DESPERTAR AL AMOR

jueves, 7 de diciembre de 2017

7 DICIEMBRE: Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


13. ¿Qué es un milagro?


1. Un milagro es una corrección. 2No crea, ni cambia realmente nada en absoluto. 3Simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso. 4Corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón. 5Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo. 6No obstante, allana el camino para el retorno de la intem­poralidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo.

2. En el milagro reside el don de la gracia, pues se da y se recibe como uno. 2Y así, nos da un ejemplo de lo que es la ley de la verdad, que el mundo no acata porque no la entiende. 3El mila­gro invierte la percepción que antes estaba al revés, y de esa manera pone fin a las extrañas distorsiones que ésta manifestaba. 4Ahora la percepción se ha vuelto receptiva a la verdad. 5Ahora puede verse que el perdón está justificado.

3. El perdón es la morada de los milagros. 2Los ojos de Cristo se los ofrecen a todos los que Él contempla con misericordia y con amor. 3La percepción queda corregida ante Su vista, y aquello cuyo propósito era maldecir tiene ahora el de bendecir. 4Cada azucena de perdón le ofrece al mundo el silencioso milagro del amor. 5Y cada una de ellas se deposita ante la Palabra de Dios, en el altar universal al Creador y a la creación, a la luz de la perfecta pureza y de la dicha infinita.

4. Al principio el milagro se acepta mediante la fe, porque pedirlo implica que la mente está ahora lista para concebir aquello que no puede ver ni entender. 2No obstante, la fe convocará a sus testigos para demostrar que aquello en lo que se basa realmente existe. 3Y así, el milagro justificará tu fe en él, y probará que esa fe descan­saba sobre un mundo más real que el que antes veías: un mundo que ha sido redimido de lo que tú pensabas que se encontraba allí.

5. Los milagros son como gotas de lluvia regeneradora que caen del Cielo sobre un mundo árido y polvoriento, al cual criaturas hambrientas y sedientas vienen a morir. 2Ahora tienen agua. 3Ahora el mundo está lleno de verdor. 4Y brotan por doquier señales de vida para demostrar que lo que nace jamás puede morir, pues lo que tiene vida es inmortal.



AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 341


Tan sólo puedo atacar mi propia impecabilidad, que es lo único que me mantiene a salvo.


1. Padre, Tu Hijo es santo. 2Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. 3Cuán puros y santos somos y cuán a salvo nos encontramos nosotros que moramos en Tu Sonrisa, y en quienes has volcado todo Tu Amor; nosotros que vivimos unidos a Ti, en completa hermandad y Paternidad, y en inocencia tan perfecta que el Señor de la Inocencia nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensa­miento que le brinda Su plenitud.

2. No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra que Dios nos ha dado. 2Y en su benévolo reflejo nos salvamos.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Cuando ataco a alguien, me ataco a mí mismo. Cuando veo pecado en otro, ataco mi propia inocencia, y sólo mi inocencia me mantiene a salvo. Dios dice que yo soy inocente, ¿quién soy yo para no estar de acuerdo?

Yo soy aquel a quien sonríes con un amor y con una ternura tan entrañable, profunda y serena que el universo te devuelve la sonrisa y comparte Tu Santidad. (1:2)

Entonces, ¡qué absurdo atacar, cuando cualquier ataque es un ataque a lo que yo soy! ¡Qué absurdo atacar la maravilla que soy en una tonta búsqueda de otra identidad sin importancia! ¿Por qué poner en peligro mi experiencia de la profunda ternura de Dios?

… moramos en Tu Sonrisa… (1:3)

¡Que pensamiento más maravilloso! A veces he encontrado una persona cuya sonrisa era tan radiante que sentí que me inundaba. ¡Imagínate inundado por la sonrisa de Dios! ¡Que cariñoso amor irradia esa sonrisa! Voy a pasar un rato disfrutando de su resplandor compasivo.

Vivimos unidos a Él “en completa hermandad y Paternidad” (1:3). La unidad que disfrutamos no es sólo con el Padre sino también con todos nuestros hermanos. Éste es el estado que está destinado para nosotros para siempre. Es el estado en el que siempre estamos, si estamos dispuestos a disfrutar de él y a dejar a un lado cada pensamiento de ataque. “El Señor de la Inocencia nos concibe como Su Hijo: un universo de Pensamiento que le brinda Su plenitud” (1:3). Como Hijo Suyo, únicamente podemos ser la inocencia misma. Mi ataque 

No ataquemos, pues, nuestra impecabilidad, ya que en ella se encuentra la Palabra que Dios nos ha dado. Y en su benévolo reflejo nos salvamos. (2:1-2)


¿Qué es un milagro? (Parte 1)

L.pII.13.1:1-3

Un milagro es una corrección. No crea, ni cambia realmente nada en absoluto. (1:1-2)

El milagro corrige, no crea. No hace nada nuevo, simplemente arregla una valoración equivocada de lo que ya soy. Como dice la Lección 341, ya somos inocentes. No necesitamos hacernos inocentes. Todo lo que necesitamos hacer es dejar de atacar nuestra inocencia.

