DESPERTAR AL AMOR

viernes, 8 de diciembre de 2017

8 DICIEMBRE: Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.

AUDIOLIBRO



EJERCICIOS


LECCIÓN 342


Dejo que el perdón descanse sobre todas las cosas, pues de ese modo es como se me concederá a mí.


1. Te doy gracias, Padre, por el plan que ideaste para salvarme del infierno que yo mismo fabriqué. 2No es real. 3Y Tú me has proporcionado los medios para comprobar su irrealidad. 4Tengo la llave en mis manos, y he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños. 5Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa. 6No dejes que hoy siga indeciso. 7Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. 8Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí.

2. Hermano, perdóname ahora. 2Vengo a llevarte a casa conmigo. 3Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios.




Instrucciones para la práctica

Ver las instrucciones para la práctica en las instrucciones de la Segunda Parte del Libro de Ejercicios, o en la Tarjeta de Práctica de este libro.

Comentario

Como dice la cuarta frase: “Tengo la llave en mis manos”. El perdón es la llave. Cuando perdono, recibo el perdón, no de Dios como recompensa a mi buena acción (Dios no necesita perdonar pues nunca ha condenado), sino que recibo mi propio perdón. El perdón significa “dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es” (1:7). Es el ego en mi mente el único que ha puesto una ilusión de “pecado” sobre el mundo que me rodea. Cuando miro al mundo con condena, no veo la realidad tal como es. No hay nada que condenar, y ese hecho es mi propia salvación. Si el pecado que creo ver en el mundo está realmente ahí, entonces estoy condenado con el mundo. Únicamente cuando dejo que la creación sea tal como Dios quiere que sea, inocente, puedo liberarme de la condena.

Éste es el plan de Dios para “salvarme del infierno que yo mismo fabriqué” (1:1). Yo inventé el infierno, Dios me da el perdón como medio de escapar de él. Gracias a Dios, el infierno no es real. El Curso dice que “he llegado hasta las puertas tras las cuales se halla el fin de los sueños” (1:4). Tengo el perdón, la llave, en mis manos. “Me encuentro ante las puertas del Cielo, sin saber si debo entrar y estar en casa” (1:5). Hoy, en cada instante en que me enfrente a la elección entre el juicio y el perdón, entre el asesinato y un milagro, me encuentro ante esa puerta, sujetando la llave en mis manos, preguntándome si debería entrar.

No dejes que hoy siga indeciso. Quiero perdonar todas las cosas y dejar que la creación sea tal como Tú quieres que sea y como es. Quiero recordar que soy Tu Hijo, y que cuando por fin abra las puertas, me olvide de las ilusiones ante la deslumbrante luz de la verdad, conforme Tu recuerdo retorna a mí. (1:6-8)

El perdón es la llave, la elección de abrir la puerta es mía. Para abrirla tengo que estar dispuesto a olvidar todas las ilusiones. Tengo que estar dispuesto a abandonar mi inversión en ver mis propios pecados en mi hermano y liberarle.

Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo. Y según avanzamos, el mundo se une a nosotros en nuestro camino a Dios. (2:1-3)

Voy a pensar en estas líneas con cada hermano que me encuentre hoy. “Hermano, perdóname ahora. Vengo a llevarte a casa conmigo”. ¡Que ése sea el modo en que saludo a todos en mi mente! ¡Vayamos todos juntos a casa!


¿Qué es un milagro? (Parte 2)

L.pII.13.1:4-6

(Un milagro) Corrige el error, mas no intenta ir más allá de la percepción, ni exceder la función del perdón. (1:4)

Un milagro está relacionado con la percepción, no con la revelación directa. Produce un cambio en mi percepción, deshaciendo mis errores de percepción (interpretación).

El contenido perceptual de los milagros es la plenitud. De ahí que puedan corregir o redimir la errada percepción de carencia. (T.1.I.41:1-2)

Cuando mi mente experimenta un milagro, veo la plenitud en lugar de la carencia. Con relación al “pecado”, que es una percepción de carencia de amor en alguien, el milagro hace que vea su amor en lugar de su “pecado”. Le veo como completo, en lugar de cómo alguien a quien le falta algo. El milagro deshace mi error, pero no intenta ir más allá. Los milagros ocurren en el reino de la percepción y del tiempo, no intentan llevarme al reino del conocimiento y de la eternidad. Corrigen mi percepción pero no dan conocimiento. “Se mantiene, por lo tanto, dentro de los límites del tiempo” (1:5).

