DESPERTAR AL AMOR

martes, 5 de diciembre de 2017

5 DICIEMBRE. Se me concederá todo lo que pida.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 339


Se me concederá todo lo que pida.


1. Nadie desea el dolor. 2Pero puede creer que el dolor es placer. 3Nadie quiere eludir su felicidad, 4mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso. 5No hay nadie que no haya de recibir lo que pida. 6Pero puede estar ciertamente confun­dido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar. 7¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese dese­ando? 8Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. 9Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor.

2. Padre, Te ofrezco este día. 2Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. aY así, Te pediré únicamente lo que Tú me ofreces y aceptaré únicamente los Pensamientos que Tú compartes conmigo.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

¡Ésta puede ser una idea terrible! Significa que todo lo que he recibido, yo lo he pedido. No nos gusta oír eso, y puede parecer duro. “¿Tienes cáncer? Tú lo has pedido”. Usado así es duro, un arma para la separación en lugar de un instrumento para la unión. ¿Cómo puede alguien desear el dolor y la enfermedad? El pensamiento parece absurdo.

Nadie desea el dolor. Pero puede creer que el dolor es placer. Nadie quiere eludir su felicidad, mas puede creer que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso. No hay nadie que no haya de recibir lo que pida. Pero puede estar ciertamente confundido con respecto a lo que quiere y al estado que quiere alcanzar. (1:1-6)

Por supuesto que nadie quiere el dolor, nadie rechaza conscientemente la felicidad. Si eso es así, y todo el mundo recibe lo que pide, entonces ¿cómo se presentan el dolor y la infelicidad? Podríamos seguir estos razonamientos y su conclusión:

Nadie quiere el dolor.
Por lo tanto, nadie pediría dolor.
Todo el mundo recibe lo que pide o quiere.
Por lo tanto, no podemos recibir dolor.

Eso parece lógico, ¿verdad? Si las tres primeras son verdad, la cuarta debe ser verdad. Entonces, ¿cómo llego al dolor? Debemos estar olvidando algo, nuestra lógica tiene que tener algún fallo. El fallo está entre los puntos 1 y 2. Nadie quiere el dolor, sin embargo, pedimos dolor, por eso es por lo que lo recibimos.

La lección explica que puedo estar confundido acerca de lo que quiero, que puedo creer que el dolor es placer, o que la dicha es algo doloroso, amenazante y peligroso. Esto último es un poco más fácil de entender ya que es una experiencia corriente. ¿Nunca has tenido el pensamiento “Esto es demasiado bueno para que dure”? O quizás te has sentido muy feliz en una relación y de repente has tenido miedo de eso porque una parte de ti está casi segura de que si bajas la guardia vas a recibir un buen golpe. Tenía una amiga que entró en un estado mental elevado y completamente dichoso y se mantuvo así durante casi tres semanas hasta que empezó a pensar “Esto es maravilloso. Amo a todo el mundo, no tengo miedo de nada, pero si sigo viviendo así en este mundo me van a crucificar. Tal vez no estoy iluminada, tal vez estoy loca”. Así perdió la alegría, y nunca le volvió del mismo modo.

Realmente pensamos que demasiada felicidad es amenazante y peligrosa. Valoramos mucho nuestra desconfianza. Apreciamos mucho nuestras defensas. Tenemos miedo de abrirnos a la dicha. Por eso, sin darnos cuenta la mayor parte del tiempo, pedimos tristeza. Elegimos no estar en paz.

La confusión entre dicha y dolor está mucho más profundamente enterrada, pero el Curso nos enseña que el dolor confirma nuestra separación y justifica nuestras barreras y defensas contra los demás. Lo elegimos para fortalecer nuestra identidad como ego. Tal vez sea difícil creer que todo nuestro dolor y tristeza es elegido, pero el Curso insiste mucho acerca de esto.

¿Qué podría pedir, pues, que al recibirlo aún lo siguiese deseando? Ha pedido lo que le asustará y le hará sufrir. (1:7-8)

Realmente elegimos cosas que nos asustan y que nos traen sufrimiento. Gran parte del Texto está dedicado a que nos demos cuenta de esto, darnos cuenta de lo que estamos eligiendo, para que así nos hagamos conscientes de lo absurdo que es, y que tomemos otra decisión.

