DESPERTAR AL AMOR

jueves, 10 de mayo de 2018

10 MAYO: Es imposible ver dos mundos.

AUDIOLIBRO




EJERCICIOS

LECCION 130

Es imposible ver dos mundos.



1. La percepción es congruente 2Lo que ves refleja lo que pien­sas. 3Y lo que piensas no es sino un reflejo de lo que quieres ver. 4Tus valores determinan esto, pues no puedes sino desear ver aquello que valoras, al creer que lo que ves existe realmente. 5Nadie puede ver un mundo al que su mente no le haya confe­rido valor. 6Y nadie puede dejar de ver lo que cree desear.

2. Sin embargo, ¿quién puede odiar y al mismo tiempo amar? 2¿Quién puede anhelar aquello que él no desea que sea real? 3¿Quién puede elegir ver un mundo del que tiene miedo? 4El miedo no puede sino cegar, pues ésta es su arma: que no puedes ver aquello que temes ver. 5El amor y la percepción, por lo tanto, van de la mano, pero el miedo oculta en las tinieblas lo que se encuentra ahí.

3. ¿Qué puede, entonces, proyectar el miedo sobre el mundo? 2¿Qué puede verse en las tinieblas que sea real? 3La verdad se ve eclipsada por el miedo, y el resto es todo imaginado. 4Mas ¿qué puede ser real en las ciegas imaginaciones nacidas del pánico? 5¿Qué es lo que quieres para que sea esto lo que se te muestra? 6¿Qué ibas a querer conservar de un sueño así?

4. El miedo ha dado lugar a todo lo que crees ver: 2a toda separa­ción, a todas las distinciones y a la multitud de diferencias que crees que configuran el mundo. 3Ninguna de estas cosas existe. 4El enemigo del amor las inventó. 5Mas el amor no puede tener enemigos, de modo que no tienen fundamento, existencia o con­secuencia alguna. 6Se les puede atribuir valor, pero siguen siendo irreales. 7Se puede ir en pos de ellas, mas no se pueden hallar. 8Hoy no iremos en su busca ni desperdiciaremos el día buscando lo que no se puede hallar.

5. Es imposible ver dos mundos que no tienen nada en común. 2Si vas en pos de uno, el otro desaparece. 3Sólo uno de ellos puede permanecer. 4Ambos constituyen la gama de alternativas que tie­nes ante ti, más allá de la cual no hay nada que puedas elegir. 5Lo real y lo irreal son las únicas alternativas entre las que puedes elegir. 6No hay ninguna otra.

6. Hoy intentaremos no transigir allí dónde es imposible hacerlo. 2El mundo que ves es la prueba de que ya has elegido algo que es tan completamente abarcador corno lo  es su opuesto: 3Lo que deseamos aprender hoy es algo más que la simple lección de que no puedes ver dos mundos. 4Esta lección enseña también que el mundo que ves es completamente congruente desde el punto de vista desde el que lo contemplas. 5Es un sólo bloque porque pro­cede de una sola emoción, y su origen se ve reflejado en todo lo que ves.

7. En seis ocasiones hoy, llenos de gratitud, dedicaremos gustosa­mente cinco minutos al pensamiento que pone fin a toda transi­gencia y a toda duda, y las transcenderemos todas como si de una sola se tratase. 2No haremos miles de distinciones sin sentido, ni intentaremos conservar una pequeña porción de la irrealidad cuando consagremos nuestras mentes a hallar sólo lo que es real.

8. Comienza tu búsqueda del otro mundo pidiendo que se te con­ceda una fortaleza superior a la tuya, y reconociendo qué es lo que persigues. 2No deseas más ilusiones. 3Y te preparas para esos cinco minutos vaciando tus manos de todos los vanos tesoros de este mundo. 4Esperas la ayuda de Dios, según dices:

5Es imposible ver dos mundos.
6Permítaseme aceptar la fortaleza que Dios me ofrece y no ver valor alguno en este mundo, para así poder hallar mi libertad y mi salvación.

9. Dios estará allí, 2pues habrás invocado el formidable e infalible Poder que, lleno de gratitud, dará este gigantesco paso contigo. 3No dejarás de advertir Su agradecimiento expresado en una per­cepción tangible y verdadera. 4No dudarás de lo que contemples, pues aunque se trate de una percepción, no se trata de una de la que tus ojos por sí solos hayan visto jamás. 5Y sabrás que la forta­leza de Dios te respaldó cuando tomaste esta decisión.