El Curso aclara esto repetidas veces, debe ser importante. ¿Qué lo hace tan importante para nosotros? Esto: Cuando empezamos un camino espiritual, nos podemos preocupar en exceso. Queremos que un milagro nos lleve inmediatamente al reino del espíritu. Queremos un arreglo rápido. Pero no podemos hacer un cambio directamente de la percepción falsa al conocimiento puro. Tenemos que pasar por la etapa de corregir la percepción. No podemos saltarnos pasos. El Texto lo dice claramente: “…la percepción tiene que ser corregida antes de que puedas llegar a saber nada” (T.3.III.1:2). Para eso es para lo que están los milagros: para corregir nuestra percepción. Cuando nuestra percepción se ha corregido, Dios puede llevarnos el resto del camino de la percepción al conocimiento.

Una percepción redimida se convierte fácilmente en conocimiento, pues sólo la percepción puede equivocarse y la percepción nunca existió. Al ser corregida da paso al conocimiento, que es la única realidad eternamente. (T.12.VIII.8:6-7)

No obstante, (el milagro) allana el camino para el retorno de la intemporalidad y para el despertar del amor, pues el miedo no puede sino desvanecerse ante el benevolente remedio que el milagro trae consigo. (1:6)

“El benevolente remedio” del milagro, al corregir nuestra percepción, “allana el camino” para el regreso al conocimiento completo. Sin el deshacimiento de nuestra percepción falsa, nos opondremos al conocimiento y rechazaremos el amor, tendremos miedo de él. Por ejemplo, nuestra percepción deformada del amor cree que el amor significa sacrificio, y que el Amor total significaría sacrificio total. Por lo tanto, huimos de él, le tenemos miedo. Esas interpretaciones tienen que ser cambiadas antes incluso de que estemos dispuestos a dejar que el amor verdadero despierte dentro de nosotros. Debido a que el milagro elimina el miedo, abre el camino al amor. Pone fin a nuestro rechazo, elimina la interferencia.






TEXTO

 Capítulo 30


EL NUEVO COMIENZO


Introducción


1. El nuevo comienzo se convierte ahora en el foco central de nuestro programa de estudios. 2No hay duda con respecto a cuál es la meta, pero ahora se necesitan métodos específicos para alcanzarla. 3La rapidez con la que la puedes alcanzar depende únicamente de esto: que estés dispuesto a poner en práctica cada paso. 4Cada uno de ellos te ayudará un poco más cada vez que lo practiques. 5todos ellos juntos te conducirán más allá de los sueños de juicios a los de perdón, liberándote así del dolor y del miedo. 6Ninguno de estos pasos es algo nuevo para ti, pero toda­vía son ideas más que reglas por las que riges tu pensamiento. 7Por lo tanto, necesitamos ponerlos en práctica por algún tiempo, hasta que se conviertan en las reglas por las que riges tu vida. 8Nuestro propósito es ahora convertirlos en hábito, de modo que estén a tu disposición en caso de necesidad.

 

I. Reglas para tomar decisiones


1. Tomar decisiones es un proceso continuo, 2pero no siempre te das cuenta de cuándo las estás tomando. 3Mas con un poco de práctica con aquellas de las que ya eres consciente, comienza a establecerse un patrón que te ayudará con las demás. 4No es con­veniente que te preocupes por cada paso que tengas que dar. 5Si adoptas una perspectiva correcta al despertar, habrás ganado ya una gran ventaja. 6Mas si experimentas gran resistencia y ves que tu resolución flaquea, es que todavía no estás listo. 7No luches contra ti mismo. 8Piensa más bien en la clase de día que te gustaría tener, y dite a ti mismo que hay una manera muy fácil de que este mismo día pueda transcurrir así. 9Trata entonces una vez más de tener la clase de día que deseas.


2. (1) Este enfoque comienza con la siguiente declaración: 
2Hoy no tomaré ninguna decisión por mi cuenta.
3Ésto quiere decir que estás eligiendo no ser el juez de lo que se debe hacer. 4Pero quiere decir también que no juzgarás aquellas situaciones en las que te veas llamado a tomar una decisión. 5Pues si las juzgas, habrás establecido las reglas que determinan cómo debes reaccionar ante ellas. 6Y así, una respuesta diferente no haría sino causarte confusión, incertidumbre y temor.