Resolvamos hoy pedir lo que realmente deseamos, y sólo eso, de manera que podamos pasar este día libres de temor, y sin confundir el dolor con la alegría o el miedo con el amor. (1:9)

Podemos cambiar nuestra mente. Podemos empezar a elegir conscientemente la dicha de Dios en lugar del dolor. Cuando surja un momento de dolor, podemos aceptar el hecho de que lo estamos eligiendo, y elegir de nuevo. Podemos decir: “Esto no es lo que quiero, elijo la dicha de Dios”. Podemos elegir paz en lugar del enfado. Un pensamiento que repito tan a menudo que casi es un mantra es: “¡Uy! Ya me lo estoy haciendo de nuevo”. Es sorprendente el cambio que puede traer a la vida de uno el darse cuenta de ello.

Ahora lee la corta oración que cierra esta lección, y empieza tu día con estos pensamientos. Si ya has empezado el día, empiézalo de nuevo ahora mismo. Para un momento y acepta este modo de pensar. Establecer el tono de tu mente justo ahora, te acompañará a lo largo del día y te traerá cambios que ahora no puedes ver de antemano.

Padre, Te ofrezco este día. Es un día en el que no haré nada por mi cuenta, sino que tan sólo oiré Tu Voz en todo lo que haga. (2:1-2)


¿Qué es el ego? (Parte 9)

L.pII.12.5:1

Una sola azucena de perdón, no obstante, puede transformar la oscuridad en luz y el altar a las ilusiones en el templo a la Vida Misma. (5:1)

El “oscuro altar” del ego es inundado de luz, y el sangriento altar a la muerte se transforma en “el templo a la Vida Misma”. ¿Cómo? Con “una sola azucena de perdón”. Pienso en un cuento de magia y fantasía, en el que la heroína o el héroe entran en el templo negro y prohibido del dios del mal, llevando sólo una flor. Con gran inquietud se acerca al altar y deposita sobre él la azucena blanca y pura, y de repente toda la escena se transforma.

El perdón es esa “magia”. Aunque no es magia, es un milagro. “El más santo de todos los lugares de la tierra es aquel donde un viejo odio se ha convertido en un amor presente” T.26.IX.6:1). Ése es el milagro que obra el perdón. Lo he visto con mis propios ojos. He visto una relación llena de sangre y amargura transformarse en una tierna dedicación del uno al otro, por medio del perdón. Esto no es una teoría hueca, ni una fantasía idealista, el perdón funciona.

El perdón deshace el ego. La más negra oscuridad que el ego haya manifestado se llena de luz cuando el perdón la toca. No tenemos que tener miedo a mirar a la oscuridad de nuestro ego, no hay nada que el perdón no pueda sanar.





TEXTO

VII. No busques fuera de ti mismo

 

1. No busques fuera de ti mismo. 2Pues será en vano y llorarás cada vez que un ídolo se desmorone. 3El Cielo no se puede encon­trar donde no está, ni es posible hallar paz en ningún otro lugar excepto en él. 4Ninguno de los ídolos qué veneras cuando llamas a Dios te contestará en Su lugar. 5Ninguna otra respuesta que pue­das utilizar como sustituto te proporcionará la felicidad que sólo Su respuesta brinda. 6No busques fuera de ti mismo. 7Pues todo tu dolor procede simplemente de buscar en vano lo que deseas, y de insistir que sabes dónde encontrarlo. 8¿Y qué pasaría si no estu­viese allí? 9¿Preferirías tener razón a ser feliz? 10Alégrate de que se te diga dónde reside la felicidad, y no la sigas buscando por más tiempo en ningún otro lugar, 11pues buscarás en vano. 12Mas se te ha concedido conocer la verdad, y saber que no la debes buscar fuera de ti mismo.

2. No hay nadie que venga aquí que no abrigue alguna espe­ranza, alguna ilusión persistente o algún sueño de que hay algo fuera de sí mismo que le puede brindar paz y felicidad. 2Si todo se encuentra en él, eso no puede ser verdad. 3Y así, al venir a este mundo, niega su propia verdad y se dedica a buscar algo que sea más que lo que lo es todo, como si una parte de ese todo estu­viese separada y se encontrase donde el resto no está. 4Éste es el propósito que le confiere al cuerpo: que busque lo que a él le falta y que le provea de lo que le restauraría su plenitud. 5así, vaga sin rumbo, creyendo ser lo que no es, en busca de algo que no puede encontrar.

3. Ésta persistente ilusión le impulsará a buscar miles de ídolos, y más allá de éstos, mil más. 2Y todos le fallarán, excepto uno: pues morirá y no sé dará cuenta de que el ídolo que buscaba era su muerte. 3La forma en que este ídolo se manifiesta parece ser algo externo a él. 4No obstante, su intención es destruir al Hijo de Dios que se encuentra en su interior, y así probar que logró vencerlo. 5Éste es el propósito de todo ídolo, pues ése es el papel que se le asignó, y ése es el papel que no puede cumplir.