10. Rechaza hoy de inmediato cualquier tentación que se presente, recordando simplemente la gama de tus alternativas. 2Pues lo que ves, y lo único que ves, es lo irreal o lo real, lo falso o lo verdadero. 3La percepción es congruente con tu elección, y según elijas, expe­rimentarás el Cielo o el infierno.

11. Acepta una pequeña parte del infierno como real, y habrás con­denado tus ojos y maldecido tu vista, y lo que contemples será ciertamente el infierno. 2No obstante, la liberación que te ofrece el Cielo sigue estando a tu alcance como una de las alternativas que puedes elegir para que ocupe el lugar de todo lo que el infierno quiere mostrarte. 3Lo único que necesitas decirle a cualquier parte del infierno, sea cual sea la forma que adopte, es esto:

4Es imposible ver dos mundos.
5Lo único que deseo es mi libertad y mi salvación, y esto no forma parte de lo que quiero.




Instrucciones para la práctica

Propósito: Darte cuenta de que no puedes conservar un poco de este mundo y ver el mundo real, que tienes que elegir uno u otro. Hacer la elección del mundo real al renunciar a todo el valor que le has dado a este mundo. Éste es otro de los pasos gigantescos del Libro de Ejercicios (ver 9:2).

Más largo: 6 veces, durante cinco minutos.
La práctica de hoy es muy parecida a la de los dos últimos días, especialmente a la Lección 128. Empieza repitiendo estas frases: “Es imposible ver dos mundos. Permítaseme aceptar la fortaleza que Dios me ofrece y no ver valor alguno en este mundo, para así poder hallar mi libertad y mi salvación”. Estás pidiendo que la fortaleza de Dios te apoye y te ayude a tomar una decisión definitiva en favor mundo real, en lugar de este mundo. Intenta pedirlo de todo corazón. Luego cierra los ojos y pasa un rato “vaciando tus manos de todos los vanos tesoros de este mundo” (8:3). Luego extiende la mano a una experiencia de verdadera percepción, la clase de visión que tus ojos de por sí no pueden ver. Desea ver sólo el otro mundo, el mundo del amor. Durante este tiempo, “esperas la ayuda de Dios” (8:4). Confía en que Él está ahí, ayudándote a hacer la elección de darle valor sólo al mundo real. Mientras esperas, repite la frase: “Ayúdame a ver sólo el mundo real”.

Respuesta a la tentación: Cada vez que te des cuenta de que estás dándole valor a algo del mundo.
Recuerda que al valorar una pequeña parte del infierno estás eligiendo la totalidad del infierno, y cerrándole la puerta al Cielo. Di: “Es imposible ver dos mundos. Lo único que deseo es mi libertad y mi salvación, y esto no forma parte de lo que quiero”. Necesitarás vigilar tu mente con cuidado durante todo el día, porque no estás buscando alteraciones y disgustos, sino atracciones.

Comentario

La lección de hoy no admite tratos en absoluto. Los dos primeros párrafos explican la postura del Curso acerca de la percepción con total claridad, como en los tres libros. Lo que valoramos es lo que queremos ver, lo que queremos ver determina nuestro modo de pensar, y lo que vemos refleja lo que pensamos. “Nadie puede dejar de ver lo que cree desear” (1:6). O, como se afirma brevemente dos veces en el Texto: “La proyección da lugar a la percepción” (T.13.V.3:5; T.21.In.1:1).

Además, puesto que no podemos odiar y amar al mismo tiempo, no podemos proyectar dos mundos completamente opuestos al mismo tiempo. Proyectamos el mundo del miedo o el mundo del amor. Y “el mundo que ves es la prueba de que ya has elegido algo que es tan completamente abarcador como lo es su opuesto” (6:2). En otras palabras, el mundo que vemos demuestra que nuestra mente ha hecho la elección del miedo que lo abarca todo. “El miedo ha dado lugar a todo lo que crees ver” (4:1).

Como ya he dicho, en esto no hay posibilidad de tratos. No permite que ninguna parte de este mundo quede fuera de la categoría de “proyección del miedo”. El mundo que vemos es “completamente congruente desde el punto de vista desde el que lo contemplas. Es un sólo bloque porque procede de una sola emoción, y su origen se ve reflejado en todo lo que ves” (6:4-5).