Pensamos en el milagro como un cambio sorprendente en la manera en que son las cosas. Pero tal como el Curso lo ve, un milagro no cambia nada. Simplemente elimina una falsa percepción (interpretación). Elimina la capa de pecado y culpa que hemos puesto sobre nuestra inocencia, y muestra la inocencia sin cambio que hemos intentado ocultar.

Un milagro a menudo tiene efectos externos, aunque no siempre:

Los milagros son expresiones de amor, pero puede que no siempre tengan efectos observables. (T.1.I.35.1)

Cuando hay efectos que se pueden ver, algo dentro de la ilusión parece cambiar, a menudo completamente. Alguien que estaba enfermo, se cura. Dos personas que estaban en guerra, de repente firman la paz. Pero eso es el efecto del milagro, no el milagro en sí mismo. El efecto sólo muestra en la forma lo que siempre ha sido verdad en la realidad: la persona “enferma” siempre ha sido completa, los amigos “en guerra” siempre han estado unidos como una sola mente. Los efectos observables nos muestran que la forma nunca ha sido real, pero el milagro es la percepción que lo vio antes de que fuera un efecto que se pudiese ver, y al darse cuenta de la falsedad de la ilusión, cambió la ilusión.

Simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso. (1:3)

El milagro mira a la ilusión y le recuerda a la mente que es una ilusión. Vemos “devastación” en este mundo, pero el milagro nos recuerda que lo que vemos es falso. Vemos la mente deformada por la culpa de una persona, el milagro nos recuerda que no es real como tampoco sus aparentes efectos, y nos permite ver la plenitud e inocencia de la persona detrás de la ilusión que presenta al mundo.





TEXTO

 

IX. El sueño de perdón


1. El que es esclavo de ídolos lo es porque está dispuesto a serlo. 2dispuesto tiene que estar para poderse postrar en adoración ante lo que no tiene vida y buscar poder en lo que es impotente. 3¿Qué le sucedió al santo Hijo de Dios para que su deseo fuese dejarse caer más bajo que las piedras del suelo y esperar que los ídolos lo elevasen? 4Escucha, pues, tu historia en el sueño que tejiste, y pregúntate si no es verdad que no crees que es un sueño.

2. En la mente que Dios creó perfecta como Él Mismo se adentró un sueño de juicios. 2Y en ese sueño el Cielo se trocó en infierno, y Dios se convirtió en el enemigo de Su Hijo. 3¿Cómo puede desper­tar el Hijo de Dios de este sueño? 4Es un sueño de juicios. 5Para despertar, por lo tanto, tiene que dejar de juzgar. 6Pues el sueño parecerá prolongarse mientras él forme parte de él. 7No juzgues, pues el que juzga tiene necesidad de ídolos para evitar que sus juicios recaigan sobre él mismo. 8No puede tampoco conocer al Ser al que ha condenado. 9No juzgues, pues si lo haces, pasas a formar parte de sueños malvados en los que los ídolos se convier­ten en tu "verdadera" identidad, así como en la salvación del jui­cio que, lleno de terror y culpabilidad, emitiste acerca de ti mismo.

3. Todas las figuras del sueño son ídolos, concebidos para que te salven del sueño. 2No obstante, forman parte de aquello para sal­varte de lo cual fueron concebidos. 3De esta manera, el ídolo mantiene el sueño vivo y temible, pues, ¿quién podría desear un ídolo a no ser que estuviese aterrorizado y lleno de desespera­ción? 4Esto es lo que el ídolo representa. aVenerarlo, por lo tanto, es venerar la desesperación, el terror y el sueño de donde éstos proceden. 5Todo juicio es una injusticia contra el Hijo de Dios, y es justo que el que le juzgue no escape la pena que se impuso a sí mismo dentro del sueño que forjó. 6Dios sabe de justicia, no de castigos. 7Pero en el sueño de juicios tú atacas y te condenas a ti mismo; y deseas ser el esclavo de ídolos que se interponen entre tus juicios y la pena que éstos conllevan.

4. No puede haber salvación en el sueño tal como lo estás soñando. 2Pues los ídolos no pueden sino ser parte de él, para salvarte de lo que crees haber hecho y de lo que crees que hiciste para volverte un pecador y extinguir la luz interna. 3Criatura de Dios, la luz aún se encuentra en ti. 4No estás sino soñando, y los ídolos son los juguetes con los que sueñas que juegas. 5¿Quiénes, sino los niños, tienen necesidad de juguetes? 6Los niños juegan a gobernar el mundo, y le otorgan a sus juguetes el poder de mo­verse, hablar, pensar, sentir y comunicarse por ellos. 7Sin embargo, todo lo que los juguetes parecen hacer sólo tiene lugar en las mentes de aquellos que juegan con ellos. 8No obstante, ansían olvidarse de que ellos mismos son los autores del sueño en el que los juguetes son reales, y no quieren reconocer que los deseos de éstos son en realidad los suyos propios.

