí. No tengo otra razón para estar aquí, aunque el ego piensa que estoy aquí para olvidar a Dios.

El Curso nos enseña que el ego inventó el mundo y el cuerpo como un ataque contra Dios. El ego quiere usar el mundo para olvidar a Dios. El Espíritu Santo quiere usarlo como un medio para recordar a Dios. No hay propósito en nada excepto en uno de esos dos.

Estoy aquí, hoy como siempre, para reflejar el Amor de Dios. Estoy aquí para ver la inocencia. Estoy aquí para “ver a todos como hermanos, y percibir todas las cosas como buenas y bondadosas” (L.pII.14.3:4). Estoy aquí para bendecir a mis hermanos y pedirles que compartan mi paz y dicha.

¿Por qué no aceptarla hoy? (Título de la lección). ¿Por qué esperar? Éstas son las preguntas que hace la lección.

Estoy seguro de que mi tesoro me aguarda y de que sólo tengo que extender la mano para encontrarlo. Incluso ahora mismo mis dedos ya lo están tocando. Está muy cerca. No es necesario que espere ni un instante más para estar en paz para siempre. (1:3-6)

No hay respuesta a por qué esperamos, porque no hay razones para esperar. Ni nunca ha habido una razón. Todo lo que hay que hacer en respuesta es dejar que se suelte el aprisionamiento en nuestro corazón, para acabar con la resistencia a la extensión del Amor, y abrir nuestro corazón completamente a toda cosa viviente. Permitirnos a nosotros mismos ser Amor, permitir que el Amor esté en nosotros. Para abandonar la creencia de que somos algo distinto al Amor.

La resistencia que parece tan grande, como una muralla de piedra, no es nada más que una nube, incapaz de parar una pluma. Sólo mi creencia en la imposibilidad de atravesarla la convierte en una barrera, como un elefante atado a una pequeña estaca en el suelo, que cree que no se puede mover porque ha sido entrenado a pensar que está encadenado a un árbol. Pensamos que no tenemos amor, pensamos que somos malvados. Pensamos que el ego se interpone como un muro de granito entre nosotros y Dios, que Le mantiene afuera.

El ego es una nube. No podría detener ni a una pelota. No tiene ninguna fuerza para resistirse al Amor de Dios, no puede resistirse ni se resistirá. El Amor de Dios espera al final del tiempo, habiendo ganado ya. ¡Oh, corazón mío, ábrete a ese Amor hoy! Recíbelo, dalo. Recíbelo al darlo, y dalo al recibirlo. Contémplalo por todas partes pues está en todas partes, en todos.


¿Qué soy? (Parte 5)

L.pII.14.3:1-4

¿Cuál es nuestra “función” de la que se habla en el párrafo 2? “Somos los portadores de la salvación” (3:1). ¿He pensado realmente que ésta es mi función? ¿He empezado a darme cuenta de que cada día, al vivir mi vida, para esto es para lo que estoy aquí, para traer la salvación al mundo? No estamos hablando aquí de rescatar a personas, estamos hablando de verlas tal como Dios las creó, y verlas de ese modo con tanta claridad y tanta fuerza que nuestra visión de ellas empieza a abrir sus ojos a esa misma visión. Estamos hablando de mantener una imagen tan clara de su inocencia que pueden ver su propia inocencia reflejada en nosotros.

Aceptamos nuestro papel como salvadores del mundo, el cual se redime mediante nuestro perdón conjunto. (3:2)

Salvamos al mundo al perdonarlo. Y practicamos este perdón como un perdón conjunto, junto con Jesús. Nos unimos a Él para eliminar la culpa y la condena de cada persona con la que entramos en contacto. Así es como el mundo es “redimido”, rescatado de su esclavitud de la culpa y el miedo.

Y al concederle el regalo de nuestro perdón, éste se nos concede a nosotros. (3:3)

Una vez más el tema repetido a menudo: Recibimos el perdón al darlo.

Vemos a todos como nuestros hermanos, y percibimos todas las cosas como buenas y bondadosas. (3:4)

Ésta es la visión de un salvador. Así es como un salvador ve las cosas. Ver a todos como hermanos es verlos como iguales a nosotros, compartiendo la misma inocencia de la creación de Dios. Ver a todas las cosas como buenas y bondadosas es darnos cuenta de que incluso lo que parece ser ataque no convierte al “atacante” en cruel, detrás del miedo que le impulsa al aparente ataque sigue habiendo un corazón bondadoso y lleno de ternura. Tal vez algunos de nosotros hemos empezado a darnos cuenta de esto acerca de nosotros mismos y de otros. Reconocemos que hemos cometido errores, y que hemos actuado de manera no amorosa, y sin embargo sabemos que, debajo de ese disfraz de ira y egoísmo, nuestros corazones son bondadosos. No queremos hacer daño pero nos sentimos impulsados a ello por las circunstancias, parece el único modo de sobrevivir. Ésa es la mentira que el ego nos cuenta, que el ataque es necesario para la supervivencia. El Curso nos pregunta:

¿No crees que el mundo tiene tanta necesidad de paz como tú? ¿No te gustaría dársela en la misma medida en que tú deseas recibirla? Pues a menos que se la des, no la recibirás. Si quieres recibirla de mí, tienes que darla. La curación no procede de nadie más. (T.8.IV.4:1-5)

No hay ninguna cosa viviente que no comparta la Voluntad universal de que goce de plenitud y de que tú no seas sordo a su llamada. (T.31.I.9:1)

Nuestro camino a la salvación está en llegar a darnos cuenta de que todas las cosas comparten la Voluntad universal de estar completas, que todo el mundo quiere la paz al igual que nosotros y que, debajo de todos los disfraces que llevamos tan fielmente, lo que somos, todos nosotros, es Amor.





TEXTO

II. Caminando con Cristo



1. Una vieja lección no se supera contraponiendo la nueva con la vieja. 2No se la subyuga para que la verdad pueda conocerse, ni se combate para que se rinda ante el atractivo de la verdad. 3No hay que prepararse para ninguna batalla, no hay que dedicarle tiempo, ni tampoco es necesario hacer planes para implantar lo nuevo. 4Una vieja batalla se está librando contra la verdad, pero la verdad no responde. 5¿Quién podría ser herido en semejante bata­lla, a no ser que se hiriese a sí mismo? 6En realidad no tiene ene­migos. 7¿Y podría acaso ser atacado por sueños?

2. Repasemos nuevamente lo que parece interponerse entre la verdad de lo que eres y tú. 2Pues para superar este obstáculo se tienen que dar ciertos pasos. 3El primero es una decisión que tú tomas. 4Pero de ahí en adelante, la verdad se te confiere. 5Tú quie­res determinar lo que es verdad, 6y debido a tu deseo, estableces dos alternativas entre las que elegir cada vez que crees que tienes que tomar una decisión. 7Ninguna de ellas es verdad, 8ni tampoco son diferentes entre sí. 9Sin embargo, tienes que examinar las dos antes de que puedas mirar más allá de ellas a la única alternativa que sí constituye una elección diferente. 10Pero no la busques en los sueños que forjaste con el propósito de que esto estuviese nublado de tu conciencia.

3. Las alternativas entre las que eliges no constituyen una verda­dera elección, y tan sólo dan la impresión de que se trata de una elección libre, pues en cualquier caso, el resultado será el mismo. 2De modo que no es realmente una elección en absoluto. 3El líder y el seguidor parecen desempeñar diferentes papeles, y cada uno de estos papeles parece poseer ventajas que tú no quisieras per­der. 4En su fusión, por lo tanto, parece haber esperanzas de satis­facción y de paz. 5Te ves a ti mismo dividido entre estos dos papeles, escindido para siempre entre los dos. 6cada amigo o enemigo se convierte en un medio para salvarte de esto.

4. Tal vez lo llames amor 2tal vez pienses que es un asesinato que finalmente está justificado. 3Odias a aquel a quien asignaste el papel de líder cuando tú lo quisieras tener, y lo odias igual­mente cuando él no lo asume en aquellas ocasiones en que tú quieres ser el seguidor y abandonar el liderato. 4Para eso fue para lo que concebiste a tu hermano, y te acostumbraste a pensar que ése era su propósito. 5menos que él sea fiel a eso, no habrá cumplido la función que tú le asignaste. 6Por lo tanto, merece la muerte, al no tener ningún propósito ni ninguna utilidad para ti.

5. ¿Y qué quiere él de ti? 2¿Qué otra cosa podría querer, 3sino lo mismo que tú quieres de él? 4En esto es tan fácil elegir la vida como la muerte, pues lo que eliges para ti lo eliges para él. 5Le haces dos llamamientos, tal como él a ti. 6Estos dos llamamientos ciertamente constituyen una elección, pues de cada uno de ellos se deriva un resultado distinto. 7Si él acaba siendo tu líder o tu segui­dor no importa, pues en cualquier caso habrás elegido la muerte. 8Pero si él clama por la muerte o por la vida, por el odio o bien por el perdón y por la ayuda, entonces el resultado no será el mismo. 9Si oyes el primero de esos llamamientos, te separarás de él y te perderás. 10Mas si oyes el segundo, te unirás a él y en tu respuesta se halla la salvación. 11La voz que oyes en él no es sino la tuya. 12¿Qué te pide? 13Escucha atentamente, 14pues te está pidiendo lo mismo que te ha de llegar a ti, ya que lo que estás viendo es una imagen de ti mismo y lo que estás oyendo es tu propia voz expresando tus deseos.