Si tratamos de dejar fuera de este cuadro una parte del mundo, afirmando que “seguramente esta parte es buena”, estamos intentando “aceptar una pequeña parte del infierno como real” (11:1). Y garantiza que todo el cuadro será “ciertamente el infierno” (11:1).

Por otra parte, el Curso no intenta provocar ningún rechazo al mundo. Nos dice que sólo la parte que contemplamos con amor es real (ver T.12.VI.3:2-3). Por lo tanto, nos pide amarlo a todo ello por igual, y de este modo “haz que el mundo real sea real para ti” (T.12.VI.3:6). Nuestros intentos de rescatar “partes” del mundo como reales, están equivocados porque separan y hacen que ciertas partes sean especiales, más merecedoras de amor que el resto.

Tal como lo vemos, a través de los ojos del miedo, el mundo no tiene ningún valor en absoluto. Aceptemos la Fortaleza de Dios para “no ver valor alguno en este mundo” (8:6). Si de verdad lo queremos, veremos otro mundo con la visión que “no se trata de una de la que tus ojos por sí solos hayan visto jamás” (9:4). “Cuando lo único que desees sea amor, no verás nada más” (T.12.VII.8:1).

Para ser un poco más prácticos durante un momento, he descubierto que las palabras finales de la lección son enormemente útiles ante problemas de todo tipo: “Esto no forma parte de lo que quiero” (11:5). Si veo únicamente lo que quiero ver, y estoy viendo algo que me angustia, que afirme mi elección de cambiar mi mente: “Yo ya no quiero más esto”. Aunque mi aplicación de esto no es muy constante, he visto que esta afirmación hace que desaparezca en una relación la separación. He visto hacer desaparecer la sensación de pobreza. He visto cambiar a mi cuerpo, y darle una energía que pensaba que había perdido. He visto darle la vuelta a enfermedades próximas. Os la recomiendo muchísimo a todos.





TEXTO



Capítulo 13

EL MUNDO INOCENTE



Introducción


1. Si no te sintieses culpable no podrías atacar, pues la condena­ción es la raíz del ataque. 2La condenación es el juicio que una mente hace contra otra de que es indigna de amor y merecedora de castigo. 3Y en esto radica la división, 4pues la mente que juzga se percibe a sí misma como separada de la mente a la que juzga, creyendo que al castigar a otra mente, puede ella librarse del cas­tigo. 5Todo esto no es más que un intento ilusorio de la mente de negarse a sí misma y de eludir la sanción que dicha negación con­lleva. 6No es un intento de renunciar a la negación, sino de afe­rrarse a ella. 7Pues la culpabilidad es lo que ha hecho que el Padre esté velado para ti y lo que te ha llevado a la demencia.

2. La aceptación de la culpabilidad en la mente del Hijo de Dios fue el comienzo de la separación, de la misma manera en que la aceptación de la Expiación es su final. 2El mundo que ves es el sistema ilusorio de aquellos a quienes la culpabilidad ha enloque­cido. 3Contempla detenidamente este mundo y te darás cuenta de que así es. 4Pues este mundo es el símbolo del castigo, y todas las leyes que parecen regirlo son las leyes de la muerte. 5Los niños vienen al mundo con dolor y a través del dolor. 6Su crecimiento va acompañado de sufrimiento y muy pronto aprenden lo que son las penas, la separación y la muerte. 7Sus mentes parecen estar atrapadas en sus cerebros, y sus fuerzas parecen decaer cuando sus cuerpos se lastiman. 8Parecen amar, sin embargo, abandonan y son abandonados. 9Parecen perder aquello que aman, la cual es quizá la más descabellada de todas las creencias. 10Y sus cuerpos se marchitan, exhalan el último suspiro, se les da sepultura y dejan de existir. 11Ni uno solo de ellos ha podido dejar de creer que Dios es cruel.

3. Si éste fuese el mundo real, Dios sería ciertamente cruel. 2Pues ningún Padre podría someter a Sus hijos a eso como pago por la salvación y al mismo tiempo ser amoroso. 3El amor no mata para salvar. 4Si lo hiciese, el ataque sería la salvación, y ésta es la inter­pretación del ego, no la de Dios. 5Sólo el mundo de la culpabili­dad podría exigir eso, pues sólo los que se sienten culpables podrían concebirlo. 6El "pecado" de Adán no habría podido afec­tar a nadie, si él no hubiese creído que fue el Padre Quien le expulsó del paraíso. 7Pues a raíz de esa creencia se perdió el conocimiento del Padre, ya que sólo los que no le comprenden podían haber creído tal cosa.