4. Siempre que tratas de alcanzar un objetivo en el que el mejora­miento del cuerpo es el beneficiario principal, estás buscando la muerte. 2Pues crees que puedes experimentar insuficiencia, y la insuficiencia es muerte. 3Sacrificarse es renunciar a algo, y, conse­cuentemente, estar privado de ello y haber sufrido una pérdida. 4mediante esta renuncia se renuncia a la vida. 5No busques fuera de ti mismo. 6Esa búsqueda implica que te falta plenitud interna y que temes contemplar tu ruina, por lo que prefieres buscar lo que eres fuera de ti mismo.

5. Los ídolos no pueden sino desmoronarse porque no tienen vida, y lo que no tiene vida es un signo de muerte. 2Viniste a morir, por lo tanto, ¿qué puedes esperar, sino percibir los signos de la muerte que buscas? 3Ni la tristeza ni el sufrimiento proclaman otro men­saje que el de haber hallado un ídolo que representa una parodia de la vida, el cual, al no tener vida, es realmente la muerte, a la cual se considera real y se le da forma viviente. 4No obstante, no hay ídolo que no haya de fracasar, desmoronarse y desintegrarse porque ninguna forma de muerte puede ser vida y lo que se sacri­fica no puede ser íntegro.

6. Todos los ídolos de este mundo fueron concebidos para impe­dirte conocer la verdad que se encuentra en tu interior y para que le fueses leal al sueño de que para ser íntegro y feliz tienes que encontrar lo que se encuentra fuera de ti mismo. 2Es inútil ren­dirle culto a los ídolos y esperar hallar paz. 3Dios mora en tu interior, y tu plenitud reside en Él. 4Ningún ídolo puede ocupar Su lugar. 5No recurras a ídolos. 6No busques fuera de ti mismo.

7. Olvidémonos del propósito que el pasado le ha conferido al mundo. 2Pues, de otra manera, el futuro será como el pasado: una serie de sueños deprimentes, en los que todos los ídolos te irán fallando uno tras otro, y donde verás muerte y desengaño por doquier.

8Para cambiar todo esto, y abrir un camino de esperanza y libe­ración en lo que aparenta ser un círculo interminable de desespe­ración, necesitas tan sólo aceptar que no sabes cuál es el propósito del mundo. 2Le adjudicas objetivos que no tiene, y de esta forma, decides cuál es su propósito. 3Procuras ver en él un lugar de ído­los que se encuentran fuera de ti, capaces de completar lo que está adentro dividiendo lo que eres entre lo que está afuera y lo que está adentro. 4Tú eliges los sueños que tienes, pues son la representación de tus deseos, aunque se perciben como si vinie­sen de afuera. 5Tus ídolos hacen lo que tú quieres, y tienen el poder que les adjudicas. 6los persigues fútilmente en el sueño porque deseas adueñarte de su poder.

9. No obstante, ¿dónde tienen lugar los sueños, sino en una mente dormida? 2¿Y podría acaso un sueño hacer que la imagen que pro­yecta fuera de sí mismo fuese real? 3Ahorra tiempo, hermano mío, aprendiendo para qué es el tiempo. 4Y haz que el final de los ído­los venga cuanto antes a un mundo entristecido y enfermo como consecuencia de los ídolos que se ven en él. 5Tu santa mente es el altar a Dios, y donde Él está no puede haber ídolos. 6El temor a Dios no es el miedo de perder tu realidad 7sino el miedo de perder tus ídolos. 8No obstante, has hecho de tu realidad un ídolo, y ahora lo tienes que proteger contra la luz de la verdad. 9Y todo el mundo se convierte en el medio para poder salvar a ese ídolo. 10De esta manera, la salvación parece amenazar la vida y ofrecer la muerte.

10. Mas no es así. 2La salvación trata de probar que la muerte no existe y que lo único que existe es la vida. 3Sacrificar la muerte no supone pérdida alguna. 4Un ídolo no puede ocupar el lugar de Dios. 5Deja que Él te recuerde Su Amor por ti, y no trates de ahogar Su Voz con los cantos de profunda desesperación que les ofreces a los ídolos de ti mismo. 6No busques esperanzas más allá de tu Padre. 7Pues la esperanza de felicidad no es la desespe­ración.


No hay comentarios:

Publicar un comentario