3. El mayor problema que tienes ahora 2es que todavía decides primero lo que vas a hacer, y luego decides preguntar qué es lo que debes hacer. 3Y es posible que lo que oigas no resuelva el problema tal como lo percibiste inicialmente. 4Ésto conduce al temor porque contradice tu percepción, de modo que te sientes atacado, 5y, por ende, furioso. 6Hay ciertas reglas mediante las cuales esto se puede evitar. 7Pero es inevitable que ocurra al prin­cipio, mientras aún estás aprendiendo a escuchar.

4. (2) Siempre que te acuerdes de ello a lo largo del día y dispon­gas de un momento de calma para reflexionar, repítete a ti mismo nuevamente la clase de día que te gustaría tener, los sentimientos que deseas abrigar, las cosas que quieres que te sucedan así como lo que quieres experimentar, y di:
2Si no tomo ninguna decisión por mi cuenta, ésa es la clase de día que se me concederá.
3Si practicas estos dos procedimientos debidamente, ello te ayu­dará a dejarte guiar sin temor, pues no permitirá que primero surja la oposición, para luego convertirse en un problema de por sí.

5. Mas habrá ocasiones en las que ya habrás juzgado de ante­mano. 2En esos casos la respuesta suscitará un ataque, a no ser que rectifiques tu mente de inmediato para que sólo desee una respuesta efectiva. 3Ten por seguro que eso es lo que ha sucedido si no estás dispuesto a detenerte por un momento y pedir que se te dé la respuesta. 4Pues ello quiere decir que ya has tomado una decisión por tu cuenta y que no puedes ver cuál fue la pregunta. 5Necesitas ahora un rápido reconstituyente antes de volver a pre­guntar.

6. (3) Recuerda nuevamente la clase de día que te gustaría tener y reconoce que ha ocurrido algo que no forma parte de ello. 2Date cuenta entonces de que has hecho una pregunta por tu cuenta y de que debes haberla contestado de acuerdo con las condiciones que tú mismo has establecido. 3Di entonces:
4No tengo ninguna pregunta. 5Me olvidé de lo que tenía que decidir.
6Esto cancela las condiciones que has establecido y permite que la respuesta te muestre cuál debió haber sido realmente la pregunta.

7. Trata de observar esta regla sin demora, a pesar de tu resisten­cia, 2pues ya estás enfadado. 3tu temor de que se te vaya a dar una respuesta que no coincida con tu pregunta tal como la plan­teaste cobrará ímpetu, y acabarás creyendo que el día que deseas es uno en el que a tus preguntas se les da tus respuestas. 4Y no será así, pues ello te arruinaría el día al privarte de lo que realmente deseas. 5Esto puede ser muy difícil de entender, una vez que has decidido por tu cuenta qué reglas te prometen un día feliz. 6No obstante, esa decisión todavía puede revocarse mediante méto­dos sencillos que puedes aceptar.

8. (4) Si estás tan reacio a recibir que ni siquiera puedes olvidarte de tu pregunta puedes empezar a cambiar de parecer con lo si­guiente:

2Por lo menos puedo decidir que no me gusta cómo me estoy sintiendo ahora.
3Esto por lo menos es obvio, y allana el camino para el siguiente paso, que es muy sencillo.

9. (5) Una vez que has decidido que no te gusta cómo te estás sintiendo, qué podría ser más fácil que continuar con:
2Por lo tanto, espero haber estado equivocado.
3Esto mitiga la sensación de resistencia y te recuerda que no se te está forzando a que aceptes ayuda, sino que ésta es algo que deseas y necesitas porque no te gusta cómo te estás sintiendo. 4Esta ínfima apertura bastará para que puedas seguir adelante y dar los pocos pasos que necesitas para dejar que se te ayude.

10Ahora has llegado a un punto crucial porque te has dado cuenta de que saldrías ganando si lo que decidiste no es como tú pensabas. 2Hasta que no llegues a este punto, creerás que tu feli­cidad depende de tener razón. 3Pero por lo menos has alcanzado ahora un cierto grado de sensatez: te has dado cuenta de que sería mejor para ti que estuvieses equivocado.