4. Este mundo es la imagen de la crucifixión del Hijo de Dios. 2Y hasta que no te des cuenta de que el Hijo de Dios no puede ser crucificado, éste será el mundo que verás. 3No podrás compren­der esto, no obstante, hasta que no aceptes el hecho eterno de que el Hijo de Dios no es culpable. 4Él sólo merece amor porque sólo ha dado amor. 5No se le puede condenar porque él nunca ha con­denado. 6La Expiación es la última lección que necesita aprender, pues le enseña que puesto que nunca pecó, no tiene necesidad de salvación.



I. Inocencia e invulnerabilidad



1. Dije anteriormente que el Espíritu Santo comparte el objetivo de todos los buenos maestros, cuya meta final es hacerse innecesa­rios al enseñarles a sus alumnos todo lo que ellos saben. 2Eso es lo único que el Espíritu Santo desea, pues dado que comparte el Amor del Padre por Su Hijo, intenta eliminar de la mente de éste toda traza de culpabilidad para que así pueda recordar a su Padre en paz. 3La paz y la culpabilidad son conceptos antitéticos, y al Padre sólo se le puede recordar estando en paz. 4El amor y la culpabilidad no pueden coexistir, y aceptar uno supone negar el otro. 5La culpabilidad te impide ver a Cristo, pues es la negación de la irreprochabilidad del Hijo de Dios.

2. En el extraño mundo que has fabricado el Hijo de Dios ha pecado. 2¿Cómo, entonces ibas a poder verlo? 3Al hacerlo invisi­ble, surgió el mundo del castigo procedente de la tenebrosa nube de culpabilidad que aceptaste, y que en tanta estima tienes. 4Pues la irreprochabilidad de Cristo es la prueba de que el ego jamás existió, ni jamás podrá existir. 5Sin culpabilidad, el ego no tiene vida, y el Hijo de Dios está libre de toda culpa.

3. Al examinarte a ti mismo y juzgar honestamente tus acciones, puede que sientas la tentación de preguntarte cómo es posible que puedas estar libre de culpa. 2Mas ten en cuenta lo siguiente: no es en el tiempo donde no eres culpable, sino en la eternidad. 3Has "pecado" en el pasado, pero el pasado no existe. 4Lo que es siempre no tiene dirección. 5El tiempo parece ir en una dirección, pero cuando llegues a su final, se enrollará hacia el pasado como una gran alfombra extendida detrás de ti, y desaparecerá. 6Mien­tras sigas creyendo que el Hijo de Dios es culpable seguirás caminando a lo largo de esa alfombra, creyendo que conduce a la muerte. 7Y la jornada parecerá larga, cruel y absurda, pues en efecto, lo es.

4. El viaje en que el Hijo de Dios se ha embarcado es en verdad inútil, pero el viaje en el que su Padre le embarca es un viaje de liberación y dicha. 2El Padre no es cruel, y Su Hijo no puede herirse a sí mismo. 3La venganza que teme y que ve, nunca recaerá sobre él, pues aunque cree en ella, el Espíritu Santo sabe que no es verdad. 4El Espíritu Santo se encuentra al final del tiempo que es donde tú debes estar, puesto que Él está contigo. 5Él ya ha des-hecho todo lo que es indigno del Hijo de Dios, pues ésa fue la misión que Dios le dio. 6Y lo que Dios da, siempre ha sido.

5. Me verás a medida que aprendas que el Hijo de Dios es inocente. 2Él siempre anduvo en busca de su inocencia, y la ha encon­trado. 3Pues cada cual está tratando de escapar de la prisión que ha construido, y no se le niega la manera de encontrar la libera­ción. 4Puesto que reside en él, la ha encontrado. 5Cuándo ha de encontrarla es sólo cuestión de tiempo, y el tiempo no es sino una ilusión. 6Pues el Hijo de Dios es inocente ahora, y el fulgor de su pureza resplandece incólume para siempre en la Mente de Dios. 7El Hijo de Dios será siempre tal como fue creado. 8Niega tu mundo y no juzgues al Hijo de Dios, pues su eterna inocencia se encuentra en la Mente de su Padre y lo protege para siempre.

