Instrucciones para la práctica
Propósito: Ponerte en contacto con el poder de llevar paz a todo el mundo, reconocer los medios con los que puedes hacerlo, y experimentar la felicidad que proviene de ello.
Ejercicio: Tan a menudo como puedas (sugerencia: cada hora, a la hora en punto), durante uno o dos minutos.
- Dite a ti mismo: “La luz del mundo le brinda paz a todas las mentes a través de mi perdón. Yo soy el instrumento que Dios ha designado para la salvación del mundo”.
- Luego usa la práctica que has estado haciendo últimamente: Piensa en las afirmaciones y deja que vengan pensamientos relacionados. Si tu mente se distrae, repite la idea.
Observaciones: Las observaciones sobre cerrar los ojos se mantienen para todas las sesiones de práctica más cortas en el Libro de Ejercicios (excepto las de los ojos abiertos). La razón es sencilla. Por una parte, te beneficiarás más si cierras los ojos, porque te permitirá mayor atención. Por otra parte, si esperas hasta que la situación te permita cerrar los ojos, eso perjudicará a la frecuencia de tu práctica. Así que, cierra los ojos si la situación lo permite; si no, hazla con los ojos abiertos.
Al igual que ayer se nos dice que seamos felices para practicar por la mañana, por la noche y durante el día. Esto se debe a que esta práctica nos pondrá en contacto con nuestra función, y nuestra función es la fuente de nuestra felicidad. Al igual que en la Lección 61, las sesiones de práctica al comienzo y al final del día puedes alargarlas si quieres.
Comentario
¿Has recibido alguna vez el verdadero perdón? No hay nada tan liberador, nada que alivie tanto la mente como ser perdonado de verdad. Si creo que puedo haber ofendido a alguien o causado algún daño con lo que he dicho o hecho, y me responden con verdadero perdón y me ven incluso mejor que lo que yo me veo a mí mismo, eso le da una paz increíble a mi mente. Eso alivia las punzadas de mi culpa. Hay una sensación de amor hacia la otra persona, una alegría de que nuestra relación no se ha dañado sino quizá mejorado.
Tú y yo tenemos el poder de llevar esa paz a todas las mentes. Ésa es nuestra función Podemos permitir que esto se logre a través de nosotros (1:2). ¡Qué propósito más maravilloso le da esto a nuestra vida: llevar paz a todas las mentes a través de nuestro perdón! Podemos liberar a todos a nuestro alrededor del infierno de su propia culpa.
“No aceptes en su lugar ningún propósito trivial ni ningún deseo insensato, o te olvidarás de tu función y dejarás al Hijo de Dios en el infierno” (2:4). Cuando aceptamos un propósito menor, inevitablemente olvidamos el principal. Por ejemplo, podemos estar intentando hacer que alguien actúe de un modo que nos guste, para nuestro propio placer personal. Podemos tener expectativas acerca de lo que alguien debería hacer o decir. Estos propósitos menores pueden hacer que nos olvidemos por completo de nuestra verdadera función de perdonar, y echarle más culpa a la persona cuando no satisface nuestras expectativas.
Necesitamos practicar esta idea cuidadosamente, tan a menudo como podamos, para reforzarla en nuestra mente: “Yo soy el instrumento que Dios ha designado para la salvación del mundo” (3:5). El perdón fluye a través de mí y le lleva paz a todas las mentes con las que me encuentro hoy, ¡que recuerde no impedir que fluya!
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