11. (6) Éste ápice de sabiduría bastará para llevarte aún más lejos.
2No se te está forzando a ello, sino que simplemente esperas lograr lo que quieres. 3Por lo tanto, puedes decir con perfecta honestidad:
4Quiero ver esto de otra manera.
5Ahora has cambiado de parecer con respecto a la clase de día que deseas tener, y has recordado lo que realmente quieres. 6Su propósito ya no está velado por la demente idea de que lo quieres para satisfacer tu empeño de tener razón cuando en rea­lidad estás equivocado. 7De este modo, el hecho de que estás dispuesto a pedir llega hasta tu conciencia, pues no puedes estar en conflicto cuando pides lo que realmente quieres y comprendes que eso es lo que estás pidiendo.

12. (7) Éste último paso es sólo el reconocimiento de que no te opones a recibir ayuda. 2Es la declaración de una mente recep­tiva, que aunque todavía no está segura, está dispuesta a que se le muestre lo que necesita ver:
3Tal vez hay otra manera de ver esto. 4¿Qué puedo perder con preguntar?
5Ahora puedes, por lo tanto, hacer una pregunta que tiene sen­tido, y, consecuentemente, la respuesta tendrá sentido también. 6Y no te opondrás a ella, pues comprenderás que es a ti a quien dicha respuesta beneficiará.

13. Debe quedar claro, no obstante, que es más fácil que tu día transcurra felizmente si no permites que la infelicidad haga acto de presencia en primer lugar. 2Pero esto requiere tener práctica con las reglas que te protegen de los embates del temor. 3Cuando hayas dominado estas reglas, el amargo sueño de juicios habrá sido des-hecho para siempre. 4Pero mientras tanto, necesitas poner en práctica las reglas que lo deshacen. 5Examinemos, pues, una vez más la primera de las decisiones que aquí se ofrecen.

14. Hemos dicho que puedes comenzar el día felizmente si deci­des no tomar ninguna decisión por tu cuenta. 2Esto de por sí parece ser una decisión. 3Sin embargo, tú no puedes tomar decisio­nes por tu cuenta. 4La única cuestión es entonces con quién eliges tomarlas. 5Eso es todo. 6La primera regla, pues, no es una coac­ción, sino la simple afirmación de un simple hecho. 7No tomas decisiones por tu cuenta, independientemente de lo que decidas. 8Pues o bien se toman con ídolos o bien con Dios. 9Y le pides ayuda al anti-Cristo o a Cristo, y aquel que elijas se unirá a ti y te dirá lo que debes hacer.

15. Tu día no transcurre al azar. 2La clase de día que tienes lo deter­mina aquello con lo que eliges vivirlo, y la manera en que percibe tu felicidad el amigo a quien acudes en busca de consejo. 3Siempre pides consejo antes de tomar cualquier decisión. 4Es esencial que entiendas esto, pues así te darás cuenta de que en esto no hay coerción ni motivos para que te opongas a ello por el hecho de que te impide ser libre. 5Nadie puede escaparse de lo que inevitable­mente ha de ocurrir. 6si tú crees que puedes, estás equivocado.

16. La segunda regla es asimismo un hecho. 2Pues tu consejero y tú tenéis que estar de acuerdo con respecto a lo que deseas antes de que pueda ocurrir. 3Es este convenio lo que permite que todas las cosas ocurran. 4Pues nada puede ocurrir sin algún tipo de unión, ya sea con un sueño de juicios o con la Voz que habla en favor, de Dios. 5Las decisiones producen resultados precisamente porque no se toman aisladamente. 6Las tomáis tu consejero y tú, y son tanto para ti como para el mundo. 7El día que deseas tener se lo ofreces al mundo, pues transcurrirá tal como lo hayas pedido y reforzará el dominio de tu consejero en el mundo. 8¿A qué reino le pertenece tu mundo hoy? 9¿Qué clase de día vas a decidir tener?

17. Hoy sólo se necesitan dos que deseen gozar de felicidad para que se la ofrezcan al mundo entero. 2Sólo se necesitan dos que comprendan que no pueden decidir por su cuenta, para garanti­zar que el júbilo que pidieron sea plenamente compartido por todos. 3Pues han entendido la ley básica que les otorga poder a todas las decisiones y les confiere todos los efectos que ellas jamás puedan tener. 4Sólo se necesitan dos. 5Estos dos tienen que haberse unido antes de que se pueda tomar una decisión. 6Per­mite que esto sea lo único que tienes presente, y tendrás la clase de día que deseas tener, y al tenerlo, se lo ofrecerás al mundo. 7El juicio que habías emitido sobre el mundo queda anulado mediante tu decisión de tener un día feliz. 8Y tal como has reci­bido, así tienes que dar.




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