6. Cuando hayas aceptado la Expiación, te darás cuenta de que no hay culpabilidad alguna en el Hijo de Dios. 2Y sólo cuando veas su inocencia podrás entender su unicidad*3Pues la idea de la culpabilidad da lugar a la creencia de que algunas personas pue­den condenar a otras, como resultado de lo cual, se proyecta sepa­ración en vez de unidad. 4Sólo te puedes condenar a ti mismo, y hacer eso te impide reconocer que eres el Hijo de Dios. 5Has ne­gado la condición de su existencia, que es su perfecta irreprochabilidad. 6El Hijo de Dios fue creado del amor, y mora en el amor. 7La bondad y la misericordia le han acompañado siempre, pues él jamás ha dejado de extender el Amor de  su  Padre.

7. A medida que percibas a los santos compañeros que viajan a tu lado, te darás cuenta de que no hay tal viaje, sino tan sólo un despertar. 2El Hijo de Dios, que nunca ha estado dormido, no ha dejado de tener fe en ti, al igual que tu Padre. 3No hay ningún camino que recorrer ni tiempo en el que hacerlo. 4Pues Dios no espera a Su Hijo en el tiempo ya que jamás ha estado dispuesto a estar sin él. 5Y, por lo tanto, así ha sido siempre. 6Permite que el fulgor de la santidad del Hijo de Dios disipe la nube de culpabili­dad que nubla tu mente, y al aceptar como tuya su pureza, aprende de él que es tuya.

8. Eres invulnerable porque estás libre de toda culpa. 2Sólo me­diante la culpabilidad puedes aferrarte al pasado. 3Pues la culpa­bilidad determina que serás castigado por lo que has hecho, y, por lo tanto, depende del tiempo unidimensional, que comienza en el pasado y se extiende hasta el futuro. 4Nadie que crea esto puede entender lo que significa "siempre", y de este modo la culpabilidad le impide apreciar la eternidad. 5Eres inmortal por­que eres eterno, y "siempre" no puede sino ser ahora. 6La culpa­bilidad, pues, es una forma de conservar el pasado y el futuro en tu mente para asegurar de este modo la continuidad del ego. 7Pues si se castiga el pasado, la continuidad del ego queda garan­tizada. 8La garantía de tu continuidad, no obstante, emana de Dios, no del ego. 9Y la inmortalidad es lo opuesto al tiempo, pues el tiempo pasa, mientras que la inmortalidad es constante. 

9. Aceptar la Expiación te enseña lo que es la inmortalidad, pues al aceptar que estás libre de culpa te das cuenta de que el pasado nunca existió, y, por lo tanto, de que el futuro es innecesario y de que nunca tendrá lugar. 2En el tiempo, el futuro siempre se asocia con expiar, y sólo la culpabilidad podría producir la sensación de que expiar es necesario. 3Aceptar como tuya la inocencia del Hijo de Dios es, por lo tanto, la forma en que Dios te recuerda a Su Hijo, y lo que éste es en verdad. 4Pues Dios nunca ha condenado a Su Hijo, que al ser inocente es también eterno.

10. No puedes desvanecer la culpabilidad otorgándole primero realidad, y luego expiando por ella. 2Ése es el plan que el ego propone en lugar de simplemente desvanecerla. 3El ego cree en la expiación por medio del ataque, al estar completamente compro­metido con la noción demente de que el ataque es la salvación. 4Y tú, que en tanta estima tienes a la culpabilidad, debes también creer eso, pues, ¿de qué otra manera, salvo identificándote con el ego, podrías tener en tanta estima lo que no deseas?



11. El ego te enseña a que te ataques a ti mismo porque eres culpa­ble, lo cual no puede sino aumentar tu culpabilidad, pues la cul­pabilidad es el resultado del ataque. 2De acuerdo con las ense­ñanzas del ego, por lo tanto, es imposible escaparse de la culpabilidad. 3Pues el ataque le confiere realidad, y, si la culpabi­lidad es real, no hay manera de superarla. 4El Espíritu Santo sen­cillamente la desvanece mediante el sereno reconocimiento de que nunca ha existido. 5Al contemplar la inocencia del Hijo de Dios, sabe que eso es la verdad: 6Y al ser la verdad con respecto a ti, no puedes atacarte a ti mismo, pues sin culpabilidad el ataque es imposible. 7Tú estás, por lo tanto, a salvo, ya que el Hijo de Dios es inocente. 8Y al ser completamente puro, eres invulnera­ble.





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