6. Antes de contestar, haz una pausa y piensa en lo siguiente: 2La respuesta que le dé a mi hermano es la que yo estoy pidiendo. 3lo que aprenda acerca de él, es lo que aprenderé acerca de mí. 4Aguardemos luego un instante y estemos muy quietos, olvidán­donos de todo lo que habíamos creído oír y recordando cuán poco sabemos. 5Este hermano ni nos dirige ni nos sigue, sino que camina a nuestro lado por la misma senda que nosotros reco­rremos. 6Él es como nosotros, y se halla tan cerca o tan lejos de lo que anhelamos como le permitamos estar. 7No hacemos ningún avance que él no haga con nosotros, y si él no avanza, nosotros retrocedemos. 8No le des la mano con ira, sino con amor, pues su progreso es el tuyo propio. 9Y recorreremos la senda por sepa­rado a no ser que lo mantengas a salvo a tu lado.

7. Puesto que Dios os ama a los dos por igual, se te salvará de todas las apariencias y contestarás la llamada que Cristo te hace. 2Estáte muy quedo y escucha. 3Despeja tu mente de viejas ideas. 4Olvida las tristes lecciones que aprendiste acerca de este Hijo de Dios que te llama. 5Cristo llama a todos con igual ternura, sin ver líderes ni seguidores, y oyendo una sola respuesta para todos ellos. 6Puesto que Él oye una sola Voz, no puede oír una res­puesta diferente de la que dio cuando Dios lo nombró Su único Hijo.

8. Sumérgete en la más profunda quietud por un instante. 2Ven sin ningún pensamiento de nada que hayas aprendido antes, y deja a un lado todas las imágenes que has inventado. 3Lo viejo y decrépito se derrumbará ante lo nuevo tanto si te opones a ello como si lo apoyas. 4Ninguna de las cosas que consideras valiosas y dignas de tus atenciones será atacada. 5Tampoco se atacará tu deseo de oír un llamamiento que jamás existió. 6Nada te hará daño en este santo lugar adonde vienes a escuchar en silencio y a aprender qué es lo que realmente quieres. 7Esto será lo único que se te pedirá aprender. 8Mas al oírlo, comprenderás que lo único que necesitas hacer es abandonar los pensamientos que ya no deseas y que nunca fueron verdad.

9. Perdona a tu hermano por todo lo que aparenta ser, lo cual procede de las viejas lecciones que te habías enseñado a ti mismo acerca de tu pecaminosidad. 2Oye únicamente su petición de cle­mencia y liberación de todas las pavorosas imágenes que tiene con respecto a lo que él es y a lo que tú no puedes sino ser tam­bién. 3Él teme caminar a tu lado, y cree que tal vez si se atrasa o se adelanta un poco será menos peligroso para él. 4¿Cómo ibas a poder progresar tú si piensas lo mismo, y avanzas únicamente cuando él se rezaga y te quedas atrás cuando él se adelanta? 5Pues al hacer esto, te olvidas del objetivo de la jornada, que no es otro que la decisión de caminar a su lado, de modo que ninguno sea ni líder ni seguidor. 6Se trata, por lo tanto, de que caminéis juntos y no cada uno por separado. 7Y mediante esta decisión, el resul­tado del aprendizaje cambia, pues Cristo habrá vuelto a nacer para vosotros dos.

10. Para que esto suceda, bastará un solo instante que estés libre de tus viejas ideas acerca de quién es tu formidable compañero y de lo que él debe estar pidiendo. 2Y percibirás que su propósito es el mismo que el tuyo. 3Él pide lo que tú deseas y necesita lo mismo que tú. 4Tal vez en su caso ello se manifieste de forma diferente, pero no es a la forma a lo que respondes. 5Él pide y tú recibes, pues has venido con un solo propósito: poder aprender a amar a tu hermano con un amor fraternal. 6Y en cuanto que her­mano tuyo, su Padre no puede sino ser el mismo que el tuyo, ya que él es como tú.

11. Unidos podéis recordar y aceptar vuestra herencia común. 2Solos, se os niega a ambos. 3¿No está claro acaso que mientras sigas insistiendo en ser líder o seguidor pensarás que caminas solo, sin nadie a tu lado? 4Éste es el camino que no conduce a ninguna parte, pues no se te puede otorgar la luz mientras cami­nes solo, y así, no puedes ver por donde vas. 5Esto produce con­fusión y una interminable sensación de duda, a medida que te tambaleas solo de un lado a otro en la oscuridad. 6Sin embargo, éstas no son más que apariencias de lo que es la jornada y de cómo se tiene que recorrer. 7Pues hay Alguien a tu lado que ilu­mina tu camino, de modo que puedas dar cada paso con certeza y sin ninguna duda con respecto a qué camino seguir. 8Tener los ojos vendados puede ciertamente cegarte, mas no puede hacer que el camino en sí sea oscuro. 9Y Aquel que viaja contigo tiene la luz.




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