5. Las pesadillas son sueños pueriles. 2En ellos los juguetes se han vuelto contra el niño que pensó haberles otorgado realidad. 3Mas ¿tiene acaso un sueño el poder de atacar? 4¿O podría un juguete volverse enorme y peligroso, feroz y salvaje? 5Esto es lo que el niño cree, pues tiene miedo de sus pensamientos y se los atribuye a los juguetes. 6la realidad de éstos se convierte en la suya propia porque los juguetes parecen salvarlo de sus propios pensamientos. 7Sin embargo, los juguetes mantienen sus pensa­mientos vivos y reales, pero él los ve fuera de sí mismo, desde donde pueden volverse contra él puesto que los traicionó. 8El niño cree que necesita los juguetes para poder escapar de sus pensamientos porque cree que sus pensamientos son reales. 9Y así, convierte todo en un juguete para hacer que su mundo siga siendo algo externo a él, y pretender que él no es más que una parte de ese mundo.

6. Llega un momento en que la infancia debería dejarse atrás para siempre. 2No sigas aferrándote a los juguetes de la infancia. 3Desé­chalos, pues ya no tienes necesidad de ellos. 4El sueño de juicios no es más que un juego de niños, en el que el niño se convierte en un padre poderoso, pero con la limitada sabiduría de un niño. 5Lo que le hiere es destruido; lo que le ayuda, bendecido. 6Excepto que juzga con el criterio de un niño que no sabe distinguir entre lo que le hace daño y lo que le sanaría. 7Cosas adversas parecen acontecerle, y tiene miedo del caos que ve en un mundo que cree gobernado por las leyes que él mismo promulgó. 8El mundo real, no obstante, no se ve afectado por el mundo que él cree real, 9ni sus leyes han cambiado porque él no las entienda.

7. El mundo real es también un sueño. 2Excepto que en él los personajes han cambiado 3y no se ven como ídolos traicioneros. 4El mundo real es un sueño en el que no se usa a nadie para que sea el sustituto de otra cosa, ni tampoco se le interpone entre los pensamientos que la mente concibe y lo que ve. 5No se usa a nadie para lo que no es, pues las cosas infantiles hace mucho que se dejaron atrás. 6lo que una vez fue un sueño de juicios se ha convertido ahora en un sueño donde todo es dicha porque ése es su propósito. 7Ahí sólo pueden tener lugar sueños de perdón, pues el tiempo está a punto de finalizar, 8Y las figuras que entran a formar parte del sueño se perciben ahora como hermanos, a los que ya no se juzga sino que se les ama.

8. No es necesario que los sueños de perdón sean de larga dura­ción. 2No se concibieron para separar a la mente de sus pensa­mientos, 3ni intentan probar que el sueño lo está soñando otro. 4En ellos se puede oír una melodía que todos recuerdan, si bien no la han oído desde antes de los orígenes del tiempo. 5El perdón, una vez que es total, hace que la intemporalidad esté tan cerca que entonces se puede oír el himno del Cielo, no con los oídos, sino con la santidad que nunca se ausentó del altar que se encuentra eternamente en lo más profundo del Hijo de Dios. 6cuando éste vuelve a oír este himno, se da cuenta de que nunca había dejado de escucharlo. 7¿Y adónde va a parar el tiempo una vez que se han abandonado los sueños de juicios?

9. Siempre que tienes miedo, de la clase que sea -y tienes miedo si no estás experimentando una profunda felicidad, certeza de que dispones de ayuda o una serena confianza de que el Cielo te acompaña- ten por seguro que has forjado un ídolo que crees que te va a traicionar. 2Pues bajo tus esperanzas de que el ídolo te salve yace la culpabilidad y el dolor de la auto-traición y de la incertidumbre, tan profundos y amargos, que el sueño no puede ocultar completamente tu sensación de fracaso. 3El resultado de tu auto-traición tiene que ser el miedo, pues el miedo es un juicio, y conduce inevitablemente a la frenética búsqueda de ídolos y de muerte.

10. Los sueños de perdón te recuerdan que estás a salvo y que no te has atacado a ti mismo. 2De esta manera, tus terrores infantiles desaparecen y los sueños se convierten en la señal de que has comenzado de nuevo, y no de que has tratado una vez más de venerar ídolos y de perpetuar el ataque. 3Los sueños de perdón son benévolos con todo aquel que forma parte de ellos. 4Y así, liberan completamente al soñador de los sueños de miedo. 5Él deja entonces de tener miedo de sus propios juicios, pues no ha juzgado a nadie ni ha intentado liberarse, mediante juicios, de lo que los propios juicios imponen. 6Y ahora recuerda continua­mente lo que había olvidado cuando los juicios parecían ser la manera de salvarle de la sanción que ellos mismos imponen.







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